A 15 años de la partida física del gran Roberto Fontanarrosa tomamos un cuento suyo para emparentarlo con el punto de partida de la popularidad total de Messi en la Selección. Una conversación imaginaria en el cielo de los argentinos. Fantasía o realidad, a esta historia le da igual. Escribe Lucas Jiménez.

“Pedrito se apioló tarde de cómo venía la mano. Porque él podía haber sido un ídolo, un ídolo popular, desde mucho tiempo antes. Lo que pasa que el Pedro, vos viste cómo es, un tipo que se pasa de correcto, de buen tipo.”

Roberto Fontanarrosa-Lo que se dice un ídolo (1982)

19 de julio de 2022. Bar de El cielo de los argentinos

El mozo se acerca a la mesa donde dos personas acomodan sus camperas en la silla y sin mediar presentación se dirige a ellos.

-¿Qué van a tomar muchachos? ¿Son ustedes dos o viene el resto?

-Lo de siempre Cacho, un cortado y otro mitad y mitad, que no sea lágrima, 50 y 50. Somos nosotros Cachito, el resto viene más tarde. Antes de irte pasate por acá que te voy a dar una respuesta de lo que me comentaste ayer. Ah y me debes unas felicitaciones, un saludo, algo.

-¿Por? ¿Por haber pasado dos partidos sin perder y empatar contra un Independiente que se cae a pedazos?

-No te hagas el pícaro. Hoy se cumplen 15 años de la primera vez que vine a este bar. Un bar que no sé si sabías pero imaginé su existencia estando allá abajo.

-Qué grande Negro, pero felicitaciones maestro. No sabía. Viste que acá no le damos bola a las fechas. Bueno los dejo que me están chistando de la bacha, ahí les traigo los cafés.

La persona que está frente suyo todavía no mete bocado. Observa la situación esperando su momento para interceder y tratar de entender por qué el Negro lo había citado al bar antes del horario de siempre.

-Felicitaciones amigo por estos 15 años de la segunda etapa de nuestra amistad ¿ahora me podes decir qué es eso tan importante que me querías decir?

-Ah sí, sí Gordo. Pero sentate bien y prestame atención. Dejame exponer la idea y no me interrumpas por favor, que esto es serio. Lo vengo maquinando hace un tiempo y anoche, cuando pensaba en este día tan especial, me cayó toda la teoría de golpe, como una catarata de caramelos cayendo de una piñata recién pinchada. La cosa es así, ¿te acordás del cuento mío “Lo que se dice un ídolo? El de Pedrito que era re tranqui el pibe hasta que un día explotó y acomodó al defensor más picante del campeonato.

-Sí, sí claro que me acuerdo.

-Bueno Pedrito es Lionel Messi. Sí, ya sé que Pedrito era de Central. Digo esa historia es la de Leo en la Selección Argentina y el defensor picante que lo transformó en popular es Gary Medel, el chileno. Paso a explayarme.

-¿El cortado para quién? (interrumpe el mozo)

-Acá Cacho, acá para mí. El mitad y mitad es para el Gordo. Ah Gordo después te tengo que comentar algo sobre Cacho y el bar. Cachito lo vamos a solucionar, quedate tranquilo.

El mozo se va y el Negro y el Gordo vuelven a quedar solos.

Como si fuera un discurso de esos que quedan para siempre en la historia, el Negro lo vomitó entero. Todo de golpe. El Gordo, que lo conocía y mucho, se imaginó que se venía algo groso y había apretado el botón rojo del grabador de periodista para que quede registro de la charla. Así quedó patentada la teoría que Messi y Pedrito son la misma persona.

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Para arrancar, y antes que salten lo estadistas rigurosos, a Messi sí lo habían expulsado antes de los empujones con Medel. Fue en su debut en la Selección contra Hungría, algo insólito que no viene al caso. Fue un manotazo más inofensivo que Macaya Márquez resfriado.

 Pero hay puntos en común entre Pedrito y Leito. Muchos. No reaccionaban ante la agresión, ni tampoco exteriorizaban en público sus emociones. Por timidez capaz, por vergüenza quizás, por no vender humo por ahí. Por lo que sea. No lo hacían. Si tenían un problema no te enterabas por boca de ellos.

