Hoy en «El deporte como excusa»: la amistad entre Malcolm X y Muhammad Alí. Dos figuras que mostraron que las personas negras podían ser libres en Estados Unidos. Dos caminos que se unieron y separaron por los mismos motivos: religión y política. Escribe Juan Stanisci.

Malcolm Little conoció lo que era ser negro y estadounidense a los seis años. Su padre Earl fue asesinado: le dieron un golpe en la nuca y lo tiraron a las vías de un tranvía para que fuera atropellado. Los asesinos eran blancos. El padre de Malcolm militaba junto a Marcus Garvey, un jamaiquino que luchaba por los derechos de los afrodescendientes en la década del 30. “El negro nuevo no tiene miedo”, era uno de las frases de Garvey. Todavía faltaban treinta años para que esas ideas empezaran a cambiar la realidad.

Malcolm Little conoció lo que era ser negro y estadounidense en la escuela secundaria. Quería ser abogado. Sus calificaciones lo abalaban. Eran los inicios de los años cuarenta. No había lugar para personas como él en las universidades. Un profesor se lo recordó: “No es un objetivo realista para ningún negro”. Malcolm abandonó el sistema educativo. Su madre había sido internada en un manicomio luego del asesinato de su padre. Se dedicó al tráfico y consumo de drogas. Fue eximido del servicio militar por considerarlo “mentalmente incapacitado”. Formó una banda para robar a los blancos. Y terminó preso.

Malcolm Little entendió que había otra forma de ser negro y estadounidense en la cárcel. A través de las cartas que su hermano le enviaba conoció La Nación del Islam, una organización buscaba organizar a los jóvenes negros y las jóvenes negras a partir de la religión musulmana. Al principio no le interesó, pero terminó leyendo un libro tras otro. Empezó a mandarse cartas con el Honorable (según lo llamaban sus propios fieles) Elijah Muhammad, el líder de la organización. El hombre que tenía línea directa con Alá.

Cuando Malcolm Little salió de la cárcel dejó de ser Malcolm Little. Mantuvo su nombre pero no su apellido. En lugar del Little agregó dos líneas diagonales cruzadas. X. Malcolm X. “La ‘X’ musulmana simboliza el verdadero apellido africano que nunca podría conocer. Para mí, mi ‘X’ reemplaza el apellido del amo blanco, Little, que algún diablo de ojos azules llamado Little impuso a mis antepasados paternos”, explicó en su autobiografía.   

Malcolm X conoció que había otra forma de ser negro y boxeador una tarde en una cafetería en Detroit. Sentado frente a la puerta, como siempre hacía, vio entrar a un joven de un metro noventa de alto y noventa kilos. El muchacho de veinte años se acercó a Malcolm con una sonrisa. Lo saludó como a un par. Malcolm X ya era ministro de la Nación del Islam, el segundo por detrás de Elijah Muhammad. No tenía idea de que estaba saludando a Cassius Clay, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma 1960. Le siguió la corriente solo por seguirle el juego a la fanfarronería de Clay.

Cassius Clay conoció lo que era ser negro y estadounidense varias veces a lo largo de su vida. En su Louisville natal los negros no entraban a las iglesias de los blancos. Los negocios tenían carteles anunciando si atendían blancos o negros. Es probable que una de las peores haya sido al regresar de Roma. En Europa conoció la vida sin segregación. Pero cuando volvió a Louisville quiso a ir a comer una restaurant con la medalla dorada colgada en su cuello. “No atendemos gente como vos, muchacho”, le dijo el mozo invitándolo a retirarse. Clay salió del lugar, caminó hasta el río y tiró su medalla al fondo del agua.

Cuando Clay conoció a Malcolm X todavía llevaba el nombre de la familia que había esclavizado a sus antepasados. Evitaba discutir públicamente sobre asuntos políticos o raciales. En el ámbito privado escuchaba un disco grabado por Louis X, la canción principal se llamaba: El cielo de un blanco, es el infierno de un negro.

La mano de Malcolm X con un anillo en el dedo anular con una estrella y una luna, apretó la de Clay. Conversaron un rato. Malcolm X no lo conocía por una simple razón: Elijah Muhammad recomendaba alejarse de toda práctica deportiva. Luego del encuentro viajaron, cada uno por su lado, rumbo al estadio donde Elijah Muhammad daría una conferencia. Clay se impresionó al ver cientos de negros con formación militar y vestidos de traje. “Separación o muerte”, predicaba Elijah desde el estrado. A diferencia de Martin Luther King, el líder de la Nación del Islam quería la separación racial para la liberación.

