Se cumplen dos años de la confirmación de Lionel Scaloni como técnico de la Selección Argentina. Cuestionado y ninguneado por el periodismo, él fue haciendo su camino hasta forma una base sólida de jugadores y un equipo que casi sale de memoria. Escribe Jonatan Scheffer.

Hay distintos tipos de inteligencias, la inteligencia lógica, la motora, la relacional, la emocional, la deductiva, etc. Pero sin lugar a dudas la inteligencia colectiva permite, por ejemplo, en el mundo animal, que las aves se organicen en el aire para buscar alimentos  y refugios. Como también las hormigas, que se mecanizan en la marabunta, para en grupo devorar a todo aquello que se les presente como peligro en su pequeña comunidad, ya sea cuando buscan comida o cuando trasladan a su reina.

Este concepto, llevado al fútbol, hace poco más de un año lo desglosó Germán Adrián Burgos en sus redes sociales, haciendo hincapié en esa genética histórica con la que cuentan los  clubes y equipos en sí. Si uno se detiene en ese punto, se encuentra por ejemplo con que la selección argentina, después de tantos años de coquetear con la gloria que no consigue desde 1986 o 1993 (entre Mundiales y Copas Américas), tiene como mayor disyuntiva el hecho de no tener ya tantas estrellas. Cuenta con retazos de la generación saliente (quizás de las mejores en cantidad de baluartes) y es un inexperto entrenador quien tiene la tarea de afianzar estructuras, cuyos principales atributos se están notando paradójicamente a la par del crecimiento de muchos de los nuevos jugadores. No es casualidad, repasemos.

Alguna vez, Marcelo Bielsa le contó a Ricardo Lunari, ex dirigido suyo en las inferiores de Newell’s, que cuando dejó la actividad deportiva en el mismo club rosarino viajó a Buenos Aires para encontrarse con Carlos Timoteo Griguol (entrenador de aquel infalible Ferro) y preguntarle cómo un entrenador que no jugó profesionalmente podía llegar a triunfar. “Agarrá un buen equipo de chicos, andá buscando lo mejorcito de la zona, incorporando jugadores que puedan hacer la diferencia y que vayan creciendo con vos”, fue lo que el ex jugador leproso contó que salió de esa charla en Informe Robinson, programa documentalista que hizo un trabajo especial sobre la vida del “loco”. Y luego de tener una escueta pero entusiasta experiencia como entrenador del selectivo de fútbol de la Universidad de Buenos Aires, arrancó junto a Eduardo Bermudez y Jorge Griffa a incursionar en esa recomendación del “viejo”.

Scaloni sí tuvo una buena trayectoria como futbolista  en Europa, pero su primera experiencia como conductor de grupos se dio en la selección sub 20 que debía enfrentar post Mundial de Rusia 2018 en la Alcudia. El siguiente paso fue la mayor.

Argentina´s manager Lionel Scaloni attends a training session at Ciudad Deportiva Antonio Asensio in Palma de Mallorca on November 12, 2019. (Photo by JAIME REINA / AFP)

Como decía Atahualpa Yupanqui “saltar arriba del escenario salta cualquiera, pero subirse es distinto. Porque para eso hay que tener un largo camino recorrido”, y si eso se traslada a una timba como significa a veces sentarse en esa silla eléctrica que por momentos se torna el banco de la selección argentina (Bilardo decía que era tan difícil como ser ministro de economía), podría decirse que el actual DT albiceleste quemó muchas etapas. Sin embargo, el combinado nacional viene legitimando paulatinamente sobradas muestras de crecimiento que por allí cierto prejuicio de propios y extraños no logran no solamente ver, sino que hay quienes lo saben y no lo reconocen. Porque luego de años de castigos y filípicas críticas que no dejarían tranquilo ni al más impertérrito de los profesionales, el ex lateral derecho pudo con la puesta de la tan añorada renovación. Y efectuada de a poco, como alguna vez le tocó hacer a Coco Basile.

