Héctor Casimiro Yazalde, fue un tremendo goleador de las décadas del 60 y 70. Salió de Piraña, fue campeón en Independiente y rompió records para transformarse en leyenda en Sporting Lisboa. Escribe Juan Stanisci, ilustra Gonzalo Martín Lanzilotta.

A Ariel Feller que me contó esta historia

Si las palabras fueran números, hay dos que darían un resultado tan obvio como 2 + 2: Fiorito y fútbol. Fiorito + fútbol = Maradona. Pero antes de Diego hubo un muchacho surgido de los mismos pagos que, a base de gambetas pero más que nada goles, hizo famosa a la barriada ubicada en Lomas de Zamora. Héctor Chirola Yazalde salió del mítico club Piraña, explotó en Independiente, rompió récords en el Sporting de Lisboa, se codeó con el Jet Set en el Olympique de Marsella, volvió a la argentina para jugar en Newell’s y se retiró en Huracán.

El vendedor de bananas

En los potreros juegan los pibes, el sol pega en el brillo del pedregal. Se van juntando de a varios alrededor de las canchitas. A medida que llegan los más grandes, los chicos se van corriendo a otras canchas o directamente juegan en la calle. Arman arquitos con lo que pueden y juegan hasta que cae el sol. Uno de esos pibes era el primero en llegar y el último en irse, pero últimamente va cuando puede.

Al pibe le dicen Chirola porque agarra cualquier laburo por unas monedas. A veces vende diarios. Cuando puede ayuda al verdulero y vende bananas. Va por la calle con un cajón lleno y trata de venderlas todas. En verano su profesión es hielero. Tiene trece años Héctor Casimiro, y trabaja para ayudar a llenar la olla en su casa donde son siete hermanos.

Chirola había sacado un poster de Valentim, el delantero brasileño que la rompía en Boca, para pegarlo en una pared de su casa. Quería ser como él. Que la hinchada invente un canto como ese que decía “Tim Tim Tim, gol de Valentim”, y que sonaba cada vez que el brasileño hacía un gol.

Se fue a probar a Los Andes, el club de la zona, pero a los dos años lo dejaron libre. Se probó en Racing. En la academia jugó en la séptima con Mario Agustín Cejas, Alfio Basile, Rodolfo Vilanova y “El Panadero” Díaz, quiénes serían campeones de América y del mundo de la mano de Juan José Pizzuti, pero a los dos años lo volvieron a dejar libre. «Me rajaban de todos lados, no me quería nadie. Yo nunca soñé con jugar en Primera… Me veían con las zapatillas agujereadas y el físico esmirriado y salían corriendo”, recordaba Yazalde. Nunca dejó de jugar, siempre volvía a los potreros de Villa Fiorito para seguir haciendo goles en el barrio.

Cuando ya parecía que el fútbol iba a ser un pasatiempo, un amigo fue a probarse a Deportivo Piraña. Cuando quedó en el otro club de Parque de los Patricios tenía dieciocho años. Piraña no tenía cancha, entonces hacían de local en Atlanta, Huracán, Sacachispas o Argentinos Juniors. Jugaban en la D, la categoría denominada “aficionados”. En Piraña le ofrecieron dos mil pesos por mes, que a Yazalde le sirvieron para dejar de trabajar en las changas que se le presentaran. “Cómo no iba a aceptar, si eso era lo que ganaba en todo un mes vendiendo bananas”.

Un hombre sentado en la tribuna

1965 fue el año que cambió la vida de Yazalde. La pobreza de Villa Fiorito empezaría a quedar atrás con cada de uno de los veinticinco goles en veinte partidos que hizo para Piraña jugando en la D. Con Chirola en cancha solo perdieron un partido. Centro Español, General Mitre de Avellaneda y Deportivo Piraña tuvieron que jugar un desempate por el primer puesto de la D. La final fue entre General Mitre y Piraña en la cancha de Atlanta. Para ese entonces ya se corría el rumor entre los dirigentes del fútbol argentino sobre un pibe goleador en la categoría Aficionados (hoy primera D).

