Hoy en el deporte como excusa: futebol y samba. Hace sesenta años se disputaba el Mundial de Chile 62. Durante el torneo se conocieron Elza Soares y Mané Garrincha, una de las parejas más famosas de la historia brasileña. Dos cracks. Ella cantando y él gambeteando. Escribe Juan Stanisci.

Elza Soares tenía dieciséis años cuando se escapó de su casa para ir a cantar a un concurso de radio. No buscaba fama sino dinero. Se había casado a los doce y sido madre a los trece y a los quince. Vio morir a su segundo hijo de hambre, la plata no alcanzaba para todos. Cuando llegó al estudio de radio el conductor y compositor Ary Barroso le preguntó “¿De qué planeta venís?”. No era la precuela del relato de Víctor Hugo, era una burla por cómo estaba vestida. La respuesta de Elza enmudeció a todos “del mismo que usted Señor Barroso, del planeta hambre.” Minutos más tarde, tras escucharla cantar, Ary Barroso anunciaba “ha nacido una estrella.”

Del planeta hambre venía también quien fue su compañero durante dieciséis años: Mané Garrincha. Se conocieron en Chile, durante el mundial, en un entrenamiento. Elza había viajado como madrina de la selección brasileña. Garrincha, después de la lesión de Pelé, era la figura del mundial. “Vi un tipo con todas las piernas torcidas y dije ‘¿Ese tipo juega así?’” contó años más tarde Elza, en el ciclo Cantoras emitido por el Canal Encuentro. Cuando terminó la práctica, se quedaron charlando. Todavía en Chile, iba a visitarla. Elza Soares habrá visto espantada las patadas que sufría Mané en las canchas chilenas.

Uno de los mitos de la época, que llegó hasta nuestros días, dice que Garrincha abandonó a su mujer Angelita Martínez, una vedet muy conocida de la época, y a sus hijas por Elza Soares. La realidad es que ellos ya estaban separados cuando Mané conoció a la cantante. Y que sus nueve hijas se fueron a vivir con la nueva pareja. Mané y Elza criaron dieciséis hijos, entre las nueve de él y los siete de ella. Pero aunque ella se hizo cargo de las hijas de Garrincha, la sociedad brasileña de la época la marcó como una “rompe familias”. Como si ella lo hubiera obligado a abandonar a su esposa, la casa de Elza recibía huevazos como muestra de la gran hipocresía de la época.

“Lo que Garrincha hacía con la pelota, Elza lo hace con la voz”, reflexiona el músico brasileño Lobao. “Fue el mejor jugador del mundo por sus gambetas” afirma Elza, quién dos años después de la muerte del futbolista, grabó la canción Alegría do povo. “Alegría do povo entrou / no gramado do meu coraçao / enfeitou os meus olhos com gols / partiu com os meus  sonhos da mao / como craque, no amor me ganhou / me envolveu nos lençóis da paixao / foi à linha de fundo e cruzou /  sobre a área do meu coraçao.” (la alegría del pueblo entró / en el césped de mí corazón / decoró mis ojos con goles / partió con mis sueños de la mano / como un crack el amor me ganó / nos envolvieron las sábanas de la pasión / fue a la línea de fondo y cruzó / sobre el área de mi corazón). Soares saltó a la fama como cantante de Samba. En las últimas décadas, rompió con todas las estructuras. Empezó a mezclar rock, con música electrónica y samba. No solo en lo musical, su anteúltimo disco se llama Deus é mulher (Dios es mujer), muchas de las letras son dardos contra la realidad política de su país.

Garrincha había nacido Manuel Francisco Dos Santos, escribe el periodista Ezequiel Fernández Moores que “debía su apellido Dos Santos a los patrones blancos de sus bisabuelos esclavos”. En 1969 Elza y Mané debieron exiliarse en Italia. La dictadura brasileña había mandado a tirotear el frente de su casa. En Italia los esperaba Chico Buarque de Hollande. El autor de “Construcción” se había exiliado cinco años antes “cansado de la censura” escribe Fernández Moores. Chico no solo fue una compañía para Mané y Elza, fue también el chofer de Garrincha.

En 1970 las piernas de Garrincha no respondían de la misma manera. Pocas cosas deben ser más tristes en la vida de una persona, que sentir el paso del tiempo en el propio cuerpo. Luego de Inglaterra 66, donde Mané sufrió ante Hungría su única derrota con la selección de Brasil en 61 partidos, Garrincha deambuló por clubes de Brasil y jugó en Colombia con Junior de Barranquilla. Como en Italia no consiguió equipo, se dedicó a jugar partidos de barrio a cambio de plata. Chico Buarque lo llevaba en su Fiat. “Era aclamado por la gente y todavía era muy popular” le dijo el cantante a Fernández Moores. Años más tarde Chico le dedicaría la canción “O futebol”.

Chico Buarque estuvo poco tiempo como chofer de Garrincha, en 1970 volvió a Brasil. Seis años después Garrincha y Soares tuvieron su primer y único hijo: Garrinchinha, quien moriría a los 10 años en un accidente de tránsito. Se asentaron en Brasil, pero la pareja estaba a punto de romperse. En 1977 se separaron. Él pasaría sus últimos años entre bares e internaciones hasta su muerte. Soares comenzaba a llevar la samba a niveles de exploración y combinación con otros ritmos que normalmente no eran aceptados ni por la crítica, ni por el público. Nada que no haya vivido antes.

Así como el hambre los unía antes de conocerse, el dolor los marcaría para siempre. Luego de su separación el único hijo que tuvieron juntos, Garrinchinha, murió a los nueve años en un accidente de auto.

Alguna extraña conexión debió existir entre ambos. Mané, murió el 20 de enero de 1983. Elza Soares lo sobrevivió casi cuatro décadas más. Continuó grabando hasta el final de sus días (su último disco es una maravilla). Falleció este año. También un 20 de enero.

Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci

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