A partir del documental de Netflix sobre Guillermo Vilas, vuelve a ponerse en debate si fue o no número 1. Lo cierto es que los números no pueden discutirse y Vilas lo fue, como lo demuestra la investigación de Eduardo Puppo. Escribe Juan Stanisci.
En 1975 la Asociación de Tenistas Profesionales publicó su ranking en 13 de las 52 semanas del año. Faltaron 39. El periodista Eduardo Puppo investigó durante trece años para determinar si en alguna de esas semanas, Guillermo Vilas había llegado al número uno del ranking.
Puntos olvidados
Eduardo Puppo junto al matemático rumano Marian Ciulpan, revisaron 280 semanas, 22.545 resultados, 542 torneos y 1.117 jugadores, correspondientes al período que va de 1973 y a 1978. De la investigación se desprende que Vilas fue número 1 en cinco semanas, durante septiembre y octubre 1975 y las dos primeras de 1976.
La investigación comenzó en 2007. Durante el Roland Garros de ese año, Vilas presentó un reclamo a la ATP para ser reconocido como número 1, cosa que ya había hecho en 1975, 1977 y 1982. La ATP rechazó la petición del ex tenista. En diciembre del mismo año, la WTA (asociación de tenistas mujeres profesionales) reconoció el mismo error con la ex jugadora Evonne Goolagong. La australiana había sido número 1 durante dos semanas en 1976, hecho que fue oficializado treinta y un años después.
A partir del caso Goolagong, Eduardo Puppo se decidió a reunir y analizar semana por semana los resultados de los torneos donde Vilas pudo haber llegado a lo más alto del ranking. De aquí pueden surgir dos preguntas. La primera es ¿Por qué si el mejor año de Guillermo Vilas fue 1977 no fue número 1? Y la segunda ¿Por qué después de tantos años Vilas y el mundo del tenis siguen buscando dicho reconocimiento?
Uno de los tenistas que firmó el acta fundacional de la ATP en 1972 fue Guillermo Vilas.
Su gran año
El reclamo no pasa por utilizar el método de puntuación que se usa hoy en día y llevarlo a los años donde Vilas jugó. Sino a través del mismo modo de realizar el ranking, demostrar que llegó a la cima en las semanas en las que la ATP omitió las posiciones. “En los setenta, el ranking no premiaba a los que más jugaban”, explica Puppo. En la década del 70 el ranking se realizaba a partir de un promedio entre torneos jugados y resultados conseguidos. En el ’77 Vilas jugó 28 torneos y dividió por la misma cantidad, mientras que Jimmy Connors, quien fuera el número 1 en aquel año, compitió en quince torneos y dividió por esa cantidad. “A Vilas lo perjudicó jugar mucho”, opina el periodista, “si después de Roland Garros no jugaba la temporada de césped, era el número 1.” Pero tuvo otra posibilidad en aquel gran año. “Después del U.S. Open, si no jugaba cuatro torneos, terminaba el año como número 1. Cuando le pregunté por qué había hecho eso, me dijo: ‘yo pensé que ganando todo iba a ser el número 1’”, el razonamiento válido de Vilas iba en contra de la forma de puntuar de la ATP. «La cosa más injusta que hay en el tenis es el ranking del ’77, que estaba tan mal hecho. El tipo ganó durante todo el año todo, todo. ¡Dos Grand Slam! Y le dieron el número uno a Connors. No hay cosa más injusta en este mundo», opinó Ion Tiriac, ex campeón rumano de Roland Garros y entrenador de Vilas en sus mejores años.

El 23 de agosto de 1973 comenzaron los rankings de la ATP. La Asociación de Tenistas Profesionales había sido fundada un año antes, después del viejo US Open jugado en Forest Hills. El objetivo era, principalmente, que los jugadores profesionales pudieran competir libremente en los torneos Grand Slam (Wimbledon, Abierto de Australia, Roland Garros y US Open) y representar a sus países en la Copa Davis, algo hasta entonces prohibido. Uno de los tenistas que firmó el acta fundacional fue Guillermo Vilas.
Pero volvamos al año 1977. En enero llega a la final del primer Grand Slam del año, el Abierto de Australia. Perdió en tres sets contra el estadounidense Roscoe Tanner. Luego ganó Roland Garros en la final más rápida de la historia: 6-0, 6-3 y 6-0 contra el estadounidense Brian Gottfried, quien ese año alcanzó el número 3 del ranking. En septiembre llega a su tercer final de Grand Slam en el US Open, el último que se disputó en Forest Hills, a partir del año siguiente hasta hoy en día el torneo se juega en Flushing Meadows. La final se la ganó en cuatro sets, con un categórico 6-0 en el último, al que fuera el número 1 del año según la ATP: Jimmy Connors. El único Grand Slam en el que no llegó lejos fue Wimbledon, donde fue eliminado en tercera ronda.

