El jugador gambiano pudo perfectamente haber sido un personaje de un cuento de Fontanarrosa, pero terminó siendo un ídolo popular en el Sevilla FC. Un 19 de julio, igual que el gran autor argentino, murió el hombre y nació la leyenda. Escribe Sebastián Chittadini.
Poca gente fuera de Gambia y de Sevilla sabe quién fue “Biri Biri”, ícono del sevillismo e inspiración para crear una Peña en su honor, que aún hoy sigue en activo en el Fondo Norte del Sánchez Pizjuán y es considerada la más popular e importante. Si a uno le dicen que un jugador proveniente del país más pequeño de África terminó dándole nombre a uno de los grupos de hinchas más famosos y bien organizados de España, bien podría pensar en una ficción. Mucho más, si ese jugador se destacó en los años setenta, una época en la que ser negro y musulmán en pleno franquismo no era sinónimo de simpatías populares. Sus 32 goles en 99 partidos, un número considerable si tenemos en cuenta que era un extremo y no centro delantero clásico, son hasta anecdóticos.

Alhaji Momodo Njle, como figuraba en su documento, no fue el jugador más deslumbrante que haya vestido la camiseta del Sevilla y ni siquiera entraría en ningún once histórico del club. ¿Cómo se explica entonces que los hinchas lo tengan entre sus preferidos de siempre y que la peña más importante se denomine “Biris”? Si decimos “el misterioso delantero gambiano”, tranquilamente podríamos estar hablando del protagonista de algún cuento del gran autor argentino que también dejó este mundo un 19 de julio, en 2007. Sin embargo, Biri y Fontanarrosa nunca se cruzaron. Ni el escritor futbolero por excelencia pudo disfrutar de aquel delantero potente, rápido y de gran despliegue al que la gente iba a ver por su espectacularidad y entrega contagiosa; ni el ídolo sevillista llegó jamás a reírse con los cuentos del rosarino.
16 de febrero de 1975
Con carisma, corazón y fútbol, Biri Biri escribió su propia historia. Y en ella le dio el papel protagónico a aquellos que lo abrazaron. No hay registros de aquel momento, pero quienes estuvieron ese día en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán lo recuerdan y se encargan de trasmitirlo a las nuevas generaciones. Fue un domingo cualquiera de 1975 cuando el gambiano más famoso fue la figura de un partido contra el Rayo Vallecano y salió del estadio a hombros de los hinchas, como si se tratase de un torero. Esa costumbre se repetiría en algún otro partido, también fuera de Sevilla, lo que dice mucho del grado de idolatría del sevillismo hacia aquel futbolista exótico que se ponía en cuclillas antes de patear los córners y se movía por todo el frente de ataque. En esta historia, a la gente no le importaba que el protagonista no fuera un tipo demasiado habilidoso con la pelota, que tuviera altibajos deportivos o se escapara seguido a Gambia porque extrañaba a su familia. Aquel 16 de febrero de 1975, la peña más emblemática del sevillismo pasó a llevar el nombre del pintoresco ídolo, el nombre que Alhaji Momodo Njle había tomado hacía rato. Con arte andaluz, había nacido la “Peña Biri” (hoy Biris Norte), agrupación autodefinida como antirracista, antifascista y de izquierda.

