El partido entre Hungría y Portugal nos llevó de la nariz a ese pasado de estadios llenos y pelotazos a centrodelanteros enormes. Escribe Juan Stanisci.
No hizo falta poner el DeLorean a ochenta millas por hora para viajar en el tiempo. Fue sentarse a ver Hungría – Portugal para ver lo que parecían elementos de un pasado que no volverá. Un estadio lleno y un equipo que le tira pelotazos a un delantero central que mide un metro noventa.
Parecía 2019. El Puskas Arena albergó 67 mil personas (leyeron bien) en el debut de Hungría por la Eurocopa 2021. Los requisitos para ingresar fueron dos: para los húngaros y las húngaras estar vacunados o haber tenido COVID en el último tiempo; para los extranjeros y las extranjeras, un test PCR negativo. Hungría llenó el primer estadio de fútbol en una competencia top en la tarde de hoy. A pesar de la coyuntura, no puede no generarnos una sonrisa y una pisca de ilusión.
Pero no fue solo el público entonando el himno y explotando ante cada robo de sus futbolistas lo que nos llevó al pasado. En tiempos de falsos nueves, esquemas tácticos flexibles y variantes constantes en las posiciones de los futbolistas, Hungría recurrió al clásico, tradicional y nunca bien ponderado “bochazo al 9”.

Con Adam Szalai, ex Real Madrid Castilla y figura en el Mainz 05 de Tomas Tuchel, como punta de lanza, la estrategia fue bastante clara. Aguantar con la mayor cantidad de futbolistas en campo propio y a la primera de cambio tirarle un pelotazo a Szalai. Durante 85 minutos funcionó. Hasta llegó a tener varias ocasiones claras. Szalai generó faltas de espaldas, aguantó y combinó con sus compañeros.
Finalmente la jerarquía de Portugal se impuso y en solo 10 minutos convirtió tres goles. El primero una carambola de Raphal Guerreiro, el segundo un penal de Cristiano Ronaldo y el tercero una jugada de papi fútbol también del animal CR7.
Los húngaros aplaudieron a sus jugadores al final y se quedaron casi media hora más adentro del estadio. Quizás tuvieran miedo de que vuelva a ser la última vez. Finalmente se fueron, entonando el himno de manera emocionante. No lloré, se me metió un Flaco Delorte en el ojo.
Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci
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