La Literatura, entendida como arte de expresión o la composición de obras escritas, tiene siempre una base real. Incorpora, en su mecánica y funcionamiento, elementos (indudablemente subjetivos) de eso que llamamos “vida cotidiana” para transformarlos en algo más (intentar ir más a fondo de ese “algo más” pondría a quien escribe en un lugar incómodo del que es muy difícil salir, por lo que los literatos por favor sepan disculpar). Al funcionar así, la Literatura otorga herramientas más que valorables para entender mejor la realidad.

Tal es así que en un momento, a fines de la década del 50 y principios de la del 60, empezó a existir una suerte de periodismo que contaba hechos de la realidad con elementos y estrategias discursivas de la ficción. Combinaba, así, la brillantez de lo ficcional con la envergadura de eso que es más o menos “verdadero” (aunque, lógicamente, esto siempre es una construcción).

Tal género daba frases rimbombantes o descripciones minuciosas, lo que a la vez generaba un profundísimo interés. “Hay un fusilado que vive”, dijo Rodolfo Walsh en Operación Masacre, una de las obras maestras de este tipo de Literatura.walsh ajedrez Pero el punto fundamental de la cuestión es que, cuando apareció el género, no sabían cómo definirlo. Y a alguien (vaya uno a saber quién) lo calificó como “no ficción”: es decir, la ficción definía por la negativa a la realidad. Brillantez de la Literatura ficcional, más a tono con la vida que la vida misma. Aquellos a los que nos gusta el fútbol  lo sabemos bien.

Jorge Luis Borges, el Nobel que no fue, pionero de la literatura y la intelectualidad argentina, detestaba de forma contundente al fútbol. Declaró que “el fútbol es popular porque la estupidez es popular” y hasta escribió un cuento que dice que nuestro deporte amado es una mentira. A cualquier otro nadie se lo perdonaría pero en él, el más popular de los impopulares, el intelectual elitista y reaccionario que igual emociona a los progres, pasa.borges-3

Dicho escritor inventó un término sublime, que nunca nadie usó para el fútbol. “El Aleph”, el cuento más borgeano de todos, introdujo un concepto casi mágico del mismo nombre. “Aleph” sería, entonces, el espacio en el que todos (absolutamente todos) los elementos del universo llenan “el mismo punto, sin superposición y sin transparencia”. El concepto, que en Matemática implica la cardinalidad del infinito, implica que la totalidad del universo se concentra en un lugar, un rincón,  “una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor”. El conjunto del tiempo y espacio se coloca, entero, en un solo lugar. Vaya uno a saber con qué fin Borges escribió e inventó ese concepto. Seguro no para el fútbol, actividad que detestaba, pero que, contradictoriamente, puede colocar a todo el universo en un mismo lugar.

Todos los puntos se unen, todos los ojos miran. La “final del mundo”, titulan los canales de televisión en sus publicidades y escriben las bajadas de los periódicos no solamente locales sino de todos los paralelos y meridianos del globo. River-Boca Boca-River, el clásico más pasional de la historia, no solamente se juega sino que sucede en el torneo más importante que ambos podrían jugar entre sí. Y no solamente es en la Copa Libertadores sino que además es en la final. Y no solamente es una final sino que es la primera vez que pasa en la historia de los clubes y por ende es el partido de clubes más importante de toda la Historia. Y así sucesivamente con todos los “no solamente”.

El punto cardinal del infinito. River-Boca. El encuentro más importante de todos los tiempos. Boca-River. Una final de Copa Libertadores. River Boca. El encuentro de todas las fuerzas habidas y por haber de la tierra. Boca River. La vida misma.

La Prensa tiene en pantalla o en el dial casi 24 hs y la mayoría de las páginas en el River-Boca. Un canal de televisión hace previa desde la 1 de la mañana, cuando el partido arranca a las 17 hs. Un diario publica que un grupo de jóvenes de la comunidad judía se va a Barcelona a ver el partido por televisión para no interrumpir el Shabat, y cubre el viaje de un japonés que solamente vino a la Argentina 24 hs para ver el partido. Un grupo de “analistas” compara la subida al balcón de Marcelo Gallardo como si fuera el saludo de Juan Domingo Perón en su primera vuelta en 1972.

Un notero entrevista a la televisión cubana en Buenos Aires. Informan record de acreditaciones para cubrir el evento, entre las que se encuentran medios de comunicación oriundos de Yemen.  Los periodistas discuten miles de sistemas tácticos y de jugadas de pelota parada. Un diario deportivo de España pone en su portada los dos escudos, con la frase “decidme que se siente”. La BBC de Londres hace una investigación para explicarle al mundo el clásico más lindo del mundo.

El River-Boca es el partido más importante de la historia del fútbol argentino. Son los dos equipos que se reparten por lo menos, el 70% de la población futbolera. Son los dos que tienen más títulos contados en total, los que ganaron más partidos oficiales e hicieron más goles.

El primer clásico nació en el barrio de la Boca en 1908. Hasta 2017, es decir, en 109 años de Superclásicos, los dos más grandes del fútbol argentino habían jugado solamente una final oficial. La misma ocurrió en 1976 y fue ganada por Boca. El dato curioso es que, entre la Supercopa de marzo y esta, en 2018 van a jugar dos finales, es decir, una más que en los 109 años anteriores.

“La final del mundo”. La frase podría ser cambiada por “el final del mundo”, es decir, el lugar en el que el planeta se termina. El que gane pasará a la Gloria Eterna y el que pierda tendrá que recuperarse en un par de años. Quizás, el peor castigo, para dos clubes que hicieron una campaña tremenda. Una final perdida contra cualquier otro sería aplaudida pase lo que pase, pero lo difícil que será perder  este encuentro para alguno de los dos va a ser que las reacciones sean disímiles.

Desde estas páginas, humildes pero con voluntad, se hace un llamado diferente. Disfrutar eternamente la gloria para el ganador. Pero también, con lágrimas, aplaudir a aquel que pierda, del que los hinchas estaremos orgullosos siempre. Se dirá que se pide algo imposible. Quizás tan imposible como que River y Boca jueguen una final de Copa Libertadores.

La Historia, en su versión clásica, liberal y conservadora, es vista en muchos manuales de primaria y secundaria como “las cosas del pasado”. Por suerte, la historiografía moderna ha descubierto que esto es falso y da luchas permanentes contra esta cuestión, pero hay hechos relevantes que, por suerte, dejan en claro que esta perspectiva no es real. Que la Historia es movimiento, contradictorio y disímil. Que hay puntos que, como el Aleph, son tan inolvidables que encuentran todas las miradas del universo en ese lugar. Por suerte somos testigos de aquellos que, como Gallardo y Guillermo, escriben la Historia. Parece una obra de ficción. Por suerte sólo parece.

Santiago Núñez

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