No es que la explosión de Messi en la Copa América 2019 se dio de la nada. Fue un proceso que se fue construyendo hasta que el agua hirvió y el tipo mostró su verdadera cara, que vaya casualidad es la misma cara que nos identifica a una mayoría. Porque nos gusta ganar pero también nos gusta denunciar y plantarnos contras las injusticias, y, una vez que pase todo eso, agrandarnos un poco en nuestros logros. Para qué mentir. Sacar un poquito de pecho, creérnosla.

La cosa arrancó tres años antes, fue en 2016. El Indio Solari en Tarea fina cantaba que tal persona no sabía si le gustaba más que el rock porque nunca la vio llorar. Bueno cuando la Selección Argentina perdió su tercera final consecutiva, Messi lloró. A moco tendido ante los ojos de todo el mundo que estaba frente al televisor. Devastado estaba como cualquiera de nosotros cuando la vida nos pega un poco. Tan hecho bosta estaba que salió y renunció a la Selección ante las cámaras de TyC Sports en vivo.

La reacción a esa decisión quitó el foco de la final perdida. “Messi no te vayas”, amanecieron los carteles en las bocas de subte al otro día. En su regreso a la Selección en el primer partido por Eliminatorias una tela blanca pintada con un aerosol desprolijo, que hacía más genuino el mensaje, decía: “Messi. Prefiero perder con vos que perderte a vos”. Ahí de a poco algo se fue generando. Pero después volvió a ser Pedrito. Reaccionó contra el juez de línea en un partido contra Chile y lo sancionaron, en algo medio raro porque no jugó contra Bolivia en el partido que marcó la salida de Bauza y Tinelli de la Selección y ya con Tapia y Angelici al mando de la AFA le quitaron la sanción.

También, la verdad, que contra los árbitros se la agarran todos. Es la fácil. En la tribuna nos gusta cuando la reacción es contra el rival de turno. Una vez estando en la platea de Rosario Central sucedió una jugada que me hizo saltar del asiento. Un jugador habilidoso tiró un caño hermoso. “Oooleee”, gritamos a coro. Pero el caño fue al pedo porque la perdió. Y ahí vino lo mejor, se tiró a barrer al defensor rival y la mandó al lateral. Ahh, ahí se vino la tribuna abajo. Platea, popular, todo el estadio aplaudiéndolo. Ahí me cayó la ficha. Dije acá viene un finlandés y le explota el cerebro, celebramos un caño pero explotamos cuando un jugador se tira al piso a barrer.

Entonces el jugador definitivo que nos identifica es el habilidoso pero que si cada tanto tira una tribuneada mejor. Si tira varias ni hablar. Pero tampoco el exceso eh. Los fabricantes de humo no.

El click con Messi sucedió en esa jugada insignificante del partido por el tercer y cuarto puesto de la Copa América 2019 que al 10 le tiran un pase largo. Mientras corría, y veía que no llegaba, de repente se le vino toda junta su historia de calentura contenida. Vio que adelante suyo estaba Gary Medel que lo había cagado a patadas en la final de Copa América de 2015, y en tantos otros partidos más, y le tiró una patadita por abajo. Silenciosa, quedaba ahí. Pero por algo le dicen el “Pittbull” al chileno, que se dio vuelta para pechearlo. Messi se quedó parado, no le puso un viaje como Pedrito a Carpani en cancha de Vélez. Pero, a su manera, se plantó. Los echaron a los dos y ahí vino lo mejor del amor.

De calentón hermoso no fue a recibir la medalla por el tercer puesto y apenas salió adonde estaban todos los periodistas tiró: “La copa está armada para Brasil. No quería ser parte de esta corrupción, fue una falta de respeto. No se permite que la gente disfrute del fútbol. Quizás esto fue mandado, me pasaron una factura”. En semifinales nos habían choreado contra Brasil y el Capitán había lanzado que «Se cansaron de cobrar foules boludos, penales pelotudos y hoy no fueron al VAR. Una cosa increíble. Ojalá la CONMEBOL haga algo, aunque no creo porque maneja todo Brasil”.

