¿Quiénes son las periodistas encargadas de las transmisiones del fútbol femenino? ¿Cómo fue el camino que realizaron hasta llegar a la televisión? Las historias de Carla Mileo, Agustina Vidal y Delfina Corti, son un poco la historia reciente del fútbol femenino en Argentina. Escribe Juan Stanisci.
Todo un palo.
Ni la luz grisácea que atraviesa las nubes. Ni el pasto mal cortado. Ni las jugadoras de Comunicaciones o Independiente. La persona que diseñó el predio del Rojo en Villa Domínico no creyó que desde ese lugar alguien fuera a relatar. Sino no hubiera puesto un palo en el medio. Un palo que en el momento en que Magalí Molinas manda la pelota a la red, le impide a la relatora, Agustina Vidal, conocer la identidad de la autora del gol. La jugada le quedará como un dolor de muelas hasta entrada la noche.
El futuro ya llegó.
Diecinueve equipos. Nueve partidos por fin de semana. Más de 810 minutos de fútbol. El sábado 14 de agosto amaneció soleado en la Ciudad de La Plata. El Estadio Diego Armando Maradona, ex Estadio Único, expulsó por su túnel a veintidós jugadoras. Once de Gimnasia y Esgrima La Plata. Once de Lanús. Primer partido del primer torneo de Primera División de Fútbol Femenino transmitido por completo en televisión abierta. Un caso único a nivel mundial.
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La plaza de la estación de Temperley tiene calma de siesta. “¿Te llevo un mate?”, dice un mensaje por Whatsapp. El invierno empieza a despedirse y trae de la mano una primavera tímida. Hay un viejo tomando el fresco. Un par de borrachos haciendo una pausa. Pibes que salen del colegio. Dos señoras charlando. Alguien dejando pasar el tiempo. “Dale”, respondo.
A los pocos minutos la veo cruzando la plaza por el costado opuesto. La voz de la Copa Libertadores Femenina y una de las principales relatoras del fútbol femenino argentino llega en bicicleta. La reconozco por las largas rastas, hasta la cintura.
– ¿Te reconocen por la calle?
– Ay, sí. Pero me da vergüenza. El otro día estaba en el supermercado hablando con el chico de la caja y uno me dice: “yo a vos te vi en la tele ¿Sos la periodista, no?”.
– ¿Y qué le contestaste?
– Que no era yo – se ríe mientras prepara su mate.
Carla Mileo tiene 21 años. Mientras la mayoría a su edad está buscando una vocación o intentando terminar una carrera, ella ya es Periodista Deportiva egresada de la Universidad de La Plata y relata los principales partidos del Fútbol Femenino en la Televisión Pública y DeporTV.
Desde los siete años acompañaba a su papá cada vez que iba a jugar al fútbol. Vivía en la cancha. No importaba que algunos partidos empezaran a las doce de la noche. Tampoco si había algún otro niño o niña. Ella se quedaba siempre del lado de afuera mirando como corrían, puteaban y pateaban.
Quería jugar a la pelota. La madre no la dejaba. A veces le decía que había encontrado una escuelita de fútbol pero la respuesta siempre era la misma. Su padre, en cambio, la alentaba. No había caso. El fútbol seguía estando ahí. Miraba todos los partidos que podía. Recopilaba datos y luego iba a contárselos a quién estuviera en frente.
A los doce ya había definido que quería ser periodista. Durante los Juegos Olímpicos de Londres, en el año 2012, descubrió que había más deportes que el fútbol. Un día la madre, luego de que Carla le escupiera una catarata de datos, le marcó el camino: “estás muchas horas mirando deportes. Vos deberías estudiar periodismo deportivo. Siempre me estás diciendo datos de fútbol”.
Al terminar la secundaria no necesitó pensar ni reflexionar sobre su futuro. Analizó, eso sí, dos posibilidades geográficas, ambas alejadas de las facultades tradicionales de periodismo: Lomas de Zamora o La Plata. A pesar de que a veces debía pasar días enteros en otra ciudad para achicar la cantidad de viajes o guardar la plata que otros destinaban a salir con amigos para poder cargar la tarjeta SUBE, eligió la ciudad de las diagonales.

Se recibió a los tres años. Periodismo a alta velocidad. No importaba que en la Universidad le advirtieran sobre las dificultades para conseguir trabajo en periodismo deportivo para quienes egresan de la educación pública.
