PAOK Salónica se consagró campeón de la Copa de Grecia y el Canario Pablo García conquistó el primer título de su carrera como DT, pero a los pocos días el presidente del club le comunicó que no seguirá al frente del equipo. En su historia de guerrero hecho Dios hay épica, filosofía, gloria y una manera de sentir y hacer luchando. También hay tragedia, como solo puede pasar en el país de Zorba. Escribe Sebastián Chittadini.

Como el de muchas palabras de las lenguas romances, el origen etimológico de la palabra agonía es griego y verdaderamente más dramático del sentido que se da generalmente a las palabras que describen sucesos deportivos. Proviene de “agón” y su significado es “lucha”, aplicándose a la angustia que acompaña a aquel que pelea cuando su vida está en peligro. Se trata del prolegómeno de la muerte, y marca el fin de la existencia terrena acompañado de dolor y sufrimiento.

El partido entre los últimos dos campeones de la Copa de Grecia estaba 1-1 cuando el minuto 90 hacía presagiar que la lucha por levantar la copa se iba a extender por otros 30 minutos, no mucho más que eso. Había hasta ese momento goles del portugués Vieirinha -de penal- para el PAOK y del francés M’Vila para el Olympiacos. Pero sabido es que, a veces, las finales encuentran desenlaces agónicos como el que depositó en el pie del checo Krmencik la pelota del 2-1 en el último minuto del partido.

Quién sabe si Cronos, el Dios griego del tiempo, no metió la mano desde algún lugar. Alguien que reinaba desde los orígenes del universo bien puede hacer que una final se defina en los 90 minutos reglamentarios y no en el suplementario, sobre todo si en el banco del equipo ganador se encuentra un hombre que luchó incesantemente durante toda una carrera como jugador para poder gritar “CAMPEÓN” y ahora como entrenador no quería dejar pasar esa oportunidad. Ese hombre, sin embargo, no es griego sino uruguayo y había asumido su puesto en noviembre del año pasado, luego de estar a cargo de las divisiones inferiores del club. Como jugador, supo convertirse en ídolo total de la institución y se afianzaba como entrenador con buenas actuaciones en la liga local y un buen paso por la Europa League antes de este título.

Las influencias de la Antigua Grecia han llegado hasta nuestros días, incluso hasta convertir a Pablo García casi en un griego más. Un guerrero que se ganó en la cancha la condición de Dios para los hinchas del PAOK, con todo lo que implican los dioses en Grecia. Para los griegos, las deidades marcaron una época y su poderosa mitología asociada a los elementos y los sentimientos fue relatada incansablemente. Esa tendencia a elevar a los ídolos deportivos a lugares tan elevados a través de la épica, hizo del país heleno el lugar ideal para que las aventuras de aquel recio volante central uruguayo pasaran rápidamente a formar parte del universo heroico. El relato de su épica ha sido comprobado por uruguayos que fueron a Salónica y no les quisieron cobrar el viaje en taxi o la comida por ser del mismo país que su héroe.

El poder de la emoción

La retórica de Aristóteles tenía en el pathos, el ethos y el logos sus tres pilares fundamentales; distintas formas de convencer sobre un tema o creencia en particular basadas en la habilidad del orador o escritor de evocar emociones y sentimientos en su audiencia. La palabra Pathos” significa originalmente “sufrimiento” o “emoción”, y designa a un recurso retórico que implica un poder más convincente que el de la lógica o la razón. Cuando entra en juego el pathos en una obra, busca desarrollar conexión emocional con el público a través de palabras, imágenes o incluso con gestos del cuerpo.

El pilar de la persuasión elegido por Pablo García, tanto en el medio de la cancha como en el banco del PAOK, ha sido uno basado en lo afectivo y emotivo. Argumentos y enunciados, más bien pocos. Cuando jugaba el Canario, o ahora cuando dirige, las emociones afloran naturalmente y se acercan a la vida de las personas en Salónica para conseguir su adhesión. Sin embargo y pese a tener contrato vigente hasta 2023, el presidente del club tomó la decisión de que García no continuara dirigiendo al primer equipo blanquinegro. La tragedia griega en su máxima expresión.

Decían los antiguos griegos que el destino tenía dos caras y que el ritmo del cosmos estaba determinado por una lucha entre ellas. Una era la diosa Diké (justicia), que es la fuerza que ordena las partes haciendo que cada cosa ocupe su lugar y desempeñe la función que le corresponde; y la otra era la fuerza opuesta, Hybris (desmesura), que rompía la armonía del todo provocando que las partes cambiaran o excedieran el lugar que les había sido asignado. Orden versus desorden, armonía versus desproporción, presidente del PAOK versus el sentimiento de un pueblo hacia su héroe. Cuando parecía que se hacía justicia con alguien que había dado tanto a sus hinchas y no había podido ganar campeonatos como jugador, apareció la desmesura de un dirigente encaprichado con otro entrenador y terminó abruptamente la historia de un hombre que había alcanzado el ideal del ciudadano griego que los sofistas, Platón, Aristóteles y luego Isócrates definieron como “Areté”.