La atracción fue mutua. Clay quedó impactado por el discurso de Malcolm X, mientras que este creyó conveniente acercarse al boxeador. Si era tan bueno como decían, sería una buena forma de que la Nación del Islam creciera. Clay desconocía que, la organización a la que él se acercaba, estaba resquebrajándose. Los intereses institucionales, encarnados por Elijah Muhammad, empezaban a separarse de las búsquedas personales de Malcolm X. Política, pero también egos.

Malcolm X ya era conocido en los medios de comunicación. Incluso en la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y en el Buró Federal de Inteligencia (FBI). A través de teléfonos pinchados, hoy documentación desclasificada, sabemos que Malcolm X pasó unas vacaciones con su familia en la casa de Clay. Y también que tiempo después, Elijah Muhammad llamó al boxeador para decirle que dejara de ver a Malcolm X.

Antes sucedieron dos cosas: primero la muerte de Kennedy. Su asesinato, en noviembre de 1963, fue la excusa perfecta para aislar a Malcolm X de la Nación del Islam. Cuando JFK fue asesinado, Elijah Muhammad ordenó que nadie salvo él diera declaraciones en la prensa al respecto. El líder envió condolencias por la muerte del presidente. Algo hacía ruido, años diciendo que los blancos eran diablos para terminar llorando a un presidente blanco. Malcolm declaró en televisión: “que las gallinas vuelvan al gallinero no me entristece, me pone contento”. Fue apartado de la organización. Incluso a los fieles de su mezquita en Harlem le prohibieron hablarle.

Lo otro que sucedió antes de que Elijah Muhammad le ordenara a Clay no ver más a Malcolm, fue la victoria del boxeador contra Sonny Liston. Cassius pasó toda la previa insultando y ridiculizando al entonces campeón del mundo. Pero al llegar al vestuario, en las horas previas, los nervios le comieron el cuerpo. Malcolm fue a verlo. Rezaron. Lo convenció de que podía llevar la fuerza de Alá en sus puños. Y Clay ganó. Ganó y “sacudió el mundo”.

Festejaron con helado en un hotel donde solo entraban negros. Malcolm, Cassius, su hermano Rudy, el cantante Sam Cooke y el jugador de fútbol americano Jim Brown. Después Malcolm los llevó a su habitación y le dijo a Clay que tenía que cambiar su actitud. Ser campeón del mundo le permitiría ser escuchado. Debía dejarse de payasadas y empezar a meter cuestiones raciales en sus discursos. Además, en un intento por recuperar la confianza de Elijah Muhammad, acercó a Clay a la Nación del Islam. El líder no había prestado atención al boxeador hasta antes de la victoria contra Liston. A los pocos días en uno de sus discursos dijo que había ganado gracias a Alá.

Para los Estados Unidos blancos que un negro bocón fuera campeón del mundo era grave. Que además se declarara musulmán y se metiera en cuestiones políticas era insoportable. Malcolm llevó a Clay a una cumbre de las Naciones Unidas en Nueva York. Lo presentó a los líderes africanos que luchaban por la liberación de sus naciones. Luego fueron a ver la pelea contra Liston al cine. Malcolm aprovechaba las fotos con Clay para mandarle un mensaje a Elijah Muhammad. Pero el líder de la Nación del Islam sabía tanto de religión como de política. Expulsó a Malcolm definitivamente de la organización y le dio un lugar de privilegio al boxeador. Mientras la mayoría de los militantes esperaban años para obtener su nombre musulmán, Clay lo consiguió en poco tiempo. Muhammad Alí, lo llamó Eliha Muhammad. Muhammad: digno de alabanzas. Alí: más alto.

Su nuevo nombre determinó su separación de Malcolm X. Declaró varias veces en su contra. Se alineó con Elijah Muhammad. En las conferencias de prensa intentaban llamarlo “Clay”, él se plantaba para que dijeran su verdadero nombre.