En ese ritmo vertiginoso le llegó la primera posibilidad de relatar. En noviembre de 2019, cuando iba por la mitad de la carrera, empezó a cubrir la campaña del fútbol masculino de un equipo de la Primera Nacional. Se estaba preparando los papeles para su debut como relatora, con un celular y dos antenas sostenidas con la mano, cuando golpearon la puerta. Era el Ruso Ramenzoni, comentarista histórico de televisión. Quería saludarla y desearle una buena transmisión. Al día siguiente la llamaron del Diario Olé para hacerle una entrevista. Eran como fichas de dominó cayendo una atrás de la otra. Algunos medios la llamaban “la joven promesa del periodismo deportivo”. Y en eso llegó la pandemia.
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A medida que uno se aleja de la Estación de subte Juan Manuel de Rosas, en el barrio de Villa Urquiza, la calma empieza a devorar al ruido. Los colectivos parecen estar prohibidos. El sonido del tren es reemplazado por el del viento rozando las ramas de los árboles. Ya no hay bocinazos ni embotellamientos. El único que parece no querer moverse es un perro echado en la mitad de la vereda tomando sol mientras su dueño tironea de la correa. Sin anestesia, al llegar a la esquina de Galván y Núñez, un taladro da la bienvenida. Los colectivos vuelven a ser legales y el viento abandona las ramas. Entro, entonces, a la calma de un bar con olor a café recién molido.
Del barrio de Villa Urquiza es Delfina Corti, jugadora de Futsal en Pinocho, periodista, escritora y, en el último tiempo, reportera en campo de juego durante las transmisiones de Fútbol Femenino.
Cuando iba al secundario en el Colegio Nacional Buenos Aires, y llegaba tarde a las clases matutinas de Educación Física, le decía a su profesora: “cuando sea periodista deportiva te voy a mandar un saludo”. Pero cuando terminó la secundaria hizo una escala previa: Diseño de Imagen. No tardaría demasiado en cambiar el rumbo hacia Comunicación Social. Pero, igualmente, las notas que Delfina escribe ahora muestran un marcado interés por las imágenes y lo visual. Como si esa semilla hubiera germinado en algún lugar.
De chica, antes de las palabras dedicadas al fútbol y sus historias, estuvo la pelota como objeto. Primero jugaba con su hermano. Después con su primo. Más adelante en la quinta de un tío con toda la familia. Siempre con hombres. Delfina mira hoy a las niñas con envidia. Se imagina a ella misma pudiendo ir a una escuelita a aprender. Igualmente jugaba cada vez que podía y con quién se pusiera en frente. Su primer torneo, con amigas, lo jugó recién al terminar la secundaria.

Al terminar la Licenciatura en Comunicación en la Universidad de Buenos Aires decidió irse a vivir a España. Antes de viajar habló con el escritor y docente Ariel Scher. Le comentó que estaba cansada de no poder publicar. “Vos escribí. No esperes a que te publiquen otros”.
Llegó a Pamplona y empezó a buscar un torneo de futbol como el que jugaba en Buenos Aires. “Eso acá no existe”, le dijeron. Pero, le aclararon, hay tres clubes de futsal que compiten en la segunda categoría.
¿Por qué no te vas a probar?
La pregunta le retumbó en la cabeza un par de días hasta que decidió ir. Creía que no la iban a tener en cuenta. A pesar de no haber entrenado nunca en futsal quedó en la primera prueba.
El primer día que llegó al club entendió que hay ciertos problemas con el fútbol femenino que son universales. Sus compañeras le planteaban a los dirigentes del club que no estaban cumpliendo lo que habían acordado cuando ascendieron: ni les daban la cancha para entrenar ni les pagaban los viajes. Patear pelotas y patear puertas. Intentar que algo cambie para que las dejen jugar. No importa si era Buenos Aires o Pamplona.
Fuera de la cancha siguió el consejo de Ariel Scher y se abrió un blog. Abandonó por un tiempo la idea de trabajar para un medio y se volcó a lo autogestivo. Las historias había que escribirlas y, si nadie quería publicarlas, existían otras herramientas para poder hacerlo. Una manera más de patear puertas. Aunque, en este caso, en vez de pelotas había teclados de por medio.
El fútbol se volvió algo indisociable entre lo intelectual y lo corporal. Jugar y escribir. Pensar y patear.
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A Agustina Vidal la convencieron. Como a Ringo Bonavena, que de tanto escuchar que parecía boxeador termino siéndolo, ella de tanto escuchar que tenía voz de locutora terminó eligiendo ese oficio. Antes estudió Comunicación. De chica había leído una entrevista a Rodolfo Walsh donde hablaba de que el periodismo no se estudia, que es un oficio. Ella lo creyó pero eligió estudiarlo también. Después se recibió de locutora. Hoy, además de ser una de las relatoras en la TV Pública y Deportv, trabaja en FutFemProf, un portal especializado en fútbol femenino y hace transmisiones de NWSL (National Women Soccer League, la liga profesional de fútbol de mujeres estadounidense) por Twitch.
