Hoy el deporte como excusa también es la pascua como excusa. Viajamos a 1950 para hablar de franquismo, catalanes, un equipo sin país y el fútbol como vehículo para forzar narrativas nacionales. Escribe Juan Stanisci.

Fue un ocho de abril de 1950 en el Estadio Les Corts de Barcelona. Eran las cinco y veinte de la tarde cuando la Universidad Católica de Chile y La Selección Catalana de Fútbol pisaron el campo de juego, envueltos en los aplausos de la gente en las tribunas. El equipo catalán llevaba una bandera chilena. El chileno no portaba la de su rival sino la bandera de España.

La escena llama la atención por dos motivos: la presencia de la Selección Catalana en plena dictadura franquista y el uso de la bandera española en un terreno que suele ser netamente catalán. Los dos hechos están fuertemente ligados en la visión que el franquismo tenía del deporte, la cultura y más precisamente del fútbol en España.

Sucedió durante las pascuas de 1950. La Gobernación de Cataluña, dependiente de la dictadura de Francisco Franco, y la Federación Catalana de Fútbol, organizaron el Torneo Internacional de Pascuas. Los invitados fueron: La Universidad Católica de Chile; La Selección Catalana, conformada por jugadores del Barcelona, Espanyol y el Gimnastic de Tarragona; y el FC Saarbrucken, el equipo principal de Sarre, una región al suroeste de Alemania por entonces convertida en un Protectorado de Francia.

El Torneo Internacional de Pascuas fue anunciado en el Diario La Vanguardia el 30 de marzo de 1950. “Bajo el patrocinio del gobernador civil de la provincia y organizado por la Federación Catalana de Fútbol tendrá lugar en nuestra ciudad durante las próximas fiestas de Pascua un Interesante torneo benéfico de fútbol”, comenzaba la noticia marcando el origen centralista del torneo. 

Si bien muchas de las costumbres, tradiciones e idiomas de las regiones españolas estaban prohibidas y eran perseguidas por la dictadura de Franco, la conformación de seleccionados locales contaba con el aval del régimen. “Los movimientos ‘separatistas’ fueron brutalmente reprimidos pero eso no significó que buscaran de un modo activo destruir todo tipo de identidad regional”,  explica el historiador español Alejandro Quiroga Fernández de Soto en su artículo “Así también se hace patria. Fútbol y Franquismo en Cataluña y el País Vasco (1939-1977)”.

El franquismo sostenía la idea de una sola España en términos políticos, culturales y lingüísticos. Sin embargo, “dejó un espacio fundamentalmente cultural para la existencia de la región, siempre y cuando ésta se concibiera como completamente subordinada a la nación”, continúa el artículo de Alejandro Quiroga Fernández de Soto. En este sentido, los combinados locales le permitían al gobierno que las identidades regionales no se volcaran a cuestiones políticas. En otras palabras, era mejor que los catalanes, en este caso, se juntaran a apoyar a un seleccionado local que bajo ideas independentistas o separatistas.

Las selecciones regionales fueron parte de estos símbolos culturales utilizados por el franquismo para apuntalar su idea de nación. “Como en otros lugares de España la dictadura se mostró dispuesta a vampirizar símbolos, instituciones y bailes con antiguas connotaciones regionalistas y nacionalistas subestatales y reutilizarlos como elementos de su proyecto españolista”, dice el mismo texto del historiador español.

La Selección Catalana, como la vasca o la de Castilla, no quedó ajena. El equipo regional catalán es anterior a la Selección Española. Entre 1912  y 1932 disputó un total de 36 partidos, más de un tercio de los que jugó en toda su historia. Durante la Guerra Civil no volvieron a disputar ningún encuentro. Con la consolidación de la dictadura franquista, la Selección Catalana volvió a las canchas, ya sin aquel sello ligado al independentismo.

Para el franquismo, tanto en sus voceros oficiales como en aquellos camuflados en los medios de comunicación, “el fútbol era durante la Segunda República una orgía roja de las más pequeñas pasiones regionales, de las más viles”  como escribió el periodista Jacinto Miquelarena por entonces director del diario Excelsior. Incluso antes de la Segunda República, durante la dictadura de Primo de Rivera, el Campo Les Corts había sido suspendido por seis meses por silbar y abuchear la marcha real.

