Un 11 de mayo Riquelme se despedía de la cancha de Boca como futbolista profesional. En esta misma fecha cumple años nuestro Capitán boquense Juan Stanisci. En la siguiente crónica del partido de cuartos de final de Qatar 2022 para nuestro libro “Ilusión Eterna” escribe como Román apuntando al palco vip. Y ahora sí, más de un cheto se quiere matar.
Antes
Ese día supimos que los villanos existen. Y que, por consecuencia, tienen que existir los superhéroes. Cuando el mundo se vuelve un lugar maravilloso, el miedo a perderlo todo crece. Todos los instantes tienen la fragilidad de lo irreversible. En criollo, todo se puede ir a la mierda en un segundo. Un día, ninguno especial, uno como cualquier otro, uno se encuentra mirando la televisión o Twitter y de golpe, así, con total naturalidad, le dicen que Rodrigo De Paul está lesionado. Algunos insensibles aventuran que se pierde el mundial. Uno de los grandes personajes secundarios de esta historia, el magnánimo Gaston Abdul, trae calma. Pero el miedo siempre puede más. Scaloni se calienta con todos los periodistas.
Los acusa de jugar para Holanda. Línea de tres. Línea de cuatro. Mediocampo para tener la pelota. Papu Gómez. Lisandro Martínez. La ensalada de nombres para once puestos es cada vez más grande.
Del otro lado Van Gaal plantea que Messi sin la pelota no es tan bueno. Se tiene confianza, dice que si hay penales ellos tienen ventaja. En la concentración Argentina Emiliano Martínez, el superhéroe que baila, le dice a su psicólogo por videollamada que encendieron la dinamita. El partido tiene olor a tiempo suplementario incluso antes de arrancar. Dicen que De Paul está desgarrado. Dicen que De Paul se pierde el mundial.
La cámara de un celular se prende en la concentración argentina. Está conectada a otra en un lugar diferente de Qatar. En una de las pantallas está el Kun Agüero. En la otra, Messi y Papu Gómez. Faltan menos de 24 horas para el partido y los tres juegan a adivinar como qué jugador se cortó el pelo el Papu. Beckham. “Vos tenés una moral”, lo define el Kun. Se suman Dady, De Paul y Paredes. El capitán lo reta al Kun por aparecer y desaparecer en el grupo de WhatsApp. El viaje de egresados está llegando a su pico. Lo disfrutan, son conscientes de que puede no haber mañana.

Durante
A orillas del Rubicón, a dos años y un día del paso a la inmortalidad del Maestro que nos enseñó a volver a cruzarlo. En el banco de suplentes rival el mismo hombre naranja. La vida es eso que pasa mientras Van Gaal es el técnico de Holanda. Hace poco más de una hora, mantuvimos los nervios sedados mirando como Brasil caía frente a Modric y sus secuaces. El fútbol sudamericano tiene una última bala y se llama Argentina.
De Paul adentro. Lisandro Martínez también. Argentina sale a atacar. Molina casi de delantero. El mediocampo argentino vuela, Señor Presidente. Pero el partido se estanca en el medio. Treinta minutos que son de goma. Ellos tienen algún avance pero no pasa demasiado. Entonces la magia. Molina recibe contra la raya. Se la da al Capitán. No hay espacio. En este lado del mundo se inventa bailando. Pasito para acá, pasito para allá. Moviendo mi cintura, moviendo sin parar.
Aké compra todo lo que Messi no va a hacer. Solo toca la pelota para dar un pase de caño y dejar a Molina mano a mano con la Historia. Gol. Desahogo. La magia existe y se llama Messi. El partido sigue igual. Cada vez que un argentino pasa por al lado de Frenkie de Jong lo empuja, son como moscas al lado del río. Argentina le saca ritmo al partido.
Lateral. Mac Allister recibe solo en el medio de la cancha. Toca para Acuña. El Huevo encara. Penal. Noppert quiere distraer a Messi. Pobre. La pelota toca la red y Memphis Depay mira con bronca cómo el Capitán festeja. Topo Gigio reloaded. Saludos de Román para Van Gaal. Eso que se llama oxígeno entra con más fluidez al pecho.

Aparecen los gigantes bíblicos, esos que solo saben destruir sueños. El Dibu lo pechea a Luuk de Jong. Centro y descuento. Paredes entró para planchar el partido, pero le sale San Justo de adentro y lo picantea todo. Pelotazo al banco. Molina se la banca contra Van Gogh, Máxima, Erasmo de Rotterdam y Cruyff. Le tiran hasta una birome. Mundial en modo Libertadores. El árbitro quiere cámara y agrega diez minutos. Scaloni enloquece. Messi también. Falta en contra, en el borde del área y con el tiempo cumplido. Todo puede terminar ahí. Destino perverso.
Después
Eso de que primero hay que sufrir parece ser un destino. El tiro libre fue una burla. “Es tuyo, es tuyo”, grita Messi mientras señala al árbitro Mateu Lahoz. Fin del partido pero esto sigue. Parece que siempre sigue. Disfrutamos de ver a la selección, pero no es necesario que los partidos duren 120 en lugar de 90 minutos. Aimar trata de calmar a Scaloni. Si existe algo más allá de lo que vemos, quiere que Dibu se convierta en superhéroe. Hay que aguantar los primeros quince. Ellos parecen estar conformes con el empate.

Argentina todavía siente el mareo. Adentro Montiel. El Lusail debió quedar con una zanja en cada banda por las corridas de Molina. Otamendi conduce. Paredes trata de clavar pases como puñales. Enzo pone la pelota debajo de la suela. Lautaro nos recuerda que es un delantero del carajo cada vez que encara a los centrales.
Terminan los primeros quince. En la mitad del segundo suplementario entra Di María. Un sudor frío habrá corrido por la espalda de Van Gaal. Con Angelito en cancha Argentina agarra a Holanda del cuello y no lo suelta. Un remate de Lautaro se desvía casi en la línea. Enzo patea de afuera, rebota en un holandés y la pelota roza el travesaño. El Toro aguanta a un central, le apunta a un palo y salva Noppert. Di María se juega un olímpico. Enzo remata a un palo. La sensación es que Argentina olió sangre.
¿Querían penales? Será en penales. Dibu se come a Van Dijk. Messi patea como si supiera el futuro y mira desafiante al universo. El disparo de Berghuis también pierde contra los superpoderes del Dibu, el superhéroe que baila. Paredes y Montiel, adentro.
La redención en los pies de Lautaro. Le muestra la pelota a Noppert. Explosión. Otro Topo Gigio. Tumulto. Boqueaste, ahora bancate la cargada. Messi festeja. Espera. Dibu le grita en inglés al banco holandés. Messi va a ponerle el broche final a su obra. Se acerca a Van Gaal y le dice un par de cosas. Hay un bobo que viene pacá. Tranquilo, Leo. El mundo es un lugar más justo cuando los europeos se quejan. El país entra en un delirio místico. Diciembre se transforma en un loquero de chiflados soñando con la copa.
Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci
Este texto forma parte de «Ilusión Eterna. Historias de amor, locura y mundial», nuestro último libro. Conseguilo acá.
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