Se recibió de comunicadora a los 21. Después de dos años sobreviviendo a base de changas, se decidió a buscar trabajo en un medio de comunicación masivo. Agarró la computadora. Se sentó al teclado. Abrió Google y escribió: “trabajar en medios de comunicación”. En el buscador encontró una respuesta cercana a lo que buscaba. Una empresa grande buscaba recepcionista. Con un título, ella iba a entrar a atender teléfonos.
El medio era TyC Sports. Hasta ese momento su interés por el periodismo estaba ligado a lo social. Le gustaba el fútbol pero, hasta entonces, no había pensado en la posibilidad del periodismo deportivo. Todos los días veía pasar por delante de ella a productores, cámaras y periodistas. A cada uno le repetía la misma pregunta: “¿Puedo estar en el noticiero?”. La respuesta era la misma: “No, Agustina”. Pasaron nueve meses. Un día la llamaron de Recursos Humanos.

– Como recepcionista sos horrible – le dijo alguien sin mucho tacto.
Agustina Vidal pensó en agarrar sus cosas e irse. La persona de Recursos Humanos siguió.
– Por eso te vamos a pasar a producción.
De los teléfonos a los móviles de exteriores del noticiero Sportia. Tenía 23 años y era la única mujer. “Un ambiente muy machista”, remarca. Pagó el llamado derecho de piso. Todos los días se subía al camión del móvil para coordinar entrevistas o salir al aire desde un estadio diferente. Un trabajo entretenido, sin dudas. Aunque de aquel periodismo vinculado a Rodolfo Walsh y cuestiones sociales, no quedaba casi nada.
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Fútbol y militancia. Goles y despenalización del aborto. Un estadio lleno modificando las típicas canciones de cancha por letras con contenido social, político y, principalmente, feminista. El fútbol será feminista o no será. Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir.
En 2018 el fútbol y el feminismo se abrazaron. En cinco meses se debatió la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (ILE) en las cámaras de Diputados y Senadores y la Selección Argentina de Fútbol Femenino llenó el estadio de Arsenal de Sarandí, desmitificando que el fútbol femenino no vendía, para volver a clasificar a un mundial después de doce años.
La mayoría de las futbolistas que ganaron el repechaje contra Panamá en noviembre de 2018 habían participado de la Copa América de Chile en abril del mismo año. El fin del verano y comienzo de la primavera mostraba cada vez más cercano el debate parlamentario de la ILE. Los reclamos de igualdad de género ganaban cada vez más espacio en los medios de comunicación.
Antes de reunirse para disputar la Copa América de Chile en 2018, el seleccionado Femenino de fútbol, llevaba 18 meses sin un solo entrenamiento. Usaban la ropa que le sobraba al seleccionado masculino. Tenían que calzarse botines varios talles más grandes. Los viáticos no alcanzaban para comer. En 2017 habían hecho un paro porque la AFA llevaba meses sin pagar los viáticos. Para colmo, en plena Copa América, vieron como una modelo presentaba la nueva indumentaria de la selección. “¿Y las jugadoras del seleccionado femenino? ¿Acaso no tendríamos que ser nosotras las que presentamos la camiseta? Vergonzoso”, fue el tweet de Laurina Oliveros, arquera. El mensaje las representaba a todas.
Antes del partido con Colombia, por la fase final del torneo, hicieron una reunión. Iban a jugar, pero también a mandarle un mensaje a la dirigencia. Cuando los fotógrafos y las fotógrafas se acercaron a tomar la foto del equipo, no entendieron por qué todo el plantel se ponía frente a las cámaras. Todas a la vez levantaron la mano derecha y la pusieron detrás de la oreja.

El Topo Gigio que hicieron las futbolistas fue más que un gesto. Fue una trompada. Décadas de quietud dirigencial y periodística hacia el fútbol femenino tambalearon. Por primera vez sus reclamos aparecieron en todos los medios de comunicación. No solo ellos se vieron interpelados. El Topo Gigio también sacudió a las futbolistas locales y a muchas periodistas desencantadas con el gremio.
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Un apocalipsis. No en su significado cristiano sino en su etimología griega: una revelación. O mejor aún, un velo que se corre. Algo que se destapa y deja ver aquello que siempre estuvo ahí. No solo para las que reclamaban. Sino para muchas que vieron en ese gesto un camino. No estaban solas. Y eran muchas.
