Repasamos la historia de Alejandro Nicolás De Los Santos. Ídolo de El Porvenir, querido en Dock Sud y Huracán. Fue el único futbolista negro que jugó en la selección argentina. Postales del amateurismo y símbolo de la comunidad africana que llegó a la Argentina a fines del siglo XIX escapando de la esclavitud. Escribe Lucas Jiménez.
“Mi bofe se hinchó cuando repartieron. De mí no se acuerdan dicen que nunca me vieron, que no soy de aquí que ya no tengo remedio.”
Se acercan de a uno, de a dos. Se va formando la ronda. En el Barrio Del Tambor en Paraná, Entre Ríos, el ritual comienza a tomar color. “Un grupo de morenos con tamboriles de forma cúbica, formaban en rueda. En el centro, entraba una pareja que se turnaba de rato y al son de los tamboriles golpeaban con las manos y del canto unísono, monótono y sin ninguna variante; canto que lo hacían todos, danzantes y músicos, empezaba el baile dentro de aquel reducido círculo”, dice la crónica paranaense de Juan Giménez de finales del siglo XIX. “Barrio del Tambor” o “Barrio del Candombe”, se conocía popularmente al sector de Paraná donde vivían más negros y negras por aquellos años.
La mayoría llegaba a estas tierras tras la Asamblea General de 1813 y la sanción de la Constitución Nacional en 1853 que especificaba la prohibición del tráfico de esclavos y esclavas en el territorio y daba por libres a todxs lxs nacidos y nacidas. Pero no todxs venían de los mismos lados. A aquellos y aquellas provenientes de Camerún y el Congo se lxs identificó como “congos”, lxs de Mozambique y Madagascar eran “cafres”, lxs de Guinea “mandingas” y por último estaban lxs de Angola que eran “benguelas”.

De allí se fugaron una pareja de esclavos fugitivos nativos nadando por el Océano Atlántico hasta toparse con un barco que lxs trajo a la capital entrerriana. Así llegaron a la Argentina el papá y la mamá de Alejandro Nicolás De Los Santos que nació un 17 de mayo de 1902 en Paraná. Se crió en una casa donde se hablaba portugués porque su familia no quería perder sus raíces. Por aquellos años Angola era una colonia lusa que se llamaba África Occidental Portuguesa.
A los 6 años fallecieron su mamá y su papá; junto a su hermano Manuel y su hermana Mercedes vinieron a vivir a la Capital Federal, más precisamente al barrio de Boedo que se preparaba para ver en sus calles el nacimiento de la milonga urbana de la mano del pianista Sebastián Piana y las letras de Homero Manzi.
En ese barrio empezó a jugar al fútbol De los Santos. Primero en el club Oriente del Sud donde con 18 años asciende de Segunda División a Intermedia. Ahí lo ve el club del barrio, San Lorenzo, con el que debuta un 22 de mayo de 1921 en un partido contra Banfield. Juega solo 8 encuentros y mete 2 goles, que no alcanzaron para que baje a la categoría Intermedia de nuevo traspasado a Dock Sud.
En el Docke vive al lado de la sede del club y empieza a mostrar todas sus condiciones de delantero potente y goleador. Es la figura del equipo y asciende a Primera metiendo 3 goles en el partido definitivo contra Liniers. Se queda 3 temporadas y pasa al club que le cambiaría la vida para siempre: El Porvenir.

Allí comparte ataque con Manuel “La Chancha” Seoane y en 1925 logran un tercer puesto histórico para el club de Gerli. Incluso los diarios de la época hablan de que si Seoane no se hubiera perdido algunos partidos, por haber participado con Boca de una gira europea, El Porvenir podría haber sido campeón.
El equipo de la selección argentina estaba conformado casi en su totalidad por jugadores de Boca y a fines del año 25 se le agregan para disputar el Campeonato Sudamericano (hoy Copa América), como local, los delanteros del Porve Seoane y De Los Santos. El técnico del seleccionado era también el arquero del equipo, Américo Tesorieri, un símbolo del fútbol argentino de los años del amateurismo.
La Chancha fue el goleador de ese torneo con 6 goles. El negro De Los Santos era suplente. Solo jugó de titular el último partido contra Brasil que podía definir el certamen en favor de Argentina en caso que consiga ganar o empatar. Ese clásico se jugó la Navidad del 25 de diciembre de 1925 en el estadio de Sportivo Barracas. En Iriarte y Luzuriaga hubo 30 mil personas que fueron a ver ganar a la Argentina su tercer título sudamericano de selecciones.

