Una recorrida llevando de mano en mano nuestra revista Los otros Maradona. Cada entrega deja una historia, acá algunas de las vividas estas semanas. Somos Lástima a Nadie, Maestro, hijos de papá papel. Parece que somos unxs cuantxs que preferimos leer así. Escribe Lucas Jiménez.
Victoria agarra la revista y la abraza con la cara. Hablamos de lo lindo que es leer en papel. Me cuenta de su anterior proyecto donde estaba y le digo que tengo la colección entera. Hoy los primeros números de esa hermosa revista ya no se consiguen. Adriano hace algunas semanas en La Plata nos comparó a nosotros con ese proyecto y con otro que era Un Caño y solía leer en mis largos viajes de bondi. Cuando se lo comento con orgullo a Juan, me dice que a él también se lo han dicho. Hacemos silencio. ¿Será así?
Eugenio me recibe la revista a las corridas, estaba laburando a full. Me manda un audio a la noche. Con mi pensamiento negativo pienso que debe ser para quejarse de algo del contenido. Todo lo contrario, me dice que lo perdone por no haberse quedado charlando, que la arrancó a leer y le está gustando mucho. Por orden de aparición empezó con la nota de Valderrama. Me cuenta que estuvo en cancha el día del 5-0 y me agrega dice que estaba en la bandeja alta de la tribuna San Martín por donde pasó muy cerca un avión de Aerolíneas Argentinas antes del partido.
Diego baja a recibirme con una remera que dice Valderrama, Rincón, Asprilla, Valencia. Como si fueran los Ramones o los Beatles. Le elogio ese remeron y me dice que la mandó a hacer. Hablamos de aquella goleada y como algo que fue un trauma en el presente, pasó a tomarse de otra manera en el futuro. Me contó de sus recuerdos de estar escuchando la radio en ese momento para ver lo que pasaba en Perú-Paraguay, porque un gol más de la selección de Chilavert nos dejaba afuera del repechaje para el mundial del 94.
Pablo está trabajando a pleno, cerca del Abasto. Yo me quedé sin batería y no llego a avisarle que voy a pasar, pero paso igual. Me abren la puerta y lo mandan a llamar. Son las 17.30 y su horario laboral termina a las 18. Aparece arrastrando las piernas cubiertas de un pantalón Cargo. Le digo quien soy y le doy la revista. Al toque se le dibuja una sonrisa y me dice “qué grande, qué grande”. Vuelve a su posición de trabajo ojeando los detalles de la tapa, esos que siempre nos trae el gran Gonzalo Lanzilotta.

Lucas me pasa una dirección pero no un teléfono. Voy a llevarle la revista a Floresta pero no lo encuentro. En las vueltas de la calle vuelvo a andar por su zona y sin avisarle le caigo de nuevo. Lo tomo por sorpresa. Baja y charlamos un rato. Bardeamos un toque a la Champions, no recuerdo por qué. En el barrio estamos mejor. Me despido y me voy rumbo al Sarmiento viendo pintadas de All Boys en los paredones que custodian las vías.
Javier me trae en Uber de vuelta de Quilmes. Es de Solano. Le pregunto a cuánto de la fábrica de vidrios la Cattorini. Me dice los días que está abierta la feria. Hablamos de la vida: la suya y la mía. Me dice que lo echaron de la fábrica de zapatos Boris y que está volviendo a intentar dedicarse a lo suyo. Hace un silencio para que le pregunte por su oficio y me dice “yo soy futbolista”. Hizo todas las inferiores en Lanús, jugó en Deportivo Español y en Victoriano Arenas. Ahora está intentándolo en Juventud de Bernal.
Me cuenta que ya termina de trabajar pero que se va a quedar haciendo tiempo para pasar a buscar a su novia que sale del laburo a la madrugada en Capital. Llegamos a casa. No me alcanza para pagarle, le digo que me aguante que entro a buscar más plata. Cuando llego a la mesita de luz me mira una revista de Los otros Maradona. La alzo a upa y la llevo a la puerta con los 500 pesos que me faltaban. Cuando llego a la ventanilla le digo a Javier “tomá, para que hagas tiempo mientras esperas a tu novia. Seguí intentándolo”. Me larga varios gracias, que funcionan como una devolución de energías para seguir en la rueda mágica de la escritura.
A Leonel lo llamo porque no encuentro la dirección. Sale a la calle y estoy de la vereda de enfrente. Cruzo y está verdugueando al portero de la universidad donde trabaja. Es el día siguiente a la Fecha de los Clásicos. “Este me cargó toda la semana y ahora se esconde para no cruzarme”, me tira riendo. Es hincha de Racing y su compañero de Independiente. Cuando Leonel se va a buscar la plata, trato de decirle al hincha del Rojo que así es el fútbol pero que la fecha de los clásicos está buenísima. No me pasa ni cabida, está re caliente sobre un partido que dice que casi ni vio. Me confirma que la Fecha de los clásicos es el mejor invento argentino después del dulce de leche.

Seguí girando. Anduve por la cancha de Racing, Argentinos Juniors y montones de barrios más. Lo más lindo no es entregar la revista sino decirle a la gente que en mayo sacamos otra y que me digan que la quieren. Cada mañana que armo la mochila para salir a la calle y cargo algunas revistas espero encontrarme con historias como estas. Los otros Maradona está funcionando como excusa para cruzar sonrisas y charlas con gente desconocida unides por el papel. Ese que, según dicen, está en desuso. Permítanme desconfiar.
Lucas Jiménez
Twitter: @lucasjimenez88
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