A partir del Topo Gigio, Agustina Vidal pensó un informe para uno de los programas en los que trabajaba. No cobraba más por hacerlo. Era solo un granito de arena. La posibilidad de darle voz a quienes solo suelen tener cámara cuando se cuelgan una medalla. El informe se llamó “Desigualdad de Género en el Deporte” y salió emitido en el programa de Gonzalo Bonadeo en TyC Sports. En él siete deportistas exponían los casos de desigualdad en diferentes disciplinas. Sofía González, jugadora de Rugby de la Selección Argentina, Yésica Bopp, boxeadora, Ruth Bravo, jugadora de la Selección Argentina de Fútbol, Laura Ávalos, ex remera de la Selección Argentina, Laura Martinel, entrenadora de judo, Victoria Crivelli, jugadora de handball de la Selección Argentina y Valentina Kogan, arquera de la Selección Argentina de handball.
En él hablaban de cómo las veía la sociedad cuando decían qué deporte practicaban. De la falta de apoyo de las federaciones. De cómo las plazas para clasificaciones iban casi todas para los hombres, siendo ellas la de mejor rendimiento en medallas. De la indumentaria, que casi siempre era para los hombres. De la ausencia de viáticos para hospedaje y traslados. De cómo muchos entrenadores no querían entrenar mujeres.
Agustina Vidal había encontrado la manera de cruzar su trabajo de aquel momento con los intereses que la habían llevado a estudiar periodismo. Fútbol y transformación social. En el canal no lo tomaron bien. Le pidieron que intentara no meterse con esos temas. Ya era el segundo informe con esa temática. El anterior, coincidiendo con el debate parlamentario de la ILE, fue sobre el aborto en las deportistas.
El deporte en argentina, principalmente a nivel masculino, decide quedar al margen de las discusiones políticas. En el caso del fútbol femenino, a partir de 2018, política y deporte van de la mano. En el informe realizado para el noticiero Sportia, deportistas de distintas disciplinas opinaban o contaban cómo un embarazo puede sacarlas de una competencia para la que se prepararon durante años. Y que era necesaria la posibilidad de decidir.
Valentina Kogan y Victoria Crivelli, jugadoras de la Selección Argentina de handball, Laura Martinel, entrenadora de judo, Delfina Merino y Belén Succi, de Las Leonas, Cecilia Carranza, vela, Ruth Bravo, futbolista de la Selección Argentina, Sofía González, jugadora de la Selección Argentina de rugby, Laura Ábalo, ex remista de la Selección Argentina y Belén Pérez Maurice, esgrimista. A favor o en contra. Más o menos abiertas al debate. Cada una sentaba su posición según sus ideas o experiencias.
Vidal creía que no tendría buenos resultados. Pero se encontró con que la mayoría de las deportistas estaba a favor. No importaba de qué disciplina fueran, la mayoría estaba del lado de poder decidir. En el canal le dijeron que buscara algunas que estuvieran en contra para equiparar. “Yo qué culpa tengo si la mayoría está a favor”, respondió ella. El informe terminó saliendo en el noticiero del sábado a la mañana durante los últimos cinco minutos. Automáticamente lo subieron a la web del canal. A los pocos minutos estaban pidiendo que lo bajaran. Una publicidad para el mundial haciendo un juego de palabras entre el nombre del presidente ruso y la homosexualidad, estaba bien. Un informe sobre el aborto no.
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Delfina Corti vivía en España cuando las jugadoras hicieron el Topo Gigio. Se le ocurrió entrevistar a las que jugaban en allá. Empezó por Amancay Urbani. La delantera santafecina estaba en el Alavés, cerca de Pamplona donde vivía Delfina. La segunda entrevista fue a Vanesa Santana, mediocampista de Villa Celina que entonces jugaba en el Logroño.
Empezó a conocer de cerca las condiciones en las que jugaban. Con una ventaja, Delfina no solo hablaba como periodista. Lo hacía como colega. Como futbolista. A través de ese doble rol la invitaron a participar de Pelota de Papel 3, un libro de cuentos escrito por futbolistas mujeres. Primero la contactaron para hacer el prólogo a uno de los cuentos. Cuando se enteraron que también jugaba la propuesta cambió. Le ofrecieron que ella misma escriba un cuento.

Lo que había empezado como un acto intuitivo se materializó al volver a Buenos Aires en 2019. Durante la presentación de Pelota de Papel conoció a Ayelén Pujol, periodista especializada en la historia del fútbol femenino en Argentina y autora de ¡Qué jugadora!, y a Mónica Santino, ex futbolista, periodista y directora técnica de La Nuestra, el equipo de fútbol femenino de la Villa 31.
– Fue como lo que le pasaba las Pioneras antes, que ellas capaz sentían “soy la única loca jugando al fútbol”. Y de repente salís y decís “ah, no era tan loca”.
