El camino hacia un fútbol más igualitario es largo, pero la aplicación de la Ley Micaela en los clubes es un gran paso. Esta nota aborda los mecanismos para su implementación, con testimonios de distintas personalidades del fútbol y el feminismo. Escribe Maia Moreira.

Muchísimas organizaciones feministas comenzaron a poner en evidencia – hace tiempo – la importancia de herramientas para abordar temáticas de género y diversidad al interior de las instituciones de las que forman parte. Muchas de ellas han construido de forma institucional espacios desde donde profundizar esas militancias y otras han sabido realizarlo de manera no institucionalizada pero caminando a la par con el mismo objetivo: construir clubes más ecuánimes.

Cuando hablamos de un fútbol feminista, disidente y profesional definimos características que marcan una diferencia clara entre el fútbol que conocemos y el que pregonamos y esto también incluye a los clubes. El trabajo articulado que las mujeres sostienen para esta construcción no solo denota una enorme organización sino que también sintetiza consignas que exponen necesidades comunes y las transforma en demandas. Una de ellas – que fue reclamo y bandera el último 8M – fue la incorporación de la Ley Micaela en los clubes.

El impulso de esta Ley surge luego del femicidio de Micaela García, estableciendo la capacitación obligatoria en la temática de género a todo el personal de Poderes del Estado Nacional – Ejecutivo, Legislativo y Judicial -. Entre los puntos más importantes de la Ley 27499 se destacan el Artículo 1º que hace referencia al ámbito de aplicación y afirma que las disposiciones de la ley son de orden público y de aplicación en todo el territorio de la República. Y el artículo 4º que define: “Se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u omisión que, de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal. Quedan comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes. Se considera violencia indirecta, a los efectos de la presente ley, toda conducta, acción omisión, disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con respecto al varón”.

El pasado 12 de agosto la Legislatura de la provincia de Córdoba aprobó la Ley Micaela para los clubes y entidades deportivas. Anteriormente – los primeros días del mes de julio – este mismo proyecto obtuvo media sanción en la cámara de diputados y, finalmente, el viernes 11 de septiembre la Ley Micaela se aprobó en el senado de provincia de Buenos Aires.

La aplicación de la ley viene a reglamentar que todos los clubes propicien un espacio libre de violencia. Trabajar sobre la capacitación, la sensibilización, la prevención y la difusión en dicha temática suele estar establecida en los protocolos de muchas instituciones pero ¿qué pasa con las instituciones que aún no poseen protocolos o espacios de género desde dónde abordar este trabajo? O ¿qué pasa con los clubes dónde las mujeres u otras identidades feminizadas no tienen el espacio o el respaldo suficiente para profundizar sobre estos temas? La ley implica una obligatoriedad y la misma nos deja algunos signos de nitidez. En principio, finalizar con los discursos que cuestionaban – o aún cuestionan – su importancia al interior de las instituciones deportivas.

“Creo que de alguna manera nos permite dar por saldada esa discusión ‘hay violencia – no hay violencia’. Bueno efectivamente hay violencia, eso está más que reconocido y hay que empezar a trabajar concretamente para erradicarla y para empezar a construir otras sociedades. Creo que las instituciones deportivas en esa nueva realidad que se avecina deben ser protagonistas en la trasmisión de valores, de conceptos… debemos empezar a construirnos de otra manera, de manera más igualitaria, más respetuosa y creo que estamos dando pasos firmes en ese sentido”, dice Betiana Ballari de la Comisión Directiva del Club Los Vaquerxs e integrante de Futboleras Organizadas de Córdoba. En sintonía con sus palabras, Mónica Santino, referenta de La Nuestra Fútbol Feminista agrega: Es un piso para arrancar, no quiere decir la garantía de cambio de la noche a la mañana pero sí un piso importantísimo para poner en la mesa, debatir y pensar los clubes. No solo las acciones que se toman todos los días sino cómo se habitan, la infraestructura, la grilla de horarios, las actividades que ofrecen y pensar a los clubes desde una perspectiva feminista”.

