El tercer viernes de marzo se celebra el Día Mundial del Sueño para concientizar a la población sobre lo importante que es dormir bien. Nos vamos de viaje a algunos sueños en cuarentena. Un debut en Primera en un Tigre-Banfield y unos octavos de final Argentina-Uruguay en Qatar 2022. Acuérdense de soñar por lo imposible porque lo posible se agotó. Escribe Lucas Jiménez.

“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.”

Bertol Brecht

Hubo una etapa de nuestras en vidas en fase 1. Salíamos una vez por semana a hacer las compras generales, a las 9 de la noche había aplausos para lxs trabajadorxs de la salud, jugábamos partidas del Uno como si fueran la final de nuestras vidas, descubrimos series y gritamos goles de mundiales pasados como si estarían ocurriendo en vivo. Todo ese encierro mental y corporal encontraba su vía de escape cuando cerrábamos los ojos a la noche.

Yo siempre que sueño que juego al fútbol, sueño que juego bien. Porque hubo una época que esto pasó realmente, hay pocos testigos pero créanme que pasó. Era un delantero rápido y encarador. Jugaba pegado a la raya y tenía una pisadita contra la línea indescifrable. Lo que más me gustaba era ponerla en práctica cuando quedaba mano a mano contra el arquero y definir cuando este quedaba gateando en el piso.

Pero por un par de años me alejé del fútbol. Un par equivale a dos exactamente, que no son muchos en realidad pero son vitales en la etapa formativa, de crecimiento y formación de la personalidad. Dejé de ir a jugar por vergüenza. Porque iba solo a entrenar y a jugar. Mi mamá trabajaba todo el día, mi papá ya alentaba desde arriba y entonces metía goles que nadie veía. No tenía nadie que me diga cómo había jugado. Volvía a mi casa como si nada hubiera hecho en el día caminando las dos cuadras que me separaban del club Donizetti ubicado en la calle con el mismo nombre entre Laprida y Boedo.

Esa es una parte de la historia porque está la verdad y LA verdad. La segunda pichi campana dice que yo jugaba en la escuelita y como andaba bien me pasaron al torneo oficial de EFILZA que jugaban todos los equipos de baby del partido de Lomas de Zamora. Yo debuté contra 9 de Julio de Villa Centenario, de visitante. Fuimos en un camión todas las categorías. Jugué un ratito con un cagazo porque éramos visitantes de verdad. Cuando entré ya perdíamos así que mi actuación intrascendente fue absuelta de cargos en la goleada en contra. Ese día no jugaron todos los titulares pero después hubo un partido de local que sí.

Mientras estaba al costado de la línea de cal el técnico me dijo “movete en el medio como Lucas”, que se llamaba igual que yo pero jugaba muchísimo mejor. Después me enteraría que esos eran sus últimos partidos en el club porque ya era jugador de AFA de Huracán. Mis nuevos compañeros jugaban a otro ritmo que los de la escuelita. Entré el segundo tiempo por Lucas y fue como que salga Messi y entre Martín Rolle, ex enganche de Olimpo. Tiré algunos movimientos y pases pero nada en comparación por lo mostrado el primer tiempo por mi tocayo. Empatamos 2-2 y cuando me iba el otro Lucas me palmeó la espalda. No alcanzó porque después de ese día abandoné el fútbol por unos años. No importó mucho en mi familia porque nadie había visto aquellos dos partidos en que mi carrera futbolística hizo sapo por las canchas de conchilla.

Cuando volví a jugar en los campeonatos de la escuela porque éramos pocos hombres en el curso, ya no era el mismo. Me tiré atrás y jugué abajo. A la edad que todos evolucionan, yo involucioné y así pasé de 7 encarador a 4 encarado, para terminar afuera de la cancha justamente por rendimiento. Pero muy cada tanto cuando despunto el vicio del fútbol ocurren esas jugadas en que mi cuerpo vuelve a estar libre como cuando era chico y suelto las piernas. Pienso y ejecuto bien y cuando termina la jugada siento que no son mis piernas las que hicieron eso.

