Ayer se cumplieron 24 años del debut de Francia en el Mundial 98 que organizó y se consagró campeón. Fue un 3-0 contra Sudáfrica que transmitió Telefé con los comentarios del Virrey. Una frase generó burla televisiva a días de concretar su arribo como técnico de Boca. Escribe Leandro Germán.

El por entonces jugador del Barcelona Christophe Dugarry disputó el Mundial de 1998 para la Selección de Francia. No sólo eso: fue además quien marcó el primer gol del equipo galo en el certamen (dado que Francia no participó de los Mundiales de Italia y de EEUU, Dugarry fue entonces el primer francés en marcar un gol en un Mundial desde México 1986). La circunstancia se produjo en el primer cotejo que Francia disputó en la última cita mundialista del siglo XX (la que la propia Francia organizó) y que enfrentó al equipo bleu con Sudáfrica. Dugarry ingresó desde el banco (reemplazó a Stephane Guivarc’h) en el minuto 26. En el 36, puso el 1-0 para su equipo. Ese partido, que se jugó el 12 de junio, fue televisado por Telefé.

Muchos recordarán también que fue relatado por Mariano Closs, en lo que fue su debut mundialista, y comentado por el más experimentado Fernando Niembro. Deben ser pocos, en cambio, quienes recuerden que a los comentarios de Niembro se les sumaron los de Carlos Bianchi, contratado por el canal para aportar sus conocimientos y su experiencia a lo largo del torneo. Se sabe que Bianchi jugó muchos años en Francia, donde fue goleador y donde además comenzó su carrera como director técnico. De más está decir que Bianchi domina a la perfección el francés y que esta circunstancia fue un motivo de peso en su contratación por parte del canal. Pues bien, Bianchi comentó ese partido, el debut mundialista de Francia.

Apenas Dugarry saltó al campo de juego, y casi como si el comentarista hubiera pasado por alto que el jugador estaba precisamente ingresando en reemplazo de un lesionado, el Virrey soltó: “Dugarry no puede ser titular”. No revisó su concepto tras el 1-0.

Vuelvo a Argentina. En esa época, CQC tenía una sección en la que sus tres conductores se desplazaban del escritorio en que solía vérselos habitualmente e ingresaban a una especie de microcine en el que más que analizar, se burlaban de diferentes momentos televisivos. Una especie de “micro” del que sería abusivo decir que anticipó de algún modo cosas de TVR, para cuyo lanzamiento faltaba aún un año.

Pues bien, en el microcine, los tres conductores pudieron apreciar un editado en el que la opinión de Bianchi sobre Dugarry y la exitosa culminación en la red de una de las primeras jugadas en que el delantero tomó contacto con la pelota aparecían “pegadas”. “¿Este es el que va a venir a Boca?”, se preguntó Juan Di Natale, bostero como los dos destinatarios de su irónica inquietud. En efecto, apenas comenzado el Mundial, las tratativas entre el que sería el director técnico más exitoso en la historia de la institución y el club de La Ribera llegaron a buen puerto. Por lo cual Bianchi abandonó sus tareas como comentarista del certamen y puso proa a la con el tiempo, y gracias al propio Virrey, legendaria Posada de los Pájaros, en Tandil.

Vuelvo a Di Natale. Sólo acerca de alguien cuya trayectoria futbolística no lo hubiera entreverado jamás con los destinos de Boca podía alzarse una interrogación semejante, y sólo respecto de ese mismo alguien podía investirse la propia interrogación del tono que le confirió Di Natale. El caso de ese alguien era, por supuesto, el de Bianchi, a quien nada en su pasado unía a los colores azul y oro. Estás disculpado, Juan.

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El suyo contra Sudáfrica fue el único gol que Dugarry metió en todo el Mundial. En la final contra Brasil, volvió a ingresar desde el banco. Todas las chances que tuvo ante un Brasil desesperadamente jugado en ataque (estaba 2-0 abajo) las malogró. Poco más se supo de él luego del torneo. Es que, sí, Dugarry no podía ser titular en el a la postre campeón del mundo. Algo debía saber Bianchi al respecto, ¿no?

Leandro Germán

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