De jugar en la Serie C a ser una de las revelaciones de la Nazionale en la Eurocopa. La historia de Matteo Pessina no es la de un futbolista cualquiera: va a la universidad, le gusta Van Gogh y cree que la geometría y las matemáticas lo ayudan en su juego. Escribe Juan Stanisci.

En un bar italiano explota la locura. Italia vence 1 a 0 a Gales con gol de Matteo Pessina. Así, clasifica primero en su grupo sin goles en contra y ganando todos los partidos. Cuando la espuma de la alegría baja, dos viejitos siguen festejando como si el gol hubiera sido en la final del mundial. Los miran. El hombre se da cuenta y grita: “¡Es mi nieto, es mi nieto!”, señalando la televisión. Todo el bar festeja como si Pessina fuera el nieto de todos e invitan a los ancianos a consumir lo que quieran.

Matteo Pessina nació en Monza el 21 de abril de 1997. La ciudad donde Juan Manuel Fangio se accidentó cuarenta cinco años antes y desde el 2019 tiene una estatua suya en el Autodromo Nazionale, está situada a 20 kilómetros de Milán. La historia de Pessina no es la de un futbolista cualquiera: estudia economía, habla latín, un Van Gogh cuelga en su living, no tiene tatuajes, y debutó en la Serie C para terminar haciendo goles en la Euro.

Stefano Motta fue docente suyo de italiano y latín en la escuela secundaria Villoresi di Monza.  Lo recuerda como “un chico con gran talento en latín y en otras materias científicas”. A Pessina le sigue interesando el arte, pero estudia economía. Claro, si buscamos en las raíces de la cultura italiana del Renacimiento pintura, poesía, geometría y matemáticas no estaban separadas. Motta no solo destaca sus cualidades intelectuales. “Una sensibilidad poco común, algo que no esperarías del estereotipo machista del futbolista”.

Cuando estudiaba en Villoresi di Monza debió dividir su tiempo entre los libros y los entrenamientos. Si bien jugaba en el AC Monza, por aquel entonces en la tercera división, le dedicaba gran parte del día a los entrenamientos. “Cuando lo conocí estaba floreciendo como futbolista y en Villoresi supo encontrar una realidad “amistosa”, que es una escuela que, garantizando una preparación seria y sin facilidades, trataba de cubrir sus necesidades como futbolista”.

En 2015 apareció uno de los gigantes de Milán para comprarlo. Criado a 20 kilómetros de esa ciudad, Matteo Pessina, por herencia paterna tenía su preferencia entre el rossonero y el neroazzurro. Su padre lo llevó al Bernabeu el 22 de mayo de 2010 para celebrar de la mano de Diego Milito la Champions League ganada por el Inter frente al Bayern Munich. Soñó con jugar en el Bernabéu y también en el Giuseppe Meazza, el estadio que comparten los equipos de Milán. Pero el club que vino a tocar su puerta no fue el Inter sino el Milan. Matteo dejó su corazón a un costado y armó las valijas.

Lo que parecía el comienzo de un camino ascendente, en realidad fue todo cuesta arriba. En Milán nunca debutó y empezó a salir a préstamo a otros clubes. Todos en la Serie C. Su madre y su padre lo habían acostumbrado a ir al ballet, a museos, a leer poesía y escuchar música clásica. Estos fueron refugios mientras no jugaba, o lo hacía poco, en el Lecce, el Catania y el Como. En 2017 fue usado como moneda de cambio entre Milan y Atalanta. La buena noticia era que Bérgamo seguía estando cerca de casa.

El hombre clave en esta historia se llama Gian Piero Gasperini. Técnico del Atalanta desde el 2016, conoce de su carrera como jugador lo que es andar como una golondrina de club en club y de ciudad en ciudad. Desde su llegada al equipo de Bérgamo potenció a muchos jugadores que no tenían lugar en otros clubes. Pessina jugó tres años en la serie C entre el Como, el Lecce y el Catania. En la temporada 2018 se quedó en Atalanta por pedido de Gasperini. Disputó sus primeros 12 partidos en la serie A. En la 2019 salió a préstamo por primera vez a un equipo de primera, el Hellas Verona. En 2020 volvió a quedarse en Atalanta y en enero del 2021 le llegó la hora. El Papu Gómez, genio y figura del cuadro de Bérgamo, se iba peleado con su mentor Gasperini. En su lugar entró Pessina. Y no salió más.

Aunque se afianzó en la Serie A no abandonó los estudios. Se inscribió en la carrera de Administración de Empresas en la Universidad de Luiss en Roma. “En el examen no me reconocieron y casi no me dejan pasar”, recordó entre risas. Una mañana sin previo aviso volvió al pago. Su ex profesor Stefano Motta había dejado las clases en el Villoresi di Monza para ser director del Merate cuando le avisaron que alguien lo estaba buscando. Era Matteo. Quería hablar con los estudiantes de secundaria. Les dijo que no dejen de estudiar y que confíen en los adultos. “Al fin y al cabo –dijo Steffano Motta – esto es lo que hizo el alumno Pessina en sus años en los bancos: comprometerse plenamente, apoyándose en los profesores y sus indicaciones”.

El estudio lo acompaña y lo forma para el presente, pero también para el futuro. No se ve como director técnico. “Me gustaría seguir en el fútbol, pero no como entrenador. Con mi formación podría ser director general”. Aunque en el presente encuentra una relación entre el arte, la geometría, las matemáticas y su posición en la mitad de la cancha. «En mi rol necesitas tener ideas y creatividad. Una bombilla se enciende en tu cabeza y ves una línea de pase a un compañero que no estaba allí un momento antes. Una milésima de segundo pasa entre pensarlo y ejecutarlo. Las ciencias, mucha matemática y geometría: estos son temas que abren tu mente, adquieres alerta de pensamiento. Lo cultural y lo humano pueden haber influido en el papel y, sobre todo, en mi forma de jugar”.

No solo sus abuelos siguieron de cerca su debut como titular en la Eurocopa. “Seguí el partido contra Gales con una emoción enorme: pedía silencio en casa, como si nos arriesgáramos a perturbar el partido. En el momento en que la pelota tocó la red, me alegré e inmediatamente envié un mensaje de texto al padre de Matteo, para felicitarlo”, contó Stefano Motta. Con el partido terminado les escribió a los profesores que habían tenido a Pessina. Todos sintieron que ese gol lo habían hecho ellos.

En su última conferencia de prensa, después del partido contra Austria donde marcó el segundo gol del partido, le preguntaron con qué obra de arte podía relacionar a la Nazionale dirigida por Mancini. “Entre los pintores que más amo está Van Gogh. Quiero pensar en este equipo nacional como una de sus pinturas hermosas y únicas”, comparó.

“No me despierten”, publicó en un posteo en su Instagram después de eliminar a Austria. De manera automática las redes sociales italianas se poblaron del hashtag #nonsvegliatelo (no lo despierten). Como si el verano de Eurocopa que vive Italia fuera un sueño del propio Matteo Pessina. Un sueño hermoso y único, como una pintura de Vincent Van Gogh.

Juan Stanisci

Twitter: @juanstanisci

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