Leandro Romagnoli y San Lorenzo comparten características: hacerse más fuertes en la adversidad. El 13 de agosto de 2014 el Ciclón ganó su primera Copa Libertadores y el Pipi fue parte importante de dicha consagración. Un héroe futbolístico y un club que la pelearon al lado, de cerca o muy lejos y no pudieron reír sin llorar. Escribe Lucas Jiménez.
“Hoy te convertís en héroe”, le murmuró Javier Mascherano a Sergio Romero a segundos de la definición por penales contra Holanda del mundial Brasil 2014 e inmortalizó esa frase. A lo lejos alguien la oyó y la hizo propia. Quería darle a San Lorenzo la copa que le faltaba en sus vitrinas. Leandro Romagnoli se mentalizó y se preparó como nadie para las semifinales y finales de Copa Libertadores, era su mundial, el que esperó toda su vida y no pensaba dejar pasar la oportunidad.
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En 2012 San Lorenzo caminaba por el abismo, de tanto pensar en su primera Copa Libertadores el Ciclón casi suma su segundo descenso a la B. Años de desmanejos dirigenciales y de refuerzos que no estaban a la altura del club lo llevaron a esa situación.
Por la fecha 16 del Clausura perdía 2 a 0 en el Nuevo Gasómetro con el Newell’s de Gerardo Martino y quedaba en zona de descenso directo a muy poco del final del torneo. Hasta que apareció Romagnoli que estaba en el banco de suplentes. Entró por Gonzalo Bazán para jugar tirado a la izquierda. Pipi entendió que estaban tocando fondo, agarró la lanza y contagió al resto. Se puso la mochila de líder futbolístico del equipo, junto a un recién llegado Julio Buffarini, el resurgimiento de Néstor Ortigoza y algunos goles de Emanuel Gigliotti y Carlos Bueno.
El partido terminó 3 a 2 con un gol agónico a los 42 minutos del ex delantero de All Boys tras un desborde de Leandro Atilio que incluyó gambetas y amagues antes de tirar el centro perfecto. El Pipi, después de muchas lesiones que menguaron su juego, volvía a ser el crack que brilló entre su debut con solo 17 años en 1998 y la rotura del ligamento de la rodilla derecha sufrida en 2002. Romagnoli fue a gritar el gol de cara a la platea sur y mientras era abrazado por Gigliotti y Bueno se dejó caer al piso llorando. Luego del encuentro describiría lo vivido como “una locura. Pasar por este momento es muy difícil pero esto es para toda la gente”.
Ese partido hubiera quedado en el olvido sin el 3 a 1 a San Martín de San Juan de la última fecha. Ese 24 de junio de 2012 San Lorenzo estuvo por algunos minutos en la B Nacional ya que empezó perdiendo el partido 1 a 0. El día que el descenso estaba cerca volvió a aparecer Romagnoli con dos asistencias para mandar al equipo a jugar la promoción con Instituto. “Me tiró el centro a la cabeza”, reconoció en Paso a Paso (TyC Sports) el Gringo Kannemann que metió el 2 a 1.
Todos los flashes fueron con el técnico que había agarrado el equipo en la fecha 9, el bombero Ricardo Caruso Lombardi, que al principio solo lo ponía 20 minutos al Pipi que venía con problemas en la rodilla. Pero el entrenador entendió que esa tarde solo el ídolo los podía salvar y el Pipi fue titular y capitán en la remontada. Luego Romagnoli volvió al banco y entró en el segundo tiempo los dos partidos de la serie contra el equipo cordobés que San Lorenzo ganó 3 a 1 en el global. Así San Lorenzo esquivó el descenso gracias al bombero y a actuaciones heroicas.
En la primera fecha del siguiente torneo hubo otro triunfo contra San Martín de San Juan por 2 a 1 con un gol del 10 festejado de cara a la popular exhibiendo el escudo de la camiseta. En la segunda jornada contra Belgrano en Córdoba Leandro sufrió otra dura lesión, la rotura de los ligamentos cruzados de la rodilla izquierda cuando se le clavaron los botines en el pasto. El Ciclón ya había hecho los tres cambios y tenía un jugador menos por la expulsión de Augusto Álvarez. Iban 40 minutos del segundo tiempo, Leandro decidió volver a entrar para no dejar a su equipo con 9 y sostener el empate que estaban consiguiendo. Parecía ser un punto y aparte en su carrera porque era la tercera vez que tenía esa misma lesión, aunque las anteriores habían sido en la pierna derecha.
