Además de una dupla letal, Diego Maradona y Careca forjaron una hermosa amistad. Sus años en Napoli y el cambio de camiseta en Italia 90. Primer adelanto de Fuegos de Junio. Escribe Esteban Bedriñan.

“En todos los órdenes de la vida, como en todas las actividades podemos mantenernos a la altura de la nobleza de la amistad o estropearla, depende de nosotros mismos, de nuestros valores, de nuestras fidelidades. En el fútbol hay lugar de sobra para la nobleza y por lo tanto para la amistad.”

Carlos Abín, escritor uruguayo

Apenas habían pasado 44 segundos cuando Maradona perdió una pelota en ataque, absorbido por dos jugadores brasileros. Jorginho dejó para Alemao. Salió con pelota al pie y tocó al centro del campo para Müller. Giró y evadió con ese movimiento a un rival. Dejó correr el esférico para Careca. Éste le ganó la posición a Monzón y encaró directo a Simón, que aguardaba unos pasos delante de la medialuna. Como a un cono, el 9 lo evadió y pisó el área. Esperó a un desesperado Monzón que llegó por detrás y lo hizo pasar de largo con un recorte. Con Simón acercándose nuevamente, Careca definió de derecha pero su disparo fue desviado por la pierna derecha de Goycochea.

Ni Careca, ni Maradona; ni las 61380 personas en el estadio, ni los millones que observaron ese juego por televisión a lo ancho del mundo lo supieron, pero en ese preciso momento presenciaron el primero de los muchos milagros que sucedieron en esa inolvidable tarde del 24 de junio de 1990.

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Nacido en el municipio de Araraquara de San Pablo, Antonio de Oliveira fue un delantero de talla mundial que llegó a disputar dos copas del mundo con su selección. Con grandes virtudes físicas, de buen desmarque, veloz para la contra y letal en el área, Careca fue de los primeros futbolistas brasileños que triunfaron en el fútbol moderno europeo. Su irrupción en la liga de su país se dio luego de jugar seis años en el Guaraní para ser transferido al San Pablo, donde consiguió anotar 115 goles en 191 partidos.

En un fútbol que ya comenzaba a mutar desde la cadencia al poderío físico, Careca fue de la primera camada sudamericana que llegó a Europa para deslumbrar en un sorprendente Napoli que cambió la hegemonía del Calcio italiano. Impensado hoy en día, rechazó una oferta millonaria del Real Madrid para poder darse el gusto de jugar junto a Maradona.

Claro que no solo lo atrajo la idea de compartir equipo con Diego, sino que la propia intervención del argentino medió para torcer las negociaciones con la Casa Blanca y propiciar su arribo al sur de Italia. Luego de su buen mundial en México ’86 (5 goles en 5 partidos) el Real Madrid lo tentó, pero la idea de jugar con Maradona fue más fuerte: “Cuando estaba por decidir mi futuro llegó la propuesta del Napoli y la acepté por Maradona. Era mi sueño, rechacé a la Casa Blanca por estar con él”.

Aunque siempre se habla de las diferencias entre los habitantes de los gigantes sudamericanos, son más las cosas que los unen que las que los separan. El fútbol, claro, no puede ser excluido. Lo que inicialmente fue admiración, con el paso del tiempo se transformó en genuina amistad entre ellos. En épocas donde solo podían convivir tres extranjeros por equipo, Maradona hizo buenas migas con Careca y Alemao, el otro brasileño que había en el plantel.

El primer encuentro entre ambos sucedió cuando Careca recibió en su hogar al argentino: “Vino a mi casa y me dio un abrazo, me abrió las puertas. Cuando me abrazó, me dijo ´Te va a ir bien, lo sé. ´ Además, me aseguró que podía contar con él para lo que necesitara. Allí comenzó una complicidad afectiva, muy cercana y de mucha confianza. Yo no pude dormir esa noche del domingo y esperaba muy ansioso que llegara el otro día para entrenar por primera vez juntos. Al lunes siguiente entrenamos por primera vez en Lóbrega, la sede de entrenamiento del Napoli, y fue todo fácil. Hablábamos el mismo idioma. Maradona era alegría”, contó Careca en una nota con el diario Infobae.

Careca se adaptó rápidamente al equipo que venía de ganar la Serie A la temporada anterior. Logró acoplarse de buena forma con Diego y Bruno Giordano, con quienes conformó el recordado tridente apodado MaGiCa. En su primera campaña europea, quedó prontamente eliminado de la Copa de Europa a manos del Real Madrid de Míchel y Butragueño y en el torneo doméstico quedaron en segundo lugar, a tres puntos del Milan. El brasileño terminó con 13 goles convertidos.

La amistad creciente entre Diego y Careca fuera del campo se vio plasmada dentro de él en la campaña 1988/1989. Fue la de la consagración continental, torneo donde dejaron en el camino a poderosos como la Juventus y el Bayern Múnich. Napoli se alzó con la Copa de la UEFA al vencer al Stuttgart alemán por un global de 5-4, con dos goles del brasileño en esa serie que lo tuvo como el máximo anotador del torneo. El Scudetto volvió a escapársele frente al Inter por 11 puntos y no pudo quedarse con la Copa Italia tras perder la final ante la Sampdoria.