Julio Humberto Grondona se sentó en la tribuna de cemento de la cancha de Atlanta que daba a la calle Humboldt. Junto a él se encontraba Pedro Iso, entonces presidente de General Mitre de Avellaneda, luego presidente de Independiente. Grondona presidía la Comisión de Fútbol Profesional y se encontraba en el estadio, no para ver al equipo de su colega Pedro Iso, sino para seguir al nueve del equipo rival. Deportivo Piraña había sido, cuatro años antes, el primer equipo que enfrentó su Arsenal de Sarandí en Aficionados.

A Grondona le venían hablando de Yazalde y sabía que varios clubes de primera también lo estaban observando. Chacarita, San Lorenzo y Huracán, buscaban quedarse con el delantero de Deportivo Piraña.

Para el partido definitorio Yazalde no contó con su gran compañero de ataque en el torneo. Delfín Edmundo Benítez era sobrino del paraguayo Delfín Benítez Cáseres, delantero goleador de Racing y Boca en las décadas del 30 y 40. Entre Edmundo Delfín Benítez y “Chirola” Yazalde hicieron setenta goles en todo el torneo: 45 Benítez y 25 Yazalde. “Era callado, no hablaba con nadie”, recordaba Benítez. Las palabras no eran lo suyo, pero si de romper redes se trataba, esa era la tarea para Yazalde. En las instancias definitorias contra Centro Español y General Mitre, Delfín Benítez no jugó con el equipo porque tenía que trabajar.

En la noche de Villa Crespo los equipos salen a la cancha iluminados por las lámparas de cuarzo recientemente instaladas en el estadio. Grondona pregunta cuál es el jugador que tiene que mirar. Pero el delantero no le da lugar a dudas, a los pocos minutos de iniciado el partido hace el primer gol. Grondona ya piensa las palabras con las que va a tratar de convencer a Carlos Radrizzani, el presidente de Independiente. Un griterío lo saca de sus cavilaciones. El árbitro acaba de echar al 9 de Deportivo Piraña. Mientras Yazalde enfila para los vestuarios, expulsado a los diez minutos, Grondona se levanta de platea y se va. Pedro Iso le pregunta a dónde va. “Ya vi lo que necesitaba”, responde Julio Humberto.

General Mitre terminaría ganando el partido y el ascenso por 3 a 2. Delfín Benítez sería tentado por el club de Avellaneda para jugar en la C. Mientras que Yazalde y Deportivo Piraña recibirían una oferta de Independiente que no podría rechazar: un millón ochocientos mil pesos para el club y un sueldo de treinta mil pesos para el jugador. Con esa plata Piraña construyó la pileta del club y Yazalde le compró un lavarropa, un televisor y una estufa a la madre.

Un pistolero de Sergio Leone

“¿Vos me querés decir quién es ese pibe?”, gritaba un plateísta en la vieja cancha de Independiente la tarde del primero de octubre de 1967. Por la tercera fecha del recién nacido Campeonato Nacional, Héctor Casimiro Yazalde acababa de hacer dos goles en dos minutos. Independiente le ganaba 3 a 0 Lanús. “Se llama Yazalde, o algo así. Debutó el campeonato pasado contra Chacarita. En la tercera y en la reserva la viene rompiendo”, aclaró el panorama otro plateista. “¿Pero de dónde salió?”, seguía incrédulo el primer plateista. “Y yo que sé, parece un pistolero de Sergio Leone”, devolvió el segundo.

Chirola había debutado tres meses antes en un empate cero a cero contra Chacarita por el Metropolitano. El golpe de Estado de Juan Carlos Onganía a Arturo Illia, en septiembre de 1966, había traído un nuevo interventor en la AFA: Valentín Erundino Suárez. Él tuvo la idea de dividir el año en dos torneos: el Metropolitano y el Nacional. El primero se disputaba entre los clubes de lo que hoy se llama AMBA, más los clubes de La Plata y Rosario. El segundo incluía equipos de distintas provincias.