Pero fue un punto y seguido para el hombre que jugaba en el Santo de Boedo que está tan acostumbrado a las caídas como a levantarse. Se recuperó y el mismo camino inició el club. Ya sin Carlos Abdo en la presidencia, San Lorenzo empezó a tomar color de la mano de Matías Lammens y Marcelo Tinelli, que en septiembre de 2012 ganaron las elecciones con un 88,5 % de los votos.
El Pipi volvió a gritar campeón con su querido Ciclón en el Torneo Inicial 2013. Fue titular en el equipo que dirigía Juan Antonio Pizzi pero gravitaba poco, su mejor partido en dicho certamen fue un 2-3 contra Lanús de visitante. El día de la consagración en la última fecha contra Vélez en el Amalfitani se pasó los segundos finales del partido llorando desconsolado en el banco de suplentes. Ese equipo quedó en la historia del fútbol argentino por ser el campeón de torneos cortos que menos puntos cosechó (33).
Pero el Ciclón siguió con su costumbre de golpazos inesperados. De repente, sin previo aviso, Juan Antonio Pizzi renunció para irse a dirigir al Valencia de España y los dirigentes fueron a buscar a Edgardo Bauza, que ya había conquistado la Libertadores con la Liga de Quito de Ecuador en 2008. El equipo del Patón jugaba a otra cosa que el de Pizzi pero tenían un punto en común: los nervios para disputar los partidos importantes. Esas ansiedades desequilibradas casi dejan a San Lorenzo afuera de la Copa Libertadores 2014 en primera ronda. Tras un 1-1 con Independiente del Valle en Ecuador la cosa parecía juzgada, encima por unos disturbios al final del partido a Romagnoli (y a Fontanini) le dieron 4 fechas de suspensión.
Parecía el final de la historia pero una victoria de Unión Española a Botafogo en Brasil le dio una vida más al club de los milagros. Esa vida la aprovechó Ignacio Piatti que metió 2 goles que pusieron al equipo en la siguiente ronda. Ahí empezó a aparecer la mano del por entonces cuestionado Bauza. Pipi seguía suspendido y alentaba de afuera. En los octavos contra Gremio, el rival más duro que enfrentó San Lorenzo en la Copa, las manos de Torrico en los penales mantuvieron vivo el sueño del pueblo azulgrana. En los cuartos el equipo mostró un gran aplomo para eliminar a Cruzeiro. Ambas series las definió como visitante.
Justamente en el partido de vuelta contra el club de Belo Horizonte después de un tumulto donde cayó el boliviano Martins fue expulsado Romagnoli, que volvía de la suspensión de 4 partidos. El 10 se retiró de la cancha llorando con bronca porque no había hecho nada, el delantero de Cruzeiro se autogolpeó solo. La misma Copa Libertadores que era el sueño de todo San Lorenzo era una pesadilla para el ídolo del club que no lograba hacer pie. Encima el precontrato que había firmado con el Bahía de Brasil abría el interrogante sobre si podría jugar la semifinal después del mundial 2014.

En una decisión que enmendó la de Confederación Sudamericana de Fútbol archivó el expediente del partido con Cruzeiro, Romagnoli convenció a los dirigentes de Bahía y ahora todo dependía de él. Se mentalizó para jugar su mundial y así de metido salió a la cancha la primera semifinal contra Bolívar en el Nuevo Gasómetro. El resultado fue un 5 a 0 contundente con un gran aporte suyo, tiró los dos centros para los goles de Matos y Más que abrieron el marcador. San Lorenzo tenía un pie y medio en el partido que soñó siempre: la final de la Libertadores. En Bolivia cerró la serie por más que cayó por 1 a 0 y lo esperaba Nacional de Paraguay.