La temporada 1989/1990 comenzó con el sorpresivo arribo del entrenador Alberto Bigon por Ottavio Bianchi y culminó con la obtención de la Serie A en manos del Napoli, nuevamente, con un Maradona descomunal, autor de 16 goles, secundado por Careca, que aportó 10, para dejar relegados a equipos plagados de estrellas como el Milan, la Juventus o el Inter.

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Todos atrás y Dios de 10. La radiografía del comienzo de esa soleada tarde de Turín del 24 de junio de 1990 parecía ser una suerte de anticipo de la conocida canción de Los Caballeros de la Quema, que se editaría ocho años después bajo el título de “Todos atrás y Dios de 9” en el álbum “La paciencia de la araña.”

Paciencia, justamente, fue la virtud a la que tuvo que recurrir la Argentina en ese duelo de octavos de final para poder contrarrestar los embates de Brasil durante gran parte del partido. Con una clasificación agónica a la segunda fase del mundial, los de Bilardo llegaron a esa instancia luego de la catastrófica derrota en el debut ante Camerún, el triunfo ante la Unión Soviética (con la baja por fractura de Neri Pumpido) y el empate a uno ante los rumanos, que le otorgaron el pasaje como una de las mejores terceras de la zona de grupos. Brasil, por su parte, llegó a ese partido con tres triunfos en fila ante Suecia (con destacada actuación de Careca, autor de dos goles), Costa Rica y Escocia.

Luego de la jugada inicial de Careca, Alemao tuvo un disparo desde afuera del área que se fue alto y recién a los 15’ Argentina tuvo su primera chance. Bajo una enorme silbatina como cada vez que tocó el balón, Maradona habilitó por izquierda a Caniggia quien marcó el gol, pero el línea le cobró un offside inexistente. Era la primera señal de la FIFA para el convidado de piedra de ese mundial. Brasil siguió siendo dueño del trámite y dos minutos después llegó el segundo milagro de la tarde.

En un ataque por derecha Dunga cabeceó incómodo un centro que pegó en el palo y cuyo rebote Ruggeri despejó en medio del área chica al córner. Los golpes a Maradona iban creciendo minuto a minuto, apagando al astro argentino que ya arrastraba el tobillo izquierdo machacado y soportaba el maltrato brasileño. Un error de Giusti al querer cerrar para adentro en el área casi fue facturado por Careca. Goycochea la sacó al tiro de esquina para cerrar el primer tiempo.

Durante el descanso, cuenta la leyenda, que el silencio en el vestuario fue atroz. Al responder a la orden de salida del referí para jugar la segunda mitad, en el túnel rumbo al campo, Bilardo, que no había emitido opinión al grupo les dijo: “si se la siguen dando a los de amarillo vamos a perder”.

 El segundo tiempo tampoco fue distinto al primero. Un centro de Branco por derecha que Goycochea desvió y la pelota que pegó en el palo. En la acción siguiente Brasil recuperó el balón y Alemao sacó un disparo que se estrelló de nuevo contra el poste. Las situaciones se siguieron dando en un solo arco, el dominio brasileño era abrumador.

<> on March 1, 2020 in UNSPECIFIED, Italy.

El gol parecía estar al caer, pero como bien dijo Víctor Hugo Morales en su relato, a los 36’ “…Maradona demostró que todo roto igual es Gardel. A 55 años de la muerte de Carlitos, vos sos Gardel, Diego. No se puede creer lo que has inventado…”

En la que tal vez sea la segunda o tercera jugada más recordada en la carrera de Maradona, el astro arrastró medio equipo brasileño de mitad de campo hasta casi la medialuna del área y mientras se caía habilitó de derecha, con caño incluido, a Caniggia, que comenzó a probarse el traje con el que se lo emparentó toda su vida: ese que lo identifica más como hombre de selección que de clubes.

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Con el paso de los meses, Diego y Careca fueron cimentando su amistad tanto dentro como fuera del campo de juego. En los entrenamientos, volvían locos a sus compañeros cuando entre ellos se ponían a tirar paredes que eran imposibles de romper para quienes debían marcarlos. En el plano extra futbolístico, las reuniones entre ellos y sus familias comenzaron a ser algo cotidiano. Asados en lo de Maradona, feijoada en lo de Careca, salidas a comer afuera, disfrazados para no ser reconocidos por los fanáticos, o con Diego escondido en el baúl del auto y demás eventos que hicieron que tanto Claudia y Fátima, esposa del brasileño, continúen en contacto hasta el día de hoy.

