Argentina quedó afuera del Mundial sub-20. Pese al poco interés de los medios, debido a no contar con los derechos para la televisación, el certamen siguió. La final se jugará el sábado, desde las 13hs, entre Corea del Sur y Ucrania.
Pará pará pará pará, diría un famoso hombre de televisión, ¿vos me estás diciendo que Ucrania y Corea del Sur llegaron a la final? ¡Claro! ¡Por eso no lo televisan! ¡Ese mundial es un cachivache! ¿Y Brasil? No clasificó. ¿Y Alemania? No clasificó. ¿Inglaterra? No clasificó. ¿España? Tampoco.
De los campeones mundiales de las selecciones mayores masculinas sólo Argentina, Italia y Uruguay clasificaron. De estas tres, Uruguay y Argentina se volvieron en octavos. Italia quedó afuera este martes en semifinales contra Ucrania. En la otra llave Ecuador y Corea del Sur disputaron el otro lugar en la final. Era la primera vez que el equipo sudamericano llegaba a esa instancia en un Mundial de la FIFA. En el caso de los asiáticos, es su segunda vez, luego de aquel polémico paso por el mundial 2002. ¿Esto habla de una crisis en juveniles? No necesariamente.
El primer mundial sub 20 se hizo en 1977 en Túnez. Estos 42 años de historia marcan una clara tendencia: la ruptura de la hegemonía de los históricamente poderosos. Suelen llegar a las instancias finales equipos que, en selecciones mayores, con suerte clasifican al mundial y con mucho viento a favor llegan a cuartos de final. Podríamos hablar de una deconstrucción hegemónica o, como lo llama Boaventura de Sousa Santos, de una epistemología del sur futbolera. El “futbolera” lo agregamos nosotros, claro. Cuando Sousa Santos, compatriota de Cristiano Ronaldo, habla de epistemologías del sur, no se refiere al sur geográfico, sino a una cuestión política que tiene al norte como lo hegemónico y poderoso. De esta manera del sur, su contracara, emergen propuestas, caminos y alternativas que rompen con las ideologías colonizadoras y dominantes.
En las últimas cuatro décadas de los sub-20, los campeones fueron la Unión Soviética en 1977, Yugoslavia en 1987, Serbia en 2015, Portugal en 1989 y 1991 y Ghana en 2009. Por su parte, México en 1977, Qatar en 1981, Nigeria en 1989 y 2005, Japón en 1999, República Checa en 2007 y Venezuela en 2017 se coronaron subcampeones. Si vamos un poco más allá, Polonia, Corea del Sur, Rumania, Estados Unidos, Australia, Malí, Egipto, Colombia, Marruecos, Chile, Austria, Hungría, Costa Rica, Irak y Senegal llegaron a semifinales. Selecciones que en mayores con suerte clasifican a los mundiales, una vez cada dos años tienen la posibilidad de ser competitivas.
Quizás el hecho de que desde el principio se hayan planteado mayores posibilidades para todos, influya a la hora de encarar una Copa del Mundo sub-20. No es necesario tener pergaminos previos para poder disputar con seriedad el campeonato y llegar a instancias definitorias. Quizás influya el hecho de que todavía son chicos y como tales, atrevidos y desafiantes contra lo que está establecido. Pibitos que solamente quieren pisarla y encarar, sin sentir la presión ni estar en deuda con nadie. Simplemente entran y juegan sin importar si enfrente hay cinco copas del mundo o ninguna. Quizás, también juega el arraigo con su tierra y con su pueblo. Si bien se vio en este Mundial que muchos de los titulares de cada selección ya no jugaban en su país de origen, la cantidad de jugadores en el extranjero no alcanza ni por asomo a la de la mayor. El arraigo con la tierra natal y la juventud que se lleva el mundo por delante son probablemente los principales motivos para entender que tantas selecciones no dominantes peleen mundiales en esta categoría.
Es cierto que entre Argentina y Brasil se reparten un cuarto de los títulos sub 20. Pero también es cierto que de las seis finales disputadas por Argentina, cuatro fueron contra países no convencionales y una sola fue abrumadora (3 a 0 a Ghana). Por otro lado, esto no tiene que ver con descuidos de parte de las selecciones europeas, ya que solemos jactarnos del orden y la preparación en inferiores de ellas a la hora de hablar de porque no ganamos hace años en la mayor. Como todo sentido común, éste tiene poco de verdad.
Cuando Argentina quedó afuera hace pocos días con Malí, muchos hablaron de lo dormidos que son los pibes. ¿Cómo nos va a dejar afuera Malí? Bienvenidos al fútbol. Acá nadie es más que nadie por tener un par de títulos. Los trofeos son cachos de fierro que se exhiben en vitrinas, no argumentos para ganar un partido. Sino pregúntele a Corea del Sur y Ucrania que el sábado tienen la posibilidad de ser campeones del mundo.
Sigamos apostando a los pibes. Acá está el espíritu amateur. Acá está el fútbol. El que se respira en la calle, el que dice que cualquiera le gana a cualquiera. Acá están los pibes diciendo “¿y vos a quién le ganaste?”.
Juan Stanisci