Este término designaba la excelencia que alguien había logrado y era utilizado con el significado de virtud que debían tener los buenos ciudadanos y los soldados ejemplares. Estos últimos alcanzaban el areté por sus hazañas logradas en batallas, Pablo García por lo hecho dentro y fuera de una cancha de fútbol. Como Aquiles; no entendió nunca otra manera de hacer las cosas y de sucumbir que no sea luchando, pero al mismo tiempo cultivando su pensamiento. Como Sócrates, el Canario duda de todo y sabe que estas cosas pueden pasar. Como Platón, sabe que los hombres deben instruirse para ser capaces de autogobernarse; acaso como paralelismo de aquella frase de su referente máximo José Gervasio Artigas que decía que “nada podemos esperar, si no es de nosotros mismos”. Y como Aristóteles, fundó su propia escuela en la que atendía de forma gratuita y dejaba enseñanzas sin más rigor que el de sus acciones. 

El DT que injustamente es cesado de su cargo se va campeón y deja bien claro que su filosofía es la de intentar llevar a sus jugadores al 100% en lo físico y lo mental, sabiendo que los partidos importantes se juegan con la mente fría y el corazón caliente. Esto último tal vez inspirado en su otro referente de pensamiento, Ernesto Guevara y su “hay que endurecerse, sin perder la ternura jamás”. Ideales artiguistas y guevaristas aplicados al fútbol moderno, un hombre nuevo que se hizo grande en la Antigua Grecia. Aunque alguien haya decidido que podía destratarlo así.

“Honor y gloria Pablo García”

La imagen que se tenía de cada ciudadano en la Antigua Grecia determinaba su valor y cómo era percibido o evaluado. El término “Timé” significa “honor” y designaba la buena imagen que los demás tenían de un héroe, un guerrero o un ciudadano como modelo a imitar. Sin ese honor, no se tenía cabida en una comunidad. Para los hinchas del PAOK, Pablo García ha sido y será siempre merecedor de ese honor y también de la gloria (Doxa) que habla de dignidad y es merecedora de alabanzas. «Honor y gloria Pablo García», decía una bandera que colgaba en las tribunas cuando el Canario era el 5 del equipo y lo siguen diciendo sus hinchas como un mantra por un montón de cosas que les llegan directo al corazón.

Un ejemplo reciente: El 4 de mayo de 2017, el joven Nasos Konstantinos murió pocos días después de ser brutalmente atacado después de la semifinal de Copa entre PAOK y Panathinaikos. Tenía 24 años y una foto con su gran ídolo Pablo García en su cuarto, acompañada de una frase de cabecera del uruguayo: «Te dejan caer, debes levantarte». Tras el reciente título del PAOK en la Copa de Grecia, el padre de Nasos habló en una radio y emocionado reconoció a García, quien le dedicó el título a la memoria de su hijo: «Quiero darle las mayores gracias del mundo a Pablo. Honra sus promesas, es un hombre con mayúscula que le dedicó la Copa a Nasos. Parece conocer la historia del equipo, hace honor a la memoria de todos los niños que no estuvieron con nosotros en la final y eso para mí demuestra que ante todo es un ser humano”.

Hombre de honor y ahora también de gloria deportiva, aunque ya hace rato que se había ganado la del corazón de los hinchas, Pablo García transmite a los griegos lo mismo que el famoso personaje del libro de Nikos Kazantzakis que Anthony Quinn encarnó en el cine: Zorba, el griego. Su nombre significa “aquel que vive cada día”, y se trata de un hombre sencillo de mediana edad y lleno de vitalidad e ilusión. Como el Zorba de Quinn -quien era mexicano- García no necesita ser griego para encarnar los ideales de una civilización tan influyente hasta hoy. Escribió a modo de resumen del libro su autor y tranquilamente podría estar describiendo a la historia del Canario García en Salónica, una historia que solo entiende a la agonía como una lucha hasta el último instante:

«Luchamos porque nos gusta; cantamos, aunque no exista oído que nos escuche; trabajamos, aunque no haya un patrón que al atardecer nos pague un salario. La esencia de nuestro dios es el combate.»

Sebastián Chittadini

Twitter: @SebaChittadini

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