Sin haber hecho un gol en primera Yazalde estrenó su pasaporte por primera vez. El sello decía Canadá. Chirola fue parte de la delegación argentina que disputó los Juegos Panamericanos en Winnipeg, al oeste de Canadá. La selección había conseguido la clasificación en el Sudamericano disputado en Paraguay. Luego de terminar con los mismos puntos con Colombia, se jugó un desempate que terminó cero a cero, en vez de resolver la clasificación por penales, como se hace hoy en día, se realizó un sorteo. La suerte acompañó a la selección Argentina. Yazalde se sumó al plantel que había disputado el sudamericano. La selección empató el primer partido con México, goleó a Colombia, pero terminó eliminada luego de perder uno a cero contra Trinidad y Tobago.

Chirola no volvió a Argentina, se sumó a una gira que Independiente estaba realizando por España e Italia. Entre el 8 y el 31 de agosto, el equipo de Avellaneda jugó amistosos contra distintos equipos del viejo continente. Yazalde le hizo goles a la Real Sociedad, al Elche y al Mantova de Italia. Es probable que ahí se haya ganado el puesto, para el campeonato que arrancaría a las pocas semanas.

Yazalde jugó un solo partido del Metropolitano de 1967. Tampoco salió a la cancha durante las primeras dos fechas del Nacional. Para el partido contra Platense, el técnico de Independiente Osvaldo Brandao, lo puso en lugar de Artime. En el segundo tiempo Yazalde marcó su primer gol con la camiseta del Rojo. Se mantuvo como titular en la cuarta fecha contra Lanús donde marcó tres goles, el primero un golazo de afuera del área.

Chirola era el típico nueve que no se anda con vueltas adentro, todos sus movimientos tenían un solo objetivo: hacer el gol. Tenía ubicación para definir abajo del arco, un muy buen salto para cabecear y cuando salía del área se asociaba muy bien con sus compañeros.

 Desde el partido con Platense por la tercera fecha hasta la octava contra San Lorenzo de Mar del Plata hizo goles en todos los partidos. Nueve goles en seis partidos del Nacional 67. Salvo el tercero contra Lanús, todos fueron de un toque, no necesitó ni parar la pelota. Estuvo un mes sin jugar y volvió contra el otro San Lorenzo, el de Boedo, también con gol. No jugaría las últimas tres fechas del campeonato, aunque Independiente se terminaría consagrando campeón con un rotundo 4 a 0 a Racing. Yazalde terminó segundo en la tabla de goleadores, uno por detrás de su compañero Artime. En su primer torneo afianzado en primera marcó 10 goles en 9 partidos.

1968 lo encontró como delantero titular y no defraudó. Fue el goleador del equipo en el Metropolitano ganado por San Lorenzo con 11 tantos y en el Nacional ganado por Vélez con 7. El Metropolitano de 1969  también lo tendría como máximo goleador de Independiente, torneo que terminaría ganando Chacarita. En el Nacional 1969, a pesar de no hacer goles en las primeras cinco fechas, terminó nuevamente como goleador del equipo con 13 goles, uno por detrás de Rodolfo Fischer y Carlos Bulla.

Avellaneda Blues

1970 sería el año del último mundial de Pelé, de la separación de The Beatles, del estreno en televisión de Chespirito, de las muertes de Janis Joplin y Jimi Hendrix, de la aparición pública de Montoneros con el secuestro y asesinato de Aramburu y la victoria de Salvador Allende en las elecciones presidenciales en Chile. El primer disco del trío Manal también salió ese año. En él se incluye una aguafuerte de los barrios industriales de Buenos Aires: Avellaneda Blues. Si bien el blues es un ritmo estadounidense, en inglés también es una forma de nombrar a la tristeza o la melancolía. Algo de eso iban a sentir los hinchas de Independiente, porque también 1970 fue el último año de Héctor Casimiro Yazalde en Argentina.

