El deporte como forma de identificación y constructor de disciplinas que alejan a las personas de las drogas en los barrios. Estados Unidos, el este de St. Louis, “El príncipe de la oscuridad” en las tinieblas, su paso por el ring y la explosión musical. Miles Davis antes de Kind Of Blue con Sugar Ray Robinson y Joe Louis como espejos y referentes.

En 1926 llegó al mundo Miles Dewey Davis en Alton, Illinois para luego ser criado en East St. Louis. El jazz había sido escrito como palabra por primera vez 13 años antes de su nacimiento. Pero bien sabemos por la historia que el texto es posterior al sonido y a fines del siglo XVIII la pintura The Old Plantation ya mostraba a esclavos africanos bailando al son de un banjo y percusión.

La música de tradición africana se transformó en la banda de sonido del sur de los Estados Unidos. El jazz era entretenimiento y también improvisación. Daba espacio a la inventiva de las clases discriminadas y postergadas. Pero la banda de sonido no era más importante que la película, las vivencias diarias, las injusticias, las prácticas populares y los sueños de los pequeños que daban sus primeros pasos en el empedrado.

Antes de saber lo que era una trompeta Miles Davis conoció el boxeo. No como deporte y negocio televisado sino como representación popular y medio de defensa en su ciudad natal. En el libro “So What: The Life of Miles Davis” de John Szwed, el músico así define su significación: «No se trataba de una metáfora de un tipo de arte o una actividad intelectual. En lugar de eso, era una actitud, una forma de moverse, una manera de ser hombre.» Hoy en día esta manera de ser hombre asociada a la violencia y al uso de poder como medio de imposición está en constante revisión.

En el barrio donde se crió Davis los referentes de los pibes eran boxeadores. En ese espejo veían la salida. Cuando el trompetista a sus 28 años ya era una figura reconocida y su emergente carrera en el ámbito del jazz se empezó a ver afectada por su adicción a la heroína, se recordó a él mismo de niño. Se pensó a él cargado de sueños y sin la droga como soga que lo arrastre. Se recordó tirando golpes en la calle angosta como su ídolo. «Realmente dejé mi hábito por el ejemplo que me dio Sugar Ray Robinson, pensé que si él era tan disciplinado, yo también lo podía ser».

miles davis

Pero salir de las adicciones no es un facilismo al que se accede sólo teniendo como guía un caso ejemplar. Requiere esfuerzo, disciplina, determinación y ayuda. Esto último fue lo que hizo el manager y entrenador de box Bobby Mc Quillen quién le puso como condición estricta a Miles que para entrenar con él en los gimnasios de Stillman y Gleason debía estar limpio de drogas. Por más que no se subiera al ring a competir y sólo realice ejercicios de guanteo. El músico lo cumplió a rajatabla y hasta llegó a compartir gimnasio con su admirado, a quién un día le llego a decir en persona que dejó su adicción a la heroína inspirado en su disciplina.

A muchos kilómetros de St.Louis, en el sur del Conurbano Bonaerense había otro artista admirador de Sugar Ray Robinson. En su cuento “El noble arte” el escritor Julio Cortázar definió a este boxeador como “la más perfecta conciliación del arte y la ciencia”. Si el relato radial de la pelea Firpo-Dempsey por el título mundial escuchado por “buena parte del vecindario instalado en un patio” de Banfield y una derrota injusta dieron inicio al Cortázar escritor, el boxeo también fue impulso para que Davis vuelva a crear. Cinco años después de haber pisado un gimnasio para alejarse de la heroína, Davis sacó el mítico álbum Kind Of Blue. El compositor y crítico escocés Ian Carr afirma que “1954 vio el inicio de la madurez plena del estilo de Miles Davis. Desde ese año hasta el fin de la década hubo una sucesión de obras maestras que asombraron y encantaron por igual a músicos y al público en general, abrieron nuevas vías de desarrollo musical, influenciando generaciones posteriores de artistas de todo el mundo.”

