¿Querés sabes de qué va nuestro tercer libro sobre Historias de amor, locura y mundial? ¿Por qué se llama Ilusión Eterna? Todo eso lo respondemos en el prólogo. Acá se los dejamos completo. Si gusta y quiere hasta la primera semana de abril sigue la preventa.
–Acá no tiramos todos de que hay que ir por un buen proyecto, que armen un buen proyecto de verdad para la Selección.
– ¿Este te parece que es un buen proyecto?
–Nooo.
–Listo.
–Yo ya te lo dije desde el otro día. Te lo vengo diciendo que no hay un proyecto serio para la Selección.
–Si tengo que pensar con el corazón quiero salir campeón de América, morir con Messi. Si tengo que solo pensar, pensar eh. Digo no, prefiero hacer las cosas mejor y que después venga lo que tiene que venir.
–Me dan ganas de abrazarte.
–No, no hace falta. Vamos a la pausa y ya venimos.
(Debate televisivo luego de que Argentina le gane a Ecuador los cuartos de final de la Copa América 2021).

Hace falta un proyecto. Comunicacional. Renovador. Para que si el 90% de los medios hegemónicos dicta sentencia sobre un tema y el 10% restante –que incluye a todos los medios alternativos– cuenta otra cosa totalmente distinta que al poco tiempo se impone, la visión de esa minoría no pase inadvertida. Que siente un precedente para entender que hay una manera de analizar los sucesos deportivos que está pidiendo revisión y otra que empuja por ser escuchada.
Hace falta un proyecto. Deportivo. Una estructura de selecciones que trascienda los nombres, pero que también se apoye en nombres propios capacitados para enseñar de qué va ponerse la celeste y blanca. Un grupo de trabajo que labure de forma sincronizada para que los Julián Álvarez y Alexis Mac Allister tengan dos o tres torneos en selección juvenil antes de llegar a la mayor. Para que el equipo definitivo se arme con los mejores del momento y, si faltaran en algún puesto, se cuente con los futbolistas rendidores en juveniles.
Hace falta un proyecto. Futbolístico. Para entender de dónde venimos y hacia dónde vamos. Para absorber cada enseñanza de las derrotas en pos de construir el próximo triunfo. Para perder dos veces con Brasil, compitiendo, hasta poder ganarle las dos veces siguientes y que una valga un título.
Hace falta un proyecto. Cultural. Para entender que los subcampeonatos valen porque marcan que es por ahí el camino. Que solo se trata de vivir moviendo el árbol hasta que caiga la fruta. Para incluir a los que se quedaron en la puerta de la gloria. Para sentar una enseñanza futura y entender que no es fácil llegar a una final.
En los últimos tres años y medio la Selección Argentina salió campeón sudamericano Sub 20 y Sub 17, campeón Panamericano y preolímpico Sub 23 y campeón de América, de la Finalissima y del Mundo en mayores. Solo poder ver un proyecto en perspectiva. Que a veces es tan grande que solo le vemos los pies. Había que ser muy malintencionado o necio para no mirar hacia arriba y ver el edificio que se estaba construyendo.
Hacía falta un proyecto. Ya está acá, entre nosotrxs. En lo comunicacional consolidamos el nuestro llamado Lástima a Nadie, Maestro. Ya llevamos publicados tres libros (con este) y dos revistas en papel, todo de manera autogestiva. Construimos opiniones propias, las cambiamos, obviamente, si la situación marca que nos equivocamos porque las cosas tienen movimiento. Pero las defendemos con los dientes si cada día están más firmes las razones que las generaron.

Llegamos a Qatar 2022 con la convicción de que este era el proyecto deportivo que necesitaba la Selección Argentina. Por eso, en las siguientes líneas, hablaremos del presente, pero también del pasado que nos trajo hasta acá. Transitamos este mundial como si fuéramos un jugador más del equipo de Scaloni. Pasamos noches durmiendo poco y nada y dejamos toda nuestra energía en el mes que duró la copa. Pusimos a prueba nuestro pánico, convivimos con la ansiedad, sufrimos como nunca para finalmente festejar hasta que se nos explotaran los cachetes (Montiel) de felicidad.
Seguimos teniendo los mismos problemas que antes del 18 de diciembre del 2022, pero la vida es mucho más linda siendo campeones del mundo. Ya tenemos nuestro refugio mental donde siempre podremos volver para ilusionarnos de nuevo. Creemos que ese pie extendido del Dibu Martínez ante el remate de Kolo Muani, y la definición por penales que vino después, nos garantizó la ilusión eterna, que es mucho más poderosa en el tiempo que la alegría, que convive con el paso del tiempo.
Muchos de los textos de este libro fueron escritos al calor (literal) del día a día de un mundial atípico jugado a fin de año. El mundial de nuestras vidas también podría llamarse “El mundial de nuestras birras”, porque al ser verano no faltó el alcohol en cada momento viendo a nuestra querida Scaloneta. Quizás por eso muchas de las teorías de las notas de este libro parezcan alocadas y flasheras, casi como una anécdota de sobremesa entre amigos y amigas.
Cuando Scaloni le dijo a Aimar que iba a aceptar agarrar el interinato de la Selección, Pablo le respondió que estaba loco. “Ah, porque vos estás muy sano”, le retrucó el ex lateral/volante, mientras juntos empezaban a armar la primera lista de convocados para los amistosos contra Guatemala y Colombia.
La primera nota de nuestro Comandante en jefe Lionel, luego de darle el sí al Chiqui Tapia, fue en Infobae al periodista argentino Matías Palacios que vive en España. La nota se tituló: “Me tratan de loco por haber aceptado dirigir a la Selección”. El amor por el escudo de la AFA que representa nuestra bandera todo lo puede.

Hasta Qatar 2022 Scaloni tenía una cuenta de Instagram que ni usaba. Después del mundial ganado subió varias imágenes. Pero pasaban los días y nadie encontraba fotos de Aimar con la copa, hasta que él mismo subió algunas a sus propias redes. Lionel no participa mediante interacciones en publicaciones de otros. Pero a la de Pablito le firmó: “Grande loco”. Los amamos para siempre.
Como a Messi, que se bancó todo y siempre siguió viniendo a jugar para nosotras, para nosotros. Son Los Locos de Ezeiza, con domicilio en el Predio de la AFA. Nos nutrimos de la locura y el amor que acompañó al ciclo desde sus inicios y tratamos de trasladar esa inconsciencia a la hora de pensar cada texto.
No pretendimos abarcar algo tan infinito como las vivencias que genera ser campeón del mundo, pero sí contarlo desde nuestra mirada y nuestras sensaciones. Hay crónicas de lo que pasó adentro de la cancha, pero también de lo que nos pasó a más de 13 mil kilómetros. Cábalas, supersticiones, remeras que evitan goles, abuelas que salen a festejar, niños y niñas festejando hasta las lágrimas, besos arriba de los semáforos y celebraciones interminables. Como los futbolistas son los grandes héroes de nuestros días, no podían faltar los perfiles de los campeones. De los pibes y de la vieja guardia.
No estuvimos en Qatar, así que recurrimos a nuestro ingenio para sorprender en la cobertura de este viaje de un equipo hacia la eternidad. Ustedes dirán si lo logramos o no.
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