No se iría sin antes salir campeón por segunda vez con Independiente. Fue en el Metropolitano de 1970, un torneo peleado que le arrebató en la última fecha a River. La particularidad es que en este campeonato el goleador fue Aníbal Tarabini. Los dos únicos campeonatos donde no fue el goleador del equipo, Independiente se consagró campeón. Si bien el goleador fue Tarabini, el gol que le dio el campeonato a Independiente lo hizo Yazalde. Por la última fecha del Metropolitano el Rojo y Racing empataban el clásico de Avellaneda 2 a 2. Faltando diez minutos Yazalde hizo el tercero para Independiente.

Ese año el campeón argentino fue invitado a disputar amistosos al otro lado de la Cortina de Hierro, en Yugoslavia, además de la Copa Ramón Carranza en Cádiz. Los resultados en las tierras del Mariscal Tito fueron: una victoria con gol de Yazalde contra el FK Sarajevo y una derrota por goleada a manos del Estrella Roja de Belgrado. En la Copa Ramón Carranza fue victoria en semifinales contra el Athletic Bilbao también con gol de Chirola y una tremenda final contra el Real Madrid. El primer tiempo fue baile para la Casa Blanca aunque terminó solo 1 a 0. A los 74 empató Comisso. A los 81 lo dio vuelta Yazalde. A los 87 empató Fleitas. En tiempo suplementario los madrileños lo ganaron 4 a 2. La gira finalizó en Valencia donde vencieron al Partisan yugoslavo y perdieron por penales tras empatar 0 a 0 contra el equipo local.

El día de la virgen de 1970 Héctor Casimiro Yazalde convirtió su último gol con la camiseta de Independiente. Fue en la vieja Doble Visera contra Gimnasia y Esgrima La Plata por la décimo octava fecha del Campeonato Nacional. Chirola volvió a ser el goleador del equipo, pero nuevamente no le alcanzó para ser el máximo artillero del torneo. Tampoco le alcanzó a Independiente que quedó cuarto en su zona. Tres años y medio le bastaron para hacer setenta y dos goles. La mayoría con rápidas definiciones a un toque, como un pistolero de Sergio Leone.

Un mapa rotulado en Portugués

En enero de 1971 Abraao Sorin vio por primera vez el Río de la Plata. Había subido al avión en Brasil, separándose de la delegación del Sporting Lisboa. “Voy a tratar de traer un delantero”, había dicho antes de abandonar el hotel. Se cuidó de no pronunciar ningún nombre, aunque en su cabeza había uno solo. Lo había visto jugar el año anterior en una de las giras de Independiente por Europa. “Es el delantero que necesitamos”, le dijo a Bras Medeiro el presidente del club. “No hay un tostao, hay que arreglarse con lo que tenemos”, fue la respuesta del máximo dirigente.

Abraao Sorin era un hábil negociador pero más que nada un cabeza dura. Sabía que Boca, Santos, Valencia, Lyon, Nacional, entre otros clubes, estaban negociando por Yazalde. También sabía que en el Sporting no había mucha plata para ofrecer. En esas condiciones llegó a Buenos Aires.

“Héctor discúlpame, ya sé que estás de vacaciones. Pero te necesitamos acá en Buenos Aires. Vino un tipo de…” la voz al otro lado del teléfono tapa el auricular con una mano y pregunta ‘¿De dónde es el tipo que lo quiere comprar a Chirola?’ “Ah, sí, de Portugal. Te quieren comprar de Portugal. Bueno, eso, venite.” Chirola volvía de la playa en Mar del Plata cuando escuchó el mensaje en el contestador. Al día siguiente viajó a Buenos Aires.

La situación financiera de Independiente favoreció las negociaciones con Abraao Sorin. Ahora tenía que convencer al jugador y a sus propios dirigentes. Llamó al vicepresidente del Sporting, que también era el tesorero. Le dijo que acababa de cortar con el presidente y que éste le había dado el visto bueno para que avanzara con las negociaciones. El vicepresidente le contestó que si el presidente estaba de acuerdo, entonces que siguiera. Cortó el teléfono y llamó al presidente. Le dijo lo mismo: que el vicepresidente le había dicho que le diera para adelante. El presidente también aceptó. Cortó el teléfono, agarró un sobre de entre las pocas pertenencias que había llevado a Buenos Aires y salió del hotel para reunirse con Yazalde.

