Un amigo vuelve al barrio y reactiva un ritual olvidado: los papi fútbol entre amigos. Hace casi tres meses empezó esta historia. Quizás hoy sea el último baile o capaz solo sea una edición más de algo que llegó para quedarse. Escribe Lucas Jiménez.
Un viejo amigo llegó de Mendoza para ver en Lomas de Zamora el Maracanazo del 10 de julio con el que La Scaloneta cortó una racha de 28 años sin títulos para la selección argentina. Volvió a laburar un par de meses en Buenos Aires y prometió activar los fulbitos. Así se armó el primero al finde siguiente. Sábado 6 de la tarde. Era julio y hacía un frío terrible. Algunos jugaron en buzo la mitad del partido. A los 20 minutos nos quedamos sin aire. Para varios era el primer o los primeros partidos del año. Hubo unos cuantos pif, pases al rival pero también algunos goles y por sobre todas las cosas muchas risas.
Después del partido mientras copábamos las sillas que había en la vereda uno preguntó “¿lo dejo reservado para el sábado que viene?”. Y así se dio comienzo a un ritual que continúa hasta la fecha, solo interrumpido por el finde largo de agosto que no llegamos a juntar 10. Algunas semanas flasheamos pegar el salto y alquilar una cancha de 7 pero al toque nos dimos cuenta que siempre llegamos con lo justo. Excepto nuestro querido amigo proveniente de Mendoza que tiene asistencia perfecta, el resto vamos rotando los findes que podemos. Hemos tenido que sumar refuerzos sobre la hora. Una vuelta cayó un vecino de uno de los pibes de urgencia, no jugaba hace rato nos dijo. Después del segundo pique no daba más. Post partido reconocería que no era por la falta de actividad física sino porque cuando lo llamamos se estaba clavando un calzón relleno.

El último fin de semana se lesionó uno de los chicos y entró a jugar Maxi, el que atiende las canchitas. Jugó para mi equipo. Cuando se nos venían le dije “decime que pusiste alarma para terminar el partido”. Cuando me hizo el gesto con la cabeza como que no supe que solo nos quedaba empatar esa tarde. Lo que logramos con un gol en contra cual Lucas Mareque en el Independiente-Banfield del 2009.
A medida que fueron pasando los papi fútbol ganaron en calidad e intensidad. Los primeros partidos hubo quien estando lesionado vino igual termo en mano a tomar mate y filmó unas partes. Eran una cadena de pif. La pelota nos rebotaba. Ahora nos dicen los que vienen a ver afuera que la última media hora se juega palo y palo. Ese que viene y no juega se vuelve a la casa con unas ganas bárbaras de jugar el sábado siguiente.
Uno de los pibes vino a ver los primeros partidos porque se recuperaba de una operación y una cosa heavy que le pasó este año. Cuando le dieron el alta para jugar solo duró 20 minutos por los mareos. Al finde siguiente lo vi y le pregunté “¿qué onda esa vuelta al fútbol?”. Me respondió: “Bien jugué un ratito pero me fui contento porque metí un gol ¿sabes hace cuanto no hacía un gol?”

Los últimos dos partidos se pusieron más profesionales, jugaron arqueros fijos lo que hace que tengas que definir esquinado para que sea gol. El equipo que cuenta con arquero saca diferencia pero también los jugadores pierden el aire que tomas cuando vas al arco. Como todo es práctica y repetición después de un partido así vas ganando aire y no te digo que ya aguantamos toda la hora corriendo pero sí gran parte del partido.

El sábado pasado mi amigo el mendocino, con quien vuelvo para Capital cada sábado porque está parando en Palermo, me dijo que el de hoy podía ser el último porque se vuelve a Mendoza. Yo le dije que tenía transmisión de Banfield y que lamentablemente no iba a poder estar. La noche anterior a quizás mi último partido con él en esta etapa hermosa de papis fulbo me pinchó con que ese era el último. “Por más que quisiera no puedo dar más”, le dije. Mentira. Al día siguiente cuando no daba más seguí corriendo. Las piernas me dolieron hasta el miércoles.
Cuando volvíamos cada tanto mi amigo soltaba una puteada. Yo pensé que era porque veníamos escuchando a su Racing contra Talleres por La Red y estaba al caer el segundo gol de la T. Pero no. Se seguía lamentando por un gol que se erró al final después de gambetearse a dos. Quedó sin ángulo para definir y con la pelota en su pierna inhábil. En ese momento entendí que en un contexto malísimo de país con tanta desigualdad que vemos cuando pasamos de Solano a la Ciudad de Buenos Aires, en tiempos de un fútbol argentino inmirable ya lo más importante dejó de estar televisado o en canchas con allegados acomodados. Estamos toda la semana esperando el papi de los sábados. Ese que nos hace olvidar de todo lo malo que nos pudo pasar en la semana.

En una de las vueltas a Capital uno de los pibes le dijo al que empezó toda esta locura: “cuando estamos perdiendo y nos ponemos cerca de empatar te empezas a reír mientras jugas”. Juan Pablo Varsky solía decir que las pocas veces que Juan Román Riquelme se ríe hay malas noticias para el rival. Esto sería algo parecido, una onda a cuando Shaka de Virgo abría los ojos en Los Caballeros del Zodíaco.
Yo iba sentado atrás esperando la respuesta. No quería meter ningún bocado que le quite espontaneidad a lo que iba a responder. Me tiré al medio, alcé el cuello para que el sonido de la radio no me haga perder ninguna palabra. Entonces escuché cuando nuestro amigo, el pibe de Monte Grande que se radicó en Mendoza, sonriendo declaró “me río porque lo estoy disfrutando”. Se hizo un silencio, quizás alguien a lo lejos aplaudía. Al toque agarró Bernardo de Yrigoyen y se tiró a la izquierda para doblar en Independencia. Antes de dejarme en mi casa me dijo lo más lindo que podía escuchar “hoy estuvimos solidarios, el equipo me hizo acordar a La Scaloneta”.
Lucas Jiménez
Twitter: @lucasjimenez88
PD: El título es una copia de “Hoy partido a las 3”, una gran película dirigida por Clarisa Navas.
Lástima a nadie, maestro necesita tu ayuda para seguir existiendo, suscribite por $200.
También te podés anotar en Pase al Pie, nuestro newsletter semanal completando este formulario: