Gibraltar es uno de los países más pequeños del mundo. Algunas gestas los fueron haciendo conocidos en el mundo del fútbol. Notas sobre un balompié poco conocido que construye historias apasionantes. Escribe Santiago Núñez.

En un pequeño país pasan cosas grandes. Puede no quedar a trasluz de las grandes luminarias pero genera realidades, forja utopías, construye nuevas idolatrías, cambia vidas. El deporte es una forma de lograrlo: es factible contar mil historias o más a través de una pelota, una cancha y cientos de procesos.

Gibraltar, punto lindero del fin de Europa, de costas tan Atlánticas como Mediterráneas, es el tercer país más chico del mundo, solamente por detrás del Vaticano y el Principado de Mónaco, con 6,8 Km2. El concepto de “país” es complejo, porque no es un Estado Soberano. Alguna vez fue, según la mitología griega, el último punto del “mundo conocido”, que tenía en su territorio una de las “Columnas de Hércules”. La figura histórica no es otra que uno de los monolíticos más grandes del mundo: el Peñón de Gibraltar.

Detrás de esa figura y al lado de un aeropuerto con aviones que cruzan por la avenida principal, Gibraltar tiene un campo común que es pasión de multitudes. El “Victoria Stadium” es una muestra contundente de que en esas tierras se habla no solamente “llanito”, una especie de “Spanglish” entre la España cercana y la Inglaterra colonial, sino también un idioma universal: el fútbol.

Entre Pubs y Diablillos Rojos

Liam Walker, con el dorsal 88, frena la pelota detrás de la mitad de la cancha, casi sobre la línea de cal que está borrada por la multifunción del estadio. Lanza la bola al cielo. La pelota pica cerca del área y a Efe Ambrose el mal cálculo le hace traspasar el lugar preciso. Lee Casciario, luego de superar al defensor, queda mano a mano con Jaidy Sanko. El remate, posiblemente de manera intencional, da un golpe contra el suelo, supera al guardameta y se encuentra con la red. “Oh, my god”, dice el comentarista, mientras que el relator exclama que el estadio se vuelve loco y le dice a los cuatro vientos: no importa que pase el resto del partido, ese gol ya es algo especial para la historia del país. El destino comprueba que el amante del micrófono tiene razón. Los jugadores se abrazan con una leyenda en sus camisetas: made in Gibraltar. De fondo, como siempre, hay un Peñón.

Ese partido de las fases preliminares de la Champions League 2016 fue histórico para el fútbol de Gibraltar. Fue primera vez que un equipo de ese país obtuvo un resultado tan importante, luego de que el Lincoln Red Imps (Los “Diablillos Rojos”), el conjunto más grande del país, se impusiera de local por 1 a 0 ante el Celtic de Escocia. Una semana después perdió el encuentro de vuelta y quedó eliminado, pero sólo ese triunfo se convirtió en histórico. Vencieron a un campeón de Europa.  

Aquella jornada fue, lógicamente, parte de un proceso. Luego de un avance en la popularización del deporte en el país, en mayo del 2013 fue admitido como miembro pleno de la UEFA (Federación Europea), mientras que tres años después recibió la aceptación de la FIFA. Hoy, el ranking de dicha entidad lo ubica en el puesto 201°, de 211 selecciones a nivel mundial.

“El fútbol nacional de Gibraltar ha avanzado bastante. Se pudo ver con el Lincoln Red Imps, que está siempre compitiendo en las fases previas de la Champions League. El rol del fútbol local es darle más visibilidad a su país, al fútbol nacional, en cómo se desenvuelven ellos. Obviamente es un país joven en cuanto al fútbol. Gibraltar está desde el 2013 en las competencias de la FIFA y todo ese trayecto y rodaje internacional que le está faltando se refleja. Pero creo que ha avanzado mucho pese a sus cortos años. Pienso, además, que con la Conference League que implementó la UEFA quizás tenga más oportunidades. En lo personal y comparándolo con los países que tienen más años que Gibraltar creo que ha avanzado bastante pese a su corto trayecto”, indica  Ezequiel Van de Velde, titular de la cuenta de Twitter Fútbol Gibraltar (@GibraltarFans) que sigue el deporte al pie del Peñón.

Los avances en el fútbol fueron de la mano con las participaciones en las competiciones más relevantes a nivel continental. Hace unos meses, el equipo gibraltareño Brunos´s Magpies llegó a varios de los grandes diarios europeos. La razón fue la participación de su equipo en la Europa Conference League, lo cual fue toda una sorpresa, dado que el conjunto del Peñón se fundó en 2013 en el pub Bruno ‘s Bar & Restaurant, a dos cuadras del estadio Victoria. Si bien ganaron el partido de ida contra los Crusaders de Irlanda del Norte, perdieron el de vuelta y quedaron eliminados. Pero eso no anula para nada lo que fue todo un suceso.

Las mejoras futbolísticas del equipo del Peñón también se tradujeron, en los últimos años, a su selección nacional. En noviembre del 2020, Gibraltar dio la nota en la Nations League. Compartió el grupo 2 de la Liga D con Liechtenstein y San Marino y logró el ascenso. El 9 de junio de este año logró un empate contra Bulgaria, un equipo que, si bien no está pasando su mejor momento, no deja de tener una liga mucho más competitiva que la de Gibraltar. Alguna vez obtuvo el cuarto puesto en una Copa del Mundo.

