Fútbol e historia sudamericana. Historias de la copa más emocionante del mundo y de la emancipación americana. Diez crónicas en diez ciudades diferentes componen De América, libro de Alejandro Droznes. Si de viajes y América hablamos, es imposible no pensar en Rodolfo Kusch. Escribe Juan Stanisci.
Las diez crónicas que componen De América, corresponden a un viaje del autor. “El viaje, un auténtico viaje, consiste en ir al absurdo ubicado en algún lugar de la tierra, lejos de la cómoda y plácida ciudad natal, junto al mismo diablo” escribía Rodolfo Kusch. Droznes se expone al sol y la altura ecuatorial, donde el calor es “un incendio que se derrama.” De ahí al frío de una noche en Potosí, donde los hinchas locales llevan ponchos y mantas, mientras los visitantes no se mueven a pesar de la victoria porque “se estaban helando.” El clima puede ser el jugador número 12 de los equipos locales.
Del calor industrial de San Pablo, al frío mineral de Potosí. Del Riachuelo boquense, al Malecón que acompaña al río Guayas, en Guayaquil. De la soledad en Yacuiba a las multitudes en Madrid, en la final bastarda. Alejandro Droznes se internó en las entrañas de las Copas Libertadores y Sudamericana, viajando por distintas ciudades del continente para escribir De América. Cada ciudad trae dos historias. La futbolera y la libertadora. Cada capítulo es un viaje geográfico e histórico.

“Hay viajes que son como la vida misma”, reflexionaba Rodolfo Kusch en Indios, porteños y Dioses. El filósofo y antropólogo argentino, decidió viajar a la puna después de recibirse de Licenciado en Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. El motivo: buscar las raíces del pensamiento americano. En la Universidad todos los pensadores eran europeos o, como muy de acá, estadounidenses. Como si América no tuviera un pensamiento, un sentir, una manera de mirar y reflexionar. Esa forma de habitar el mundo que en las grandes ciudades nos resulta incomprensible, es lo que quizás compone la principal dificultad para atravesar la Copa Libertadores. Lo que genera que nada sea lineal para que un equipo sea campeón.
Cada ciudad tiene sus historias y sus héroes. Rumores que permanecen en las tribunas, en un arco o en un monumento. Para tratar de entender porque cada ciudad o cada pueblo es de una determinada manera, Droznes cuenta un episodio de la liberación americana. Así es como en Guayaquil, la semifinal de la Copa Libertadores de 1990 entre River y Barcelona, se mezcla con la entrevista que tuvieron hace dos siglos San Martín y Bolívar. En Buenos Aires vamos de la estruendosa Bombonera a las dos fundaciones del puerto de Santa María de los Buenos Ayres. En San Miguel de Tucumán asistimos a la heroica clasificación de Atlético Tucumán contra El Nacional de Ecuador, mientras recorremos el camino del Inca.
“Y finalmente se nos hace carne, cuando, en plena noche, llegamos a los 3900 metros de altura: ahí nos penetra la puna, sentimos náuseas, dolores de cabeza y estamos incómodos.” La descripción podría pertenecer a la llegada de un equipo del llano a la altura de La Paz, Quito o Potosí. Pero pertenece al ya mencionado libro de Kusch. En De América Droznes viaja a Potosí. Nos cuenta como el helado viento que sopla incansable al pie del Cerro Rico, encendió la fogata con la que un indígena pudo pasar la noche y también, descubrir la plata que descansaba en las entrañas de la montaña. Esa misma plata fue la que deslumbró a los españoles y construyó el imperio que dominó gran parte de América entre los siglos XVI y XVIII. Droznes piensa qué hubiera sido del Real Potosí, el equipo de la ciudad, si hubiera existido en los siglos de la dominación española. Hubiera sido, seguramente, el equipo más poderoso del mundo. Hoy es un club que a duras penas puede competir en el campeonato local. Ni la altura lo ayudó las veces que compitieron continentalmente. En 2012 Flamengo tuvo que viajar a Potosí para enfrentar al Real. El equipo carioca consideró después del partido que, jugar en semejantes alturas era inhumano. “No prohibir juegos en esas condiciones es lo mismo que ser tolerante con el dopaje”, dijeron en un comunicado. “Lo inhumano es jugar sobre el nivel del mar con cuarenta grados de calor”, respondieron desde el Real Potosí.

El último capítulo está destinado a la final entre Boca y River en Madrid. La paradoja de jugar la copa que homenajea a quienes liberaron el continente, en el territorio de los que habían sido los dominadores. No es la única paradoja. El relato está acompañado de las guerras civiles que siguieron a las independencias. Para San Martín, “la anarquía sería un adversario más duro aun que el imperio español.” No se equivocó el general. Las guerras de independencia en Argentina no duraron una década. Las guerras civiles se sucedieron durante casi tres décadas.
La mezcla entre fútbol e historia es brillante. Ninguna opaca a la otra. De América es la excusa perfecta para que el fanático futbolero, se cruce con la historia del continente. Y que el lector de nuestro pasado político y bélico, se adentre en las vicisitudes de un torneo apasionante. Para ganar la Libertadores o la Sudamericana, es necesario vencer rivales, climas y accidentes geográficos. Vencer al absurdo de situaciones incomprensibles, como que en Potosí haga tres grados en verano. Volviendo a Kusch, “la vida se siente cuando se la enfrenta con el absurdo.”
Juan Stanisci