Alhaji Momodo Njle, número 9 del Sevilla
Biri había nacido en 1948 en Banjul, la capital de Gambia. En su país, jugó para clubes como el Black Star y el Black Diamonds, antes de dar el salto al Augustians FC. Su despliegue por la banda derecha llamaba la atención y a través de un ojeador llegó a Inglaterra en 1970, donde lo recibió el Derby County (entrenado en aquel entonces por Brian Clough). Luego de un paso no muy fructífero, volvió a su tierra natal y en 1972 llegó a Dinamarca, a filas del Boldklubben 1901. Se convirtió en el primer jugador africano en jugar profesionalmente en el fútbol danés y empezó a llamar la atención de otros equipos europeos por su velocidad y agilidad. Al año siguiente, su vida cambiaría para siempre al firmar con el Sevilla Club de Fútbol (en lugar de Football Club, ya que el dictador Francisco Franco había prohibido aquellos nombres “no patrióticos” para los clubes españoles).
Según la leyenda, quien terminaría convirtiéndose en uno de los mitos del sevillismo estuvo a punto de jugar para el Betis, pero algo pasó en el vuelo entre Copenhague y Madrid. Entre chistes sobre si había subido al avión siendo jugador del Betis y bajado siendo jugador del Sevilla, acusaciones de boicot de precontrato, polémicas y misterio, el africano llegaba al club de Nervión para ser pionero allí también. Se convertía en el primer jugador negro de la historia del Sevilla, un club que quería volver a la Primera División del fútbol español.
Los primeros tiempos en el Sevilla no fueron fáciles. Había recelos de ciertos sectores por lo inédito de tener a un jugador africano en su equipo, mientras que algunos le tenían cariño justamente por ser negro. En la España de los setenta, convivían el recelo con la condescendencia hacia quienes algunos denominaban “morenitos”, o incluso caricaturas como una que se publicó en el diario ABC sin que a nadie le hiciera ruido alguno. Con goles y carisma, la desconfianza quedó atrás y Biri Biri llegaría al olimpo del sevillismo en la temporada 1974/75, su segunda en el club. La llegada del entrenador argentino Roque Olsen, quien le dijo que con él jugaría todos los partidos, propició el despegue del gambiano. Con 14 goles en 31 partidos, se convirtió en ídolo y puso al Sevilla en Primera.

Después de cinco años, una ida a Bélgica por algún descontento con la directiva y vuelta al Sevilla, Biri Biri volvería a Dinamarca para jugar con el Herfølge Boldklub y se retiraría definitivamente en 1986 en el Wallidan Banjul de Gambia. Llegaron luego las distinciones y los homenajes en su país (fue nombrado mejor jugador gambiano de todos los tiempos) y en Sevilla (en 2017, recibió la insignia de oro del Sevilla FC frente a un estadio lleno y está entre los 100 mejores jugadores de la historia del club). De vez en cuando, viajaba a España para ver a su Sevilla rodeado de esa gente que lo había hecho inmortal, entre pancartas con su nombre. En una de esas visitas conoció fugazmente a Diego Armando Maradona, cuando el 10 fue capitán del Sevilla en la temporada 1992/93. Los dos cracks se abrazaron por única vez, pero eso no impediría que el argentino publicara una historia en Instagram tras enterarse de su fallecimiento, con la foto que registra aquel encuentro y un mensaje de condolencia: «Que en paz descanses. Biri Biri, leyenda inolvidable del Sevilla FC».

