Tras la eliminación contra Racing, volvieron las críticas al equipo de Russo. Intentamos alejarnos del ruido y analizar el semestre de Boca. Un período de transición con jugadores que se terminarían yendo, juveniles y el covid siempre dando vueltas. Escribe Juan Stanisci.
Cuando los clubes finalizan las temporadas, suele hablarse más de lo que vendrá que de lo que pasó. Pareciera más fácil hacer futurología con refuerzos y jugadores que se irán, que analizar cómo comenzó un proceso y como terminó. En este caso la temporada no acaba, desde la llegada del COVID no se sabe bien cuándo comienzan o terminan en nuestro país, pero sí finalizó la participación de Boca en la Copa de la Liga Profesional y culminó la fase grupos de la Copa Libertadores. En vez de mirar hacia adelante inventando posibles transferencias que no sucederán, hagamos el camino inverso y vayamos del principio al final.
A estas horas algunos medios de comunicación y una fuerte campaña en redes sociales, piden la salida de Miguel Ángel Russo de la dirección técnica. Se le achaca que está atrasado, que es antiguo y que el equipo básicamente no juega a nada. Pero cuando se hace un recorrido por el semestre, puede verse que Russo supo encontrar respuestas a muchos interrogantes que le plantearon las lesiones, los contagios por COVID y los bajos rendimientos. Los cambios de formaciones, la falta de refuerzos y el rodaje para muchos juveniles, evidencian que éste fue un semestre de transición. Está claro que ninguna dirigencia ni cuerpo técnico va a andar regalando campeonatos, pero es probable que se haya tomado como campo de pruebas.
Boca empezó la temporada 2021 con un solo refuerzo y el regreso desganado de Cristián Pavón. La incorporación de Marcos Rojo fue una apuesta que todavía no salió bien. La idea de incorporar como libre a un jugador con experiencia en la selección argentina y con más de cien partidos en el Manchester United, parecía un acierto. Las dudas se planteaban sobre su estado físico. El objetivo fue llevarlo de a poco durante los primeros meses e intentar darle rodaje, al principio en los segundos tiempos y luego en algunos partidos como titular. Terminada la primera parte del año, Rojo no pudo completar tres juegos seguidos y en este momento se encuentra desgarrado. Quizás el parate lo beneficie y logre ponerse a punto para lo que resta del año.
Un peso pesado sin knock out
Subamos al DeLorean y vayamos a la primera fecha de la Copa de la Liga Profesional. El 14 de febrero Boca debutó contra Gimnasia y Esgrima La Plata. El equipo salió con cuatro defensores (Jara, Zambrano, Izquierdóz, Fabra), cuatro mediocampistas (Villa, Capaldo, Varela y Cardona) y dos delanteros (Tévez y Zárate). El dibujo era el mismo que el utilizado el año anterior, aunque la diferencia estaba en Cardona por Salvio, Zárate por Soldano, Varela por Campuzano, Zambrano por López y Jara por Buffarini. Los que salieron habían sido los más criticados, y de peor rendimiento, en la vuelta con Santos. El partido terminó 2 a 2 y con una mejor imagen de Gimnasia. Quizás el dato más resonante de la noche, aunque en ese momento no lo parecía, fue el debut de Cristian Medina ingresando en el segundo tiempo. El otro cambio fue el de Salvio, más como delantero como que mediocampista, por Zárate, que una vez más desaprovechaba las chances que pedía en los micrófonos.

El ingreso de Cardona por Salvio buscaba acentuar una variante que venía viéndose desde el regreso en septiembre del año pasado. Boca abandonó el juego vertical con el que había conseguido la Superliga, esa que todavía tenía gente en las tribunas, para volcarse por un juego más posicional. A simple vista el cambio no es tan notorio, en los dos casos el objetivo era lograr solidez defensiva y aprovechar las oportunidades en ataque. Pero el modelo 2021 le dio más importancia a la tenencia que el 2020.
La crítica principal reside en la lentitud del equipo. Pero cuando Boca logró meter en ese ritmo al rival y los mediocampistas se combinaron con los delanteros, tuvo buenos resultados. La vuelta contra Racing por la Libertadores fue un ejemplo, la ida contra Internacional de Porto Alegre otro y el 1 a 1 de marzo contra River también. En este último caso, lo que le faltó, al igual que en los otros superclásicos, fue mejor puntería. Pero existía un plan.
El equipo fue encontrando solidez defensiva con el correr de los partidos, más que nada cuando la dupla central fue López – Izquierdóz y el mediocampo fue manejado por Varela. Durante las primeras 10 fechas de la CLP hubo un error que se repitió de manera rutinaria, los goles con cabezazos o remates entre el área chica y el borde del área grande. Seis de los diez goles que Boca recibió en este período fueron por esa vía. La corrección de este error se produjo con la consolidación de Varela como volante central con Medina y Almendra a sus costados. A partir de la décima fecha, que coincidió con el arranque de la Libertadores, cada vez que jugó el equipo titular, la defensa rindió muy bien. En la Copa Libertadores Boca fue, junto con Racing y San Pablo, el equipo que menos goles recibió con solo dos tantos en contra.