Se reunieron en un café. Abraao Sorin no hablaba muy fluido el castellano y Chirola no sabía portugués, pero se entendieron. El dirigente luso sacó el sobre y de él extrajo varias fotos. La hinchada del Sporting, el castillo de Sao Jorge, el atardecer en el Tajo y la vista de las montañas. Le dijo que tenía la oportunidad de ser el primer argentino en convertirse en ídolo en Portugal. Y que si quería competir con los mejores, en la liga portuguesa todavía jugaba un tal Eusebio que venía de ser goleador en las dos últimas temporadas. Antes de despedirse Abraao Sorin sacó un último papel del sobre: un mapa rotulado en portugués.

Semanas más tarde Yazalde se subía un avión rumbo a Brasil. El Sporting Lisboa estaba de gira por ese país. Su debut no sería en Portugal sino en el estadio Morumbí de San Pablo. El 25 de enero de 1971 Yazalde entró en el inicio del segundo tiempo por Chico, el autor del gol de los portugueses. El San Pablo ganó el partido por 2 a 1. Yazalde se despidió de sus nuevos compañeros y viajó a Buenos Aires.

El 11 de febrero de 1971 el aeropuerto de Lisboa se llenó de periodistas que esperaban a la nueva figura de los leones, apodo del Sporting. El reglamento del campeonato portugués le impedía jugar hasta mitad de año, por lo que Chirola tendría seis meses para asentarse y aprender el idioma de su nuevo país. Dos semanas después tuvo su estreno con la camiseta del Sporting en un amistoso contra el Red Star de parís. Ganaron 3 a 0, aunque Yazalde no pudo marcar ningún gol.

Durante los meses que no pudo jugar con el primer equipo, Yazalde se dedicó a recorrer la ciudad. Iba a los barrios bajos a jugar al fútbol con los pibes portugueses. Les compraba la merienda y luego seguía su camino. Le gustaba ir al teatro. Ahí conoció a María do Carmo da Ressurreiçao de Deus, conocida en aquel entonces como Carminé, actriz y Miss Portugal. Juntos conformaron una pareja que luego sería comparada con Susana Jiménez y Carlos Monzón.

Chirola do ouro

El 12 de septiembre debutó oficialmente contra el Boavista marcando dos goles. Pese al buen comienzo, la primera temporada en el Sporting no sería fácil. Yazalde era mirado de reojo por sus compañeros. El vestuario era comandado por Fernando Peres, un mediocampista portugués de 26 años que sentía su liderazgo amenazado por la llegada de Chirola. No le pasaban la pelota en los entrenamientos, lo dejaban de lado. Cuando Yazalde se desmarcaba para un costado, Peres llevaba el juego para el otro. En un entrenamiento quisieron lesionarlo. El técnico Fernando Vaz no podía manejar a sus jugadores y terminó siendo despedido en la fecha 18. Su primera temporada terminó con 9 goles en 20 partidos en la liga y 4 en la misma cantidad de partidos en la Recopa de Europa. Los dirigentes del Sporting creyeron que el vestuario no los estaba ayudando y dejaron libre a Fernando Peres.

En la temporada siguiente su rendimiento mejoró. En total hizo 27 goles en todas las competencias. En la liga quedó lejos del goleador: Eusebio, uno de los mejores jugadores de la época y de la historia de Portugal, terminó con 40, Yazalde con 19. Pero pudo dar su primera vuelta olímpica en tierras lusitanas, ganando la Copa de Portugal. Lo mejor estaba por venir.