Dentro de esta etapa, el trompetista resignificó el boxeo comparándolo con el jazz como artes con muchos puntos en común. Ritmo, movimiento, combinaciones para crear atmósfera arriba de un escenario y sobrevivir arriba de un ring. Para Davis lo importante era siempre tener un estilo en lo que hagas: “Joe Louis tenía un estilo, Ezzard Charles tenía un estilo, Henry Armstrong tenía un estilo, Johnny Bratton tenía un estilo y Sugar Ray Robinson tenía un estilo, como lo tenían Muhammad Ali y Marvelous Marvin Hagler. Algunos estilos son suaves, creativos, imaginativos e innovadores; otros no”.

En el documental Miles Electric: A Different Kind Of Blue, el guitarrista Carlos Santana define el estilo de Davis como algo muy cercano a lo pugilístico. “En la música de Miles la última nota lo es todo, es como dar jab, jab, jab y luego el golpe final”. Por su parte el saxofonista David Liebman afirma: “Hay una conexión entre el boxeo y su forma de tocar. Es la velocidad, el ritmo, la capacidad de reacción, las fintas, los movimientos, las combinaciones, porque el boxeo es un arte. Era algo que Miles era capaz de ver. Encajaba con su música”.

miles

Pero el boxeo no sólo era un estilo para el trompetista sino que le servía también para tirarles el barrio encima a algunos colegas. «Para tocar hay que tener a la vez imaginación y conocimientos. Si no, no vale la pena. Oigo a tíos que, si fueran boxeadores en vez de músicos, serían enviados a la lona, porque en boxeo no puedes hacer dos veces lo mismo.», dijo en 1971.

La disciplina del gimnasio también la trasladó a su carrera musical. Se negaba al sexo y a la comida antes de tocar ya que creía que había que estar hambriento e insatisfecho para subirse al escenario. Lo que sí hacía los días de shows era ir a entrenar sólo que aclaraba “No me vayan a pegar en la boca, tengo concierto esta noche”.

Ya por la década del 70 Miles Davis, boxeo y jazz eran parte del mismo campo semántico. Entonces apareció en escena el cinéfilo, coleccionista de películas de boxeo y presidente de Big Fights Inc, Bill Cayton, que luego sería uno de los managers de Mike Tyson. Clayton le pidió a Davis componer la música para su documental “Breaking Barriers” sobre la vida del primer campeón mundial de raza negra en peso pesado: Jack Johnson.

En 1971 de esas composiciones nació el disco “A tribute to Jack Johnson”. Pero el sello discográfico Columbia no confiaba mucho en el éxito de la fusión y esta primera edición sólo contó con 2 canciones: “Right off” y “Yesternow” de 26 y 10 minutos, respectivamente. Recién en 2003 salió el box set titulado “The complete Jack Johnson Sessions”, que incluye las sesiones completas de grabación con las versiones y arreglos de cada pieza tituladas con los nombres de boxeadores emblemáticos como “Duran”, “Ali” y “Sugar Ray”.

Sobre la música de «Jack Johnson» y su relación con el boxeo, Miles Davis decía: “Tenía en mente los movimientos de los boxeadores, sus movimientos son casi como pasos de baile, o como el sonido de un tren. La imagen del tren estaba en mi cabeza cuando pensaba en un gran boxeador como Joe Louis o Jack Johnson, porque cuando se piensa en un gran peso pesado que embiste, se viene a la mente un tren”.

El material musical concluía con el actor Brock Peters recitando: “Soy Jack Johnson, campeón mundial de los pesos pesados. Soy negro. Nunca me permitieron olvidarlo. Está bien. ¡Soy negro! Nunca les permitiré que lo olviden”.

No muy conocida y reconocida, esta obra de Miles Davis adquiere valor por su significación. Ya siendo referente musical y barrial unió sus dos pasiones. En 1974 cuando ya tenía ganado un nombre en el jazz y su palabra era formadora de opinión afirmó: “Me gusta cuando los chicos negros dicen, ‘¡Oh! Hombre, ahí está Miles Davis’. Como lo hacían con Joe Louis. Me gustaría que las personas de color me vieran como veían a Joe Louis”.

Lucas Jiménez

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