El gran inconveniente con que se encontró el equipo de Russo fue su falta de contundencia. La idea de desgastar al rival a través de la tenencia y de llevar el juego a una cadencia de siesta, tiene que combinarse de manera obligatoria con efectividad en ataque. Algo que Boca no tuvo. No fue ninguna sorpresa, ya que el problema venía siendo arrastrado del semestre anterior y no había llegado ningún refuerzo en esa posición. Para colmo en la mitad del campeonato se fue Wanchope Ábila, quién a fuerza de lesiones había perdido su puesto. A esto hay que sumarle que los peores rendimientos a nivel individual estuvieron en ataque: la tendencia de Villa y Pavón de encarar constantemente y no asociarse con sus compañeros; el nulo peso ofensivo de Soldano; las lesiones de Zárate; y la intermitencia de Tévez. Como un peso pesado contra las cuerdas, Boca llevaba al desgaste al rival. Pero el golpe knock-out nunca llegaba.
Los dibujos de Miguel Ángel
Se le critica a Russo ser un técnico carente de ideas, pero si se revisan los partidos en la temporada se puede ver que fue pasando por distintos dibujos tácticos. Del 4-4-2 inicial mutó a un 4-2-3-1 en la cuarta fecha contra Vélez. El cambio fue un poco obligado por las lesiones de Izquierdóz, pero más que nada de Salvio que venía levantando su nivel. En Liniers la sorpresa fue el ingreso de Maroni, otro jugador que con el campeonato consumado se puede decir que no pudo aprovechar sus oportunidades. En el eje de ese 4-2-3-1 estuvieron Campuzano y Medina, quién había debutado como titular en la segunda fecha.

Luego del partido con Vélez, en la previa del segundo superclásico del año, Cardona se desgarró. Hasta el momento de entregar las planillas, una hora antes del partido, se especuló con su presencia, aunque sea en el banco de suplentes. No solo Cardona no firmó esa planilla, sino que lo que decía esa hoja llenó de dudas a más de uno. Cinco defensores: tres centrales y dos laterales. El tercer dibujo táctico en cuatro fechas fue 3-4-3, con Medina y Campuzano en el medio junto a las subidas de Fabra y Capaldo; Tévez, Maroni y Villa arriba.
Capaldo y Fabra mostraron sus mejores versiones cuando hubo tres centrales en cancha. Lo mismo le sucedió a Zambrano, el defensor con mejor manejo de pelota en el plantel. Si bien el nivel del partido con Racing no fue el mejor, las figuras fueron Fabra y Capaldo. Las llegadas más claras de Boca sucedieron cuando los laterales se sumaron al mismo tiempo al ataque y rompieron con diagonales hacia el centro. Fueron varias las ocasiones en las que Capaldo terminó como número nueve.

En la sexta fecha contra Talleres, Russo dispuso un nuevo esquema táctico: 4-3-3. En el medio jugaron Campuzano, Medina y Almendra, en lo que sería la precuela de la gran aparición del semestre. La variante estaba en la aparición de Almendra, luego de más de un año y medio sin jugar de titular. Después de la suspensión por la pandemia del año pasado, el joven volante no se sumó a los entrenamientos como el resto de sus compañeros. Pretendía ser transferido, aunque no por el valor que Boca consideraba que debía ser vendido. Estuvo dos meses sin presentarse a entrenar, hasta que decidió retornar y hacer una pretemporada solo. Mientras Pol Fernández decidía no seguir jugando en Boca, Almendra empezaba a ponerse a punto. Seis meses después tuvo su chance de ser titular.
Bienvenidos a la ciudad de los niños
Hasta el sábado 17 de abril el saldo era más que negativo. La irregularidad marcaba a un equipo que no sabía a qué jugaba. Para el partido contra Atlético Tucumán, Russo metió un pleno mandando a la cancha a tres pibes para manejar el mediocampo: Varela, Medina y Almendra. Arriba una nueva chance para Mauro Zárate (salió lesionado a los 38 minutos y fue su último partido en Boca), acompañado por Villa y Tévez. Atrás Capaldo asentado como lateral derecho, López, Izquierdóz y Fabra. En la semana Rojo, Zambrano, Campuzano y Andrada habían dado positivo de COVID.

La apuesta le salió fenomenal. A los cinco minutos una gran combinación entre Medina y Almendra terminó en gol del primero. A los once un excelente pase de Almendra fue gol de Villa. Descontó Atlético, pero Boca estaba jugando su mejor partido. Mereció más diferencia y el tercero llegó sobre el final del partido. Varela manejó los tiempos, Medina leyó los espacios y Almendra estuvo fino para romper líneas. Fue el primer partido de los tres juntos. Separados no habían rendido pero cuando están los tres en cancha se entienden a la perfección.
Alan Gonzalo Varela intenta siempre jugar a dos toques como máximo. La gran diferencia entre él y Campuzano, es la velocidad con que se desprenden de la pelota. Mientras Varela busca reducir la cantidad de tiempo que la tiene, Campuzano traslada y hace el equipo más lento. Varela genera que la posesión de la pelota deje de ser un hecho estadístico para transformarse en algo dañino para el rival. Toca y va a buscar generando circulación entre sus compañeros y propiciando desmarques que luego aprovecha con pases entre líneas. Su buena lectura posicional no es solo ofensiva, ya que a la hora de achicar espacios con los centrales genera menos posibilidades de contragolpes del rival.

