En 1980 el Tano Vicente Alberto Pernía jugador mítico por su bigote y su rusticidad, afirmó que 11 Pernías podían ganarle a 11 Maradonas. El siguiente cuento, de clones, fútbol y ciencia ficción, se pregunta si eso era cierto. Escribe Lucas Bauzá.

“Once Pernías le ganan a once Maradonas”

Vicente Alberto Pernía

  Uno, como guardia de seguridad en la ClonAr Sip Company, ha visto de todo y la verdad es que no se puede negar que en veinte años de laburo no he vivido cosas de lo más extraordinarias. Imaginate, pibe, una fábrica de clonación instalada en un pueblo tan creativo como el argentino… No… No dominamos el mundo porque eso es para los giles que después tienen que andar tomando pastillas para dormir. Yo he visto cada cosa, pero cada cosa… Lo que se te ocurra con los clones, yo lo vi. ¿Perón? ¡Puf! ¡Había como quichicientos Perones dando vueltas por los pasillos! Había uno, ya de vuelta de todo, que sabía venir a tomar mate conmigo acá a la garita y me hablaba de los planes quinquenales, de Puerta de Hierro y de cuando daba clases de Historia Militar siendo un muchachito joven. Macanudo, che, y mirá que yo no soy peronista, eh. Después, qué sé yo, vi veladas de box inolvidables: tres Moscas Narváez contra un Bonavena, Gatica contra Maravilla Martínez, vi hasta un Monzón contra Monzón que no sabés lo que fue. Y bueno… ¿Cómo? Sí, yo también estaba clonado. Más vale que sí. Un científico que era más hijo de puta que la mierda, Benítez, un jodón de aquellos, me clonó una madrugada que había tormenta y me lo largó en bolas para la garita, che, como cuando aparece Schwarzenegger en Terminator. Yo me agarré un julepe de aquellos, imaginate, y estos hijos de puta de Benítez con su bandita cagandosemé de risa por las cámaras. No… Si no me morí de pedo aquella vez.

  Después, tema minas, también. Anduve con la Casán de jovencita, era novia mía la Moria, flor de minón. Ella, la otra de aquella época, la rubia, también era novia mía, si había como quinientas modelos dando vueltas… ¿Viste cómo son estos científicos, no? Todos putañeros son, del primero al último. Y tampoco se quedaban atrás las namis, eh, la que no andaba con Brad Pitt andaba con el Clooney o con el Chino Darín, o se clonaban al primer noviecito de la adolescencia… Después se pudrió, porque los vagos empezaron a hacer clones de las suegras y ahí te quiero ver. Una vuelta, yo iba de la mano con la Moria Casán a desayunar al comedor, en bata íbamos, recién bañaditos, y en eso me aparece mi suegra. Qué cagazo me pegué, pero qué cagazo, ahí sí que me corría la mierda por los tobillos, pibe… Ahora, vaya uno a saber de dónde carajo sacaron la foto carné y el adn de la vieja. Pero no, lindo, la verdad que fue una época linda. Todas las noches había algo para entretenerse.

  Otra memorable memorable, fue cuando empezaron a sacar jugadores. Te digo que si me decían, yo hubiera venido a laburar gratis, pero si encima nos garpaban, mejor. Así que bueno, te contaba… Vino un croata, un bocho el tipo, que llegó a la Argentina por nuestro fútbol, para hacer una investigación del doctorado de no sé qué. ¿Sabés qué hizo primero, pibe? Armó los mejores equipos de todos los tiempos. No, no se podía creer… Yo no me quería ir a mi casa, hacía horas extras a rolete pero para ver esos partidos. En Central jugaban Aldo Pedro Poy y Kempes, con Palma de enganche y el Chacho y Angelito Di María por los costados. En el Rojo, yo que soy de Independiente, estaban el Bocha, Marangoni, Bertoni, el Kun, qué sé yo, Erico, Islas, Vicente De la Mata, Milito, el Negro Clausen… ¡Gratis, pibe! Y hasta te digo que hubiera pagado por venir a laburar. Después, el croata este que te digo empezó a hacer equipos históricos, los once de memoria con técnico y todo: La Máquina de River, el Boca del Toto Lorenzo, Los Matadores, el Ñuls del loco Bielsa, Alumni con todos los Brown, el Ferro de Timoteo. Por ahí en una tarde cualquiera te dabas una vuelta por el galpón que tenía asignado el croata y te veías al Huracán del 73 contra el River del Enzo Francescoli y Ramón, después un Vélez del 94 contra el Racing de Pizzuti, el Boca de Bianchi contra el River del Muñeco y terminabas viendo a la Selección de Menotti contra la de Bilardo, la del 86. Cualquier cantidad de equipos clonó ese croata, cualquier cantidad… ¿Cómo? ¿Quién ganó ese Boca – River que te dije? No, eso no te lo puedo decir. Mi palabra la cumplo, y el croata me hizo prometerle que jamás iba a decir algo. Y tenía razón, che: “Lo pasa, Mario, is qui agotar la polémica. Y el combustible espíritu de esta nación gran Argentina is la polémica. La discusión y la discusión”. Ahora, después, se pasó de rosca… Enloqueció ahí adentro, che. La gente de acá, los que laburábamos en la ClonAr, dejamos de ir, uno acá se aburre después de un tiempo, de que pasa la novedad. Está bien, pibe, vos me decís que ver un partido de Bilardo contra Menotti es atractivo, tenés razón, pero por ahí te ibas tres galpones más allá y estaba peleando Muhammad Ali contra un león en una jaula, o le podías jugar una carrera a Ben Jonhnson arriba de un 147 con el carburador limado. ¿Me entendés lo que era esto? Acá doblabas en un pasillo y estaba Gardel cantando cumbia con Los Ángeles Azules. Y los muchachos se aburrieron, nos aburrimos todos, el croata pasó de moda como todo.

