La época de Julio Humberto Grondona terminó con su muerte el 30 de julio del 2014. El “todo pasa” ocupa un sitial privilegiado en la historia del fútbol argentino. Un repaso por las 35 temporadas de la serie del ex ferretero de Sarandí. Escribe Lucas Jiménez.

En la temporada 35 de la serie “Todo Pasa” el protagonista dijo basta. En realidad fue su salud la que no aguantó más. El hombre de 82 años había estado la noche anterior reunido en la AFA y tomando decisiones. Solo él las tomaba porque era el dueño de la pelota. Él elegía cuándo, dónde y cómo se hacían las cosas. El estatuto lo avalaba, los 35 años en el poder lo hacían ver como un ser todopoderoso que les generaba miedo y admiración a sus pares de Comité Ejecutivo que tenían el sí fácil.

Volvamos atrás en el tiempo para entender los inicios de esta serie que marcó un hito en el fútbol argentino. El 6 de abril de 1979 el comité ejecutivo de AFA, supervisado por el almirante Carlos Lacoste, lo eligió por unanimidad como presidente. Argentina estaba gobernada por los militares que metían la cuchara en todo. Lacoste era la pata del dictador Emilio Massera en el fútbol.

Condicionado por el gobierno de facto el hombre llegó a la presidencia de la AFA. Lo tenían rodeado y de hecho en un momento Videla y Massera quisieron intervenir la Asociación del Fútbol Argentino. Con los años fue teniendo gestos para metérselos en el bolsillo. En 1982 lo llevó a Leopoldo Galtieri a la concentración de la selección previa al mundial de España y dos años antes había apoyado el boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú. En ese mismo 1980, con el aval de la AFA, Lacoste llegó a la vicepresidencia de la FIFA, cargo que ocupó hasta 1984. Cuatro años más tarde año él se quedó con ese puesto para no largarlo más. Siempre le criticaron que nunca condenó el accionar de la dictadura públicamente. En 1996 a los 20 años del golpe militar le consultaron sobre este tema. “Mi opinión sobre el golpe y lo que pasó me lo reservo para mis hijos y mis nietos en el ámbito de mi hogar”, se limitó a responder.

Retornada la democracia, él siguió en su puesto como presidente de AFA. Su pasado como militante del radicalismo le generaba tener una buena relación con el nuevo presidente Raúl Alfonsín, que le había ofrecido ser candidato a intendente de Avellaneda por la Unión Cívica Radical (UCR) en 1983. Se bancó los embates del gobierno democrático que pugnaba por el despido del técnico de la selección argentina Carlos Salvador Bilardo. Después la historia ya es conocida, Diego Maradona jugó el mejor mes que un futbolista haya jugado en la historia, la selección salió campeona del mundo y él se afirmó en sus cargos.

En el doping positivo de Diego en el mundial de Estados Unidos 1994 actuó más como vice de FIFA que como presidente de AFA. Cuatro años después le reconocieron el esfuerzo y le ofrecieron ser vicepresidente senior y dirigir la Comisión de Finanzas de de la Federación Internacional de Fútbol Asociado, una de las multinacionales más poderosas del mundo.

Era un hombre muy escuchado en FIFA. Aunque no sabía inglés, lo compensaba con su conocimiento de fútbol, algo que no muchos dirigentes poseen. Así cada vez lograba más poder de convencimiento y aceptación entre sus pares. En 2002 desechó el cargo de presidente de FIFA para apoyar la reelección del suizo Joseph Blatter. Él en el fondo sabía que el nombre del cargo no cambiaba en nada sus funciones y que el suizo lo necesitaba a su lado. “Lo miraba a la cara antes de tomar una decisión”, reconoció Blatter en la escena final de la serie.

Si su crecimiento a nivel continental y mundial era exponencial, en el plano nacional la cosa también iba sobre rieles. Con el apoyo de los dirigentes de AFA se animaba a todo. Desde cambiar el torneo largo por uno corto hasta venderle le televisación del fútbol a Torneos y Competencias y al Grupo Clarín. A medida que pasaban los años el hombre del “Todo pasa” seguía acumulando poder y dinero. La AFA se enriquecía cada vez más, a costa de las deudas de los clubes. La Asociación del Fútbol Argentino servía como una especie de banco que les prestaba dinero para que puedan iniciar los torneos, a cambio estos firmaban simbólicamente el pacto de seguir diciendo que sí a todo.

A pesar de esta ayuda económica, durante su era más de 30 clubes terminaron quebrados o se presentaron en concurso de acreedores: Independiente, Racing, Central, Ferro, Huracán, Banfield, San Lorenzo, Newell´s, por nombrar algunos. Las deudas en los clubes aumentaban a la vez que crecía el negocio del fútbol y la que sacaba rédito era la AFA.