Sorteo entre San Marino y Gibraltar.

Las razones de esta mejoría de fondo también se vinculan a decisiones internas. “El resultado contra Bulgaria fue inesperado. En el empate de la selección ya hay un proceso de crecimiento del fútbol porque entrar en la UEFA significó recibir dinero que se fue volcando en la liga. También permite la posibilidad de competir con selecciones de primer nivel. Está bien: muchas veces perdían por goleada, pero la constante competición hace que le vayas agarrando la mano. Habrá jugadores que se mantienen con un sueldito de jugador y que después se mantienen con un trabajo, pero la liga va creciendo y el empate con Bulgaría es reflejo de eso. La profesionalización se dio a partir también de que fusionaron la primera y la segunda división y crearon una liga de reserva, fomentando la participación de juveniles”, explica Juan Manuel D´Angelo, periodista y escritor, creador del sitio Futboltrotters, que sigue fútbol no convencional de ligas que no están en las primeras planas. En la misma línea opina Van de Velde: “En Gibraltar se apunta a formar nuevos jugadores, nuevos profesionales. A mediano plazo tiene que ir por el lado de intentar conseguir la mayor cantidad de resultados posibles, tanto a nivel selección como clubes. Que el Lincoln pueda llegar a acceder a algunas fases de la Champions o intentar competir en la Conference League si llega a participar. Lo mismo para la selección: intentar competir contra los rivales de la C de la Nations League. Tiene que aprovechar eso y tomarlo como experiencia. El empate contra Bulgaria de hace pocas semanas fue heroico y más teniendo en cuenta lo que significa. Se pueden llevar resultados abultados en contra pero es parte de la experiencia. Con ese rodaje internacional a futuro se puede llegar a grandes cosas”

Con la mira puesta en el futuro, es evidente que el desafío pasa por la competencia.

“En lo inmediato no van a llegar a clasificar a una Eurocopa. Creo que nunca. No tienen la infraestructura. Pero si puede llegar a pasar que en el futuro cercano le puedan generar problemas a algún seleccionado”, comenta D´Angelo. Es seguro que el anhelo está garantizado, puesto que el comandante del barco siempre va por más.

Un guerrero uruguayo suelto en Gibraltar

El libro de cabecera de Julio Ribas, técnico uruguayo de la selección de Gibraltar, es El Arte de la Guerra, de Sun Tzu. “Su estilo de conducción es particular, es como si liderara un ejército”, dice el escritor y periodista charrúa Sebastián Chittadini, director del portal Que Vuelva la Celeste de Antes, sobre “El Gladiador”. “No es casual: su abuelo fue un militar de bastante renombre”, agrega.  Ribas, además de estar hoy al frente de la selección, fue el DT que logró el triunfo histórico del Lincoln ante el Celtic de 2016.

Su historia combina una intensísima pasión por el fútbol, de raíz y filo bien rioplatenses, con la alusión constante y permanente a la épica guerrera. “Donde un técnico como el argentino Marcelo Bielsa ve un tablero de ajedrez lleno de estrategias por tramar, Ribas ve un campo de batalla”, dijo sobre él el periodista Leonardo Haberkorn, en un artículo de agosto del 2009 que forma parte de su libro Crónicas de sangre, sudor y lágrimas. Hace unos meses, cuando el ex dirigido suyo asumió la dirección técnica nada más y nada menos que de la selección uruguaya, Ribas dijo sobre el susodicho Diego Alonso: “Simboliza el recuerdo de una cantidad de guerreros que han luchado”.

Antes de Gibraltar, estuvo al frente de la selección de Omán y  del Cartagena de España. En Uruguay, todavía se lo recuerda por haber sido encarcelado como DT de Peñarol, luego de una gresca con Nacional por el Clausura 2000, y haber hecho entrenar a sus dirigidos en la propia cárcel.

Ribas busca mimetizarse con el lugar en el que está. “Trata de meterse en la comunidad. Está muy presente en la vida a pequeña escala de tan poca gente”, añade Chittadini. En el portal de la Universidad de Gibraltar, lugar en el que el técnico estudia inglés, puede leerse un testimonio propio que él tiene sobre esa casa de estudios y su vida académica. “Disfruto y aprendo mucho porque el nivel de enseñanza es muy bueno, es excelente. El curso me ayuda mucho para esta comunicación permanente con mis jugadores, con la GFA, con la prensa y lógicamente también las personas que están y les gusta el fútbol”.

Ribas se recibió de técnico a los 17 años. Al día de hoy sigue siendo el más joven en la historia de su país. Sueña con algo que alguna vez logró: ser campeón del mundo. Fue en 2006 con Juventud Las Piedras, en el torneo juvenil en Viareggio, Italia (uno de los más importantes del planeta a nivel sub 21). Le ganaron la final a la Juventus, con gol de su hijo Sebastián, hoy jugador de Central Córdoba de Santiago del Estero. Cuando finalizó el encuentro, el mandamás declaró: “Estoy orgulloso de tener 26 hijos campeones del mundo”. Al día de hoy siente que es padre de sus jugadores.

En la actualidad, Ribas mantiene un ritual que empezó en Uruguay. Todos los días, sin importar la estación o el clima, decide ponerse en traje de baño y tirarse al agua. Antes de hacerlo, lanza como grito algunas palabras al viento.

-Estoy en guerra.

Santiago Núñez
Twitter: @SantiNunez

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