A partir del documental #AtletaA donde se exponen los más de quinientos casos de abuso sexual perpetrados por Larry Nassar, repasamos en esta nota todos los mecanismos de silencio que son necesarios, desde el Comité Olímpico hasta la USA Gymnastics , para que es haya sucedido. Y cómo las víctimas fueron armándose de valor para contar sus historias a pesar de la presión social y mediática. Escribe Esteban Bedriñan.

“Es mi honor y privilegio sentenciarlo porque no merece caminar jamás fuera de una prisión.”  Esas fueron las palabras que utilizó la jueza Rosemarie Aquilina el 24 de enero de 2018 al sentenciar al médico de la federación de gimnasia de los Estados Unidos, Larry Nassar, a una condena de entre 40 a 175 años por abuso sexual a más de 500 atletas y que se suma a otra ya existente de 60 años por tenencia de pornografía infantil.

El caso, que generó interés en el mundo entero y sacudió a la USA Gymnastics (USAG) en todos sus estamentos, volvió al tapete el pasado junio cuando fue estrenado el documental “Atleta A” en Netflix. En él se puede conocer, horrorizarse e indignarse con los testimonios de varias atletas olímpicas que pasaron por el seleccionado estadounidense en distintos años, así como también saber de qué manera se inició y fue avanzando la investigación de los periodistas del Indy Star, el periódico de Indianápolis donde se hicieron públicos los primeros abusos cometidos por Nassar en su rol de médico deportivo.

Claro que para haber abusado durante casi 30 años a distintas atletas sin que haya habido denuncias policiales y escándalos públicos, Nassar gozó del silencio y el encubrimiento de las máximas autoridades de la USAG. Su presidente Steve Penny fue un eslabón más que importante en el sistema de encubrimiento y coerción impuesta en todos los niveles. Cuando Maggie Nichols era una atleta en ascenso rumbo al equipo olímpico para Río 2016, le confesó un año antes a su entrenadora que fue abusada sexualmente por Nassar. El propio Penny le prometió a ella y su familia una investigación interna y su derivación al FBI para que accionara. El resultado fue un total silencio y Nichols quedó al poco tiempo sin participar en los Juegos Olímpicos.

Penny era un ejecutivo de marketing de la USAG cuyo objetivo era promocionar la marca de la gimnasia estadounidense como un producto y llegó a la presidencia de la federación en el año 2005. Gobernó con esa mirada comercial y renunció en marzo de 2017 por presiones varias: desde la opinión pública en general hasta las atletas que lo acusaron de encubrir a Nassar. Fue detenido en 2018, actualmente está en espera de juicio, podría enfrentarse a una pena de entre dos y diez años de cárcel y una multa que alcanzaría los 10.000 dólares por el delito de ocultación y destrucción de pruebas.

Otro engranaje más en esta serie de abusos institucionalizados es el matrimonio Károlyi. Béla y Mártha fueron los fundadores del programa de gimnasia de Rumania a principios de la década de los ’70, que detectaba a niñas con grandes capacidades atléticas para integrar el representativo nacional. Una de ellas fue Nadia Comaneci, quien saltó a la fama en Montreal ’76 cuando obtuvo el primer 10 en la historia por su ejecución en las barras asimétricas.  La cosecha de medallas arrojó la suma de 8 en la cita canadiense y 7 más en los juegos de Moscú 1980. Pero desertaron de su país en una gira por los Estados Unidos en 1981 donde pidieron asilo político. Una vez en tierra americana, siete años después de su arribo, Béla asumió la jefatura de entrenadores de la USAG, cargo que mantuvo hasta 2001 cuando se retiró y dejó su lugar a su esposa Mártha.

El rancho Károlyi en Huntsville, Texas, alejado de todo centro urbano fue el lugar perfecto para llevar adelante el sistema del matrimonio rumano. Rutinas agotadoras de entrenamientos, maltrato físico y verbal y la casi nula posibilidad de las jóvenes atletas de expresar a sus familias todo eso, fueron tierra fértil para la depravación de Nassar, quien en su papel de hombre bueno les regalaba dulces y comida a las atletas y las trataba con sonrisas y buen humor para luego abusar de ellas en la consulta médica. El abogado de las víctimas, John Manly, lo explica en el documental: “(los Károlyi) “crearon un ambiente de miedo, intimidación y silencio, diseñado para hacer que las chicas aceptaran el dolor y el sufrimiento como el precio justo del éxito y nunca cuestionaran a sus instructores.”

