Los dos mejores equipos del país se juegan a suerte o verdad el mejor campeonato del mundo. Los parámetros generales de esta definición importan poco. Lo más relevante es lo que se pone en juego cuando River y Boca están ahí. Siempre cerca. Escribe Santiago Núñez.

La geometría tiene una incidencia medida en el deporte, mucho más en nuestro amado futbol. Se hace alusión a las medidas de los arcos, al carácter rectilíneo del campo de juego, al “círculo central”, a la medialuna (semicírculo), a la “redonda”,  a la línea de 4 o de 3, a la presencia de laterales que van y vienen, y demás combinaciones, pero en general es algo que aburre y mucho. Posiblemente no solamente a les amantes del fútbol, pero el perfil de les analistas del juego y de quienes adoramos este deporte en general no coincide con les admiradores de tal disciplina matemática.

Por eso y por mil cosas más, debe ser poca conocida una figura que resume en su forma una contradicción brillante. Los ángulos “opuestos por el vértice” tienen una particularidad casi única, de encontrarse uno frente al otro como un espejo, es decir de ser “opuestos”, pero a la vez tienen la garantía de ser “iguales”. Aquella figura puede ser simplemente una consideración matemática compleja, o quizás la metáfora de aquello que es tan igual como diferente, todo al mismo tiempo. En la geometría, en la vida, o quizás también, en el fútbol.

Una forma de vida

Solamente un punto separa a River y a Boca a una fecha de culminar el fútbol argentino. La repercusión y la expectativa que esto genera marca algo que ya muchas veces habíamos tenido la oportunidad de registrar: el “Superclásico” no es un partido y quizás ni siquiera merezca ser reducido al cuadro de “rivalidad”, sino que directamente es una forma de vida. 

Los diarios hablan mas de River y Boca en sí mismos que de la definición del campeonato, les periodistas de uno y otro cuadro dicen que el otro ya es campeón con el único objetivo de mufar al rival, les hinchas en las oficinas se dividen entre quienes hacen lo mismo que les periodistas antes mencionados o quienes aseguran que el trofeo ya es de elles para intentar generar seguridad en su autoestima y en el lugar de trabajo. 

Quienes no saben nada de nuestro deporte favorito esta vez preguntan, porque no es lo mismo que la definición del torneo sea entre River de Gallardo y el Boca de Russo que quienes definan el certamen sean el Racing de Coudet y el Defensa y Justicia de Beccacece. No es igual. Esta vez se pone en juego una forma de vida. 

Mendoza Supercopa Boca vs River Superclásico Foto Juano Tesone enviado especial

Córdoba no es una ciudad de España

La postmodernidad, por alguna razón difícil y que no nos interesa entender, tiende a resumir absolutamente todo. Hoy, por ejemplo, los apodos suelen ser de una sílaba en lugar de dos: Es más común el “Da” cuando antes era más frecuente escuchar un “Dani”. 

En nuestro fútbol, la rivalidad superclásica también se resumió: un canto y dos ciudades (una más nombrada que otra) puede llevar a una expresión breve de más de 100 años de historia. 

Y por eso uno le dice al otro que “y ya lo ve, y ya lo ve”, mientras este último responde “Tomala vos, damela a mi”. El primero le recuerda al otra algún  fracaso en tierra cordobesa, quizás la falla más grande de toda su vida. El segundo responde, ya no con vergüenza sino con honor, otra gesta pero no a 800 km de Buenos Aires sino a más de 10.000 km, en Madrid, cerca del Paseo de la Castellana. Pero el canto en el fondo es el mismo, tiene la misma métrica y el mismo ritmo. 

Tiende a cero

“La verdad esta vez quiero que pierdan, me tienen podrido últimamente”. Lo dice un hincha neutral. El destinatario es un pibe de River, mientras observan ya sin mucha atención el partido entre Boca y Colón, en algún bar lindero de la Costa Atlántica. Esa persona antes, entre Boca y River, se quedaba con el segundo. 

El odio hacia los más grandes del fútbol argentino es en cierto punto equivalente al odio que cada uno tiene por el otro, y que alternativamente, según el momento de la Historia, ambos tienen en mayor o menos magnitud en el resto de los equipos. La relación entre el amor y el odio en cada uno tiende a cero: en algunos momentos malos quizás se ganan la simpatía de los neutrales cuando enfrentan al rival, pero rápidamente eso terminara diluido cuando tenga una buena racha. 

Solo River y Boca generan semejante cosa. Quizás, lejos de lo que decía un tema famoso, no son tan distintos después de todo.

Con la Historia sentada en el banco de enfrente

Cuando Boca salga mañana a la Bombonera encontrará un marco espectacular, pero verá como el banco de enfrente se lleva varias miradas: Diego Armando Maradona, el mejor jugador de la Historia, uno de los que se encargó de hacer conocida a la institución xeneize a nivel mundial, se sentará en el lugar visitante. Encontrará lo mejor de su historia en el banco rival. 

Distinto, pero de parecida magnitud, será lo de River, que saldrá al estadio José Fierro sintiendo el aliento tucumano que lo colocara como visitante, y mirando que en el banco local estará su peor pesadilla: Ricardo Alberto “el ruso” Zielinski, el técnico que lo mandó a jugar a la B Nacional en 2011.

¿Jugará en la cabeza de Boca que uno de sus ídolos máximos pueda sacarle el campeonato? ¿Jugará en la cabeza de River que otra vez la derrota más grande de su vida le lleve tristeza? No lo sabemos, pero no tenemos por qué escribir solamente sobre cuestiones sobre las que tengamos certezas.

Con la  misma canción

El sábado sera el cierre de discursos, charlas, chicanas e incertidumbre. Se abrirá otro periodo.  Ese que tiene a dos hinchas como un espejo, como si fueran ángulos opuestos por el vértice: iguales, con la misma pasión, pero opuestos, con distintas sensaciones en su vida. Une llorara, otre se pondrá triste. El primero va a festejar, el segundo no querrá salir de la casa. Pero ese periodo dura solamente una semana y se cierra cuando las dos personas empiezan un nuevo torneo, miran de vuelta al frente y empiezan a cantar la misma canción: “Esta campaña volveremos a estar contigo”.

Santiago Núñez

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