Por una calle alternativa surgió algo que el hombre del “Todo pasa” no tenía previsto y que de hecho nunca pudo solucionar, que es la violencia en las canchas. En los 35 años de su mandato las barras-bravas pasaron de pelearse con otras barras, o con la policía, a hacerlo entre ellos. Se pasó de defender los trapos a pelear por los negociados que supieron conseguir. Muchos políticos y dirigentes, con él incluido, fueron por lo menos responsables de que en su era de 35 años haya habido casi 200 muertos por el fútbol en la Argentina.

Siempre mantenía el diálogo con los gobiernos de turno, desde el dictador Jorge Rafael Videla hasta lxs elegidxs en democracia: Carlos Menem (al que dijo haber votado en las elecciones de 1995), Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Muchxs tuvieron que bajar sus banderas para sentarse a negociar con él. Algo parecido a lo que pasaba en Uruguay con Paco Casal (la diferencia es que este era un empresario y no el presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol). Un ex presidente de la Nación ha llegado a sugerirle que dé un paso al costado por intermedio de un funcionario del gobierno que terminó yéndose de la reunión con un autógrafo suyo.

En 2009 rompió el contrato con TyC para asociarse al Estado. Este nuevo contrato traería más plata para los clubes pero también más deudas. No todos los dirigentes tienen su cintura. De hecho muchos de su círculo íntimo fueron como mínimo echados a votos de sus clubes y como máximo llevados a juicio. Carlos Miele en San Lorenzo, Héctor Domínguez en Gimnasia, Carlos Portell en Banfield y Germán Lerche en Colón, son algunos de los casos.

No todo fue turbio ni negativo en este ciclo que marcó una era. Fue el encargado de frenar el sueño de Mauricio Macri que los clubes sean sociedades anónimas en la Argentina. En 2001 como presidente de Boca llevó esa idea a la AFA en épocas del Todo Pasa y perdió por goleada. “Fue mi mayor fracaso político. Mi propuesta perdió por paliza, 38 a 1, el único voto a favor fue el mío.”, recordó en 2016 el ex presidente de la Nación. La máxima y única autoridad de la AFA fue construyendo poder también en base a desgastar al contrincante hasta rendirlo.

Para entender a las personalidades de la política muchas veces hay que recurrir a qué fueron en sus inicios. Macri-Empresario. Grondona-Comerciante de Sarandí y presidente de un club del ascenso. “En su manejo mafioso, para que él fuera realmente el padrino, tenía que atender al club chico de la primera D como al de la Primera A, y que el chico diga ´este tipo me da bola´. Y lo hacía”, analizó el periodista Ezequiel Fernández Moores en la Revista Crisis.

Amado y venerado por la mayoría de los dirigentes del Ascenso de los clubes directamente afiliados a AFA (no así por los indirectamente afiliados por la poca federalización). Tipos que pasan varias horas de su día en su club y que trabajan ad honorem eran escuchados por la máxima autoridad de la AFA, quien los mimaba con detalles como viajes y entradas para ver partidos de la selección en los mundiales. Así construyó su poder, de abajo hacia arriba. Fue un ferretero de Sarandí y presidente de Arsenal que llegó a ser el dirigente de fútbol más importante del país y quizás del mundo por su peso en FIFA.

Más que en la sede de AFA de la calle Viamonte, él atendía en la oficina de su estación de servicio de Mitre al 2300 en Crucecita, un pequeño barrio del partido de Avellaneda que está pegado a Sarandí. Para reunirte con él tenías que ir a su territorio, tomar café en vaso de plástico y sentarte en una silla del mismo material. Seas quien seas. La Esso Shop tenía dos particularidades. Contaba con cajero automático (no hay muchos en la zona) y a diferencia de lo que suele ocurrir tenía todos los diarios del día, no solo el trinomio Clarín-La Nación-Olé. Popular, Crónica, Página 12 y Tiempo Argentino (en es época salía todos los días) también desfilaban por las mesas.

Otro aspecto para destacarle es que en los 35 años que duró su mandato la selección argentina estuvo siempre a la altura de las mejores del mundo. El lujoso predio de Ezeiza es un ejemplo. No es casualidad que desde José Luis Brown a Lionel Messi, pasando por Cristian “Kily” González y Javier Mascherano, hayan ido a su velatorio en el capítulo final. Bajo su presidencia la selección ganó un título del mundo y dos subcampeonatos.

Se le destaca también que para el Preolímpico disputado en Chile en 2004 fue el que gestionó con tiempo los permisos con los clubes para que cedan los jugadores ya que no era una competencia oficial FIFA. De ese torneo Burdisso, Mascherano, Lucho González y Tevez después llegaron al mundial 2006. Fue vital para ver cómo respondían los pibes del momento compitiendo con la celeste y blanca. Esa competencia la dirigió Bielsa dos años después del golpazo de Corea-Japón porque él decidió renovarle el contrato argumentando que para dimensionar el trabajo del líder hay que escuchar a sus liderados. La prensa pedía su cabeza pero los jugadores estaban encantados.