De Los Santos no solo era el único jugador negro de Argentina sino del torneo entero. Brasil en esos años tenía vetado el fútbol para los negros, solo admitía en su selección blancos, mulatos y mestizos. Su figura era Arthur Friedenreich que se ponía polvo de arroz en la cara y en el cuerpo para parecer más blanco. “Era el mulato de ojos azules. Padre alemán, madre lavandera. El antecesor de Pelé. Un crack inmenso”, lo define el periodista e investigador Carlos Aira en su libro “Héroes de tiento”. “El Tigre”, como le decían, fue el máximo goleador mundial de la historia y el de mejor promedio de goles.
Aquel Argentina-Brasil no es recordado por el festejo del título argentino en plena Navidad sino por “La Guerra de Barracas”, así definieron algunos medios de Brasil al partido el día siguiente. Brasil ganaba 2 a 0 y Friedenreich estaba intratable, ya había metido un gol y cuando iba en busca del tercero el defensor argentino Ramón Muttis lo detuvo con falta. Lo que siguió fueron patadas, piñas, hinchas invadiendo el campo de juego y partido suspendido por unos minutos. Se reanudó sin expulsados y con un abrazo entre Friedenreich y Muttis en modo Siga Siga.
Argentina empató el partido, De Los Santos tiró todos los centros que pudo y Seoane metió el gol que valió el empate y la Copa América. Brasil y Argentina no volvieron a jugar por 11 años tras este accidentado partido que fuel el quinto y último encuentro del único futbolista afroargentino que jugó en la selección argentina (Héctor “Chocolate” Baley, suplente de Fillol en los mundiales del 78 y el 82, era mulato).
Pero el negro De Los Santos siguió haciendo de las suyas en los clubes. Volvió a Dock Sud después que El Porve se desafilie de la Asociación Argentina de Football y en 1927 regresa a al conjunto de Gerli para meter 24 goles en 30 partidos en la Primera B y devolver al equipo a la Primera División

Entre 1928 y 1930 El Porvenir jugó en estadios alquilados y a veces hizo de local en la cancha de Sportivo Barracas, donde De Los Santos había ganado la Copa América. En esa cancha el 21 de julio de 1929 empezó el Torneo de Primera A con el partido El Porvenir-Racing. El delantero afroargentino jugó un partidazo y el Porve ganó 1 a 0. En la tribuna de La Academia estaba el cantor Carlos Gardel que cada vez que la tocaba De Los Santos gritaba enojado “¿Quién es el Negro este? ¿Nadie lo puede parar?”.
1930 lo encontraba en un gran momento para disputar el primer mundial de fútbol en Uruguay pero no fue citado. Competía por un puesto con grandes delanteros como Guillermo Stábile, Carlos Peucelle y Pancho Varallo. Pero algunas versiones hablan de racismo en la decisión. “De los Santos sufrió muchos actos de discriminación, pero en los clubes fue aceptado porque era un jugadorazo. Lo de su ausencia por motivos raciales en el 30 me lo contó su familia, pero no hay un hecho que lo certifique. Igual es algo que puede tener veracidad. El país estaba en un momento político (eran los meses previos al golpe de estado al presidente Hipólito Yrigoyen) en el que era fácil criticar a alguien por su color de piel”, dice el historiador e hincha de El Porvenir Guido Guichenduc en una nota en TyC Sports. Otro historiador del equipo de Gerli, como Aníbal López Guerra, afirma que “lo de la discriminación es una leyenda urbana” y que no encontró “evidencias en los diarios de la época”.
Con la llegada del profesionalismo al fútbol argentino abandonó El Porvenir después de jugar 148 partidos y meter 80 goles. “Conocí muchos viejos socios del club y De los Santos era Maradona para ellos”, afirma López Guerra. Es el segundo máximo goleador en la historia del club. Se fue a Huracán donde haría una recordada dupla con el gran goleador Herminio Masantonio. En 1934 ganaría la Ronda Consuelo de la Copa de Honor “Beccar Varela”tras vencer a Lanús por 2 a 1 en la final.
En Parque Patricios terminaría su carrera como futbolista y luego ocuparía varios cargos en el club. Fue masajista, utilero y hasta director técnico en 1946 donde se dio el gusto de dirigir a Alfredo Di Stéfano. Todavía se lo recuerda con orgullo y cariño en Huracán. Uno de sus hobbies era ir a la sede de Avenida de Caseros a practicar pelota paleta, el otro era criar pájaros en su casa.

Tuvo 7 hijos e hijas con su esposa la española Margarita Calvo y falleció a los 79 años el 16 de febrero de 1982. 32 años después recién tuvo su merecido reconocimiento. En Gerli jugaba su Porve querido contra Sportivo Barracas, en cuya cancha había ganado la Copa América del 25, por el torneo de Primera D. En la previa del partido invitaron a familiares suyos para realizarle un homenaje. A partir de ese momento el microestadio techado del club llevaría su nombre. La familia del Negro se llevó una plaqueta conmemorativa que decía “el club El Porvenir en homenaje a su máximo ídolo en la historia Alejandro Nicolás De Los Santos”.

“De tu palo soy, hijo de tu cuero. Soy el olvidao en la alcancía del tiempo, el que se quedó de pie poniéndote el pecho.”
El Olvidao-Néstor Garnica
PD: La mayoría de los datos fueron sacados de una nota de Guido Guichenduc en el sitio Soy Del Porvenir.
Lucas Jiménez
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