Crédito: Página 12

Es imposible pensar que conquistas tan significativas como éstas no sean producto de la lucha y la militancia de los feminismos, “hoy en día el movimiento de mujeres y disidencias que se vino dando estos últimos años ya en parte está exigiendo esa representatividad en las decisiones que se van tomando adentro de los clubes. Lo importante de esta ley es sentar las bases en cuanto a la perspectiva de género y entender de qué estamos hablando cuando hablamos de género, cuando hablamos de violencia, etc.”, explica Florencia Micocci de Futboleras Organizadas de Córdoba.

¿Por qué es importante la Ley Micaela en los clubes? “Me parece que es muy necesario que todos los clubes donde se practican infinidad de deportes y dónde muchísimas mujeres deportistas, trabajadoras transitan sus días y son parte de la vida de los mismos, puedan sentirse acompañadas y contenidas en sus espacios y no violentadas ni expulsadas. Para evitar todo eso me parece que la clave es la capacitación y me parece que la Ley Micaela en el deporte viene a dar una respuesta en ese sentido”, afirma Nuria Escobar, Comisión Directiva y miembro de la Subcomisión de Género de San Lorenzo de Almagro. En concordancia con sus palabras, Celeste Pérez Zurita, Comisión Directiva y Coordinadora del Área de Género de Instituto de Córdoba, agrega: en el deporte es donde más se acentúan y se visibilizan muchas de las brechas, desigualdades y muchas de las violencias de género y hacia las diversidades. En este sentido creemos que es la herramienta básica para empezar a modificar estas estructuras de dominación en los clubes y que permitirá después volcarlas hacia la sociedad y hacia la vida privada de todas las personas que concurren”.

Hay tantas formas de implementar esta ley como clubes que deban cumplir dicha implementaciónEn ese sentido podemos hablar del compromiso que tienen que tener los clubes de alcanzar esta tarea que implica un trabajo articulado entre la diversidad de personas que los conforman“Es necesario que los clubes también asuman la responsabilidad, así como asumen la responsabilidad social y cultural – que seguramente está escrita en sus estatutos -, de que también es importante ser responsables a la hora de transformar, discutir y problematizar cuestiones y situaciones que suceden adentro de los clubes. No es que las violencias de género se quedan afuera de la cancha cada vez que hay alguna actividad deportiva sino que suceden todo el tiempo, atraviesan los clubes. Es hora de recoger el guante y de cabecear ese centro”, afirma Soledad Ceballos, comunicadora social, del Área de Género del Club A. Belgrano y de Futboleras Organizadas de Córdoba.

Hay un horizonte claro – aunque algo incierto – que tiene que ver, además, con seguir dando pasos hacia la ampliación de derechos y con entender que para que ello suceda hay que repensar muchísimos estereotipos.En palabras de Luciana Bacci, jugadora de Racing Club: “es un camino que va de la mano de muchas otras cosas como el hecho de cuestionarse las masculinidades, las violencias que se dan dentro de la cancha, etc. Me parece que es un paso que se da para la deconstrucción de los personajes que ocupan las dirigencias y eso sin dudas es una ayuda enorme. En ese sentido Fanny Papariello, jugadora de Puerto Nuevo agrega: “estas capacitaciones nos brindarán a futuro espacios más justos para las mujeres y disidencias teniendo en cuenta que por años fueron invisibilidades y excluidas de sus propios clubes que por años replicaron prácticas patriarcales aún presentes  en nuestra sociedad”. 

Lo cierto es que, como explica Ana Rodríguez, Miembro de la Federación de Organizaciones Deportivas de la Argentina y de Somos Dirigentas, la implementación de esta ley “tiene que ser tomada con seriedad por los roles dirigenciales y por cada trabajador y trabajadora de nuestras instituciones. Este es un piso para avanzar hacia la transversalización de género que tanto necesitamos los clubes de barrio”.

Maia Moreira

Nota publicada originalmente en La pelota siempre al 10.

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