  Sí. Se piró. Bien pirado quedó. Empezó a entrenarlos él. A mezclar sistemas, jugadores, equipos, a clonar hinchadas enteras. No, este armó un zafarrancho de aquellos, se la pasaba viendo videos de Bilardo, qué sé yo… Después se lo veía mucho en el parque, caminando con el clon del loco Bielsa. No te miento, acá quedó cada rayado que dios te libre y te guarde. El Panza Porrúa es otro, otro que se le voló la peluca: clonó a los Serú Girán y se puso él de baterista. No lo sacaron más de ahí, pobrecito, está zapando de sol a sol en el galpón 317. Sí, si querés después vamos y te lo presento. Buen muchacho, el Panza. ¿Ah, el croata? No, el croata murió hace tiempo ya, hará tres o cuatro años le agarró un cáncer fulminante y no quiso saber nada con clonarse. La última vez que lo vi fue porque me mandaron a llevarle la caja navideña, como ni aparecía por estos lados… Golpeé las manos en la entrada del galpón, él trabajaba en el 851, y nada. Así que me mandé. Estaba parado en la mitad de la cancha con un silbato y una carpetita de esas que usan los deté. Enfrente tenía alineados a once muchachos, a once bigotudos, todos con la camiseta de Boca. Recios, che, los bigotudos. Músculos hasta en las cejas, unos cuádriceps anchos así y brazos cruzados.

`-Vladimir. ¿Y estos quiénes son?

-Once Pernías.

-¿Y quién carajo era Pernía?´.

  ¿Para qué, pibe? Los once Pernías me clavaron la mirada en la yugular, che, estaban para venir a comerme crudo. “Uh”, pensé, “estos están más locos que el croata”. Ahí el croata me dice que era un lateral derecho que jugó en Boca, y medio que me acordé, me acordé de la frase contra Maradona.

-Mirá vos. ¿Y qué pensás hacer con ellos?

-Ya lo hice. Istoy hace sis meses llevando a cabo experimento. Pero no caso, no caso… Nunca jamás once Pernías le van a ganar a once Diegos Maradona. 

  ¿Sabés cuál fue mi primera reacción, pibe? Cagarme de risa. Pero no cagarme de risa así nomás, no… Me tenté, me les cagué de risa en la cara a los once. Y no sabés, se me vinieron al humo como si les hubiera puteado a la madre, o peor, peor, no me alcanzaban las manos, che, les di tupido con la cachiporra pero me entraban los soplamocos por los dos wines, pim, pum, pim, con el boludo del croata dejándolos hacer. Y en una se me prendió la lamparita… Con dos Pernías agarrándome del cogote para pasar al degüello, me iluminé.

  Bueno, el croata se viene con los Diegos, che. Diego del Napoli, Diego cebollita, Diego de Argentinos, Diego del mundial de México, Diego con el mechón, Diego del Boca del 81. Una cosa impactante.

-¡Esperen, locos de mierda! Ustedes no entienden por qué me reí. Acá hay una confusión… El experimento está mal encaminado desde el vamos, el croata este no sabe el contexto, el momento en que Pernía dijo lo que dijo… A ver, Vladimir: traete a los Maradona que clonaste.

   Yo jugué con el Diego, pibe, sabía de lo que estaba hablando si un par de veces me había parado de nueve con Diego y el Cani de wing derecho tirándome centros. Otra que Batistuta, en esa época y con esos dos mostros jugando para mí hacía goles hasta con el choto… Bueno, el croata se viene con los Diegos, che. Diego del Napoli, Diego cebollita, Diego de Argentinos, Diego del mundial de México, Diego con el mechón, Diego del Boca del 81. Una cosa impactante. Mirá que estaba acostumbrado, pibe, pero ver al Diego era ver al Diego, vos sabés que hasta sus clones tienen un aura, una cosa… El Diego, boludo, qué te voy a explicar que no sepas. Ahí los Pernía ya medio que me habían soltado y estaban como a la expectativa.

