El técnico Marcelo Bielsa ratificó en Inglaterra su capacidad profesional al lograr el ascenso de su club, el Leeds, a la primera división. El brillante y atormentado «Loco» nunca entendió la función de los medios de comunicación ante la opinión pública. Tiene derecho a pensarlo. Pero el «Loco» puede no tener razón. Escribe Hugo Martínez de León.

En el mundo del fútbol los directores técnicos son las figuras más relevantes fuera del terreno de juego. Los hay locuaces, obsesivos, arrogantes, reflexivos, místicos y así sucesivamente. Son los generales de un ejército que gana o pierde batallas según su capacidad de mando y hasta por circunstancias fortuitas. Están presentes en los primeros planos de las transmisiones televisivas como actores protagónicos sobre los cuales se sustenta el drama de la acción.

De entre todos ellos Marcelo Bielsa es una figura deslumbrante. Por sus calificados triunfos en diversos clubes, selecciones y países tiene un lugar asegurado en el Salón de la Fama de la FIFA. Se ha ganado un mote cariñoso por su carácter obsesivo, su contracción al trabajo y el estudio minucioso de videos. Los aficionados lo conocen como el “Loco” Bielsa, un atormentado conductor que vive a corazón abierto antes, durante y después de los partidos de su equipo.

Como todo líder Bielsa no es impermeable a las críticas, sobre todo cuando son injustas. En una charla junto a Tite, técnico del seleccionado brasileño, y Fabio Capello, el “Loco” dijo que “el procedimiento educativo más poderoso que tiene la sociedad ya no son más las escuelas, son los medios de comunicación, que influyen más que la familia y la escuela, los elementos genuinos de la formación.”

Esto lo decía desde el prisma de su actividad, el fútbol, pero era fácilmente extrapolable a todas las secciones de un periódico. No la tiene fácil el “Loco” porque la escuela también es un ámbito manipulable. Algunos autores afirman que “la escuela —como expresó Althusser—, es un aparato ideológico del Estado”, es decir, equivalente a la propaganda, porque tiene el objetivo de inculcar una ideología, unos valores, a través de unos medios. La opinión del “Loco” Bielsa es respetable aunque algo tremendista. Dijo después que los medios tienen intereses específicos y contrapuestos a la educación y a la familia. “Es una vergüenza que los medios de comunicación eduquen a la gente.” Esto sigue siendo respetable pero vidrioso. Es un error establecido el creer que los medios de comunicación modelan la opinión de sus lectores.

El “Loco” ilustró su concepto con esa dualidad de la crónica deportiva y, por carácter transitivo, expandió su disgusto: “Se utiliza el mismo argumento para amplificar un comportamiento en la victoria que para condenar el comportamiento en la derrota. Si Neymar recupera la pelota, y contraatacamos y hacemos un gol y ganamos ocho partidos seguidos, los medios expresan: `Mirá, lo domesticó a Neymar, hizo que fuera colectivo en lugar de individual`. Pero el día que pierda, dirán: `Este burro, en vez de hacerlo jugar a Neymar al lado del arco, lo hace perseguir al marcador de punta rival`.

”Los críticos periodísticos siempre estuvieron en la picota. Groucho Marx escribió sobre ellos: “La verdad es que ignoro para qué sirven.” Y agregó con su clásico sarcasmo: “Creo que si los críticos de Nueva York empaquetaran sus máquinas de escribir, se trasladaran a la Mongolia Exterior y permaneciesen allí durante unos diez años, el teatro volvería a florecer como a principios de siglo, pese a la competencia de la televisión, de las películas, del bowling y del sexo.”

Aquellos escritores que imaginaron mundos ideales siempre adjudicaron a los medios de comunicación un poder relevante, muy asociado a la idea negativa que de éstos tiene Bielsa. Dice Cristina Baquerizo Castillo:»Por un lado, Huxley plasma en su obra un mundo basado en el consumismo, en el soma, en la comodidad, en el entretenimiento vacío, que convierte a la sociedad en productos de una cadena de montaje, en esclavos voluntarios e ignorantes. Por su parte, Orwell describe un universo comunista dominado por el miedo y el terror, por lavigilancia constante y el control extremo de la historia y de los medios de comunicación por parte del gobierno. Por último, Bradbury muestra una sociedad que rechaza el conocimiento en todas sus formas, en la que los poderosos utilizan esta incultura para ejercer su soberanía.”

Los medios de comunicación no deberían existir, según este brillante técnico de fútbol. Lo dijo taxativamente: “Los medios de comunicación se especializan en pervertir a los seres humanos.”

Los medios existen porque reflejan el damero de la opinión pública, los diversos caminos para construir sus verdades parciales. Una sociedad sin medios diversificados es un territorio de masas dóciles y sometidas. Nadie sabría los peligros del calentamiento global, del último exabrupto de Donald Trump, de la anhelada vacuna contra el Covid 19,  de la separación de Tini Stoessel ni del resonante ascenso del Leeds a la primera división del fútbol inglés de la mano de Marcelo Bielsa, el “Loco”. Si por él fuera los medios no existirían y nunca nos habríamos enterado de sus estruendosas hazañas deportivas.

Hugo Martínez de León

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