Militares asesinos declarados socios para que intervengan en la mala campaña de un club. El único campeonato del mejor jugador de la historia del fútbol argentino. Una barra brava apretando a un equipo puntero. Un arquero que sale a jugar hasta la mitad de cancha y habilita a un compañero. Un equipo que usa dos camisetas en un partido. El mismo equipo decide abandonar el partido y denunciar al árbitro en una comisaría. Escribe Juan Stanisci una historia olvidada del fútbol argentino.
Mauro Viale se queda en silencio y mira a Macaya Marquez. Lo mismo hace la gente en la tribuna pero con la persona que tienen al lado. Nadie entiende nada. El árbitro acaba de expulsar al segundo jugador de Colón y los jugadores en vez de protestar están enfilando directamente para el vestuario. Un joven Diego Maradona se acerca a algunos de ellos para decirles que no se vayan, pero no hay caso. Iban 33 minutos del segundo tiempo.
La historia es poco recordada. Un 26 de julio de 1981, cuatro fechas del final del Metropolitano se enfrentaban dos realidades antagónicas: Colón, el último de la tabla recibía a Boca puntero durante gran parte del torneo.
¿Hay algo peor que el descenso?
El descenso es una suerte de infierno del que los clubes, con tal de zafar, son capaces de hacer cualquier cosa. El año 81 arrancó mal para Colón. La grave crisis económica que golpeaba a la mayoría de los clubes del fútbol argentino se hacía carne en el sabalero. El desplome de la tablita de Martínez de Hoz y la inminente mega devaluación se llevaban puestas los sueños de plata dulce, liquidez infinita y dólares para las clases dominantes. Las economías de los clubes estaban quebradas o a punto de tocar fondo.
En el arranque del Metropolitano 81 se produjo un masivo éxodo de jugadores del sabalero que se fueron en condición de libres por la falta de pago. El club santafecino pidió un préstamo a la AFA, pero el mismo les fue negado ya que habían recibido uno el año anterior pero los sueldos seguían acumulándose.
En este contexto la dirigencia encabezada por Ítalo Giménez ideó un plan. Hacer socios honorarios a algunos militares de las altas cúpulas de la dictadura para ver si ellos podían anular los descensos. De esta manera los represores Roberto Viola Carlos Lacoste y Rodolfo Luschetta recibieron el carnet de socios de Colón. El plan de la dirigencia no surtió efecto ya que los militares condenados por crímenes de lesa humanidad (luego indultados por Menem) se limitaron a agradecer el gesto y mirar para otro lado.
La dirigencia en su intento por salvar a Colón del descenso terminó generando una marca mucho peor en la historia del club: su vinculación con la última dictadura cívico-militar y con los asesinos que la encabezaban. Así llegaba Colón al cruce con Boca.
Maradona, la expedición de Gatti y el apriete del Abuelo
Así como el 26 de julio enfrentó realidades completamente diferentes el arranque del año también fue distinto. Mientras los dirigentes de Colón se acercaban a los bosques de Palermo en busca de jugadores libres, Boca contrataba a la máxima figura del fútbol argentino por aquellos días: Diego Armando Maradona. El pase de 4 millones de dólares más la sesión de varios jugadores terminaría siendo un ancla que hundiría al club en su peor crisis económica, al punto de que la Bombonera estuvo cerca de ser rematada tres años más tarde. Pero volvamos al año 81.
Por si la llegada de Diego no era suficiente Boca también incorporó a Miguel Ángel Brindisi, figura de Huracán, al Pichi Escudero, a Marcelo Trobbiani y al uruguyo Krasouski un cinco que, según Maradona, de solo decir su nombre te dolía todo. La primera rueda del torneo tuvo a Boca como mejor equipo y la goleada 3 a 0 a River en la Bombonera como su punto más alto. De cerca lo seguía el Ferro de Carlos Timoteo Griguol.
La segundo rueda parecía consolidar la marcha de Boca hacía el campeonato. Pero cuatro empates seguidos pusieron en jaque la campaña xeneize. Hacía tres años que Boca no era campeón. El Ferro de Griguol acechaba. La noche previa al partido con Estudiantes en la Bombonera el plantel boquense concentraba en la Candela en San Justo. Cuenta Maradona en su libro Yo soy el Diego, que él estaba esperando para hablar por teléfono con la Claudia cuando la barra comandada por El Abuelo entró en la concentración. Reunieron a todos los jugadores en el comedor. El abuelo apuntaba con un arma a los referentes mientras les decía “muchachos, no lo tomen a mal, pero la hinchada está cabreada y nosotros venimos a avisarles. Si no ganan el campeonato, la bronca no se para con nada”. Durante el apriete también “recomendaron” que Diego sea el capitán y abanderado del equipo. Increíblemente según Maradona este hecho ayudó a terminar de forjar el espíritu del equipo.
