El jueves 9/6 en Río Patio Cultural (Caballito) se viene la segunda edición de El Club de Lectura Deportiva que organizan Juan Stanisci y Loli Insúa. En esta ocasión leerán «¡Qué jugadora!» de Ayelén Pujol. Como previa les dejamos el newsletter que sacaron como difusión. Las Pioneras del Fútbol Femenino, Luky Sandoval, Estefanía Banini y mucho más.

Esa pregunta del título de esta nota nos hace Ayelén Pujol en el primer párrafo del libro ¡Qué jugadora! Para responderla, ella busca por fuera de la “historia oficial”. Esa que vive en diarios amarillentos y datos guardados en archiveros. Busca en la oralidad. En los relatos vividos. En los recuerdos vivos de las que patearon en potreros, plazas o canchas alquiladas. Las que fueron y vinieron por medio país sin cobrar un peso, pero contentas por poder jugar. Las que crearon aun sin saberlo. Las que gambetearon las burlas, la discriminación y las estafas. En fin, las que fueron felices pateando una pelota.

La oralidad fue rechazada durante casi un siglo de investigación histórica. Para quienes fundaron la Historia como campo de investigación a mediados del Siglo XIX, lo que no estaba documentado no podía ser considerado historia. Aquellos pueblos que no tenían documentación escrita, eran considerados como sin historia ¿Cómo puede un grupo humano (etnia, nación o grupos que practican un deporte) carecer de historia? ¿Quién dice quienes tienen historia y quiénes no?

En el fútbol argentino la práctica y la escritura de la historia del fútbol siempre estuvo en las mismas manos: las de los hombres. Ellos decían quiénes jugaban y quiénes habían jugado alguna vez. Lucila Sandoval, ex arquera, más conocida como Luky, decidió ir en contra de lo que la “historia” decía. “Peinar la historia a contrapelo”, pensó Walter Bejamin. Para de esa manera romper con la idea de que la historia solo la escriben los vencedores. Los dueños de la pelota.

Luky Sandoval comenzó en 2018, año fundamental para la historia del fútbol femenino en nuestro país, a reunir a las Pioneras del Fútbol Argentino. Una organización que busca homenajear y reconocer a las ex jugadoras de las décadas del sesenta, setenta, ochenta y noventa. Luky además les dio voz a través del programa radial Pioneras pasión por el fútbol.

La falta de una historia oficial genera una ausencia de reflejo. La imposibilidad de imaginar un futuro. De verse en los pies de la otra. De decir “yo quiero ser futbolista”. Existen numerosos testimonios de jugadoras profesionales en los que cuentan que no sabían que existían equipos de mujeres. En muchos casos, simplemente, porque no existían.

Mara Ramos, ex futbolista de la Selección Argentina, Vélez, Racing, Deportivo Español, Independiente, entre muchos otros, dice que “no sabía que existía el fútbol femenino cuando era chica”. Gracias a un tío que conocía a un entrenador de un equipo femenino, supo que podía jugar con otras mujeres además de sus primos. Vero Boquete, ex jugadora de la Selección española todavía en actividad, contó en la Revista Líbero: “crecí sin referentes jugadoras”. En el prólogo de ¡Qué jugadora! la periodista Ángela Lerena escribe que Marina Nogueyra, ex futbolista nacida en Villa Fiorito que terminó emigrando a Estados Unidos para ser profesional, “creyó, hasta los 16 años, que era la única nena que pateaba una pelota en el mundo”.

En la mayoría de los casos el problema no es solo de imaginación, sino estructural. Aunque en los últimos años la situación se fue revirtiendo, durante mucho tiempo los clubes con equipos femeninos eran escasos. O nulos. Le pasó a Estefanía Banini en Mendoza. La 10 argentina tuvo que incorporarse a Cementistas, un equipo masculino para poder jugar. Pero los organizadores del torneo, sumado a los padres y las madres de los niños de otros equipos, intentaron negarle la posibilidad de jugar. La mamá y el papá de Banini tuvieron que firmar un documento donde se hacían cargo de lo que le pasara a su hija en la cancha. Ella solo quería jugar a la pelota.

Lo mismo le pasó a Luciana Bacci, actual jugadora de Estudiantes de La Plata. “Siempre me gustaron los deportes. Hasta que un día me dije ¿por qué no fútbol? y les dije a mis viejos ´¿habrá alguna escuelita donde yo pueda ir? Quiero hacer fútbol y me gustaría empezar a entrenar´. Mis compañeros del colegio iban a Rowing Club acá en La Florida y les dije a ellos y mis viejos hablaron con los padres de ellos. Me dijeron ´vamos a preguntar ahí a ver si te aceptan´ y por suerte me aceptaron. ¿Qué loco no? , que te tengan que aceptar para ir a una escuelita de fútbol”, contó en una entrevista con Constanza Lacambra publicada en Lástima a nadie, maestro.

Los inicios de gran parte de las futbolistas se dan rodeadas de varones. En algunos casos hermanos, primos, tíos o padres. Pero luego, a la hora de dar el salto a un equipo, también terminaron jugando con hombres por la falta de infraestructura en el fútbol femenino. Esa misma carencia que se daba, cuando salió ¡Qué jugadora!, en el fútbol de primera división, por entonces amateur, hoy semiprofesionalizado. La misma que padecen las periodistas que van a relatar los partidos y tienen que hacerlo desde un andamio sin ninguna clase de protección. O la misma que sufrieron las niñas entrenadas por un abusador como Diego Guacci, absuelto por la FIFA, tras ser denunciado por acoso y abuso por diferentes testimonios.

La misma que llevó a Ayelén Pujol a escribir ¡Qué jugadora.  La periodista y futbolista Delfina Corti contó que cuando fue a la presentación del libro desconocía que hubiera tanta gente metida en la investigación y difusión del fútbol femenino. “Fue como lo que le pasaba las Pioneras antes, que ellas capaz sentían ´´soy la única loca jugando al fútbol´. Y de repente salís y decís ´´ah, no era tan loca´”, contó también en Lástima a nadie, maestro.

Las pocas fuentes periodísticas disponibles que consultó Ayelén Pujol para su investigación no eran crónicas. Eran burlas. Los títulos hablan por sí solos: “El fútbol no es para chuchis”, de Diego Lucero o “Mujeres a patadas”, de Víctor Sueiro. También existen algunas de la década del 20. Cuando no hay burla está la mirada sobre lo exótico. Describen a mujeres pateando una pelota como si fuera una cebra caminando por la peatonal Florida.

A través de relatos orales, Ayelén Pujol descubrió que había una historia enorme sin contar. Esa que los hombres negaron, cuando no intentaron directamente borrarla o marginarla. Una historia que cuenta que la historia del fútbol femenino existe hace, por lo menos, un siglo.

Nuestras recomendaciones

Esta nota de Ayelén cuenta la historia del mundial de México 71, el primero jugado por la Selección Femenina, donde Argentina le ganó 4 a 1 en el Estadio Azteca a Inglaterra. Un hito para el fútbol argentino. La lees acá.

En este podcast de Cultura F, son entrevistadas Brenda Elsey y Joshua Nadel, autores de Futbolera: historia de la mujer y el deporte en América Latina. El libro, además de ir en línea con ¡Qué jugadora!, es citado varias veces por Ayelén. Lo escuchás acá.

Nos vemos el jueves 9 en Río Bar Cultural (Rio de Janeiro 28, CABA).

Loli Insúa y Juan Stanisci

Twitter: @Lolinsua  @juanstanisci

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