-¿Cómo salieron la última vez, Vladimir?

-Ayer ganar ocho a dos los Diegos.

-¡Y claro, bestia! Lo que pasa es que vos lo entendiste mal acá, al amigo Pernía. Lo que él dijo es que ese Pernía le ganaba a ese Maradona. Al Maradona de ese año, no al Diego del Napoli ni a ningún otro. A ese. ¡Animal! ¡Burro!.  

  Ahí se dio vuelta la taba, che, y los Pernías ahora lo miraban torcido al otro y se olvidaron de mí, hasta te digo que me empezaron a mirar con cariño.

– ¿Ustid dici, don Gustavo?

– Pero sí, hombre. Vamos a hacer algo, Croacia: clonate once Maradonas del ochenta y traelos para acá, que yo mientras voy parando a los muchachos, a los Pernías los dirijo yo.

  Bueno, a los diez minutos ya estábamos para arrancar el partido. Mandé un Pernía al arco, en el fondo metí tres laterales derechos, cuatro centrales y un tres. Puse un volante tapón y un Pernía solito allá arriba, de punta. 8-1-1, con marcas personales por toda la cancha… ¿Sabés cómo salió el primer tiempo, pibe? 0 a 0. Tomá pa vo.

Minuto 42. Mando a todos los tanos al área, che, a la carga barracas, si encima era la primera chance más o menos clara de gol…

– Isto is otra cosa, Gustavo.

– Ah, ¿viste, boludo? De clonaciones sabrás un toco, pero te falta mamar fútbol, Croacia… Mucha guerra civil, quilombo con los bacanes y Kaláshnikov pero poco tiki tiki, tomala vos, damelá a mí, hacé que venís pero picá al vacío.

  Estaba agrandado, che… Pero en el segundo tiempo se enojó un Maradona y agarrate los calzones, no lo podíamos parar con nada, ni once tanques de guerra lo podrían haber parado. Gambeta para acá, gambeta para allá, tacos, sombreros, y como el fútbol es contagio se empezaron a entusiasmar dos o tres y a otra cosa mariposa. 1 a 0 a los quince minutos. Y encima nos echan a uno. Ahí los paré 6-2-1, pero no había Pernía que alcanzara, necesitaba como en Matrix, ¿viste?, que entran a salir agentes Smith por todas las puertas. Así estábamos, con el rancho cascoteado. Travesaños, palos, un penal que un Diego pateó como una masita, tiros libres que no entraban de pedo, por milímetros… No, el “ping pong” iba 35 a 0 a favor de los Maradonas.  Pero en una jugada de mierda después de un córner, rechaza un Pernía en el área chica, erra el despeje el Diego que estaba de líbero y lo camisetea al Pernía que estaba de 9: tiro libre para nosotros en mitad de cancha. Minuto 42. Mando a todos los tanos al área, che, a la carga barracas, si encima era la primera chance más o menos clara de gol… Parte el zapallazo, pibe. La peina un Pernía, ¿viste que el Diego era retacón? Bueno, fallan como tres Diegos y en el barullo vuelve a ganar un Pernía, la bocha rebota en una rodilla, pega en un culo, después en un botín y le termina quedando al Pernía que había conseguido la falta, mano a mano con el Diego que atajaba.

  Pum. El Pernía la enganchó medio mordido pero el Diego arquero estaba todo despatarrado y para colmo el área chica era un quilombo de novela. Gol. Un gol de mierda. Pero gol al fin.

 ¿Qué tul, pibe? 1 a 1 los once Pernías contra los Maradonas, faltando dos minutos… ¿Cómo? ¿Qué pasó en esos últimos dos minutos? No, no, ya te dije que no te puedo contar, pibe. Tengo firmado un contrato de confidencialidad con la empresa, y otro de palabra, más importante, con Vladimir. Lo que pasó en la ClonAr Sip Company queda en la ClonAr Sip Company. Y además ya me olvidé. Si vos sabés, pibe, que los clones tenemos un déficit de memoria. Me acuerdo, sí, que el Gustavo original estaba contento… Y que cuando se reanudó el partido, el Diego se la pasó al Diego, y este Diego empezó a gambetear para adelante como si enfrente tuviera a once conos. Pero no eran conos, porque los Pernías iban al frente como loco. Sí, sí, ya sé, pibe: estamos hablando de Maradona… De once Maradonas.

  Lindo partido, la verdad. Y linda, muy linda la época que estuvo Vladimir.       

Lucas Bauzá
Twitter: @rayuelascometas

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