El único error significativo que hubo entre 1973 y 1978 es el caso de Guillermo Vilas.
En 1977 Vilas jugó 31 torneos y ganó 16. Para tomar noción de lo que significan estos números, el mejor año de Federer a nivel títulos fue en 2006 con 12, mientras que el mejor de Nadal fue en 2005 con 11 torneos ganados. Ese año Vilas obtuvo 139 victorias sobre 153 partidos. Hoy en día mantiene el récord de partidos invicto en una misma temporada en polvo de ladrillo. Es cierto que la cantidad de partidos diputada ese año por Vilas fue demencial, pero también lo es que sus números están a la altura de los mejores de la historia.
Ser el número 1
“¿Por qué crees que durante tanto tiempo, Vilas persiguió esta cuestión de ser considerado el número 1 del mundo? El tipo cambió el tenis en Argentina, ganó infinidad de torneos ¿Por qué se queda tanto con esto del número 1 del mundo, si no es tan importante?”, le preguntó a Eduardo Puppo, el periodista Andrés Burgo en una entrevista en Era por abajo. La pregunta nos la hemos hecho la mayoría en mayor o menor medida. “No coincido con que no es tan importante”, responde Puppo, “si hoy Dominic Thiem (número 3 del mundo) tiene una buena semana la próxima y pasa en puntos a Djokovic (número 1) y el lunes la ATP decide no publicar el ranking. La próxima semana vuelve a ser Djokovic y esa semana queda en blanco. ¿Vos te crees que Thiem no va a reclamarlo?”

El único error significativo que hubo entre 1973 y 1978 es el caso de Guillermo Vilas. Hay otros jugadores que, si los números se corrigieran, podrían pasar del número 11 al 10. Pero para Vilas sería alcanzar el número 1. Sería el primer tenista argentino, hombre o mujer, en alcanzar ese puesto en singles.
En 2015 Puppo se encontró con que su investigación había sido mencionada en el New York Times. Hacía tiempo había presentado las pruebas, de manera confidencial, para que le restituyeran a Vilas esas semanas como número 1. La ATP le negó la restitución e hizo pública la investigación sin el consentimiento del periodista. “La historia no se puede reescribir”, fue la respuesta de Chris Kermode, el entonces presidente de la ATP. “No estamos reescribiendo la historia, estamos escribiendo la parte que le falta a esta historia”, le contestó Eduardo Puppo, en referencia a las 39 semanas en las que el ranking no había sido publicado. Las pruebas las presentaron tres veces. En ninguna de ellas la ATP pudo refutarlas, pero tampoco accedieron al reclamo.

Durante 152 semanas entre 1973 y 1978 la ATP no publicó el ranking, pero le otorgó el primer puesto a un jugador. “Si vos me confirmas que en esas semanas en blanco, vos sabes que ese jugador fue el 1. Te doy la mano, me voy y le digo a Vilas ‘mirá, no fuiste el 1’”, le dijo irónicamente al presidente de la ATP en aquel entonces.
Una puerta que se abre
Desde diciembre de 2019 el presidente de la ATP es Andrea Gaudenzi. En los últimos tiempos, con esta nueva administración, la Asociación ha empezado a “reescribir la historia”, ya que les están contabilizando torneos a distintos jugadores de la década del 70 que antes eran considerados exhibiciones.
Tanto Nastase, Borg y Connors vieron modificados sus palmarés. Lo cual genera una esperanza para la historia de Vilas y a la vez un problema. La cuestión que se abre es la siguiente. Si en la década del 70 la forma de puntuar en el ranking era a través de un promedio o average entre la cantidad de puntos conseguidos y torneos disputados, modificar el número de campeonatos que disputó un tenista generaría cambios en el ranking. Ya que si, por ejemplo, Connors había disputado para la ATP trece torneos y ahora se le computan diecinueve, entonces el promedio entre puntos y torneos no será el mismo.