Aislado de la política al interior de la Nación del Islam, Malcolm X inició una gira por África. Su idea era acercarse a los movimientos de liberación africanos y denunciar la segregación y violación a los derechos de los negros en Estados Unidos. En La Meca, la capital mundial del islam, supo que en la religión musulmana también había lugar para los blancos. Al mismo tiempo que Malcolm viajaba por África, Muhammad Alí emprendía un viaje hacia el mismo continente. Los confundían por las calles. Ambos se juntaban con los mismos líderes en distintos momentos. Se vieron por última vez en Acra, la capital de Ghana.

Malcolm X salía de su hotel para ir al aeropuerto cuando vio venir a Alí. En el diario que llevó durante su gira africana, Malcolm escribía sobre él como su hermano y su amigo. “Muhammad”, lo llamó Malcolm en la puerta del hotel esperando un abrazo. Alí se dio vuelta luego de varios llamados. “Le diste la espalda a Elijah Muhammad. Te equivocaste, hermano”, le respondió y siguió su camino.

FILE – In this March 1, 1964, file photo, heavyweight boxing champion Muhammad Ali, right, is shown with black muslim leader Malcolm X outside the Trans-Lux Newsreel Theater in New York, after viewing the screening of a film about Ali’s title fight with Sonny Liston. Ali turns 70 on Jan. 17, 2012. (AP Photo/File)

Cuando ambos regresaron a Estados Unidos fueron consultados sobre su amistad. Muhammad Alí trató a Malcolm X de “desviado”. Malcolm se negó a hablar mal de su amigo. Su enfrentamiento fue con Elijah Muhammad. El punto máximo fue cuando lo acusó públicamente de ser el padre de ocho hijos con seis adolescentes diferentes. Los fieles de Elijah Muhammad, en lugar de cuestionar a su líder, se volvieron definitivamente contra Malcolm X.

El 14 de febrero de 1965 una bomba incendiaria explotó dentro de la casa de Malcolm X. Logró salir con su familia. Ese mismo día, con olor a humo en su ropa, dio una conferencia. “Lanzaron bombas a mi casa. Fue el movimiento musulmán negro, por orden de Elijah Muhammad”, dijo Malcolm X.

Una semana después, cuando comenzaba una conferencia en el Audubon Ballroom, varias personas se levantaron de sus sillas y comenzaron a disparar contra Malcolm. Murió en el acto. Uno solo de los asesinos fue detenido en el momento, mientras la gente intentaba lincharlo. El resto escapó. La policía quiso cerrar rápidamente el caso. Nunca quedó claro si tres de los cuatro acusados habían tenido que ver con el hecho. Tampoco si la Nación del Islam tuvo o no responsabilidad.

Muhammad Alí continuó alineado a Elijah Muhammad después de la muerte de Malcolm. Dijo que todos lo que se opusieran a su líder debían morir y que él no debió separarse de la Nación del Islam. Diez años después, en 1975, Elihaj Muhammad murió. Alí dejó la Nación del Islam.

Cuando su hija Hana Yasmeen Alí estaba ayudándolo a escribir su autobiografía, le preguntó por Malcolm X. Alí hizo silencio. Se recostó en su silla. Luego de varios segundos habló. “Darle la espalda a Malcolm fue uno de mis mayores errores. Quisiera volver el tiempo atrás y decirle que me perdone. Que lo quiero, que es mi amigo y que tenía razón en muchas cosas”. Alí no pudo volver el tiempo atrás, pero sí acercarse a la familia de Malcolm. Attallah Shabazz, una de las hijas de Malcolm, se lo encontró cuando tenía veinte años. Lloraron. “Tener a Muhammad Alí en mi vida de alguna manera mantuvo el aliento de mi padre durante cincuenta y un años”, dijo durante el funeral del boxeador en 2016.

Alí y Malcom X conocieron lo que era ser negro en Estados Unidos. Pero mostraron que había otro camino. Fueron el reflejo de millones. Gritaron y denunciaron la injusticia. A través de los nombres, la sociedad blanca lograba que los negros tuvieran presente su pasado de esclavos. A través de los nombres, Malcolm X y Muhammad Alí patearon el tablero supremacista. Sus nombres ya no serían una cadena al pasado, sino un mensaje al futuro ¿Qué mayor acto de libertad que decidir nuestro nombre?

Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci

Ilustración: Juan Battilana
Instagram: @juanbattilana

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