Historia social del fùtbol de Julio Fryndenberg, narra el proceso de popularización del fútbol en nuestro país. ¿Cómo se fundaron los primeros equipos barriales? ¿Cómo se enfrentaban? ¿Todos los que querían jugar, antes fundaban un club? Escribe, desde México, Farid Barquet Climent.
En 2008 Siglo XXI Editores publicó la traducción al español del libro en el que el reconocido editor estadounidense William Germano —quien llegó a ser máximo responsable de decidir qué libros habrían de ver la luz bajo el sello de la Universidad de Columbia— ofrece sabios consejos sobre cómo transformar una tesis académica en un libro (Cómo transformar tu tesis en libro). En lo que parece un acto de congruencia, un lustro después Siglo XXI Editores puso en circulación un caso de éxito de semejante transformación: el libro Historia social del fútbol, que tiene como germen el trabajo doctoral del argentino Julio Frydenberg, pero que no por ese motivo resulta críptico para el público en general ni circunscribe su interés a un reducido grupo de científicos sociales. Si acaso, el libro pide un único requisito para su disfrute: tener mucho amor por el futbol.
Si bien su objeto es documentar y explicar el proceso de implantación del futbol en un solo país, Argentina, cualquier lector latinoamericano puede y todo futbolero latinoamericano debe acercarse al libro de Frydenberg, cuya lectura permite encontrar coincidencias y paralelismos, pero también advertir enormes diferencias, entre la experiencia argentina y las formas de apropiación del futbol en otras naciones del continente en las que también es parte del paisaje.
Frydenberg describe cómo la fundación de clubes constituidos por vecinos o por integrantes de diversos gremios fue la clave para que el futbol arraigara en la sociedad argentina de principios del XX. Creados incluso antes que los barrios que apenas empezaban a poblarse, los clubes de Buenos Aires jugaron un papel preponderante en la construcción de identidades colectivas, al tiempo que se erigieron en vehículos de socialización generadores de ámbitos organizativos que rebasaron los límites de lo deportivo y se volvieron parangonables a los que ofrecen los partidos políticos y los sindicatos cuando no son cooptados ni se desvían de sus mejores propósitos.

El futbol debe en mucho su rápida propagación a la prensa. Frydenberg nos revela que esa contribución no sólo se debió a las crónicas deportivas que crearon el mercado lector que a su vez dio pie a las secciones deportivas de los diarios y a toda una subdisciplina periodística: el periodismo deportivo. Frydenberg expone el caso de una publicación, La Argentina, pionera en darle cabida al futbol de una manera curiosa: mediante inserciones pagadas por jugadores para que, a falta de Ligas entonces en formación, sus páginas se convirtieran en la vía para que los equipos se lanzaran desafíos recíprocos y así pudieran concertar la celebración de partidos. La historia siempre se repite: los periódicos de hoy son retransmisores de los tuits de los personajes del futbol.
Ilustración elocuente de un tránsito que va desde los tiempos del amateurismo —en los que no se remuneraba a los futbolistas en nombre del ideal de virtud desinteresada que trajeron consigo los sportsman ingleses—, que luego pasa por la aparición de los cobros subrepticios que los argentinos llaman futbol marrón y que termina en el reconocimiento legal de la práctica deportiva como un trabajo, Historia social del futbol nos da algunas claves para entender por qué el futbol (no sólo el argentino) y las sociedades de hoy son como son.
Farid Barquet Climent
Publicado originalmente en Futboleo, sitio que dirige el propio Farid y les recomendamos mucho.