La Scaloneta es naranjo en flor, como aquella canción famosa. La selección es tango: cultura de belleza y laburo, de tragos difíciles y estética inigualable. Argentina, más que nunca, convierte once o dieciséis jugadores en un país. Juegan todos los que pasan en las calles de un sábado distinto, acorazonado, amoroso.

Argentina jugó para golear y terminó para pelear. Copa del Mundo, no lo entenderías. Tranquilidad, en el primer tiempo, para romper el cerrojo. Efectividad y belleza inmortal para salir, para jugar, para tirar una pared, para gambetear como Messi, para presionar como Julián, para recuperar como De Paul, para rechazar como el Cuti y Otamendi, para parar el viento como el Dibu. Sufrir para seguir. Un país.

Quizás hay algo en lo nuestro, no identificable, que tiende a la lógica tanguera. Pensado desde la clase obrera, desde los de abajo, ese género musical combina los sinsabores del arrabal con la finura de los sonidos.

Hay algo de eso en los soldados de Scaloni. Preparados para brillar pero también a desandar con penas. Jugar bien cuando todo está a favor es fácil. Un equipo que es un pueblo requiere más cosas: primero hay que saber sufrir, después amar, después partir.

El deporte cuando lo practica Messi se transforma en arte. El arte cuando sale de los esquemas cómodos de lo fino necesita un De Paul. La comodidad inexistente requiere una guardia pretoriana como Lizandro, Cuti y Otamendi. La vida, que siempre en el fútbol tiende a los andares del agridulce infinito, implora, hoy más que nunca, por un Dibu Martínez.

Se hablará mucho, para esto estamos. Eso queremos. Serán seis días que mezclen, en horas, trabajo, nostalgia, ilusión y sufrimiento. Argentina está entre los ocho mejores equipos del mundo y eso, digan lo que digan, nos ordena la vida. Felicidad y festejo. Enfoque. Sufrimiento y a salir de vuelta.

Mil ilusiones tenemos, como partidos ostenta Messi. En toda competencia de este estilo, primero hay que saber sufrir. Dice el tango: después amar, después partir.

Porque los jugadores, remeras al viento, me van a demostrar.

Santiago Nuñez
Twitter: @santinunez

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