Los pibes de la reserva de Boca tomaron por asalto la primera división. A pesar de haber jugado el día anterior, sorprendieron a todo el fútbol argentino con su juego. Esta noche tienen una nueva prueba contra San Lorenzo. Escribe Juan Stanisci.

Esos locos bajitos que se incorporan
Con los ojos abiertos de par en par
Sin respeto al horario ni a las costumbres

Esos locos bajitos – joan manuel serrat

2 de junio de 2021. Colón todavía tiene el escudo sin estrellas; Dibu Martínez es un desconocido que no hizo méritos para ser arquero de la selección; Lionel Scaloni sigue siendo Lionel, nadie sabe quién es Leónidas y todavía están a tiempo de que un conocido conductor televisivo no haga payasadas disfrazadas de clase de historia; Messi no levantó ninguna copa con la selección mayor; el Maracanazo sigue siendo exclusivo del lado oriental del Río de la Plata. En el Estadio Florencio Sola se está por jugar la final de la reserva entre Boca y Sarmiento de Junín. Ganarían los juninenses por 2 a 1 luego de una gran remontada y un gol olímpico.

25 de julio de 2021. Colón se grabó en el pecho su primera estrella; Dibu Martínez se compara con Vegeta y devora rivales; Lionel Scaloni es comparado con un general espartano por un ridículo conductor televisivo; Messi sigue siendo Messi pero ahora lo vimos más feliz que nunca; tuvimos nuestro Marcanazo. En el Estadio Florencio Sola vuelve a jugar Boca, pero esta vez con la primera división. O al menos, eso dice el nombre de la competencia. La realidad es que muchos de los jugadores de la reserva que jugaron contra Sarmiento hace menos de dos meses serán titulares.

Los hechos que llevaron a que Boca juegue con los jugadores de la reserva contra Banfield son conocidos, cada uno tiene sus conclusiones. De los once que estuvieron contra Sarmiento, solo cuatro repitieron en el partido contra Banfield: Mancuso, Montes, Duarte y Vega. García, Giampaoli, Valentini, Sandez, Zeballos, Molinas y Vázquez, estuvieron en la delegación que viajó a Brasil y por ende quedaron aislados.

El teléfono de un colaborador del cuerpo técnico de Sebastián Battaglia recibe un mensaje. Es viernes a la noche y la incertidumbre por el partido de Banfield llega a su punto máximo. El colaborador abre el mensaje y lee: “Quiero jugar, mañana me infiltro”. El mensaje es de Ezequiel Fernández, volante central que se había perdido el partido de reserva por un esguince de rodilla. El cuerpo técnico accede y no se equivoca. Fernández será una de las figuras del partido.

Durante todo el primer semestre el periodismo deportivo hegemónico preguntó a los gritos cuál era el plan de Boca dentro y fuera de la cancha. Hoy está a la vista. No solo por qué el equipo que salió a la cancha ayer lo hizo realmente bien, sino porque se ve un futuro ligado a los juveniles dentro del club. No es fácil saltar a primera. Menos aún si no hay jugadores con experiencia para apoyarse en los momentos difíciles. Pero los juveniles de Boca tomaron la primera división por asalto y mostraron que los pibes son pibes pero saben jugar.

En un fútbol plagado de pases entre los centrales, carente de gambetas y muchas veces monótono, los juveniles trajeron la inconsciencia de la juventud. “Estás completamente loco, Valentín Barco”, fue la sentencia de Marcos Rojo en las redes sociales durante el partido. El mensaje podría haber sido para cualquiera de los jugadores. Aranda saliendo a cortar sin achicarse a un experimentado Luciano Pons con trayectoria en todas las categorías del fútbol argentino; Ezequiel Fernández tirando un caño de espaldas presionado en la salida; Escalante presionando y ganando los mano a mano para volver loca a la defensa de Banfield; Taborda y sus mil pulmones; Gabriel Vega y su categoría para frenar la pelota y pensar cuando todos corrían. Cosa de chicos, los juveniles demostraron que esto es un juego y antes que nada hay que jugar.