Allí fue momento de otro golpe para el club, su goleador en la copa Ignacio Piatti (3 goles) sólo podía jugar el partido de ida. El Montreal Impact, que lo había comprado, solo le daba un permiso especial para la primera final porque al día siguiente de la misma cerraba el mercado de pases de la Major League Soccer (MLS) de Estados Unidos y luego de esa fecha ya no podría ser inscrito en el equipo canadiense.
Si el San Lorenzo campeón de Pizzi perdió a Martín Cauteruccio y Gonzalo Verón durante el torneo, el de Bauza llegó a la semi sin la joya Ángel Correa por una operación del corazón que lo alejó de las canchas hasta el 2015, y al partido decisivo sin Piatti. Sin Angelito en el equipo, Romagnoli asumió con gusto la conducción, jugó libre como más le gusta. Las finales contra Nacional fueron como un mundial para Pipi. Si bien salió campeón sub 20 en 2001 con la celeste y blanca, en la mayor solo disputó 13 minutos en un amistoso contra Estados Unidos en 2003 en el que ingresó por Federico Insua. Esta oportunidad con San Lorenzo era la final del mundo para Leandro Atilio.
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El día tan esperado de la consagración fue también el día de los nervios y las piernas atadas. Como tantas veces en su historia San Lorenzo llegó a la meta a los empujones pero llegó al fin porque está acostumbrado a sufrir golpes y seguir adelante. Los y las hinchas del Ciclón recordarán más el momento que Romagnoli levantaba la copa que algún gol en particular, porque la Libertadores era su obsesión.

Como pasó con el de Pizzi, los datos duros de las estadísticas dirán que ese equipo del Patón no fue un gran campeón. Solo metió 16 goles en 14 partidos y 8 fueron contra Botafogo y Bolívar. Pero sí será recordado como un equipo que nunca se dio por vencido. La historia le dio a San Lorenzo la Libertadores que le debía, le dio su mundial, porque el equipo lo jugó como tal. Porque se mentalizó como Romagnoli que era la hora de hacer historia.
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Pasaron algunos minutos de las 11 de la noche del miércoles 13 de agosto del 2014 y San Lorenzo gana el partido 1 a 0 con gol de penal de Ortigoza. Falta poco para el final. Romagnoli recibe de Enzo Kalinski en campo propio y esquiva una patada criminal de Silvio Torales, hace correr la pelota a la par que los minutos como toda la noche, antes de dar un pase preciso. Fue su último esfuerzo. A los 42 del segundo tiempo Bauza lo saca por Kannemann para sumar un ladrillo más en la pared defensiva.
Pipi camina sin levantar la mirada para que no se note que está llorando. El árbitro brasileño Sandro Ricci le pide que se apure. La hinchada lo ovaciona y él levanta las manos y la cara, da una vuelta que será la primera pero no la última de la noche. Con la mano derecha se toca el corazón y el escudo del club como si fueran la misma cosa. Ya no puede parar las lágrimas, le dice “dale” a su compañero que entra y le extiende la mano a su entrenador. Vive los últimos minutos del partido desde el banco con lluvia en los ojos.
Termina el encuentro. San Lorenzo gana la Copa Libertadores por primera vez en su historia. El hombre que tiene a su mamá y a su papá tatuados en el pecho hizo el posgrado en ídolo. Todavía no lo sabe pero en el futuro su nombre será tatuaje de muchos hinchas de San Lorenzo. Llevado en andas, levanta la copa de cara a la gente y sonríe con la boca bien abierta. La cinta de capitán le aprieta la camiseta al cuerpo. La hinchada lo mira y lo ama hasta el fin de los días. Sabe lo que pasa cada vez que Romagnoli ríe y llora de emoción con la camiseta de San Lorenzo.
Todavía emocionado, con los pies en el césped, se detiene frente a un micrófono y les habla a ellos y ellas: “Pienso en la alegría de la gente y en lo que significaba esta copa para el club. Nunca había jugado una final, nunca la había ganado. Mucha gente esperó mucho tiempo, la vida por esta copa y la verdad que hoy se la pudimos dar”
Lucas Jiménez