Otra jornada memorable de la Selección Argentina dirigida por Lionel Scaloni. Segundo título en un año. No estuvimos en Wembley pero sí en Buenos Aires callejeando para sentir la identificación de la gente con este equipo. Son nuestra ilusión y nuestra ilusión está llegando lejos. Escribe Lucas Jiménez.
Hace varios fines de semana que cada grupo que frecuento hago la misma pregunta “¿che puede ser que no hay clima de Mundial?”. Recibo afirmaciones. Necesito una propaganda de Serenito actuada por Rodrigo De Paul, una venta publicitaria de un televisor que no puedo comprarme, un cartel en un local deportivo con Messi rodeado por La Bandita (Papu Gómez Dixit en el podcast La Selecta), que se terminó de consolidar en la convivencia de casi dos meses que finalizó con el título de la Copa América en el Maracaná.
No hay clima de Mundial pero sí el clima forma parte de nuestras conversaciones. La Finalissima de Argentina contra Italia coincidió con una semana de frío polar en Buenos Aires. Alejarse de una cama con frazada y acolchado es una trampa. Los movimientos en la calle son lentos y toscos por la cantidad de ropa. Nunca fue tan placentero usar barbijo.
De repente llega el miércoles 1 de junio y ya la noche anterior cuesta dormir. Hay algo ahí que sigue vivo. Juega la Selección Argentina dirigida por Lionel Scaloni y hay un título en disputa contra Italia. Quieren verla contra un europeo dicen algunos, los mismos que ni bola le daban cuando empatamos contra Alemania 2-2 en Dortmund en 2019. Para mucha gente todo lo que pasa es nuevo, llama la atención, es extraño. Algunos portan micrófono de alcance nacional. ¿Qué hacían cuando se estaba engendrando este grupo hermoso que convive como juega?
La verdad se siente en la calle, este equipo genera algo que trasciende el campeonato obtenido. El título hizo masivo y popular un conjunto colectivo y solidario con dotes de boxeador. Puede no dominar el escenario pero se activa apenas logra meter un golpe. Funciona como un celular que agarra señal de repente, le caen todos los mensajes juntos. En ofensiva es rico en variantes, toca y se mueve, llega en bloque. Ya lo demostró en Sudamérica, ahora también lo saben en Europa.

En la tele preanunciaban 60 mil argentinos en Wembley, que íbamos a ser locales, algo que finalmente ocurrió y dejó imágenes y videos memorables. ¿Pero qué onda acá un día laborable en plena tarde? La mañana del miércoles estaba a tres cuadras de casa, mientras miraba el horario que pasaba el próximo tren para ver si me apuraba o caminaba tranqui, y escuché a un verdulero avisarle a un cliente que cerraba 15.30. Este le respondió que hoy jugaba Argentina. “Por eso cierro 15.30”, le aclaró. Vi sonrisas en sus caras. Algo había en su tarde que le hacía más llevadera una rutina que se está complicando bastante, más a fin de mes, más si hace frío, más si somos clase obrera.
Una hora antes del partido por avenida Cabildo vi pasar un grupo de chicos escolares con gorritos, tocaban cornetas, cantaban y se reían con la tranquilidad de una vida sin preocupaciones. Horas más tarde diríamos con dos amigos que cada vez sufrimos más los mundiales. “Cada vez estamos más grandes”, completó uno.
60 minutos antes que Messi y Dibu Martínez muestren su Garganta Poderosa en pleno himno nacional me subo a un bondi que tarda más de la cuenta porque están arreglando muchas avenidas. Cuando estamos llegando al barrio, el colectivero nos ve caras de ansiosos a un par que estamos parados hace 5 cuadras y nos recomienda bajar ahí porque viene lenta la avanzada. Bajo pensando si tendrá un televisor en la terminal para ver el partido. En la calle hay puestitos vendiendo gorritos y banderas celeste y blancas. Me siento en noviembre a horas de debutar contra Arabia Saudita en Qatar. Enfilo hacia un supermercado chino, doblo a la izquierda y cuando llego a las heladeras de las birras, dos amigos debaten sobre qué marca llevar, consultan precios, barajan opciones. Gambeteo a uno como Messi a Spinazzola un rato después y agarro un pack de Andes Ipa.
Miro el celular y me llegan mensajes sobre si voy a poder ver el partido. Me cuentan de hijos que les pidieron a sus madres que los pasen a buscar antes por el colegio para verlo, me dicen que hay gente emponchada en bufandas y gorros de lana en las veredas de los bares para ver el partido porque adentro está lleno. Tienen ganas de emocionarse con el equipo que emociona. Ese que sale a la cancha y ya produce algo en la mirada. Y eso que todavía De Paul está vestido con la 7 y no en cuero con una bandera de pollera y un gorrito piluso, haciendo patria y barrio en el festejo final.

