Hoy se aprobó la Ley de Rezonificación en la legislatura porteña. San Lorenzo oficializa la vuelta al barrio del que nunca se fue. Escribe Santiago Núñez.
Las tierras natales, sean o no de nacimiento, son irremplazables. La identidad del barrio, muchas veces malinterpretada y menospreciada, es el lugar indefinible en el cual ciertas magias suceden. El olor de la esquina, la pintada de la vuelta, la casa atractiva por alguna razón irreconocible pero que amerita ser distinguida y otros miles de lugares son escenas que pueden tener encanto propio pero que por sobre todas las cosas son lo que son por estar ahí. En su lugar.
Por eso el barrio y su patria no se pueden definir. Es difícil explicar por qué es importante que una cancha esté en un lado y no en el otro. Porque San Lorenzo es quién es por ser de Boedo. Y la Avenida La Plata es la avenida que es porque allí juega el ciclón.
Por eso, dicha Avenida lloraba en su asfalto caliente y se imaginaba lo imposible. Soñaba con ver a ese club de la B que vendía más entradas que los de Primera. Anhelaba ver un gol de Insúa o alguna zancada sublime e inexplicable del Gallego González. Imaginaba que Silas y el Pipi tiraban paredes, para luego asistir a ese Bernardo que convertía todo lo que había en el área en gol. O a un Beto que acariciaba el balón a las redes.
La Avenida La Plata alguna vez juró que vio a Saja atajar un penal para conquistar Sudamérica y que fue testigo de como ningún defensor podría alcanzar a Lavezzi. Dijo, a su vez, la Broadway de Boedo que una vez vio partir a un equipo Campeón de América y lo saludó antes de subir al avión para ir a jugar contra el Real Madrid.
Hoy, más que nunca, la avenida La Plata le agradece a los vivos que piensan en ella y le pide perdón a los muertos que no pueden estar. No habrá más ojos llorosos y nostálgicos caminando por su vereda. No habrá progenitores que les señalen a sus hijes con el dedo lo que había y ya no hay.
Los portales digitales dicen hoy que, con la ley de Rezonificación, el ciclón vuelve a Boedo. Los hinchas de San Lorenzo y la avenida La Plata responden que eso no es cierto.
Porque ellos, en realidad, nunca se fueron.
Santiago Núñez