Memorias de un extremo derecho
Se suele definir a músicos o actores con el término “héroe de culto”, pero no hay mejor manera de definir lo que significó Biri Biri para el Sevilla. Era una estrella de rock que, con la combinación perfecta de goles y jugadas brillantes con errores inexplicables, podría haber sido un fijo en la oncena que ayudó al aventurero sirio Best Seller en aquel recordado partido en Congodia de la novela El área 18 de Fontanarrosa. Sin embargo, sus aventuras pudieron ser disfrutadas en la vida real por mucha gente que no olvida su juego, su garra y su compromiso dentro y fuera de la cancha.
En aquellos años, la presencia de un futbolista negro y musulmán era una rareza en la vida y el fútbol de una España blanca y católica en la que el franquismo daba sus últimos coletazos, al tiempo que el fútbol empezaba a ser un fenómeno masivo (Biri Biri y el maliense Salif Keita del Valencia eran los únicos jugadores africanos en el fútbol español). En alguna nota, Biri Biri recordó que, en su primera visita a un Bernabéu repleto solo había tres negros en todo el estadio: su mujer, su hijo y él. Sevilla nunca había visto a un negro jugando al fútbol, y sus hinchas pronto serían cautivados por el andar de aquel jugador que conquistó el Sánchez Pizjuán a fuerza de goles, carisma y sencillez.
Si el contexto social de la España de los setentas no era un camino de rosas para un futbolista africano, menos lo iba a ser la interacción con los defensas de aquel fútbol. Las piernas hinchadas por los golpes eran una constante, tanto que entre los zagueros españoles se popularizó el dicho de: “Al negro dadle sin miedo, que no se ven los moratones”. Sin embargo, él no reaccionaba. Apenas una vez, en un partido en el Bernabéu, harto de que el central Benito le pegara, le dijo con esa bondad que lo caracterizaba: “Don Benito, por favor. No me pegue usted más”.
«Porque siempre fue para adelante y lo estrolaban que daba gusto. Muy respetado por los rivales, por el referí, por todos, pero le pegaban cada guadañazo que ni te cuento. Y sin embargo, nunca reaccionó. Mirá que más de una vez se podía haber levantado y haberle puesto un castañazo al que le había hecho el ful, o a la vuelta siguiente encajarle un codazo, pero él… nada che». *
El 9 era Biri Biri
El 19 de julio de 2020, Biri Biri fallecía a los 72 años en Senegal tras no superar una operación y dejaba paso a la leyenda. A fines de 2019 había estado por última vez en su lugar en el mundo, en el que según sus propias palabras la gente lo quería más que en Gambia. Como si todavía jugara en el Sevilla, todos querían una foto con el mito, quien se excusó ante la prensa por el descenso en la calidad de su español. Era lógico, ya que en Gambia no tenía con quien hablarlo. Las cámaras lo captaron emocionado cantando una mítica canción con su nombre que entonan los Biris en cada ocasión especial, léase los partidos del Sevilla y que dice: «Hay una peña en Sevilla, que no deja de animar, es la peña Biri-Biri, que alegra el Sánchez Pizjuán. Con el biribiribiri, con el biribiri va. Las palmas y los tambores ya no dejan de sonar, es la peña BiriBiri que alegra el Sánchez Pizjuán».

Su muerte tuvo un impacto profundo en el fútbol español. El Real Madrid emitió un comunicado expresando sus condolencias al Sevilla y sus aficionados, mientras que la peña más conocida del Sevilla FC lo homenajeó en el Gol Norte, el mismo lugar donde lo recuerda cada domingo. Al finalizar el partido contra Valencia, con el que el Sevilla terminaba una temporada brillante, una multitud despedía al crack gambiano con bengalas, bufandas y el cántico en su honor. «Hoy te despedimos desde el gol que siempre llevará tu nombre. Forza Biri-Biri!», publicaban en su perfil de Twitter junto con un video emocionante. Desde el club también llegaron los homenajes: un gran crespón negro y un ramo de flores lucieron en Gol Norte en memoria de Biri Biri, se guardó un minuto de silencio y los jugadores lucieron brazaletes negros. Además, en el minuto 9 del partido se proyectaron imágenes en la pantalla gigante del estadio y, por último, Reguilón le dedicó el gol del triunfo.
“Fui tan popular en Sevilla durante mi tiempo allí porque jugué muy bien y fui considerado uno de sus mejores jugadores. Fui el primer negro en jugar en el club. Era un futbolista completo técnicamente, goleador y muy rápido con la pelota”, decía Biri Biri en una nota publicada en el diario The Daily Observer, de Gambia. Muchos jugadores habrán tenido mejores estadísticas, pero pocos dejaron una huella tan grande en el corazón de la gente. Nunca levantó una copa ni saboreó las mieles de la victoria, no le hizo falta para convertirse en leyenda porque el Sevilla es un club que valora su historia y su identidad. En la historia que forja cada persona que pasa por una institución, algunos quedan en un lugar especial. Cuando se nombra a Biri Biri, incluso los que no lo vieron jugar saben que se trata de alguien especial. Lo que se dice un ídolo.
*Fragmento de «Lo que se dice un ídolo» de Roberto Fontanarrosa.
Sebastián Chittadini
BUENISIMO!!! tengo 47 años y 40 jugando al futbol y no conocía la Historia Del Gran BIRI BIRI!!! tremenda historia gracias por compartirla todo aquel que le guste el futbol y se llame futbolista debe conocerla gracias.
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