El fin de semana pasado el Milan volvió a ganar una Serie después de 11 años. El vaticinio de Zlatan. El proyecto detrás del Scudetto. Los festejos con centenares de miles de rossoneris en las calles. Escribe Federico Raggio.

A las 20 horas (hora italiana) del domingo 22 de mayo suena el triple silbatazo del juez Daniele Doveri. Stefano Pioli se abraza con el histórico Dida, el entrenador de arqueros. Luego de 11 años, centenares de tifosi reaparecen invadiendo el campo de juego. El Milan volvió a ser el Milan. Vuelve a levantar el Scudetto, el 19° de su historia, igualando a su clásico rival capitalino en títulos de la máxima categoría del fútbol italiano. En el medio pasaron varias administraciones, directores técnicos y jugadores. La apuesta paciente de Paolo Maldini –actual director deportivo de la institución- por Stefano Pioli acaba de rendir sus frutos. Y también la del DT porque potenció a jóvenes talentosos, que fue llevando de a poco, como Rafael Leão y Sandro Tonali.

El campeonato italiano se definió cabeza a cabeza con los cugini (“primos”), con los que protagonizan el “Derby di Milano”. El Inter de Lautaro Martínez y Joaquín Correa llegaba a la última fecha con una mínima posibilidad. Hizo lo que tenía que hacer: venció 3 a 0 a la Sampdoria en el Giuseppe Meazza –el estadio donde su clásico rival también hace de local-, con dos goles del ex Estudiantes, y debía esperar que perdiese el Milan. Pero los muchachos de Pioli arrollaron por el mismo marcador al Sassuolo como visitantes.

A los ’17 y ’32 golpeó el equipo de Pioli mediante dos jugadas casi calcadas que tuvieron por protagonistas a sus dos hombres de punta. En ambas acciones recuperó la pelota Leão en la salida del conjunto verdinegro. Fue hasta el fondo a pura potencia y habilidad por la punta izquierda, centro atrás y definición por duplicado del francés Olivier Giroud.

Cuatro minutos después, la joya portuguesa entregó su tercera asistencia de la tarde –todo un record- para que Franck Kessié estampara en la parte alta de la red el tercer tanto. Esta vez fue un centro atrás desde la punta derecha. Ya en el segundo tiempo, un hombre de una cierta edad entró faltando 20 minutos. Le bastó muy poco para imprimir un cabezazo notable en la red. Era la cuarta asistencia de Leão pero el gol fue anulado porque el delantero portugués partió en fuera de juego. Era la frutilla del postre del match. Ese hombre era Zlatan Ibrahimović, quien había estado presente en la última consagración del Milan en la Serie A en la temporada 2010/11. Parecía que tenía que volver él para que se volviese a gritar “campioni d’Italia”.

Apenas finaliza el encuentro, millares de milanistas salen a tomar las calles de su ciudad. Una buena parte converge en la Casa Milan, donde se encuentra la sede del club, mientras que la gran mayoría se dirige hacia el punto cardinal de todos los festejos: La Piazza Duomo, donde se erige la famosa catedral de la capital lombarda: el Duomo di Milano. Allí una marea de tifosi rossoneri festejó hasta bien entrada la noche en la plaza más importante de la ciudad.

Sin Gianluigi Donnarumma y el turco-alemán Hakan Çalhanoğlu en sus filas –que pasaron al PSG y al Inter respectivamente- pocos eran los que creían que este plantel podía levantar el máximo trofeo del Calcio. Ambos no le dejaron ni un euro al club ya que se fueron con el pase en su poder. En el caso del N° 1 de la Nazionale italiana, con el “agravante” de haberse formado en Milanello (el centro deportivo donde se entrenan las divisiones inferiores del Milan y la primera). De todas formas, el “traidor” –como fue llamado por los hinchas milanistas más dolidos- fue reemplazado por un francés que pronto hizo olvidar sus prestaciones y que además superó por dos partidos su record de 14 encuentros finalizados con la “valla en blanco” en la liga italiana: Mike Maignan.

Y aunque no se pudo suplir la salida del “10” turco con la llegada del español Brahim Díaz –de arranque auspicioso pero que bajó su nivel luego de contagiarse de Covid-, las variantes en el centrocampo logaron que el 11 inicial no se resintiese tanto. Uno de los mejores fue el franco-argelino Ismaël Bennacer que siempre fue una solución confiable cada vez que le tocó entrar. También fue fundamental el marfileño Kessié –otro que se va con el pase en su poder-. Y hay que destacar la temporada de un volante ofensivo, el belga Saelemaekers, que se ganó la titularidad sobre la banda derecha gracias a su dinámica y sacrificio defensivo. En la defensa se destacaron Fikayo Tomori y el crack francés Theo Hernández –el motor de este equipo-. Además, fue importante el aporte de Pierre Kalulu en las últimas semanas. En tanto que en la delantera sobresalieron Leão y, en menor medida, el francés Giroud –sobre todo en la última fase de la temporada-. Otro que cumplió cada vez que fue titular es el croata Ante Rebić.

En octubre del año pasado le preguntaron al sueco quién le parecía que iba a salir campeón de la liga italiana. Con la velocidad mental que resuelve dentro del campo, interpeló al periodista: “¿dónde juega Zlatan?”. En el vestuario, luego de la consagración, dirigió un discurso emotivo a todo el plantel: “Al inicio del campeonato nadie creía en nosotros. Esto nos hizo más fuertes. Hoy somos campeones de Italia (…) Quiero agradecerles a todos, estoy muy orgulloso de ustedes. Y ahora, festejen como campeones porque (la ciudad de) Milán no es Milan: ¡¡¡Italia es del Milan!!!”, mientras volcaba una mesa. Retumbaron aplausos y gritos dentro del vestuario. Con 41 años sabe que pudo haber sido su última temporada. Luego la imagen que recorrió el mundo: Zlatan ingrensando al campo de juego con un habano en sus labios, a lo Michael Jordan, y una botella de champagne, para bañar de burbujas y gloria a toda la tribuna.

Ayer por la tarde-noche, miles de hinchas volvieron a invadir la Piazza Duomo para saludar al micro descubierto que portaba al plantel campeón. Otra jornada que jamás olvidarán ni Zlatan ni los tifosi rossoneri. Y si continúa la confianza en este proyecto, por la senda de sustentabilidad que trazaron Maldini –una bandera del club: 902 presencias, 7 ligas italianas, 5 Champions y 3 mundiales de clubes en su haber- y otros dirigentes, es probable que de la mano de Pioli y sus ragazzi lleguen más momentos como este en el futuro.

Federico Raggio

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