El Franquismo buscó mantener estos equipos borrando sus vínculos con los nacionalismos independistas. “El régimen aceptó ese extremo, considerando conveniente que el fútbol sirviera de válvula de escape que mitigara las tensiones regionales”, escribe Quiroga Fernández de Soto. “A partir de 1939, el F. C. Barcelona y el Athletic de Bilbao fueron reconvertidos en instrumentos de promoción de un nacionalismo franquista regionalizado en el que catalanes y vascos formaban una parte fundamental de España”, dice el artículo.

 “Se entiende por Selección Catalana, pues, con un marcado tinte regional. No buscando ninguna independencia ni ningún sentido en ese aspecto. Es una concesión que hacen algunas veces las dictaduras y los gobiernos. Te quito esto pero te doy lo otro”, aporta desde Barcelona el periodista Joan Fontes. España, como Italia y Alemania, son naciones que, en las primeras décadas del Siglo XX todavía buscaban la unificación cultural. Pero para que esto sucediera los gobiernos no podían ir en contra de las culturas regionales. Durante el franquismo se utilizaron “bailes y fiestas regionales para potenciar el nacionalismo español”, escribe Quiroga Fernández de Soto.

Una muestra de la mezcla entre nacionalismo español y regionalismo, fue la previa al segundo partido del Torneo Internacional de Pascuas. La Selección Catalana enfrentaba al FC Saarbrucken mientras la Selección Española jugaba su clasificación a Brasil 1950 en Lisboa contra Portugal. Según la crónica del Diario La Vanguardia “(…) el interés del público, en el primer tiempo, (estaba) en el indeciso España-Portugal en Lisboa (…) ya con el resultado favorable a España el público supo apreciar la forma de ataque del Saarbrucken y las brillantes combinaciones de los seleccionados catalanes”. Era el segundo partido del torneo, el día anterior la Universidad Católica de Chile había empatado con los locales.

Para el equipo chileno era la primera gira europea en su historia. El año anterior el equipo Cruzado había sido campeón chileno de la mano de José Manuel Moreno, el crack argentino ex integrante de La Máquina. José de Mendizábal, un español exiliado tras la caída de la República, hombre cercano a la dirigencia de La Universidad Católica, propuso realizar un viaje a Europa. Tras conseguir una invitación del Gobierno Español, el equipo chileno viajó a España, Francia y Alemania, a disputar una serie de partidos amistosos.

El tercer equipo del torneo, el FC Saarbrucken, había sido refundado después de la Segunda Guerra Mundial. En 1947 los Aliados, el grupo de países que había resultado vencedor, se dividió Alemania. Sarre, la región de donde proviene el FC Saarbrucken, fue nombrado como Protectorado del Sarre bajo el gobierno de Francia. Era la tercera vez en menos de treinta años que cambiaba de país.

Resulta curioso que, en las crónicas de la época, el FC Saarbrucken no lleva gentilicio. Mientras la Universidad Católica, y sus jugadores, suelen ser nombrados como “el equipo chileno” o “los chilenos”, el FC Saarbrucken es “el equipo foráneo” o los “forasteros”.

La Selección Catalana no pudo tampoco contra el Saarbrucken, fue victoria para los de Sarre por 2 a 1. Durante el partido un jugador catalán llamado César, intentó agredir tras una patada al futbolista del Saarbrucken Schmitt lo que derivó en una “repulsa del público por su comportamiento y fue substituido por Seguer”, según la crónica del Diario La Vanguardia.

En el tercer día del torneo, La Universidad Católica venció dos a cero al Saarbrucken y ganó la competencia. La Copa, por si hiciera falta remarcar el origen del torneo, fue entregada por el Gobernador Civil Eduardo Baeza, hombre del franquismo catalán.

La Selección Catalana no volvería jugar hasta cuatro años más tarde. La dictadura de Franco se mantendría en el poder por más de dos décadas. Faltaban años para que las senyeras¸ banderas de Catalunya, flamearan en los estadios. Faltaba también para que, como dijo el escritor Manuel Vázquez Montalbán en referencia al FC Barcelona, la Selección de Catalunya fuera el brazo desarmado del independentismo.

Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci

Lástima a nadie, maestro necesita tu ayuda para seguir existiendo, suscribite por $300.

1 Comments

Deja un comentario