Idas y vueltas colombianas al fútbol argentino. Se va Juanfer Quintero dejando el recuerdo en el corazón millonario. Vuelve al sur Mauricio Cuero, quién clavó un derechazo al ángulo de los corazones banfileños. Edwin Cardona y Boca andaban buscándose desde hace rato y ahora es realidad. Escriben Santiago Núñez, Lucas Jiménez y Juan Stanisci.

Un domingo de diciembre, a las siete menos diez de la tarde

Hay dos hechos que se dieron con muy pocos minutos de diferencia, cuando estábamos cerca de llegar a las siete de la tarde de aquel domingo primaveral que miraba al verano de cerca. Fue escaso el tiempo que pasó entre que Juan Fernando Quintero pateó la pelota más importante de su vida, de mi vida, y de la vida de todos nosotros (se entiende por “todos” algo acotado a nuestra hinchada, por supuesto) y el momento en el cual en el horizonte que da al Río de la Plata, por detrás del Bajo Belgrano, apareció el arco iris. La relación entre ambas situaciones es hasta hoy materia de discusión.

No sabemos si realmente fue así o si solamente vimos un efecto óptico, pero muchos y muchas afirman que aquel ente medio circular de 7 colores se instaló detrás del cemento de nuestro monumento máximo, de nuestra meca, de nuestra casa., de nuestro gallinero. Cada uno de esos rayos iluminaba un atardecer, cada vez menos gris y cada vez más inolvidable, cada vez menos domingo y cada vez más eternidad.

Lo que genera dudas es que, como se insinuó ya, Juan Fer estaba lejos. Se encontraba en las orillas del Paseo de la Castellana. Era de noche, por ende ya no había ningún arco iris. Tenía los ojos del planeta sobre su espalda a las 18:49 (hora argentina), mientras estaba a punto de cambiar el mundo. En alguna de esas milésimas de segundo recibió, movió el cuerpo, y le dio una caricia al alma.

No sabíamos (por culpa de él, pues no lo había dicho aún) que tenía dotes artísticos y menos que se destacaba en el lienzo y el pincel. Más de uno que sabe afirma, aunque sea acusado de locura, que el lienzo puede ser la vida, y el pincel cada persona o, en este caso, cada jugador.

Por eso hasta el día de hoy queda la duda de si lo hizo o no lo hizo. ¿Realmente el colombiano Juan Fernando Quintero, con la 10 de River y estando en Madrid, pintó con su talento un arco iris porteño que quedó en la retina de millones de personas para toda la vida?

Nadie lo puede afirmar pero también es difícil negarlo. Pero quienes lo vieron están seguras y seguros de que lo que haya ocurrido pasó un Domingo 9 de Diciembre, cuando faltaba un minuto para las siete menos diez de la tarde.

Santiago Núñez

En el limbo

Esperar replegado y salir de contra poniendo a correr a tu jugador más veloz. 5 meses antes así Lanús le había ganado al Banfield de Almeyda en el Florencio Sola. Víctor Ayala lanzaba y Lautaro Acosta volaba.

Guardiola se definió una vez como “un ladrón de ideas”. Eso hizo el entrenador interino Claudio Vivas que asumió tras la salida del Pelado que construyó un equipo lujoso que ganó la B Nacional y cosechó elogios en Primera. Pero su Banfield carecía de ajustes tácticos complementarios en partidos puntuales como los clásicos.

El ex ayudante de campo de Bielsa fue a jugar el clásico como visitante con otra idea. Plantar las líneas medias y bajas unos metros más atrás que de costumbre e invertir la posición de los extremos. El 7 Cuero a la izquierda y Castillón a la derecha.

El objetivo era que Cuero juegue mano a mano con el 4 rival, Araujo, y que el perfil lo favorezca para enganchar y rematar. Avisó una vez y pasó cerca mientras Monetti miraba. El capitán Luciano Civelli le dio una nueva chance, lo encontró con el campo justo para hacer su gracia.

Cuero recibió la pelota, el enganche hizo trastabillar a Araujo, se perfiló para tirar el centro pero le dio potencia y dirección con perspectiva histórica de remate inolvidable. Monetti volvió a mirar como la pelota rebotó en el costado izquierdo de su arco.

El colombiano salió a festejar. Hizo 3 bailes en 1. “Por lo general festejo así por si no vuelvo a hacer un gol”, dijo después del partido. Civelli fue el primero que lo abrazó. No lo sabía pero dos meses después arrancaría una serie de lesiones que culminarían en su retiro. Ese pase y ese festejo serían su despedida.

Cuero siguió el resto del partido en modo Joffre Guerrón Liga de Quito 2008. Hizo expulsar a Araujo y casi hace el 2 a 0 emulando al Turco Asad contra el Milán en la Intercontinental del 94.

Mientras seguimos soñando con todas las cosas que faltan vivir y sentir, se oficializó que Mauricio Cuero vuelve a Banfield para confirmar lo primero que vamos a hacer cuando baje la marea de la pandemia. Bailar, abrazarnos, gritar un gol hasta que nos duelan los dientes. Hacer todo eso junto. Festejar para sobrevivir.

Lucas Jiménez

Andaban buscándose, sabiendo que iban a encontrarse

En Rayuela, la novela de Julio Cortázar, a orillas del río Sena La Maga y Horacio, andaban sin buscarse pero sabiendo que andaban para encontrarse. Algo parecido pero no igual pasó con Boca y Edwin Cardona, a pocas cuadras de la desembocadura del Río de la Plata. Desde que el colombiano se fue a México, el club y el enganche fueron buscándose hasta encontrarse.

La zona del centro a la izquierda de la mitad cancha de la Bombonera hace seis años que no tiene dueño. Nunca nadie volvió a parar la pelota y levantar la cabeza deteniendo el tiempo desde que Riquelme se fue a Argentinos Juniors. El único en todo este tiempo que pudo acercarse un poco a esa tarea fue Cardona.

Quizás por la forma de pararse, de usar al lateral izquierdo como al mejor aliado o por su visión de juego, desde un principio despertó entre los hinchas de Boca las comparaciones con Juan Román. Un poco exagerado seguro, él mismo se encargó de decir que Riquelme había ganado mucho como para que lo comparen. Pero el ídolo más grande, que hoy lo trae de vuelta, le respondió que “ojalá el tenga la suerte de ganar más.”

De Cardona queda el recuerdo del golazo a River en el Monumental. Previo tatuaje de la suela de su botín de Nacho Fernández. Aunque también está presente su último gol, un enganche y bombazo al palo izquierdo del arquero contra Independiente, su último partido. Después quedaría afuera de la final en Madrid. No había en la cancha ni en el banco de suplentes un jugador con su pegada ni su forma de parar el tiempo en un enganche. Cardona vuelve por la revancha. Lo trae nada más y nada menos que el tipo que dejó un hueco en la mitad de la cancha de La Bombonera.

Juan Stanisci

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