La lluvia no frena a nadie en González Catán. El cielo gris continúa amenazante, pero igual van llegando de a uno. Aparecen, infaltables, el bombo y el redoblante. “Olé olé olé olé, Gabi, Gabi”, corean todos y todas. Parado sobre la terraza de su casa, todavía vestido con el uniforme de Boca, Gabriel Vega mira con las manos en los bolsillos. Parece tener la misma calma que cuando lleva la pelota en los pies. Dice que no con la cabeza. A pesar del barbijo se nota que sonríe. Finalmente las lágrimas aparecen y él las agarra con los dedos, como si quisiera guardarlas.

El más destacado por las redes sociales y el periodismo fue Valentín Barco. Lateral izquierdo. Fue convocado a la selección argentina sub15 para jugar el Sudamericano de Paraguay en 2019. En la primera fecha debutó contra Unión, fue el jugador con menos experiencia en primera de la cancha. Una semana después era el más experimentado. Ninguno de sus compañeros había disputado tantos minutos como él en la primera de Boca. En la semana en la que se cumplía un año de la muerte de Silvio Marzolini, Valentín Barco le hizo un hermoso homenaje. Pasó al ataque siempre que pudo, intentó tirar caños, habilitó a Escalante y cerró el paso por su banda. Cuando ya no tenía piernas metió un pique fenomenal para cerrar lo que era gol de Mauricio Cuero. Finalmente se retiró bajo la lluvia con una pierna levantada por los calambres, mientras le pedía al cuerpo técnico un par de minutos más.

Juan Román Riquelme suele sostener que a los chicos hay que darles lugar pero llevarlos despacio. Con tranquilidad. Hoy juegan bárbaro y mañana bajan su nivel. Son chicos y tienen que aprender de sus errores. Saber convivir con el elogio y la crítica. La mejor manera de aprender es con un proyecto que los acompañe y ampare. Ese proyecto está. De no mediar nada extraño, Sebastián Battaglia será el próximo técnico de Boca y muchos de estos chicos serán planta permanente de la primera con un técnico que los conoce y mucho.

“¿Los puedo ayudar en algo?”, la pregunta del vendedor es retórica. Claro que los puede ayudar, para eso está. La señora pide un televisor. Le muestran algunos, pero a ella parece no importarle demasiado. El vendedor intenta una charla. “¿Por algo en especial lo van a comprar?”. La señora sonríe y se esfuerza por no llorar. “Mi hijo va a debutar en primera”, le dice llenando de orgullo cada palabra. La historia merecía algo más que un vendedor como testigo. “Fuimos a comprar un tele nuevo para verte, Lucas”, decía la historia de Whatsapp de Olga Susana Faur, la madre de Lucas Palma delantero mendocino que fue al banco de suplentes.

El partido fue una sorpresa tras otra. No solo por el juego que desplegaron bajo la lluvia banfileña. También porque supieron resistir los embates de un equipo que hace seis meses jugaba la final de la Copa Diego Armando Maradona. Lograron reducir a ese equipo y lastimarlo por izquierda, por derecha y por el centro. Cortar arriba presionando alto. Combinar pases filtrados. Atacar con los dos laterales. El mérito es de los jugadores y de Sebastián Battaglia y su cuerpo técnico. Y cuando Banfield logró tomar la manija del partido durante el segundo tiempo, resistieron con aplomo. Eso suele ser lo más difícil para los que recién comienza. Bancarse la mala.

Esta noche espera, por historia, uno de los partidos más difíciles de cada fixture: San Lorenzo. El ciclón también viene con recambio, pero tiene sus veteranos en cancha para sostener a los que recién arrancan. Boca iba como punto al partido con Banfield, pero con lo hecho ayer ya no será ninguna sorpresa si agarran la pelota y empiezan a jugar como en el barrio. El tema será no sorprendernos y criticar a lo bobo si eso no sucede. Ni ayer eran los mejores del mundo ni serán los peores si pierden con San Lorenzo. Para que este proyecto florezca es necesario que el hincha tenga paciencia. Ayer demostraron que material hay de sobra.

Como cantaba Serrat en «Esos locos bajitos», «nos empeñamos en dirigir sus vidas / sin saber el oficio y sin vocación / les vamos transmitiendo nuestras frustraciones«. Tendremos que hacernos cargo de nuestra parte. Dejarlos que se equivoquen y crezcan. El tiempo está de su lado.

Juan Stanisci

Twitter: @juanstanisci

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