Él antes que dirigente fue futbolista. Jugó de enganche en las inferiores de River hasta 5° división, luego pasó por Defensores de Belgrano hasta 3° y en 1957 junto a amigos del barrio de Sarandí hinchas de Independiente y Racing fundó Arsenal Fútbol Club (los colores de su camiseta representan a los 2 grandes equipos de Avellaneda), que a partir de 1961 disputó los torneos de AFA de Tercera División. Allí fue dirigente y jugador. Perdió una final contra Villa Dálmine y se enfrentó a clubes como Piraña de Parque Patricios, Juventud de Bernal y Sportivo Palermo. Los partidos eran picantes y los arbitrajes polémicos. En 1970 antes de dar el salto para ser presidente de Independiente estaba suspendido por la AFA por haber insultado a un árbitro siendo presidente de Arsenal.

Hoy la calle donde está la cancha del Viaducto y el propio estadio llevan sus dos nombres y su apellido. En 2012 lloró al aire en radio ESPN Rivadavia en una conversación con su hijo Julito en plenos festejos por el título de Arsenal campeón del Apertura 2012. Estaba sensibilizado porque una semana antes había muerto su esposa y compañera de toda la vida, Nélida. La misma que en 2011 lo avispó para que no dejara escapar a Sabella que estaba próximo a viajar a Arabia Saudita para hacerse cargo de la selección de ese país.

Él venía de despedir por primera vez a un entrenador de la selección mayor: Checho Batista. Después del papelón en la Copa América jugada como local donde la Argentina solo ganó un partido contra la sub 23 de Costa Rica. Ya no le había gustado la creación de una selección B que perdió 4 a 1 con Nigeria un amistoso. “Estos amistosos los pide Batista. No se puede rifar el prestigio de la Selección”, dijo en su momento a un mes del inicio de la Copa América.

Tenía miedo que no clasifiquemos a Brasil 2014 adonde no sabía si llegaría vivo. Se apuró y contrató a Alejandro Sabella nomás, técnico campeón de América y subcampeón del mundo con Estudiantes. Argentina salió primera en las Eliminatorias. El 3 de diciembre de 2013 se sorteó el mundial. Fue el día de las supuestas bolillas calientes gestión suya. Argentina cayó en el grupo F con Bosnia, Irán y Nigeria.

En la temporada 35 el hombre se dio el gusto de volver a ver a su selección en la final de un mundial, mientras en el plano doméstico se preparaba un torneo de 30 equipos. Su último legado. Cada cambio de torneo en el fútbol argentino se pensaba (y se piensa) para solucionar cosas a corto plazo, o para contentar a algunos en detrimento de otros, esto trae consecuencias gravísimas a largo plazo. Las reuniones para comunicar un cambio de torneo en AFA en su era duraban segundos, no se votaba nada. Poder reacomodarse después de un torneo mal organizado dura años. En el medio hubo perjudicados que por el sistema de promedios descendieron con puntajes para ingresar a un reducido o para jugar una copa internacional, en el caso de la Primera División.

El torneo de 30 equipos perjudicó, más que nada, a la clase media-baja de la Primera División que, a diferencia de los grandes que cuentan con una gran masa societaria, dependen mucho del ingreso que les entre por la televisión. Una torta que se dividía en 14 partes iguales pasó a cortarse en 24 porciones, excepto el primer año que los recién ascendidos cobraron menos que los que ya estaban en Primera. Los grandes proporcionalmente siguieron cobrando lo mismo, más allá de que los derechos televisivos no sean su principal fuente de ingreso.

Fueron 35 años en los que sólo una persona decidía todo porque así lo respaldaba el estatuto. Fueron muchos años escuchando su nombre y apellido para seguirlo repitiendo en este texto. Marcó una época con su forma patriarcal e intimidante de conducción. Su estilo de hacer política, con sus errores y virtudes, será único e irrepetible.

Así como él murió antes que explote el FIFA Gate, su anillo que decía “Todo Pasa” se fue antes que él. Se lo quitó cuando murió su querida esposa. “Viste, pibe, desde que se me fue ella me di cuenta de que estaba equivocado: no todo pasa”, le dijo al escritor y vecino de Sarandí Pablo Ramos en una gran crónica de la Revista Orsai. Una semana antes de morir pidió de nuevo su anillo. “La verdad, no sé qué hizo, si se lo dio a alguien… Al cajón no lo llevó. No sabemos donde está, nadie sabe”, reconoció su hijo Humbertito en una entrevista con el diario Clarín.

PD: Muchas de las historias fueron sacadas de este excelente podcast realizado por Federico Yañez e Ignacio Fusco titulado “Don Julio, el inventor de todo”.

Lucas Jiménez

Twitter: @lucasjimenez88

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