Lucas Jiménez continúa buceando entre escombros, denuncias de corrupción, encubrimientos de violaciones, goles y fondos malversados. El país más pobre de la región tuvo su año futbolístico de gloria en 2019, quizás su mayor alegría en una década.
El escenario de protestas y marchas contra el gobierno del presidente Jovenel Moïse se extendió a todo el 2019. Año en que Haití fue la gran sorpresa de la Copa de Oro. En cuartos de final remontaron un 0-2 contra Canadá y recién cayeron en semifinales contra el México del Tata Martino por un gol de penal de Raúl Jiménez en el minuto 93. “Somos conscientes de que estamos trayendo mucha felicidad a las personas que no la tienen a diario», expresó con orgullo el entrenador del seleccionado haitiano Marc Collat.
Apenas un mes antes de ese partido hubo una manifestación para pedir la renuncia del presidente que terminó con seis muertos por los policías locales. Las protestas giran en torno a Moïse, al que acusan de corrupción por malos manejos de Petrocaribe por más de USD 2.200 millones. La crisis que atraviesa el país tuvo un alivio a través del fútbol que también fue usado por la política. Sin saber que el equipo iba a llegar a las semifinales y antes del inicio de la Copa de Oro, el presidente había girado dinero público a la selección de fútbol para lograr algo de legitimidad popular.
«Por primera vez, el Estado haitiano acaba de otorgar una subvención de 25 millones de gourdes (266.558 dólares) que permitirá a nuestra Asociación absorber parte de las deudas pesadas resultante de la participación de las selecciones nacionales desde hace un año en las principales competiciones internacionales y financian parcialmente las actividades de la Copa Oro», decía el comunicado emitido por la Federación Haitiana de Fútbol. No es la primera vez que un presidente de Haití se involucra de lleno con su selección. En el amistoso contra España en 2013 en Miami, el mandatario de ese entonces Michel Martelly viajó a acompañar al equipo y se lo vio en fotos en el banco de suplentes con los jugadores.
Jacques Passy, ex entrenador de la selección de Saint Kitts y Nevis destacó en su cuenta de Twitter que la mejora de selecciones como la de Haití se debe a que tomaron la decisión estratégica de convocar a jugadores que actualmente juegan en Europa,con padres o abuelos nacidos en las islas.
En el mismo momento que se definía la semifinal de la Copa de Oro, miles de migrantes haitianos y haitianas hacían fila para realizar el trámite para oficializar su estadía en México. En 2017 se creó en Tijuana, el asentamiento denominado La Pequeña Haití (Little Haití), donde viven haitianos y haitianas que emigraron durante la crisis migratoria haitiana en Baja California con la finalidad de cruzar al país del norte pero quedaron varados ante la negativa de asilo por las autoridades estadounidenses. El barrio está a unas 2 millas (3.24 km) de la frontera con Estados Unidos. Se contempla que para 2017 llegaron a Tijuana cerca de 40,000 personas de Haití.

Chile es otro país que recibió mucha inmigración haitiana tras el terremoto y la cruda realidad económica y social. Entre 2013 y 2016 se estima que llegaron 41 mil haitianos y haitianas. En el censo de 2002 la población haitiana residente en Chile era sólo de 50 personas. Viven preferente en el Gran Santiago, en comunas como Renca y Quilicura. Hay un equipo que salió campeón de una liga amateur en Chile que se llama Cruz Azul de Haití FC y su presentación en Facebook dice “Somos un equipo que cuenta con un predominante número de personas de nacionalidad haitiana en busca de oportunidades para ser futbolistas profesionales en la República de Chile”.
Pero muchos años antes de este suceso migratorio ya había existido un vínculo entre estos dos países. Hace 35 años Coty Beausejour llegó a Chile proveniente de Haití para estudiar medicina y conoció a Jaqueline Coliqueo, de origen mapuche. Producto de esa relación nació Jean Beausejour, que supo jugar muchos años en la selección chilena. Cuando el niño tenía dos años, Coty volvió a Haití y casi no tuvo contacto con su hijo chileno. “Si bien lo que más aflora en mí es la tez negra por los orígenes haitianos de mi papá, me siento súper identificado con el pueblo mapuche”, dijo el lateral izquierdo de la Universidad de Chile en una de las pocas entrevistas televisivas en que se ha referido a su padre. Pese a esta declaración, que no apunta al pueblo sino a una persona en particular, Beausejour es muy querido en Haití por ser un descendiente de haitianos que los representó en 2 mundiales (Sudáfrica y Brasil).