Fue una semana que Messi se amigó con el termismo que le reclamaba eso. Ahí se armó una grieta. Recuerdo al Messista definitivo Pipo Gorosito que puso en Twitter: “Hoy escuche que esta era la mejor versión de Messi xq «canta el himno, discute con el árbitro y se tiro a los pies » jajajaja son muy cómicos!!!!!! País generoso.”. Después en la tele dijo que a él le gusta el Messi que hace goles y en la Copa América solo había hecho uno de penal.

Juan Pablo Varsky es quizás el periodista que mejor teoriza sobre Messi y también marcó diferencias sobre esta nueva postura del 10. Opinó en una columna en La Nación que este nuevo Messi, que hacía visible su calentura, se explicaba en esta nueva Selección que ya no contaba con líderes como Mascherano, Biglia, Zabaleta o Chiquito Romero. Y hasta puede que los dos tengan razón. Pero acá viene el gran dilema de la vida, quiero tener razón o ser feliz. ¿Podíamos coincidir en las contradicciones dentro de este nuevo ídolo popular que se estaba generando?

Ernesto Laclau, que anda por acá arriba también, en su libro “La razón populista” marcaba que las identidades se construyen dentro de un todo donde interaccionan sus diferencias. Con las demandas de sectores diferentes se arma un discurso común y una praxis política. Mediante la conexión entre las demandas se construye para adentro y para afuera identificando un enemigo. Ponía el ejemplo que mediante la demonización de un sector de la población una sociedad alcanza su propia cohesión.

El enemigo que localizó la nueva popularidad de Messi fue el periodismo que apuntaba contra el técnico de la Selección, ya no contra el número 10 por su nueva condición de indispensable (2016) y popular (2019). Entonces el Capitán, segundos después de tildar de corrupta a la Conmebol, tomó el micrófono y pidió por la continuidad del DT que todavía era interino. Algo que nunca había hecho anteriormente con ningún técnico. Así cerró filas hacia adentro para esperar el momento que vuelva a sonar ese grito de guerra que pide alentar a la Selección sin importar lo que digan los periodistas.

Rodrigo De Paul, Lautaro Martínez y Leandro Paredes salieron a decir que Messi había puesto la cara por todo el grupo, como que había dicho lo que todos pensaban. Así se construye una capitanía. El liderazgo de Messi primero fue hacia adentro, como cualquier liderazgo. Pero ocurrió en pleno proceso de popularidad que lo empezaba a mostrar como la nueva bandera combativa del seleccionado, tras el retiro de Javier Mascherano, que ocupaba ese rol anteriormente.

Messi fue sancionado por 4 partidos por sus declaraciones en caliente. Volvió para jugar amistosos contra Brasil y Uruguay a fines del 2019. No habló para no comerse otra sanción, pero se trenzó con el técnico de Brasil Tite en pleno partido, a quien mandó a cerrar el pico, y se agarró con el delantero uruguayo Edinson Cavani, quien lo invitó a pelear. “Cuando quieras, cuando quieras, cuando quieras”, le respondió Messi con mirada desafiante.

En esos dos partidos metió goles, dio asistencias. Se empezaba a construir una popularidad completa que iba a tener su gira presentación en la Copa América 2020 coorganizada entre Argentina y Colombia. Ahí vino la pandemia que frenó todo.

En todo el largo proceso de espera hasta la Copa que finalmente se jugó en 2021 en Brasil, ya varios jugadores de la Selección salían a hablar del rol de Messi como capitán. Algo que nunca había pasado anteriormente y mirá que Messi es capitán desde 2011. Osea que 10 años tuvieron que pasar para que sea reconocido Pedrito, digo Leito.