En noviembre de 1989, Maradona contrajo matrimonio con Villafañe en una fiesta para más de 1200 personas celebrada a lo grande en el Luna Park. Desde Italia, Diego alquiló un avión privado para traer a 250 invitados, entre ellos su amigo Careca y varios jugadores del Napoli y hasta dirigentes, como el entonces presidente del club, Corrado Ferlaino. El evento, un momento de relax para todos los jugadores allí presentes, no fue tal para Bilardo. El entrenador argentino, que ya tenía su mente puesta en el mundial del año siguiente, aprovechó la ocasión para tomar detalles de posibles rivales mundialistas.

En el living del programa de TV de Susana Giménez, años después, el propio Bilardo comentó que mandó a Ruggeri a bailar al lado de Careca para medir si el defensa argentino era más alto que el delantero brasileño, previendo un posible cruce en Italia ’90. Las locuras del entrenador finalmente se concretaron y casi con seguridad que el dato recabado en el casamiento, le sirvió al técnico a la hora de preparar ese partido.

La amistad entre Diego y Careca no se rompió a pesar de la polémica salida del argentino del Napoli, allá por marzo de 1991. La distancia no afectó la relación entre ambos. Si bien Maradona cumplió los 15 meses de suspensión por dóping para luego fichar por el Sevilla y el brasileño estuvo dos años más en el sur de Italia hasta su partida a Japón, el contacto siguió vía telefónica o con alguna visita de uno a otro.

Tal fue el vínculo entre ambos que según Careca planearon jugar juntos en el Santos, cuando el brasileño retornó a su país y también existió la chance de que el propio Careca firme para Boca en 1996 y reeditar la dupla con Diego.

La muerte de Maradona en noviembre de 2020 lo afectó mucho. El brasileño lo lloró junto a su familia en San Pablo al igual que millones de compatriotas. “En Brasil se sintió mucho la pérdida de Maradona, dejando de lado la disputa deportiva que tuvo con Pelé. Fue una pérdida irreparable porque tenía muchos años más para vivir. Tenía 60 años, muy joven para morir. Más allá de la rivalidad que existe entre Argentina y Brasil dentro de una cancha, el brasileño ama a Maradona. Con la muerte del Diez, se notó que la rivalidad fuera del campo no existe”, le contó Careca a Infobae, dejando en claro que argentinos y brasileños no son tan distintos después de todo.

El último contacto entre los amigos fue a mediados de 2019. “Hablamos rápidamente por teléfono porque mucho tiempo no le dejaban utilizar el celular a Diego. Después, antes de hacerle la última cirugía, me comuniqué con Claudia, que estaba muy preocupada y me contó que tenía que pasar por el quirófano, pero no lo veía bien. Hablaba más con ella que con Diego. Fátima, mi mujer, se comunicaba con Villafañe para saber sobre él. Un pecado cómo nos dejó porque tenía muchos años más para vivir. Una tristeza enorme su partida, pero está descansando en paz”, declaró el brasileño en esa misma entrevista y aseguró que, “no veo el momento de estar frente a la tumba de Maradona y hacerle mi despedida final. Será un momento muy duro, pero se lo debo a mi hermano y querido Diego”.

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Consumado el milagro del gol, los últimos 10’ de partido fueron de cierto desahogo para la Argentina. Con la polémica del bidón de Galíndez a Branco como un mito más en esa ya mítica tarde, a falta de siete para el final, Basualdo se armó una jugada personal para encarar libre hacia el arco pero fue derribado desde atrás por Ricardo Gómez, que se fue expulsado. De esa falta, Maradona sacó un medido tiro libre que Taffarel logró desviar con las yemas de sus dedos. El último guiño de la suerte para los de Bilardo sucedió a los 87’ cuando un mal cierre de los centrales argentinos dejó a Müller solo frente a Goycochea, pero definió desviado.

Con el pitazo final del árbitro francés Joël Quiniou explotó la felicidad argentina pero aún quedaba tiempo para un nuevo milagro, ya no deportivo sino humano y muy característico del autor. Maradona se acercó para consolar a su amigo Careca e intercambiar camisetas. El propio Diego destacó tres puntos de ese partido que lo marcaron: el gol de Caniggia, el que se perdió Müller (“que a mí casi me da un infarto”, declaró a la TV) y el abrazo con su amigo. “A pesar de quedar afuera me deseó toda la suerte y me dijo que ahora era hincha fanático de la selección argentina por mí, por la amistad que tiene conmigo. Eso me emocionó mucho y lo besé, lo abracé mucho porque sé lo que estaba pasando en ese momento porque lo sé ganador, juega conmigo en el Napoli y lo creo un hombre extraordinario, un amigo”.

El fútbol, que hermana y no divide, a pesar de que sean varios los que hoy sostienen lo contrario, entregó esa tarde inolvidable la icónica imagen de un Maradona enfundado en la remera marca Topper de Brasil, con sus puños apretados mirando a cámara, que refuta la teoría que argentinos y brasileños son diametralmente opuestos. Ayer Diego y Careca, hoy Messi y Neymar post final de Copa América en el Maracaná.

Esteban Bedriñan
Twitter: @ebedrinan

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