Bueno en los sueños vuelvo a ser aquel de verdad. Recibo y encaro con la seguridad de aquel que encara y pasa. Otras veces soy un lateral con proyección que mete un gol entrando solo por el segundo palo. Lo lindo del fútbol bien jugado es que crea adicción, después de jugar bien querés jugar otro partido a la hora si es posible para aprovechar el momento.

El pibe tigre

Está dicho que dormido juego bien pero nunca tanto como para que me ofrezcan jugar en primera. La cosa fue así yo fui a cubrir un Tigre-Banfield y me mandaban para que haga campo de juego en la transmisión. Me tocaba averiguar la formación local entonces encaro a un integrante del cuerpo técnico para manguearle la info mientras los jugadores hacen movimientos en la cancha y la gente empieza a llegar al estadio. Entonces me dice que les falta uno y me ofrece jugar contra Banfield. Yo abro los ojos como un sapo, pienso que ni loco juego contra mi club pero también rápido de reflejos, como solo ocurre en un sueño, me doy cuenta que es una oportunidad única e irrepetible. Acepto, aviso a la cabina que no voy a estar en la transmisión del partido y apago el celular.

-El Vasco Arruabarrena tuvo un problema estomacal ¿Podes jugar de 3? Sino pongo a un alcanzapelotas

-Puedo, puedo

En realidad soy derecho y de 3 no puedo jugar pero ni en los sueños, o sí. El técnico era el Flaco Cagna que solo me dice que le cubra la espalda a Matías Giménez que es el volante por la izquierda. Por los jugadores parece ser el apertura 2008 y entonces esta es la última fecha. Si Tigre le gana a Banfield puede ser campeón pero comparte el primer puesto con Boca y San Lorenzo. La historia terminaría en un triangular final pero para saber sobre eso vayan a You Tube. Acá en el vuelo de mi cabeza el Chimi Blengio me mira con cara de tengo 500 partidos en el club, no me cagues este momento histórico pero al toque en modo Che Guevara hay que endurecerse sin perder jamás la ternura me suelta “vamos pibe eh”.

Yo lo único que quiero es darle una pelota a Diego Castaño, el Busquets nacido en Bragado y curtido en el norte del conurbano bonaerense. No llegué a ver el gol de Martín Morel, ni el triunfo de Tigre. Pero el partido empezó, recuerdo que gané un lateral sobre la platea donde se ubican las cabinas de prensa y cuando fui a agarrar la pelota con las manos para sacar levanté la vista y en la tribuna estaban los que ya no están. Sonreían con orgullo. Yo me emocioné tanto que abrí los ojos y me desperté.

¿Qué te pasa Qatar 202? ¿Estas nervioso?

En cuarentena me vi en el sillón gritando un gol de Argentina en el mundial como si nunca lo hubiera visto. Agarré el celular para escribir en Facebook lo vivido: “Acabo de gritar de nuevo el gol de Marcos Rojo a Nigeria. Pero solo vengo aquí a decirles que no nos olvidemos de Gabito Mercado, recordémoslo.”

No sé si fue esa misma noche o alguna de los días posteriores pero soñé que estábamos en Qatar 2022. La batalla final. Nos juntábamos a ver los octavos de final en la casa de un amigo en Lomas de Zamora donde vimos todos los partidos de la Copa América 2011, por suerte apagamos la tele antes de que Niembro pida que pongan a Razzotti tres años antes que Mascherano sea la bandera de la selección que llegó a la final del mundo.

Como aquel último partido de Argentina en esa copa el rival de nuevo es Uruguay. Sí, mismos octavos de final que México 86. Mientras los jugadores se mueven en la cancha mis amigos se van a comprar y quedo solo en la casa. Empieza el partido y así sigo. No tengo a nadie para comentarle que Suarez puso el 1 a 0, que empató Messi de penal y que después Suarez de nuevo y Cavani ponen a Uruguay 3 a 1 antes de irnos al entretiempo.