Quizás la ATP simplemente está contabilizando torneos sin reparar en el error matemático que los mismos generan en los rankings de hace cuarenta y cinco años. Pero también se puede pensar, o al menos tener la esperanza, de que la nueva administración de Gaudenzi, se plantee reparar viejos errores en los comienzos de la ATP. Entre ellos el ranking de Vilas. Aunque el propio Guillermo no ve con buenos ojos esta posibilidad, “No tengo mucha esperanza que los señores que tienen que revisar la historia encuentren nuevos elementos que los hagan cambiar.”
Vilas fue el número 1
Más allá de los números y de la gran investigación de Eduardo Puppo, hay un dato que no deja dudas: su legado. Guillermo Vilas popularizó el tenis en nuestro país, a tal punto que podríamos hacer un quiebre que sea A.V. (antes de Vilas) y D.V. (después de Vilas). Si bien es cierto que su ascenso mundial, se dio en el contexto de los primeros años de la Era Abierta (cuando los circuitos empezaron a unificarse y a permitirle competir a tenistas profesionales), Vilas llenó de niños y niñas con raquetas los clubes de tenis.
Sin su carrera y su alto perfil, no hubieran existido Gabriela Sabbatini, Paola Suárez, Juan Martín del Potro o la llamada Legión Argentina. “Lo que San Martín, Borges o Fangio habían logrado en lo suyo, Vilas lo logró con una raqueta”, explica Alejandro Prosdocimi en el libro La final, sobre la historia del partido entre Gaudio y Coria en Roland Garros. Prosdocimi elige comenzar su narración con la final que Vilas le gana a Nastase en el Masters de Melbourne, Australia, en 1974. Vilas ganó ese partido en cinco sets, ahí “nacía el tenis masivo, para todo público”, escribe Prosdocimi.

Guillermo Vilas se retiró en 1989. Durante su carrera compartió canchas con otro argentino top ten: José Luis Clerc. Juntos marcaron otro gran punto de popularidad para el tenis argentino: la final de la Copa Davis 1981. Nuestro país pudo traspolar el fútbol al tenis y hacer de la Davis un mundial anual. Una obsesión que se alcanzó en 2016.
En los últimos años de carrera de Vilas, se dio el ascenso de Gabriela Sabatini, la primera tenista mujer argentina en alcanzar fama mundial y llegar al podio del ranking. Vilas tuvo mucha influencia cuando Sabatini era una niña, para que empezara a jugar al tenis. Lo mismo sucedió con los otros top ten de fines de la década del 80 y principios del 90: Martín Jaite (10º) y Alberto Luli Mancini (8º). El resto de la década pasó a la sombra del genio retirado, mientras por lo bajo se cocinaba una generación que pondría al tenis argentino de nuevo en lo más alto.
En mayo de 1999 un joven Mariano Zabaleta llegó a la final del Super 9 de Hamburgo (hoy Masters 1000), perdiendo en cinco sets un partido parejo de más de cuatro horas. Es la “fecha que personalmente elijo para dar punto de partida de los logros de una camada brillante que luego fue bautizada como la Legión Argentina”, escribe Prosdocimi. Un año después Franco Squillari (11º) alcanzó la semifinal de Roland Garros. A él le siguieron siete top ten: Coria (3º), Nalbandian (3º), Del Potro (3º), Gaudio (5º), Cañas (8º), Puerta (9º) y Pico Mónaco (10º). A ellos se les suman Chela (15º), Calleri (16º), Acasuso (20º) y el mencionado Squillari. En las últimas semanas el peque Schwartzman (9º), se agregó a este selecto grupo. Y no olvidemos a Paola Suárez número 1 en dobles y 9ª en singles. Esta gran camada de tenistas no hubiera sido posible sin la carrera de Guillermo Vilas.
“Vilas no merece ser el número 1 del mundo, a Vilas le corresponde ser el número 1 del mundo”, dijo Eduardo Puppo. Pero si la burocracia de la ATP elije no rectificar su ranking, el tenis argentino le estará igualmente agradecido por siempre al legado del gran Willy en la historia de este deporte.
Juan Stanisci
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