En junio de 1973 Yazalde y María do Carmo da Ressurreiçao de Deus, viajaron a Buenos Aires para casarse. Chirola aprovechó el viaje para entrenar con el Huracán de Menotti y no perder ritmo. En una entrevista le preguntaron cómo veía el fútbol argentino. “Lo veo muy lento al fútbol, yo pienso que tiene que tener más velocidad para poder competir con los equipos europeos”, respondió. Un año después el mundial de Alemania le daría la razón.

La temporada 73/74 fue la mejor de su estancia en Europa y de toda su carrera. Hasta el día de hoy ningún jugador pudo hacer más goles en un campeonato portugués que Yazalde en aquella temporada. Tuvieron que pasar casi 40 años para que un futbolista en Europa pudiera superarlo. Fue Lionel Messi cuando en la temporada 2011/2012 hizo 50 goles. Yazalde en 1974 había terminado el campeonato con 46 en 29 partidos. Entre todas las competencias fueron 50 goles en 35 partidos.

Luego de obtener la Liga, la Copa de Portugal y llegar a las semifinales de la Recopa de Europa, no las pudo jugar por estar lesionado, Chirola viajó a París para recibir la Bota de Oro, una distinción que se otorgaba al jugador que más goles hacía en todas las ligas de Europa.

Rodeado por Gerd Muller y Franz Beckenbauer, en el Lido de París, Chirola recibió la Bota de Oro. Fue el primer argentino en recibirla y el único hasta la llegada de Lionel Messi.

Antes del fin

A pesar de tener ofertas del Real Madrid, Chirola firmó un nuevo contrato con el Sporting Lisboa por dos temporadas más. Volvió a ser goleador con 30 goles en la misma cantidad de partidos. Pese a que su contrato lo vinculaba por otra temporada, fue comprado por el Olympique Marsella.

Estuvo dos años en Francia. La primera fue el goleador del equipo con 19 y levantaron la Copa de Francia. En la segunda solo hizo cuatro goles, en una época marcada por las lesiones. Cuando finalizó su contrato a mediados de 1977 dicen que Grondona lo tentó para que volviera al país, que de esa manera podría jugar el mundial 78.

Chirola volvió y se fue a Rosario. Su esposa, para ese entonces ya conocida como Carmen Yazalde, vino con él pero vivía en Buenos Aires mientras él jugaba para Newell’s. Pese a marcar 17 goles en su primera temporada con la Lepra, no fue citado para jugar el mundial en nuestro país. Menotti prefirió seguir adelante con el plantel que venía utilizando en los últimos años.

En sus cuatro años en Newell’s hizo 53 goles. A mediados de 1981 pasó a Huracán de Parque Patricios, cerca de donde había comenzado todo casi dos décadas antes. Solo jugó un partido con el Globo y se retiró. Cuando sus botines se colgaron por última vez, se fue la carrera de uno de los mejores goleadores que tuvo la historia del fútbol argentino.

Chirola nunca olvidó sus orígenes: siempre jugó y pensó en los que tenía al lado. Cuando ganó la bota de oro en 1974, decidió repartir el premio entre todos sus compañeros. También cuenta la leyenda que una tarde en la Bombonera, jugando para Independiente quedó de frente al arco con el peruano Meléndez como único obstáculo frente al gol. El remate de Yazalde dio en la cabeza del defensor y la pelota salió al córner. El árbitro vio que Meléndez la había sacado con la mano y cobró penal. Entonces Chirola empezó a golpearse la mano con la cabeza, advirtiendo donde había pegado la pelota. El referí dio córner. Yazalde y Meléndez se abrazaron.

Murió a los 51 años a causa de una hemorragia interna en 1997. Además de su obra dentro de la cancha y el recuerdo de muchos futboleros, queda un poema que le dedicó el magnífico escritor Osvaldo Ardizzone: Purrete de la orilla. “Y allá en el sur de tu orilla / habrá un sol en todo el cielo, / flores en vez de cardos, / arroyos en vez de charcas / y andará tu historia nueva / hecha canción en el aire.” 

Juan Stanisci

Twitter: @juanstanisci

Ilustración: Gonzalo Martín Lanzilotta

Instagram: @plastiboy.inc

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