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Los dos equipos entran caminando al Estadio Julio Humberto Grondona. El sol cae sobre las vías del tren. De fondo se escuchan los primeros acordes del Himno Nacional. La gente en las tribunas empieza a corear la melodía. A Florencia Bonsegundo la sonrisa no le entra en la cara. Aldana Cometti también sonríe mirando a los cuatro costados. El coro empieza a subir. Explota cuando la melodía se acelera. Belén Potassa se muerde el labio inferior. Estefanía Banini pasa de intentar concentrarse a mirar a todas las tribunas. Termina la introducción, el fragmento que la FIFA permite pasar en sus competencias, y las once explotan junto al público en una arenga desordenada y encendida.
La cancha llena de Arsenal para ver el repechaje contra Panamá derribó el mito de que el fútbol femenino no vende. Que no llena estadios. Si se da la posibilidad de que la selección o los clubes de primera jueguen en los estadios, habrá aliento y canciones. Habrá jugadoras que se sientan acompañadas.

A los veintiséis minutos Argentina ganaba dos a cero. Una gran jugada de Bonsegundo dejó sola a Mariana Larroquette para el primer gol. Seis minutos después Eliana Stábile le pegó como si quisiera romper el arco panameño y marcó el segundo.
Argentina debía viajar a Panamá para la revancha. Faltaban cinco minutos cuando el equipo visitante se quedó con diez jugadoras. Ciento veinte segundos después Banini demostró porque es la mejor jugadora Argentina. Apiló a tres rivales por la izquierda y le pegó con comba al segundo palo. La pelota dio en el travesaño y después en la línea. Urbani quiso empujarla y tapó la arquera. Yamila Rodríguez la terminó metiendo. Quedaban quince segundos cuando Katherine Castillo le pegó una patada sin pelota a Yamila Rodríguez. Penal y expulsión. Con el tiempo cumplido Stábile hizo el cuarto.
La vuelta fue 1 a 1. Clasificación Argentina para Francia 2019. Volver a jugar un mundial después de 12 años. Pero esta vez sería diferente. Ahora ya no estaban solas.
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– ¿Vos te das cuenta de que Argentina va a jugar un Mundial después de 12 años? – le pregunta Agustina Vidal a la madre.
– Bien… – hace una pausa – tenés que ir.
– Ay mamá, no sé ni dónde juegan.
– Vos tenés que ir.
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Hasta el año 2018 eran pocas las historias del pasado del fútbol femenino que tenían espacio en los medios de comunicación. En 2017 había salido a la luz que en 1971 un grupo de futbolistas, llamado Las Pioneras, había jugado un mundial no reconocido por la FIFA en México. Durante el torneo Argentina se había enfrentado a Inglaterra en el Estadio Azteca ganándole 4 a 1. Todos los goles fueron marcados por Elba Selva.
Reconstruir la historia del fútbol femenino en nuestro país era y es un gran desafío. Por un lado son pocos los registros. Por el otro, la poca información hace que haya mucho para contar. “Esa especie de periodismo militante hizo que me vuelva a enamorar del periodismo deportivo”, dice Delfina Corti. Tras la clasificación a Francia 2019 fueron muchas las preguntas que aparecieron. La primera fue cuándo había sido la última vez que Argentina había jugado un mundial. La segunda quién había hecho el primer gol.
– Encuentro que el primer gol lo había hecho Yanina Gaitán. Entonces digo ‘voy a escribir sobre esto’. La contacto por Instagram. Apenas vuelvo vamos a un bar. Yanina me dice “estoy alejadísima del fútbol, hace años que no hago nada”. Había llevado un álbum con todas notas periodísticas de cuando ella jugaba al fútbol. “Con esto tenés que hacer un libro”, le dije.
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A partir del Topo Gigio, la masificación del feminismo y la clasificación al mundial, un reclamo empezó a recorrer el fútbol argentino como un fantasma: la profesionalización. La situación de las futbolistas actualmente es precaria. En 2018 era peor. Con suerte algunas cobraban. Todas trabajaban (al día de hoy la mayoría sigue haciéndolo). En caso de lesión nadie se hacía cargo.
En las canchas y en las redes sociales la leyenda “Futbol Femenino Profesional” comenzó a ser cada vez más frecuente. Desde las futbolistas locales hasta las de la selección. Las periodistas, en su gran mayoría mujeres, tomaron la lucha como propia. Casi todas sufrían la misma falta de oportunidades en su propio oficio. En ese contexto surge, primero como una página de Twitter e Instagram, luego como un portal, FutFemProf.
– Yo me hago muy amiga de las colegas que habían arrancado con FutFemProf. Me dicen: ‘¿Quéres venir a editar unos videos?’. Y digo: ‘Dale’. De repente éramos cuatro, después cinco, después seis, después siete. Empezamos a cubrir partidos. A seguir el reclamo de Maca Sánchez. La Liga Rosarina. De repente éramos un medio – rememora Agustina Vidal – De repente hablando con la China y con Lauti, dos compañeros, dicen ‘no, porque yo voy a ir a cubrir el mundial de Francia’. ‘Jodeme, yo también quiero ir’, les digo. De repente éramos siete en FutFemProf y tres nos íbamos al mundial.