Cristián Nicolás Medina, que antes había jugado al lado del volante central, es el modelo de mediocampista que los ingleses suelen llamar box to box, es decir: que pisa las dos áreas. En los partidos previos su tarea era hacer jugar al equipo moviendo la pelota, algo que dejó de hacer cuando empezó a estar al lado de Varela. Medina se ubica a la derecha del volante central pero no tiene un rol estático. Si el equipo necesita alguien más en el área, busca atacar entre el lateral izquierdo y el segundo marcador central. Si el rival deja espacios en la izquierda, se asocia con el cuatro y el delantero que esté en esa zona. Siempre se muestra para darle una posibilidad de pase al que tenga la pelota. La rápida circulación que muestra Varela mezclada con los movimientos al espacio de Medina, dan como resultado un equipo mucho más peligroso y no tan dependiente de un buen partido de los delanteros.
Agustín Ezequiel Almendra, el más discontinuo de los tres, es el encargado de conectar el juego que puedan generar Medina y Varela con los de arriba. Cuando lo logra, el equipo juega bien. Quizás su intermitencia tenga que ver con los pocos desmarques que generan los delanteros. Villa suele estacionarse en un costado y recibir la pelota al pie, cuando en realidad es más peligroso al espacio. Lo mismo Pavón. Con un buen delantero de área, capaz de desmarcarse y tirar diagonales, probablemente los resultados sean mejores.

Con ellos en cancha Boca perdió un solo partido, el 1 a 0 contra Santos en Vila Belmiro. El gran acierto de Russo este semestre fue poner en cancha y darle rodaje a los tres chicos. Se puede decir que para eso tuvieron que llegar lesiones y contagios de COVID, pero los tres juveniles aprovecharon su oportunidad y hubo un técnico que les dio lugar y tiempo para que muestren su juego.
Un equipo en transición
Se ha juzgado a Boca como un equipo consolidado, cuando en realidad está buscando la forma. “Estamos haciendo un equipo nuevo. Los tres chiquitos del medio arrancaron a jugar hace muy poco. Marcos Rojo llegó ahora, Pavón llegó ahora. Villa cuando llegamos no jugaba, Campuzano no jugaba. Es un equipo nuevo. Lo que pasa es que vos ves la camiseta de Boca y pensás tenemos que ganar cuatro a cero”, declaró en TNT Sports hace algunas semanas Juan Román Riquelme. Las lesiones y los contagios por COVID, dificultaron la consolidación de un esquema táctico y un once inicial. A pesar de todo, durante el semestre se pudieron probar diferentes formas de plantar el equipo y sacar conclusiones sobre jugadores que puedan ser una opción o que ya tuvieron suficientes oportunidades.
El próximo semestre comienza con las bajas confirmadas de Zárate, Más, Buffarini y Soldano. Se rumorea las posibles salidas de Obando y Maroni, dos juveniles con experiencia que no han podido consolidarse, aunque quizás éste sea más el caso de Maroni. El juego de Obando puede verse beneficiado con la llegada de un delantero de área con más gol que Soldano.

“Pensamos que este semestre, hasta junio, era una buena oportunidad para que los chicos pudieran jugar mucho más. No apurarnos en traer jugadores, porque me parece que era un buen semestre para ver a los de inferiores, tomarlo con calma, saber que íbamos a tener por ahí muchos más partidos malos que buenos. Este era el semestre que nosotros teníamos para que ellos se pudieran acomodar al primer equipo”, declaró Juan Román Riquelme.
Con los refuerzos que vayan llegando se verá si el uso de los juveniles durante este semestre fue una rueda de auxilio o es un plan estructural que nace en el Consejo de Fútbol. “La ilusión que tenemos es el año que viene poder jugar la Copa Argentina, si es con los once jugadores del club mucho mejor”, explicó el Vicepresidente segundo de Boca.
Si nos alejamos del vértigo del día a día y de los gritos en los paneles televisivos, podemos ver que tanto la dirigencia como el cuerpo técnico han elaborado y mantenido un plan para este semestre. Es probable que haya uno para el que viene también. Después el tiempo dirá si la idea tuvo frutos en campeonatos o no. Eso solo se puede decir con los torneos terminados. Aunque si enfocamos en resultados solamente, tampoco está mal: eliminación a River por primera vez desde 2004 y de cuatro campeonatos disputados, en dos se llegó a semifinales y en dos se salió campeón.
Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci
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Buen análisis para contrarrestar la campaña mediatica contra el actual tecnico y contra Riquelme.
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