Después del terremoto de enero de 2010, Coty volvió a aterrizar en Chile como refugiado junto a los hermanastros del jugador: “Gracias a Chile, y gracias a Jean Beausejour”, dijo apenas se bajó del avión. Beausejour jugaba en el América de México por ese entonces y apenas fue a Chile a jugar con su selección conoció a sus hermanastros quienes hasta el momento solo lo habían visto por los canales deportivos. Beausejour supo que su medio hermano Jean Coty era fanático del fútbol y le regaló 2 entradas para que vea Chile-Egipto en el Estadio Nacional. Tras el partido lo hizo entrar a los vestuarios para sacarse fotos.

El hermano del futbolista del seleccionado nacional no sabe muy bien cuál es la historia que su padre tuvo con la mamá del volante. Nunca le ha preguntado lo que pasó, aunque tampoco su padre ocultó la existencia del futbolista. Coty Beausejour tuvo 5 hijos en Haití y no continuó con sus estudios de medicina. Terminó siendo funcionario de la ONU. “Mi padre viajaba mucho, por su trabajo en la ONU, siempre está en distintos países. Hace algunos años, por ejemplo, estuvo en Italia y hace poco vivió en África. Él es un ejemplo para la familia Beausejour, es muy inteligente y habla siete idiomas”, cuenta en una nota de The Clinic.
Según estadísticas de la ONU el 65% de la población de Haití vive bajo la línea de la pobreza, el 47% sufre desnutrición crónica y el 65% no tiene trabajo. De acuerdo al Índice de Desarrollo Humano Haití es el país más pobre del continente americano y se ubica en el puesto 163 a nivel mundial, sólo delante de algunos países africanos y de Afganistán. La ONU, que está en la isla desde 1990, lanzó en 2004 la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití, más conocida como Minustah por su acrónimo en francés. Fue para dar apoyo a las fuerzas armadas y policiales haitianas sobrepasadas por la violencia, tras la renuncia del presidente Jean-Bertrand Aristide y la asunción de Boniface Alexandre.
A fines del año pasado hubo una denuncia de rebote internacional. Cientos de mujeres en Haití, muchas de ellas menores, sufrieron violaciones o fueron víctimas de explotación sexual por parte de los Cascos Azules desplegados por Naciones Unidas en la isla desde 2004 hasta 2017. Por eso hoy, en ese país, existen los “bebés casques bleus” (bebés cascos azules) o “Petit Minustah” (por el nombre de la misión de paz de las ONU). Estos bebés no solo son producto de violaciones sino también de relaciones consentidas entre haitianas y soldados que tras terminar su labor militar en Haití se fueron dejando a a los niños y las niñas abandonadas con sus madres.
El estudio estuvo dirigido por la profesora de Historia Moderna de la Universidad de Birmingham Sabine Lee y la científica clínica Susan Bartels de la Queen´s University de Ontario. Un equipo de asistentes sociales les preguntaron a 2.500 mujeres que residen en los alrededores de diez bases de los cascos azules: “¿cómo es ser una mujer o una niña viviendo en una comunidad que alberga una misión de mantenimiento de la paz?” No se les preguntó específicamente sobre posibles abusos o relaciones sexuales. Las respuestas llegaron solas. “Pusieron algunas monedas en mis manos para dejarme un bebé adentro”, fue uno de los testimonios.