Agustina Vidal intento vincular su nuevo espacio con su viejo trabajo. Ofreció cubrir el mundial primero en TyC Sports. Le dijeron que no. Golpeó otras puertas. Siempre recibió la misma respuesta. “Si pasa algo las usamos”. Las usamos. “Era muy fuerte que todos te dijeran que no”.
Pensó en tomarse vacaciones para el mes del mundial. Pero algo se había roto. Ese llamado de la selva de Rodolfo Walsh se había encendido. El periodismo como herramienta para transformar la realidad. Salir de la comodidad. Meterse en el barro y la lucha por otras voces. Otras oportunidades.
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En enero de 2019 Macarena Sánchez fue despedida de su club de entonces: UAI Urquiza. La historia fue levantada por los grandes medios de comunicación. La lucha por la profesionalización se profundizó. Y dio sus frutos. En abril de 2019, a través de una nueva reglamentación de AFA, 12 jugadoras, entre las que estaba Macarena, fueron presentadas como profesionales en San Lorenzo. Los otros clubes de primera debían hacer lo mismo.
Dos meses después se jugó el Mundial de Francia. Ante el silencio mediático, los nuevos medios autogestivos que cubrían el Fútbol Femenino viajaron. El primer partido fue contra Japón, la subcampeona mundial. Argentina rescató un empate. La figura de Estefanía Banini tomó estado nacional. El segundo partido, contra Inglaterra, tuvo a Vanina Correa como figura. Atajó un penal. A pesar de la derrota, el Mundial pasó a estar en boca de todos. La tercera fecha rompió la pared. Hubo personas en la puerta de los locales de electrodomésticos siguiendo la aventura del seleccionado argentino contra Escocia. El rating de la Televisión Pública superó las expectativas. Una vez más el mito de que el fútbol femenino no vende se derrumbaba.

Todas las historias necesitan una cuota de épica para trascender. Si las actuaciones de Banini y Correa no habían alcanzado, el partido contra Escocia se tatuó en la memoria popular. Argentina perdía 3 a 0. “Sueño terminado”, decía el relator. Faltaban veinte minutos.
Cinco minutos después condujo Dalila Ippolito. Abrió para Menéndez. Sola frente a la arquera empezó a reescribir la historia. Argentina marcaba su primer gol en el torneo.
Setenta y ocho minutos. Florencia Bonsegundo encara. Quiere jugar con una compañera pero rebota en una rival. La para. La pisa. Levanta la cabeza. Gira. Se acomoda y saca un derechazo que pega en el travesaño, después en la arquera y se termina metiendo. Escocia 3, Argentina 2.
Ochenta y cinco minutos con cincuenta segundos. Milagros Menéndez controla la pelota con la cabeza en la medialuna del área. Abre para Cometti que está entrando al área. La defensora de Escocia va al piso y saca la pelota. Piden penal. La árbitra norcoreana Hyang Ok Ri dice que siga. La jugada continúa. Pasan tres minutos. La llaman del VAR. Le dicen que revise la jugada. Hyang Ok Ri sale del campo de juego. Se acerca a una pantalla. Las veintiocho mil doscientas cinco personas que están sentadas en el Parque de los Príncipes no se mueven. No respiran. Ochenta y ocho minutos con cincuenta segundos. Hyang Ok Ri vuelve a pisar el campo de juego. Eleva los brazos a la altura de sus hombros. Junta los dedos y los separa formando un rectángulo. Luego marca el área escocesa. Penal para argentina. Dalila Ippólito lo festeja como un gol. Florencia Bonsegundo agarra la pelota. Noventa y un minutos con veintitrés segundos. Bonsegundo patea al palo izquierdo. Lee Alexander, arquera escocesa, va hacia el mismo lugar. La pelota pega en sus guantes. Despejan. La jugada sigue. Otra vez llaman a Hyang Ok Ri del VAR. Vuelve a salir del campo de juego. Mira la jugada. Lee Alexander se adelantó. Noventa y dos minutos con veintiún segundos. La árbitra norcoreana vuelve a hacer el mismo gesto señalando el área escocesa. Amarilla para Lee Alexander. Otra vez Bonsegundo frente a la pelota. El empeine se posa durante un instante contra la pelota. La velocidad y la fuerza acumuladas en sus piernas revientan contra el cuero. La pelota sale dirigida al medio. Lee Alexander va hacia un costado. Gol.