Toda la teoría se hizo práctica en la Copa del 2021, donde unió a todo el espectro para generar este nuevo ídolo popular. Messi jugó todos los minutos de todos los partidos, lideró todas las tablas individuales del juego. Goles, asistencias, lujos, lo que quieras. ¿Querés guarnición? Tenes, festejo maradoniano contra Chile, frase que caló hondo en el grupo como “es la hora de dar el golpe”, jugó con el tobillo sangrando el segundo tiempo contra Colombia. ¿Termeadas? “Baila ahora”, le gritó a Yerry Mina que erró en la definición por penales contra nosotros y había metido bailecito cuando eliminó a Uruguay. ¿Barridas? Tenes contra Brasil un quite como si fuera el mejor Mascherano y una patada a Neymar que ni el Flaco Schiavi caliente hubiera pegado.

Salió campeón. Lloró. Lo tiraron para arriba como en su casamiento. Trajo la copa a la Argentina y lloró más todavía en su primer partido como local contra Bolivia en el Monumental. ¿Lo teníamos que ver llorar para reaccionar hermano, a vos te parece?

Pero bueno, así fue. Y como a Pedrito al primer partido como local después de la sanción, la gente lo fue a ver a él y se cayó el estadio para ovacionarlo. Él metió un golazo y se tocó el parche de Campeón de América. Y sí viejo, es así. Qué sentido tiene salir campeón si no es para agrandarse, levantar las manos ante los aplausos, sentir que ustedes allá y nosotros acá somos lo mismo. Que lloramos, reímos, puteamos, nos calentamos pero acá seguimos. “Un sentimiento, no traten de entenderlo”, ¿ubicas ese cantito? Sonó en el vestuario del Maracaná y el Enano en pedo hizo un video en Instagram cantándolo sacado en primer plano, algo que sobrio no haría ni locos si sube cada posteos que parece mi tía. Ni un emoji le pone. Y lo banco, yo no cazo una de esas cosas tampoco.

La verdad que querés que te diga nos cabe la termeada. Un asadito en el predio meta birra y curry, un poquito de fernet a la copa por acá, un cantito a Brasil por allá, un Olee contra Italia en Wembley, Los Palmeras en vivo y cantar “aea soy sabalero”, los jugadores vacacionando juntos. Un poquito de Lío, sin romper nada.

Después de todo esto tuvo retribuciones de cariño, ya no de respeto como antes, ahora sí de cariño explícito. Tatuajes, banderas, pintadas por todos lados con su cara. Ahora vas a cualquier campito en un barrio popular y hay una pintada de Diego y también una de Messi. Eso no existía hace unos años. Me dirás que es por que ganó y te respondo que en gran parte es porque ganó. Pero la porción que completa la torta la llenó con un poco de populismo, que tanto nos gusta y nunca viene mal.

Messi primero fue un ídolo global y después un ídolo popular acá en su tierra. En 2019 se sumaron los que faltaban después del cruce con Medel. Y mirá si somos bravos cuando nos unimos que después de eso no perdimos más. Si con verlo llorar no alcanzaba, cuando lo vimos pelear descubrimos que definitivamente nos gusta más que el rock. Ñan fi frufi fali fru. Yo no lo cambio por nada cuando empieza a cabalgar.

No podes ser ídolo si sos demasiado perfecto, viejo. Decí que el Pedrito, digo el Leito, se apioló tarde de cómo viene la mano.

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-¿Y Gordo, que me decís? Mirá que es de la Lepra, yo lo sé. Pero ahora sí en Argentina Messi es Lo que se dice un ídolo.

-Puede ser eh, puede ser. No la había pensado. Ahora que lo decís, el nombre del libro donde publicaste ese cuento cierra con la teoría: El mundo ha vivido equivocado.

-Claaaro, claaaro. Che ahí está llegando el resto. Escuchá, hay que hablar algo. Cacho me dijo que el dueño del bar quiere dar de baja el pack fútbol, por la crisis, viste. Dice que está muy caro y que no lo va a pagar más. Le voy a plantear a los muchachos de hacer una vaquita y pagarlo nosotros. Hoy hay partidos por el torneo, ¿qué vamos a hacer sino hoy a la tarde?

-Contá conmigo Negro querido. Mirá si sale un nuevo Pedrito y nos lo perdemos.

Lucas Jiménez

Twitter: @lucasjimenez88

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