El partido empieza y el rival Italia es algo nuevo para Argentina. Tiene más precisión en la salida de lo que acostumbramos a enfrentar. La Albiceleste está imprecisa en el toque final. Los de Mancini llegan al arco de Dibu Martínez, pero el segundo arquero (sin guantes) Cuti Romero despeja el peligro. Estos dos jugando junto con Otamendi siguen sin que les hayan metido un gol. Una cosa es el equipo invicto y otra el de pretensiones altas que dio el salto de calidad. El que va a soñar jugar 7 partidos en Qatar se armó de atrás para adelante con los ingresos de Cuti y Dibu. Arriba ya venía evolucionando en la consolidación de sociedades. La de Messi-Lautaro contra Bolivia en La Paz, Lo Celso-Messi contra Paraguay en el golon anulado en La Bombonera, todos partidos del arranque de las Eliminatorias
El gol del 1-0 de ayer nace de una recuperación de Tagliafico, Lo Celso la toca rápido para Messi que gira y va hacia el área bancando los manotazos. Le entrega el gol a Lautaro que la empujó abajo del arco como si estuviera jugando al tejo. De este equipo me gustan muchas cosas, nada tanto como la manera en qué festejan los goles. Se juntan los 10 jugadores de campo en un abrazo. Las cámaras no enfocan pero en el banco debe pasar algo similar. Un equipo que festeja como entrena, con felicidad compartida. Esa que se vio en el entrenamiento abierto en Bilbao el otro día.
El 2-0 lo empezó Dibu Martínez que sacó del arco con un pase pinchado para una jugada bestial de Lautaro: aguante de la marca, giro, aceleración y asistencia en cortada a Di María para la especialidad de la casa: picarla por arriba del arquero. Están de la mente estos chicos. Al minuto y medio de partido Fideo quiso meter un gol de mitad de cancha. Messi regaló un concierto de meneos cortos con la pelota en los pies. Los Viejitos Piola están rejuvenecidos después del título de Copa América. Lo que juegan, lo que se buscan, lo que se divierten. Premio por no salir corriendo.
Termina el primer tiempo frente al televisor y vamos en busca de más birra. El frío jode menos cuando Argentina va ganando 2-0, la suba de precios deja de ser tema de debate, La Scaloneta fomenta el consumo. Vamos a dejarlo todo porque los jugadores me van a demostrar, que salen a ganar, quieren salir campeón, que lo llevan adentro, como lo llevo yo.

El segundo tiempo es un baile que pudo terminar en goleada histórica. Menos mal que no lo fue porque no entraríamos por la puerta. Somos tan hermosos como insoportables cuando ganamos. “Un grupo de amigos jugando a la pelota en Wembley”, me aportan por Whatsapp. Messi recuperó una pelota al borde del área propia y terminó frente a Donarumma rematando. Se emperró con meter su gol pero no pudo. Siguió corriendo y corriendo. No te vayas nunca.
En un momento Argentina sin cambios tenía más respuestas físicas que Italia que había movido el banco. Pero después Scaloni puso a algunos que hace rato no veía en cancha. Exequiel Palacios, entró bien, movedizo. Y el Comandante en Jefe de la Renovación de la Alegría le dio dos minutos y el descuento a Paulo Dybala. La Joya entró, recuperó una pelota y se la dio a Messi, porque sí, pueden jugar juntos. El 10 fue en busca de su gol pero la perdió entrando al área. Lo estaban acompañando tres compañeros más porque el hambre de gloria de este equipo es voraz. Dybala agarró la pelota y demostró por qué tiene que ir a Qatar. Definición esquinada de crack para el 3-0.
En el banco Lo Celso se paró arriba del asiento para agitar, De Paul saltaba como si estuvieran por tirar un córner, Scaloni sonreía mirando a sus ayudantes con cara de “me equivoqué con los cambios, otra vez”. ¿Cómo era eso de que Sudamérica no era como Europa? La Joggineta invicta sigue girando.

Terminó el partido y Paredes lesionado entró corriendo a abrazar a sus compañeros. Jugaron por él y por todos. Los que coparon Wembley y los que lo vimos como pudimos acá. El 5 del PSG le agarró la cara a Scaloni como diciéndole esto es tuyo. De Paul activó el nuevo cancionero de Selección. La Bandita Live in Wembley. Están locos, estamos enfermos, perdónennos.
Messi sonrió vestido de celeste y blanco. Lo levantaron en andas y levantó la misma copa que ganó Diego en Mar del Plata en 1993. El mundo un poco más justo. Ya podemos escribir de los dolores con una sonrisa. Estamos vengando todas las penas y recordando a todos los caídos. Brasil en el Maracaná, Uruguay en Montevideo, Italia en Londres. Vení, vení canta conmigo. Hace rato creemos en esto y cuando creemos lo militamos. Los panqueques los comemos sin cubierto.

Vivieron su noche de película. Vivimos nuestra tarde de novela. Pongamos cualquier canal donde habla algún jugador de la Selección. Veamos los goles hasta cansarnos. Usemos el celular buscando fotos y respondiendo mensajes hasta que se acabe la batería. Disfrutemos el presente, que sea la guía de lo que vendrá.
A la noche fuimos a una parrilla a seguirla. Repitieron el partido. De frente a la pantalla un señor gritó de nuevo el gol de Lautaro y aclaró “cómo lo grité este gol hoy”. Antes de irnos Di María está en la tele entrando al área a toda velocidad. Cierro la puerta y veo que el señor tiene una bufanda celeste y blanca con los ojos bien abiertos viendo de nuevo esa obra de arte.
Afuera hace un frío tremendo. Me voy a tomar el 53 y tengo -20 en la SUBE. Me pregunto donde habrá visto el partido cada persona que conozco. Ojalá hayan sido felices por un rato viendo a este equipo. Me tomo el último tren pero no a Londres, sino a Lavallol. Prendo la radio y pongo a Carlos Polimeni en AM 990 para desconectarme un poco y bajar la euforia. Pero lo primero que dice es que estamos muy felices porque Argentina ganó una final.
¿Empezará mañana el famoso clima de mundial? Por lo pronto me estoy acostando tarde viendo todos los videos donde haya un jugador de la Selección Argentina en Wembley. Mañana antes de ir a cargar la SUBE voy a pasar por la verdulería que cerró 15.30. El verdulero seguro estará igual de ilusionado que yo. ¿Sabrá que el domingo jugamos contra Estonia?
Lucas Jiménez
Twitter: @lucasjimenez88
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