La gente en el estadio hace lo que hace la gente en los estadios cuando sucede lo imposible. A los noventa y cinco minutos termina el partido. Imposible que tanta emoción entre en una hora y media. Gran parte del país vio en vivo y en directo que había una selección que la representaba de la mejor manera. El paso siguiente tenían que darlo los dirigentes.
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Agustina Vidal está pensando en el viaje que va a realizar a San Juan para cubrir el Sudamericano Sub 20 de Fútbol Femenino. Le suena el teléfono. Es una compañera, La China Pereiro. “Te van a llamar de DeporTV”. Termina la llamada. ‘¿Estos que contacto querrán?’, piensa. Al instante vuelve a sonar el teléfono.
– Hola Agustina, compramos los derechos del Sudamericano ¿Te animás a relatar?
– No puede ser, el Sudamericano empezó hoy – responde.
– Sí, pero la idea es empezar a transmitir desde el viernes. Si te parece grabate hoy relatando un fragmento y me lo mandás.
Agustina acepta. Esa noche intenta conseguir un link para ver el partido. Es imposible. No hay ninguno. Alguien le pasa una contraseña y consigue verlo. Se graba relatando. No hay caso. No puede. Estudió locución pero el relato es otra cosa. Termina el partido sin haber podido grabar algo para enviar.
Es marzo del 2020. El cambio de gobierno generó otra mirada hacia el canal deportivo estatal. Durante toda la presidencia de Mauricio Macri se había mantenido la señal a base de partidos viejos de la Selección Argentina Masculina, algunos documentales repetidos y transmisiones esporádicas de otros deportes. A último momento consiguieron los derechos del Sudamericano. Ya se advertía sobre la llegada del Covid. El torneo nunca terminó de disputarse.
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Suena el teléfono de Carla Mileo. Del otro lado del celular alguien le dice que la TV Pública va a transmitir todos los partidos de la Copa Libertadores Femenina. Quieren que ella sea la relatora. No duda y acepta. Antes pregunta si puede mantener un viaje a Mendoza.
El torneo se transmitió entero por la Televisión Pública y DeporTV. Con relatos de Carla Mileo, comentarios de Ivana Rodríguez y Agustina Vidal en campo de juego. Todos desde los estadios, nada de estudios. La exposición mediática atrajo, como los radiadores a los insectos en la ruta, a lo peor de las redes sociales. Fueron insultadas y violentadas. Tuvieron que reunirse y repensar como aguantar. A puro bloqueo sobrellevaron la situación.
La falta de información no es solo una cuestión vinculada a la historia del femenino en Argentina. Para realizar las transmisiones Agustina Vidal se puso en contacto con la mayor cantidad de periodistas especializadas o especializados de los distintos países que venían a disputar la copa. Si faltaba algo consultaba a los técnicos o a las jugadoras. Lo mismo le sucede hoy en día a Delfina Corti. A pesar de trabajar en CONMEBOL realizando informes sobre los clubes en la Libertadores Femenina, la propia confederación le suele solicitar información que ellos mismos no tienen registrada. “¿Si vos que sos CONMEBOL no lo sabés, de dónde querés que lo saque?”, pregunta riendo.
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El once de agosto de 2021 los años de lucha, de paros, de reclamos, de rosca, de discusiones, de llanto, de peleas, se materializaron. Ese miércoles fue anunciado en el predio de Ezeiza el Torneo Femenino Clausura 2021, con transmisión de todos los partidos a través de la Televisión Pública y de DeporTV. “Un caso único en el mundo. Hablé con colegas de Japón, Colombia o Inglaterra y nunca se transmitió un torneo entero a través de los canales estatales y de manera gratuita. Siempre había algún partido para los privados o por alguna plataforma de streaming, nunca el torneo completo”, aporta Agustina Vidal.
En mayo de 2021, tres meses antes, Carla Mileo se sentó a ver uno de los partidos liberados de la Liga Profesional del Fútbol Masculino. Relataba Gustavo Kufner. Mirando el partido se imaginaba relatando para la Televisión Pública.
Dos días antes de la presentación oficial la llamaron para decirle que el torneo se iba a transmitir por completo por esos canales y que ella iba a ser la relatora principal. “Tenés que estar el miércoles en Ezeiza”, le dijeron.
– Yo manejo hace tres años. Tuve la brillante idea de que sea la primera vez que iba a agarrar autopista sola. Yendo de Temperley al predio de AFA en Ezeiza. Puse el mapa y fui. En un momento empiezo a ver campo, campo y más campo. La noche anterior había llovido. Calle de tierra hecha barro. Y yo iba. Hasta que me quedé. Era la primera vez que me pasaba. Llamé al productor a los gritos. Faltaba media hora para que empezara el acto. Dije ‘ya está, no voy’. Y en eso pasó un señor, que era como mi ángel guardián, y me ayudó a salir. Llegué al predio de AFA con barro hasta el techo del auto pero con las zapatillas blancas intactas. Así que encima todos me decían ‘ah pero las zapatillas están impecables’.