Los soldados de la fuerza internacional eran provenientes de 13 países. La tropa de Brasil fue una de las tropas más numerosas. Argentina, Uruguay y Chile también aportaron lo suyo. “En 2011, cuatro marinos uruguayos fueron acusados de intentar violar a un haitiano de 19 años en Port Salut. El asalto fue grabado con un teléfono celular y se filtró a Internet. El adolescente y su familia se tuvieron que ir de la ciudad después de que el video se volviera viral”, precisa una crónica de InfoBae.
El Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de las Naciones Unidas emitió un vomitivo comunicado a fines del año pasado sobre las violaciones cometidas por los cascos azules. “Lamentablemente, hemos visto casos relacionados con el personal de Minustah en los últimos años, aunque las acusaciones generalmente han disminuido desde 2013.”
“Lo que hicieron estos oficiales y soldados es muy grave. Tiene y tendrá consecuencias por mucho tiempo. Y no es un problema exclusivo de la ONU, es un problema militar brasileño y uruguayo y de todas las fuerzas que contribuyeron a la Minustah y cometieron los abusos y violaciones”, comenta la profesora Lee en su informe.
Con una importante inmigración haitiana viviendo en su territorio, solo Chile se hizo cargo de estas denuncias y formó una comisión parlamentaria. «Es fundamental investigar estos abusos a menores que han ocurrido en Haití, lo que corresponde por parte de la Cámara de Diputados es iniciar una comisión investigadora de estos hechos donde podamos esclarecer si efectivamente hay involucrados de las Fuerzas Armadas», dijo el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara, el socialista Jaime Naranjo.
El Ministerio de Defensa argentino todavía no realizó declaraciones públicas y oficiales al respecto. Y eso que el ministro actual de esa cartera es Agustín Rossi quién ejercía el mismo en cargo en 2015 cuando realizó en Puerto Príncipe una ceremonia en homenaje a los cascos azules argentinos que participaban de la Misión de “Paz” en Haití. «Estamos más que conformes con el rol que han cumplido las Fuerzas Armadas Argentina en este país. Nunca hemos tenido ni una queja, ni de las ONU ni de la población civil. Siempre hemos tenido mucho respeto por los haitianos», expresó Rossi en la visita.
Pero la ocupación militar de Haití que le costó a las Naciones Unidas más de ochocientos millones de dólares por año no solo dejó denuncias por violaciones y abusos. La Misión de “Paz” también fue la encargada de llevar el cólera al país del Caribe. Soldados nepaleses llegaron infectados y la bacteria se propagó por el manejo indebido de los desechos en las bases. Varios años después de la epidemia que dejó 800.000 contagiados y 10.000 muertos, el ex secretario general de la ONU Ba Ki Moon pidió disculpas por el error y entregó un subsidio de 400 millones de dólares para las víctimas.
Mientras el cólera brotaba por Haití, las selecciones nacionales seguían compitiendo. En 2011 la Federación de Fútbol de Jamaica, que era sede del pre-mundial sub 17, excluyó a la selección de Haití que estaba disputando el certamen porque tres jugadores fueron puestos en cuarentena por presuntamente padecer malaria.
“Los jugadores tuvieron que dejar la competición bajo presión de las autoridades jamaiquinas, particularmente del alcalde y de los propietarios del hotel español Iberostar”, denunció el presidente de la Federación Haitiana de Fútbol, Yves Jean Bart.
La por entonces candidata a presidenta de Haití Mirlande Manigat, consideró que «las dificultades sanitarias” que estaba sufriendo el país por la epidemia de cólera “no pueden en modo alguno justificar un tratamiento indigno a nuestros conciudadanos y conciudadanas en tierras extranjeras».
El doctor Louissaint Elysée dijo en una radio haitiana que fue “una decisión discriminatoria». Ya que la única forma posible de contagio directo de malaria entre humanos es que una mujer embarazada lo transmita por vía trasplacentaria al feto, o bien, por la transmisión directa a través de la picadura de un mosquito. También es posible la transmisión por transfusiones sanguíneas de donantes que han padecido la enfermedad.
Pero así como hubo discriminaciones, también hubo ayudas de países hermanos. República Dominicana les ofreció a las autoridades deportivas de Haití que las y los atletas que iban a disputar los Juegos Centroamericanos y del Caribe Mayagüez (Puerto Rico) 2010 se entrenen en las instalaciones deportivas de la República Dominicana. Los gastos de la concentración de las y los atletas haitianos corrieron por cuenta del Estado Dominicano. Haití y República Dominicana cohabitan el territorio de la isla La Española.
En 2010 el gobierno español de Rodríguez Zapatero destinó un total de 1.222.000 euros a la Fundación de la Federación Española de Fútbol (FEF) para distintos proyectos con el fin de promover la candidatura de España al Mundial 2018. Uno de ellos era el Programa Proyecto Haití. El objetivo era construir una escuela de fútbol tras el terremoto. Sin embargo sólo llegaron al destino algunos botines y arcos. No hubo rastros en el país del Caribe de la inversión española.

Según investigaciones del diario AS y El Mundo, la FEF bajo la presidencia de Ángel María Villar se apropió de al menos 176.000 euros de los 219.500 de la subvención del gobierno. Hay justificantes de nóminas de técnicos que no viajaron a Haití nunca. Pese a que la escuela proyectada era para 150 niños había facturas de material para 600 alumnos, justo la cantidad que tiene la escuela de fútbol de la Federación en Las Rozas, Madrid.
En 2017 Villar fue cesado de su cargo como presidente de la federación e Imputado por delitos de corrupción, administración desleal y apropiación indebida en la conocida Operación Soule. Estuvo en prisión seis días y recuperó su libertad tras pagar 300.000 euros de fianza.
«Haití no necesita que nadie venga a multiplicar sus calamidades. Tampoco necesita la caridad de nadie. Como bien dice un antiguo proverbio africano, la mano que da está siempre arriba de la mano que recibe.
Pero Haití sí necesita solidaridad, médicos, escuelas, hospitales y una colaboración verdadera que haga posible el renacimiento de su soberanía alimentaria, asesinada por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otras sociedades filantrópicas.
Para nosotros, latinoamericanos, esa solidaridad es un deber de gratitud: será la mejor manera de decir gracias a esta pequeña gran nación que en 1804 nos abrió, con su contagioso ejemplo, las puertas de la libertad.» Eduardo Galeano.
Lucas Jiménez