Ya podés comprar nuestro cuarto libro: Los mundiales invisibles. En este caso, y por primera vez, no está escrito por nosotros, es una crónica de Diego Tomasi durante el mes que duró el mundial de Qatar. Este es el prólogo.

¿Podemos seguir hablando sobre Qatar? Es la pregunta que nos hacemos ante cada presentación, charla o texto publicado sobre el mundial. Más aún después de editar Ilusión Eterna. En un contexto donde la realidad no sólo parece desmoronarse sino que además se derrumba sobre nosotros: sobre nuestros sueños, expectativas y proyectos. ¿Cómo seguir en ese contexto escribiendo o pensando un torneo de fútbol ocurrido hace ya tiempo?

Llegamos a la conclusión de que no sólo se puede sino, en la medida de lo posible, se debe volver al mundial 2022 cada vez que podamos. Es nuestro lugar seguro en un mundo donde todo tambalea. Pero no solamente podemos hacerlo como un acto nostalgioso, también es posible volver para vernos, pensarnos y reflexionarnos. Se pueden mostrar, descubrir, develar muchos elementos que estaban ahí. Diego Tomasi nos dio el privilegio de acercar este texto para publicarlo en esta colección. Es el primero que no es directamente de nuestra autoría y esperamos que no sea el único.

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Tomasi viajó, vio, sintió, sufrió, olió, caminó, se desveló, se perdió, sintió miedo y desolación, extrañó, creyó estar soñando, creyó que no podía ser cierto, creyó. Pero Los mundiales invisibles no son sólo aquellos que se mueven por nuestras venas, conectan nuestras neuronas y nos explotan en el pecho. Más aún en una ciudad que no parece cierta, una “Doha como escenografía”, como escribe Diego. Pero donde aparecen espacios en los que la verdadera ciudad asoma por las grietas de ese escenario de edificios del futuro. Como en el subte: “Al final de la calle aparece la gran M de Metro. Es la conexión de la Doha real, palpable, existente, con la escenográfica”.

Los mundiales invisibles propone, además de revivir desde adentro de la cancha los partidos de Argentina, rescatar a los personajes y las escenas que fueron parte de Diego durante un mes al borde del desierto: un tunecino que busca la pista de Batistuta por Qatar, un taxista bangladesí fanático de Brasil pero con hijo que hincha por Argentina, un periodista marroquí que insulta en argentino, un viaje en camello en el desierto con un moldavo o el amanecer desde la terraza de un supermercado en el barrio copado por argentinos, esperando una guitarra con la que tocar Ji ji ji.

El libro que tienen en sus manos respeta una idea básica de Lástima a nadie: literatura, política e historia desde la pelota. En el texto se mezclan eventos históricos qataríes con el animé Supercampeones, Italo Calvino, Georges Perec, WisławaSzymborska o Josefina Vicens. Borges narra a Wout Weghorst y Louis Van Gaal. Aparece un museo de botones en Polonia. Suena Shakira en una radio qatarí. Y el cielo parece tener arena por la proximidad con el desierto.

Leer este libro es acercarnos a la idea de que los mundiales son un aleph: un evento que aglutina infinitos eventos vinculados a millones de personas. Este es el recorte de Diego Tomasi desde las calles de Doha, donde no habitan los perros y los edificios son esqueletos abandonados. Los y las invitamos a volver a Qatar, viajar en sus subtes, caminar por el Lusail y ahogarse en el partido con Francia. Aunque en realidad queremos invitarles a una sola cosa: encontrar la felicidad cada vez que volvamos al 18 de diciembre de 2022.

Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci

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