Delfina Corti nunca se imaginó frente a una cámara de televisión. Lo suyo es la gráfica. Hasta que la llamaron para hacer campo de juego. La posibilidad de poder seguir contando historias, ahora dentro de una cancha, le gustó. Siempre intenta tener cuatro o cinco historias de las jugadoras en cada partido.
Agustina Vidal se enteró primero por los rumores. A los pocos días la llamaron y le confirmaron que iba a ser parte de las transmisiones. Ese día volvió a la casa pensando que era imposible. Se preguntaba cómo iban a hacer. Quiénes iban a hacerlo. Dónde estaba el engaño.
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A diferencia de la experiencia del Fútbol Para Todos, donde la mayoría de los periodistas encargados de las transmisiones ya habían trabajado en grandes medios, las periodistas que llevan adelante el Torneo de Fútbol Femenino fueron voces nuevas para la televisión. La mayoría con mucha experiencia, pero sin haber tenido la posibilidad de trabajar en medios masivos.
Lo mismo sucedió con las futbolistas. En el caso del Futbol Para Todos los partidos eran transmitidos o, en todo caso, podían verse en Fútbol de Primera. De cualquier manera ya estaban en todas las pantallas. Para ellas es la posibilidad de tener visibilidad. Y no solo para ellas. También para las que vendrán. Pueden ver en televisión que ser futbolista es una posibilidad. Y no solo futbolista. También relatora o comentarista. En los casos de muchas de las periodistas actuales, nunca habían pensado en poder ocupar esos puestos, simplemente porque siempre eran ocupados por hombres. No existía alguien en quien reflejarse pensando en el futuro.
La relación entre futbolistas y periodistas también es diferente. No solo porque se ven cercanas en la lucha por la visibilidad y la conquista de derechos, sino también porque en muchos casos las comunicadoras son las encargadas de expresar los reclamos de las jugadoras: la falta de días de entrenamiento, los sueldos bajos, la poca cantidad de contratos (doce en la mayoría de los casos en planteles de más de veinte), la falta de infraestructura, los partidos en canchas auxiliares o la carencia de ropa para entrenar.
“Que el estado se haga cargo de las transmisiones genera que la mayoría de los partidos se jueguen en estadios. También que la decisión sea para todo el torneo y que se pasen todos los partidos. Cuando el acuerdo de la transmisión anterior era por cuatro partidos por fecha y daban solo dos. Ahora capaz que la gente está en la casa haciendo zapping y hay un partido en la TV Pública y lo dejan”, dice Carla Mileo.
“Que el estado se haga cargo de televisar el fútbol femenino ayuda a que el deporte crezca. No es solo que los clubes generen las condiciones adecuadas para las futbolistas o que crezcan las divisiones inferiores. También es necesario que las chicas se puedan pensar como futbolistas. Poder ver que eso es posible. Si vos ves cualquier otro país donde el fútbol femenino creció, es porque se habla de ese deporte, se televisan los partidos y a partir de ahí aparecen los sponsors y aparece la plata. Es clave porque si no viene del estado, el resto de los canales que se guían por la plata no le darían lugar”, opina Delfina Corti.
“Es muy importante por la difusión para los clubes y para las jugadoras. Que las pibas tengan posters de las jugadoras, que quieran ser jugadoras. Pero al margen de todo eso, vino a presentar un plantel de profesionales para laburar con esto, para darles el espacio. La base que se está construyendo hoy no la podés tirar tan fácil. Hay toda una base de colegas que hace mucho estaban esperando esto y ahora están trabajando. Ya va a llegar el día en que esto se naturalice. Que no seamos noticia porque relatamos fútbol. Que veas un partido de hombres relatado por mujeres o un partido de mujeres comentado por hombres. Va a llegar con mucha lucha. Esto no es cuestión de tiempo, es cuestión de lucha”, dice Agustina Vidal.
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Después de aquel partido entre Independiente y Comunicaciones en Villa Domínico, Agustina Vidal volvió a la casa. El primer gol le retumbaba en la cabeza. Todo un palo. No soportaba haberse equivocado el nombre de la jugadora. Después de un rato agarró el celular. Tenía un mensaje de Instagram. Una mujer le escribía desde Santiago del Estero. Hablaba de su hija. Del futuro de su hija. Le dijo que en el colegio le habían preguntado que quería ser cuando fuera grande. Y ella no respondió futbolista, ni relatora, ni periodista, ni comentarista. Respondió: la que cuenta los partidos.
Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci
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