Al día siguiente Boca recibió a Estudiantes con la vuelta del Loco Gatti al arco luego de una larga lesión. Iban 38 de la primera parte cuando Hugo Orlando sale a cortar un avance de Estudiantes, amaga y gambetea a un jugador plántense llegando hasta la mitad de la cancha. El resto es historia conocida, el Loco jugó con Perotti que entre la línea de cal y dos defensores salió con un hermoso caño. Controló la pelota que saltaba como loca por el mal estado de la cancha, entró al área y clavó el único gol del partido. La siguiente parada era el Cementerio de los Elefantes.
Las dos camisetas y la retirada
El clima era espeso dentro y fuera de la cancha. Colón último de la tabla se jugaba la permanencia. Según Diego los mataron a patadas. Algo de eso se puede ver en el video del primer gol. Maradona desborda por derecha y uno de los defensores sale a cruzarlo con una patada criminal. Diego trastabilla, se repone y tira el centro. Por el segundo palo entra Escudero y pone el 1 a 0.
Arranca el segundo tiempo pero estando los dos equipos en la cancha falta algo. La tradicional camiseta rojinegra de Colón quedó en el vestuario. Ahora los jugadores visten una casaca celeste y blanca a bastones. A los cuatro minutos Losteau echa a Werner de Colón. Minutos más tarde Cariaga del sabalero agrede a Morete pero el árbitro decide echar al de Boca. Diez contra diez. Perotti pone el dos a cero y liquida el partido. El clima en las tribunas del viejo Cementerio de los Elefantes se caldea. A los 33 minutos el árbitro expulsa a Rebottaro también del cuadro santafecino. Los jugadores ni protestan, directamente enfilan para el lado de los vestuarios. Maradona se acerca y les dice que sigan jugando, que si no va a ser peor para ellos. No hay caso, los jugadores abandonan el campo de juego y el partido termina.
Pero la cosa no quedó ahí. Los jugadores sabaleros ni se duchan, encaran para la comisaria con el objetivo de denunciar a Lousteau. ¿El motivo? Amenazas: “nos decía que no pongamos la pierna fuerte que ya estamos en la B” dijo uno de los jugadores. El árbitro fue demorado. Julio Grondona, por entonces presidente de la AFA, no tuvo la mejor idea para solucionar el conflicto: llamar al lugar al presidente de Unión para que Lousteau volviera a Buenos Aires.
La dirigencia de Colón intentó despegarse emitiendo un comunicado donde tiraba toda la responsabilidad de los hechos a los jugadores. Los futbolistas sostenían que Lousteau los amenazó y que por eso no les quedó otra que tomar esa medida de fuerza. En el medio quedó el técnico Enrique Fernández que dijo que lo habían conversado en la semana, es decir que si el resultado no acompañaba estaba la posibilidad de abandonar la cancha. Frente al abandono de los jugadores, la dirigencia sabalera volvió a pedir la suspensión de los descensos, pero no hubo caso.
Finalmente la AFA suspendió a once jugadores de Colón con sanciones de entre doce y tres fechas. El sabalero terminaría descendiendo en el estadio de Huracán tras perder 4 a 1 con un equipo plagado de juveniles.
Del otro lado Boca le ganaría a Ferro en la fecha siguiente uno a cero. Para luego perder por el mismo resultado frente a Rosario Central en Arroyito, con Diego errando un penal. Y finalmente sería campeón en la última fecha empatando uno a uno con Racing en La Boca.
Este sería el único campeonato de Diego Maradona en nuestro país. Boca tardaría ocho años en volver a gritar campeón, once por competencias locales. En el medio sufriría, junto con la mayoría de los clubes, la peor crisis de su historia: camisetas pintadas con aerosol, huelga y éxodo de jugadores, peligro de remate de la cancha y quiebra. Del otro lado Colón tardaría catorce años en volver a la máxima categoría, perdiendo dos ascensos uno de ellos contra su clásico rival.
Juan Stanisci
Muy bueno. No sabía lo del segundo juego de camiseta de Colón, mucho menos la entrega de carnets a los asesinos.
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El reclamo del presidente de Colón era totalmente válido. El reglamento de la AFA decía, en algún artículo, que si el club comprador de un jugador, se atrasare UN (1) mes en el pago de las cuotas del pase de ese jugador, al primer día siguiente de pasado el mes, el jugador queda, instantáneamente, inhabilitado para seguir jugando en su nuevo club, hasta que dicha entidad, actualizara su deuda. Cuando Colón enfrentó a Boca, con la soga al cuello por el peligro del descenso, Boca llevaba, ya, varios meses sin pagarle un peso a Argentinos Juniors por el pase de Diego. Si se hubiera hecho valer el reglamento, Boca debería perder los puntos de obtenidos, después de la cesación de pagos, con Maradona en la cancha. Pero, muy Quijote resultó el presidente de Colón si, en algún momento, por su cabeza pasó, la remota idea de que su reclamo (insisto, totalmente válido) podría llegar a ser aceptado. O sea, en el fútbol argentino nos cagamos de risa del reglamento de la AFA, desde hace, aproximadamente, 50 años…
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Banfield le entrega los carnet de socios a los familiares de hinchas desaparecidos, y la dirigencia de Colón afilia a los asesinos. Mirá qué distintos somos.
Los amigos del grana se van a la B.
Muy buena la nota!
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