Mandó mensajes para ver si están bien y no obtengo respuesta. Pero ahí estoy sentado en el sillón solo con mis nervios y frustración. Se nos está yendo el último mundial de Messi. Van 35 minutos del segundo tiempo y Uruguay juega como quien ya sabe que el partido está liquidado. Sale Cavani y entra Nicolás De la Cruz. Suárez sigue generando faltas para ganar minutos.

De repente de un saque de arco la pelota llega a la otra orilla. Como si fuera Martín Palermo, Messi la peina para atrás y la pelota toma fuerza como un misil que se mete en el arco de Uruguay. 2-3 y se puede todavía. Parece el partido con Francia en Rusia 2018. Entra Urzi por Di María. Hace una pared con Messi por izquierda y cuando llega al fondo devuelve la pelota al medio del área. El 10 con la puntita del pie la llega a tocar y es gol. Símil al del 1-1 contra Ecuador el día que clasificamos al mundial. Los sueños están hechos por partes de cosas que pasaron alguna vez.

Hay alargue y yo sigo solo ¿El mundo estará viendo esto? Estábamos 1-3 y lo empatamos ¿Será nuestro mundial? ¿Será que algún día este mundo será perfecto? ¿Adonde están mis amigos? ¿Habrán ido al Obelisco? Pero el partido sigue y es una locura. Palo y palo. Es la batalla de los bastardos de Game of Thrones. Por el bien de mi salud ojalá la ganemos.

De repente Urzi agarra la pelota por la izquierda y se vuelve a juntar con Messi que encara hacia adentro. Un defensor uruguayo le puntea la pelota cuando estaba por entrar al área para rematar. Entonces le vuelve a caer la redonda al rubio platinado del Barrio Sitra, el que empezó en el Club Sitra que jugaba los torneos EFILZA en Lomas de Zamora. La patea hacia adelante ya sabiendo lo que va a hacer, la acomoda para un costado y remata recto, como con una regla. Todo con la zurda. La pelota entra pegada al palo derecho del arquero que se estira y no llega. Ya había metido una así contra Honduras en la final de los Panamericanos de Lima 2019. Pero esto son los octavos de un mundial y contra Uruguay. 4-3.

Esto debe ser estar feliz. Messi se le cuelga arriba al pibe de Banfield. Los jugadores argentinos saltan como si estaría sonando Ji Ji Ji por los parlantes. Scaloni llora abrazado a Pablito Aimar. Samuel está en cuero, por no decir desnudo. Argentina ganó un partido imposible y sigue en el sueño. Como yo que salto solo en el living, soy Jordan en Space Jam ¿Adonde está el resto?

De repente se abre la puerta, destapo una cerveza de litro y le doy un trago largo. Vamos a la calle por favor. Pero no entran mis amigos sino 2 señoras mayores. Me preguntan qué hago ahí. Le digo que soy amigo del dueño de la casa, que ya está por llegar. Estoy en cuero y con una Brahma en la mano. Me miran de arriba abajo y me dicen que las dueñas de la casa son ellas, que me vaya ya o le dice a su hijo que está en la puerta que entre y me eche. “Mi hijo es Clemente Rodríguez”, me aclara una de las 2 señoras. Quiero que entre y aclarar la situación. Decirle que es una confusión, si se complica también le puedo contar la vez que el Flaco Cagna me hizo debutar en Primera.

Una de las señoras agarra al teléfono y llama a la policía, la otra sale a buscar al ex lateral izquierdo de Boca. Yo no encuentro mi celular. Quiero que se termine esta pesadilla. De costado vuelvo a mirar la tele. Un graph anuncia “Argentina-Inglaterra miércoles 16 hs. Cuartos de final. Mundial Qatar 2022”.

Lucas Jiménez

Twitter: @lucasjimenez88

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