Cuándo desde el gobierno se habilitaron paseos de 500 metros, muchas personas se quejaron diciendo que era poco. Por eso recordamos a Riquelme. Que con mucho menos paseo sacó de paseo a once tipos en Tokio. Escribe Aldana Pozos.
En el medio de una pandemia como la que vivimos, el brote del covid 19 nos deja dentro de casa, sin poder juntarnos, sin poder salir a pasear, sin poder abrazarnos. Nos deja bajo el brazo de películas viejas. Atentos a esos programas que antes no le dábamos minutos en nuestra vida y hoy funcionan como horarios para entender en qué día vivimos.
En una interminable repetición de los partidos del mundial, como si pudiera cambiar el resultado. Tengo miedo de que el Liverpool empiece a jugar mal de la cantidad de veces que los vimos. Quién iba a decir que ser el mejor equipo del 2019 te aseguraba la pantalla completa al año siguiente. Entonces ¿Liverpool es el mejor de este año también?
Bueno no importa, me estoy yendo de tema.
En medio de la pandemia, el presidente de la Nación autoriza en diferentes distritos la posibilidad de salir 500 metros, una hora. La consigna es confusa pero también clara, nada de correr, nada de charlar y menos de juntarse. Son 500 mentros para salir a pasear.
Sí, a pasear. Pasear es una palabra tan vieja como mí abuela. Nadie dice, ¿Vamos a pasear? Los chicos de hoy dicen, ¿Damos una vuelta? Como dando por entendido la situación de paseo. Pero ¿Que es pasear? ¿Es pasar muchas veces por un lugar? ¿Es estar de paso? Pasear en el diccionario chiquito y gordo de la escuela, se define como andar por placer.
Cuando sos chico lo mejor que te puede pasar es que te digan, vamos a dar un paseo. Porque eso implica salir de casa. A veces puede ser a una plaza o quizás a otro país. En los mejores casos el paseo está lleno de buenos momentos y comida rica. Y en un acto de paseo máximo trae consigo un premio. Una de esas chucherias por las que te encaprichas y te traes, como un recuerdo de ese momento, de ese día, de esa salida.
Ahora bien, y volviendo a lo que nos compete. ¿Qué son 500 metros en la vida de alguien que está encerrado hace días? ¿Qué son 500 metros? 5 cuadras, 17 canchas de básquet a lo largo, casi 8 obeliscos, el 7% del Aconcagua, según FIFA 4 canchas de fútbol del largo máximo. Es demasiado poco presidente, ¿quién pudiera pasear en tan poco espacio?
Una vez escuché que un tipo saco a pasear a 11 en un terreno de 107×71. Un nene de 22 años del barrio de Don Torcuato, sacó a pasear a 11 vestidos de blanco. Los 107×71 del estadio National Estadium de Tokio, en Japón, alcanzaron para pasear a un gran Real Madrid, al cual desde ese día nunca más nadie pudo volver a ganarle en una final Intercontinental.
Un paseo que no puede verse en el resultado. Porque fue un 2 a 1. Alcanzó, pero fue poco para el juego que se vió esa madrugada desde la Argentina. Lo más importante para entender este tipo de historias es pararse en contexto. Riquelme tenía solo 22 años, seguro más chico que vos y yo ahora. Nadie sabía muy bien quien era. ¿Qué tiene que pasar para que un jugador haga dos goles en una final intercontinental y aún así no ser la figura del partido? Jugar con Riquelme.
Porque ese pibito de 22 años le alcanzó menos de un metro al lado de la línea para hacer enfurecer a la defensa del Real Madrid, que no se la podía sacar de los pies.
Le alcanzó la distancia justa desde el tiro libre para hacer temblar el arco rival en más de una ocasión. Le sobraron 30 metros para un solo pase y dejar a Martín a metros del arco para hacer un gol.
Ese 28 de noviembre, los colores de la tele no son del todo nítidos, faltan años para llegar a poder ver un partido en las condiciones que conocimos después. Eso hace quizas, el relato aún más emocionante. Un relato que no puede parar de nombrar a Román, porque se hizo dueño y señor en medio de la isla.
Las caras pueden describir el momento, los blancos están desbastados, frustrados ante un flaquito de tés un poco oscura que la pisa. Que espera. Que parece que lleva años en esto.
La noche y madrugada en Japón, mostraron a un Román que mostraba su fútbol, su manera de jugar. Los brazos en jarra, la cola atrás y la pelota en los pies, la mano que marca la pared que viene. La manera de pararse a la hora de pegarle. Un Román que veríamos miles de veces y en innumerables de situaciones de gloria después. Pero ese día todavía no lo sabíamos.
Ese día Román dejo en claro que el fútbol no es de los rápidos como empezamos a creer. El fútbol es de los que pueden pensar. El fútbol es de los que pueden ver quién está mejor parado para seguir jugando. Yo no entiendo todo lo que quisiera entender de fútbol. Pero si entiendo que la manera de aprenderlo es verlo en tipos como este.
Es 7 de mayo de 2006, en el Santiago Bernabeu cuelgan banderas con la leyenda: «Árbitro no termine el partido», «Gracias Zizou», el Real Madrid despide a su mejor mediocampista. Ahora en 105×68 Riquelme sacó a bailar al merengue de Zidane, lo que debía ser una fiesta para el número 5 se convirtió en una tragedia de miles de pases excepcionales de Riquelme. La revista «El equipe» años después saco un artículo en el que Zidane confesó: «Nos volvió locos a todos. Riquelme arruinó mí despedida.»
Ese día Zidane le pidió la camiseta a Román.
Entonces, 500 metros es un montón. Si tán solo alcanzan 120 para sacar a pasear a 11 personas. 500 para uno es un montón. ¿Que harían tipos como Román ante la posibilidad de tener 500 metros para sí solo?
No tengo la menor idea.
Sé que a 107×71, los convirtió en el patio de su casa.
PD: Los gobiernos de la ciudad y provincia de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe no habilitaron las salidas recreativas que autorizó el Ejecutivo nacional.
Aldana Pozos
Foto: Masahide Tomikoshi
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