Con decisiones más que acertadas en la elección de los intérpretes y en la preferencia jugada por puntuales nombres propios que nadie tenía en el radar, el oriundo de Pujato (Santa Fé) viene teniendo un  repertorio de cumplimientos importantes desde hace ya casi 2 años y meses. Lo que más se destaca entre esto mismo es la ratificación sobre Armani, aún después de que desde el sector más recalcitrante del periodismo deportivo argentino, luego del partido contra Francia, le propinara dardos de todo tipo.

Fue escalonando también la afirmación de su dibujo táctico, siendo el tradicionalista  1-4-3-1-2 (como le gustaba a Basile también) con algunas dinamizaciones sobre la marcha del partido, que denotan que le gusta la intensidad y la variedad en las ubicuidades de sus jugadores. Y si bien Messi sigue siendo la bandera más orgánica y ascendente sobre el resto, siempre un entrenador tiene su principal decodificador de los mensajes, para así proporcionarle orden al parado del equipo. Y ese es Rodrigo De Paul.

CORDOBA, ARGENTINA – NOVEMBER 18: Lionel Scaloni (C) coach of Argentina talks with his players during a training session ahead of the international friendly match against Mexico on November 18, 2018 in Cordoba, Argentina. (Photo by Gustavo Garello/Jam Media/Getty Images)

El ex Racing, que pocos consideraban en sus inicios que podía ser un potencial seleccionable, a veces parece ser Scaloni en la cancha. Como Russo con Bilardo, Riquelme con Bianchi, o Simeone para cualquiera. Alcanza con que el partido se pare para dilucidar con sencillez que para el ex Newell´s y Estudiantes (acá en Argentina) es el actual volante del Udinese su elegido para brindar explicaciones a diseminar con sus compañeros y así añadir determinados patrones de conducta en el verde césped.

Como también el hecho de ponderar primero el tener la iniciativa del juego desde la defensa si se puede, pero entendiendo como ya Osvaldo Zubeldía decía “que los partidos se empiezan ganando en el mediocampo, para definirse en las áreas”. Por eso su volante central es Paredes. Un primigenio enganche o enlace, reconvertido en el Empoli de Italia a 5 por Marco Giampaolo, debido a su técnica.

Hubo un partido ante Boca donde Ángel Labruna antes de fallecer, cuando dirigía Argentinos Júniors, en el vestuario de la Bombonera previo a salir a jugar, empezó leyendo el equipo por los delanteros (Pepe Castro, Pasculli y Ereros). Cuando azorados los dirigidos le preguntaron con extrañeza el porqué de eso mismo, “el feo” respondió “porque más que nunca hoy defendemos atacando, sólo hoy primero quiero la solidez arriba, porque confío en los de abajo”.

El actual seleccionador nacional parece seguir ese concepto. Porque desde la Copa América del año pasado en Brasil, se nota que la selección encontró su solidez juntando a los más habilidosos, pasando por la colocación justa de los nombres propios en los lugares que mejor les sienta a la mayoría. Si bien era Agüero el 9, no así su ladero Lautaro en el comienzo de esta competencia en cuestión, como tampoco Acuña el volante por la izquierda. Pero sobre la marcha se fue creciendo a la par del mismo Scaloni de tal manera, que la mejor versión del equipo se dio en el partido más difícil, pese a quedar eliminados con el dueño de casa (semifinales). Como también ante Chile por el 3er y 4to puesto.

Hoy el Kun no está por lesiones, Acuña también se lesionó y primero Palacios más luego Lo Celso compusieron la columna vertebral, llegando a la tan ansiada línea memorística de la defensa. En donde se sabe que el 4 es Montiel y el 2 Martínez Quarta, continuando Otamendi y Tagliafico, como también Armani en el arco. De adelante hacia atrás, de menos a más. Podrán variar los suplentes, en otros casos no tener suplentes para puestos puntales (lateral derecho e izquierdo, más centrales zurdos probados), pero hay un cierta matriz que la Argentina está logrando concebir.

“Para mí la identidad de un equipo es el respeto por la pelota”, dijo Alejandro Sabella luego de un partido amistoso ante Bosnia, en la previa del mundial de Brasil. Quizás como esa última gran selección que fue de menos a más, ahora no sólo los intérpretes en el campo de juego vayan por esa vía, también el entrenador. Como Griguol le dijo a Bielsa.

Jonatan Scheffer

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