Luciano Jurnet nos trae una mirada sociológica de la pelea entre los youtubers KSI y Logan Paul del sábado pasado.

El sociólogo polaco Zygmunt Bauman (1925-2017) definió alguna vez nuestra realidad como una “modernidad líquida”. Con esa metáfora buscó enfatizar la inconsistencia de la sociedad, donde el vínculo que establecemos con los objetos materiales y el resto de las personas fluye, se desplaza, se desborda, se filtra; siempre por un período limitado, sin ocupar un espacio fijo, definido. “Todo cambia de un momento a otro, somos conscientes de que somos cambiables y por lo tanto tenemos miedo de fijar nada para siempre”, sentenció hace algunos años.

Uno de los efectos de esta “liquidez” implica que debemos estar listos para modificar la sintonía, la mente, en cualquier momento que sea requerido. Y esto Bauman lo grafica tanto en el mundo laboral como en la búsqueda de identidad.

El trabajo de construirse a uno mismo, en este contexto de valores efímeros y volátiles, provoca una identidad flexible, adaptable a diferentes personas y escenarios pero que ya no se relaciona con la construcción de un “yo”, sino en función de los demás. Es decir, se genera una fuerte dependencia para con los otros y sus expectativas, que tienen que ser cumplidas.

La materialización de esta idea puede apreciarse en las redes sociales y en uno de sus grupos más representativos de la actualidad: los youtubers.

Las redes sociales dan cuenta de un vínculo inconsistente, que permite conectarnos y desconectarnos del otro a través de un “Me Gusta”. Hoy “se sigue” a alguien, mañana no. No es una relación humana sólida, sino todo lo contrario. Y en ese contexto, los youtubers personifican a ese “sujeto líquido” que configura su identidad de acuerdo a lo que el resto espera.

KSI y Logan Paul protagonizaron la pelea estelar de la cartelera que tuvo lugar en el Staples Center de Los Ángles. ¿Son boxeadores? No. O si. Depende.

Olajide William Olatunji (KSI), por ejemplo, comenzó su “carrera red socialística” siendo un gamer (jugador de videojuegos). Así fue ganando audiencia global en Youtube. Más tarde se volcó al rap. El sábado pasado, al boxeo. Entonces, ¿cuál es su verdadera identidad?

Logan Paul empezó a cautivar fanáticos compartiendo videos a través de la plataforma Vine. Luego fue actor en algunas series televisivas y películas y posteriormente abrió su canal de Youtube. Un caso paradigmático de la liquidez de los vínculos de esta era: el estadounidense visitó en una oportunidad el “Bosque de los Suicidios” en Japón y mostró en vivo a un hombre que se había quitado la vida y estaba colgando de un árbol. Esto lo llevó a bajar considerablemente la cantidad de suscriptores, o sea, a perder de manera relampagueante “vínculo” con miles de personas.

El pasado sábado el público les demandó ser púgiles. Les exigió de alguna forma u otra que cruzaran guantes, que mostraran cuál era el “influencer” más fuerte. Y ellos aceptaron. Lo curioso es que no solo fueron ellos, sino también el boxeo.

El afamado promotor Eddie Hearn impulsó el duelo, el ex campeón del mundo Shannon Briggs estuvo en una de las esquinas, el árbitro mundialista Jack Reiss fue el tercer hombre y jurados de primera línea como Lou Moret, Pat Russell y Zachary Young llevaron las tarjetas; es decir, todo el espectro del pugilismo formó parte del evento. Y el negocio acompañó, ya que cada youtuber sumó a su cuenta bancaria poco más de 900 mil dólares, mientras que el argentino Marcelo Cóceres, luchador con siete años de trayectoria y que disputaba el cinturón mundial supermediano de la OMB, no llegó a 100.

Bauman señala que históricamente (antes de esta etapa) diferentes instituciones y estructuras sociales se mantuvieron intactas, con valores ligados a la estabilidad, la unión, la tradición. El boxeo también. Definido por los valores del esfuerzo, bajo la premisa de ser un posible escaparate a circunstancias socioeconómicas adversas, que demandaba preparación extrema y respeto por una disciplina que a veces no perdona al cuerpo de sus practicantes. Pero eso parece haberse disuelto.

“La vida líquida es una sucesión de nuevos comienzos con breves e indoloros finales”, dijo Bauman. ¿Estaremos asistiendo al breve e indoloro (para algunos) final del boxeo tal cual lo conocimos y asistiendo a un nuevo comienzo?

Luciano Jurnet

Publicado originalmente en De Contra

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