“Sabía que a las víctimas de abusos sexuales no se las trata bien. Se las ridiculiza, se las cuestiona, se las culpa, se las humilla… Con 15 años, no habría sido capaz de soportar eso” afirmó Rachaell Denhollander, una de las tantas sobrevivientes de Nassar, quien fue violada por él en el 2000 y recién 16 años después se animó a liderar la causa penal que sumó más de 300 denuncias. Acusada de buscar dinero con el caso en diversos foros y redes sociales, Denhollander fue la primera de todas las atletas que realizó una denuncia contra el médico de la USAG.

En un durísimo artículo que publicó el 30 de enero de 2018 en The New York Times, se pregunta “¿Cómo fue que sucedió? ¿Cómo fue que, durante treinta años, este monstruo logró abusar de niñas y jovencitas sin ser descubierto?” Y arriba a la conclusión de que “Una de las razones es que Larry era un depredador experto. Era manipulador, calculador y premeditado. Muchos de los abusos, incluido el mío, sucedieron en una habitación con nuestras madres presentes, a quienes Larry les bloqueaba la visión de manera casual, manteniendo la mano escondida debajo de una toalla, una sábana o ropa holgada.”

El documental dirigido por Bonnie Cohen y Jon Shenk, lleva el título de “Atleta A” porque ese fue el nombre con que se referían a Maggie Nichols cuando comenzaron la investigación interna. La propia USA Gymnastics tenía un archivo donde recopilaron 54 denuncias contra diferentes entrenadores. En ninguno de los casos informaron a la policía y descartaron de plano toda acusación ya que las consideraban “pruebas de oídas” al no ser realizadas las mismas por las jóvenes víctimas o sus padres.  “La USAG está decidida a brindar un ambiente seguro. Creemos que The Indy Star omitió información importante que habría pintado un panorama más preciso” afirmó el ex presidente de la entidad, Steve Penny, quien se acogió a la Quinta enmienda  (básicamente, no declarar según un derecho constitucional) por consejo de su abogado cuando tuvo que acudir al estrado en el juicio a Nassar, frente a un centenar de atletas sobrevivientes a los abusos.

La propia USA Gymnastics buscó en enero de 2020 pagar 215 millones de dólares a las víctimas de abuso sexual de Larry Nassar para resolver los reclamos legales y poder comenzar a enfocarse de cara a los pospuestos Juegos Olímpicos de Tokio. «Siempre ha sido nuestro objetivo llegar a un convenio consensuado con todos nuestros acreedores a través del proceso de bancarrota. Si bien aún no tenemos un acuerdo con el Comité que representa a las víctimas, todavía esperamos hacerlo. Este plan permite negociaciones en curso entre las partes y esperamos que las discusiones conduzcan a una resolución que sea respaldado por todas las partes en el caso» dijo la actual presidenta y directora de la entidad, Li Li Leung.

John Manly, abogado de más de 200 atletas abusadas, rechazó la propuesta, a la que catalogó de “inaceptable” y también criticó al Comité Olímpico y Paralímpico de los Estados Unidos (USOPC) por no tomar el asunto con la debida seriedad. «Es hora de que todos comencemos a preguntarnos por qué los patrocinadores de USOPC continúan apoyando a una organización tan abiertamente indiferente al abuso sexual de niñas y mujeres.»

Es el mismo Manly  que, compungido en el documental, reflexiona sobre las consecuencias atroces de esos abusos sobre todas y cada una de las sobrevivientes. “La gente no se da cuenta de que para casi todas, esa fue su primera experiencia sexual. Y cuando le sacas a alguien la capacidad de amar y de expresar amor y se la robas o la dañas, eso afecta profundamente su psiquis. Y, a fin de cuentas, fue lo que Nassar hizo, les robó esa parte. Y están luchando por recuperarla.»

Esteban Bedriñán

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